Mostrando entradas con la etiqueta papolatría. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta papolatría. Mostrar todas las entradas

14 de mayo de 2025

DE LA PAPOLATRÍA DE LA IZQUIERDA COMO PRETEXTO

Por Marat

No es necesario ser especialmente perspicaz para notar que a la izquierda le van peor que mal las cosas a nivel mundial. Basta ver el mapamundi, eso que ya nadie utiliza, para sacar las conclusiones pertinentes sobre “el estado del arte”.

Izquierda es lo que se identifica a sí misma como tal. Más allá de que haya una izquierda que acuse a otra de no serlo y de que exista una tercera que niegue a ambas tal condición para reafirmarse como las auténticas, todas ellas se reivindican tal y todas han entrado en colapso, sean las políticas y partidarias o las sociológicas.

¿Qué tienen en común casi todas ellas, además de su obsolescencia?

Que han comprado un pensamiento y una práctica que no les corresponde, que histórica e ideológicamente les es ajena y que, en la práctica les ha derechizado, hasta el punto en que, cuando la derecha se hace extrema derecha y el viejo fascismo se metaboliza en liberalfascismo, la izquierda se hace conservadora. En el peor de los casos, derecha democrática. En el mejor, democristiana de izquierda. En la primera opción aspira a unos retrocesos más lentos hacia la eliminación de las conquistas sociales de la clase trabajadora. En la segunda, a revertir algunas de las contrareformas del capital, a sabiendas de que no le sería posible siquiera intentarlo dentro del marco democrático burgués.

En este estado de esterilidad política,cuando su vulgata propagandística va agotándose ante la evidencia de su incapacidad para hacer frente al desafío de una involución mundial imparable, tanto la base sociológica de la izquierda como sus aparatos políticos creen haber hallado un filón antropológico y refundante en la idea del bien; la pretendida bondad de personajes a los que los medios del capital designaron como ejemplos de moralidad humana.

Tres casos muy recientes y próximos entre sí comparten una apariencia física común: la sonrisa beatífica, santurrona, que encandila a los cándidos. Francisco era un artista en ello. León XIV está haciendo prácticas y estudiándola. Pero el campeón de todos fue el papa del laicismo progre José Mujica. Insuperable.

Eln cuanto a la papolatría vaticana la iglesia de ambos papas es la misma que opone dogma a razón, teología a ciencia, aunque desde Teilhard de Chardin intente colar que no hay contradicción, pecado frente a libertades personales y de identidad, la idea de “justicia social” como igualdad de oportunidades dentro del capitalismo frente a la de igualdad del socialismo. Todo ello dentro de un marco en el que el catolicismo no ha renunciado a sus privilegios en sus relaciones con los Estados allá donde ha podido mantenerlas desde Constantino. Su reino, como el del islamismo o el del judaísmo, sigue siendo el de este mundo.

Por lo que se refiere a mujeres, gais, lesbianas y transexuales católicos, la respuesta que den al modo y el grado en que son aceptados/ rechazados por la institución eclesial y su jerarquía solo les compete a ellos. Se entiende mal, por grande que sea su fe, que se empeñen en ser aceptados dentro de la iglesia, viendo el modo en que ésta les trata, salvo que sea el intento de eliminar el estigma público con el que ella les señala y el temor a verse fuera del rebaño lo que lo explique.

A laicos, agnósticos y ateos sólo nos cabe exigir el fin de su señalamiento por la iglesia.

De José Mujica, quien aprovechó años de crecimiento económico para mejorar notablemente la situación de la clase trabajadora uruguaya, sin ser molestado nunca por capitalistas de su país ni por el imperialismo estadounidense, y legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo, cabe decir que acabó arrepintiéndose de su pasado guerrillero, atribuyendo a la guerrilla una responsabilidad en la dictadura que aquella no tuvo y terminó por aceptar la amnistía para los militares golpistas y criminales de esa dictadura.

Con todo, lo más rechazable respecto a la figura de Mujica es la simpleza progre que agota su figura en su retrato de hombre bueno y humilde porque vivió en una chacra durante años y dedicó el 90% de su salario de presidente a ayudas a los trabajadores pobres. De un presidente que quiera cambiar el mundo cabe esperar que lo intente. Cómo viva no determina ese resultado sino sus hechos.

Otro día hablaremos de otras izquierdas: las que dicen que China es socialista, las de Putin y las que llaman al desclasado “fachapobre”. Porque la “verdad” les ha sido revelada. Los “auténticos”