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6 de febrero de 2022

VIEJOS PERO NO MUERTOS NI RESIGNADOS

Por Marat

Cuando se llega a los 60 años uno puede sentirse viejo o joven. Es cuestión de perspectiva respecto al tiempo vivido y la expectativa del que pueda quedar de descuento y del estado anímico y/o físico de cada uno.

Pero lo cierto es que la esperanza de vida del ser humano se ha ampliado enormemente y también que si los 60 años ya no son la decrepitud propiamente dicha nos acercamos a marchas aceleradas hacia una etapa en la que se experimenta el menosprecio y el abuso. Cualquiera que trabaje en una empresa sabe lo que es ir sintiéndose laboralmente arrinconado por la dirección, del mismo modo en que cualquier viejo -merece la pena reivindicar ese término en un mundo de hipócritas eufemismos y en el que abuelo es sólo quien tiene nietos, anciano es una condescendiente palabra y boomer un neologismo con sabor a chicle- sabe del desprecio adolescente y no tan juvenil hacia los viejos.

Afortunadamente para quienes lo hacían, y ya no se atreven a expresarlo, los viejos ya no somos señalados como parásitos que vivimos de sus impuestos vía pensiones, sanidad cada vez menos pública y más intencionadamente degradada, y viajes del Imserso. En un país como España en el que la población mayor de 64 años era a 1 de enero de 2021 de 9,38 millones de personas, muchas de las cuáles han sostenido la supervivencia de hijos y nietos desde la crisis de 2007, hay que tener cierto cuidado antes de evacuar según y qué rebuznos por parte de quienes, si las circunstancias no lo impiden, llegarán a viejos y no desearán escuchar cómo se echan sobre ellos ciertas genialidades.

A partir de los 60 puede uno seguir considerándose joven o ya entrando en la vejez pero, mientras las condiciones físicas y mentales no lo impidan, hay razones para seguir peleando por la vida y la dignidad.

En la escuela nos enseñaron que el 9 era más que el 8 y que todos los demás números que lo precedían. Los números son importantes, mucho más cuando están organizados.

Lo han demostrado las coordinadoras en defensa del sistema público de pensiones, que llevan más de tres años sacando a la calle a muchas decenas de miles de pensionistas y jubilados y de futuros candidatos a serlo, peleando por lo que ha sido un derecho arrancado al capital y a todos y cada uno de sus gobiernos durante más de un siglo.

Sin esas protestas se hubiera acelerado mucho más la voladura de las pensiones públicas y el avance hacia su privatización. Han tenido que reducir la marcha. Si el golpe no se ha parado en seco es porque entre los inmediatamente afectados y en las generaciones posteriores domina la moral del esclavo pero quienes mantienen la lucha son infinitamente más útiles que aquellos que jamás la inician. Nada nos ha sido dado; todo fue arrancado.

El pensionista Carlos San Juan ha iniciado recientemente una protesta contra el maltrato recibido por los viejos -en este caso el atributo es mío - por parte de los bancos, al dejar de dispensárseles una atención personal y obligárseles a utilizar los servicios bancarios vía cajero electrónico o aplicaciones. La medida bancaria es general en un doble sentido: se aplica a toda la población con cuentas en entidades de crédito y la hacen todos los bancos.

Entrar en una cuestión como las capacidades de cada uno y según edades es comprensible pero es un error ¿Acaso no hacen lo mismo las gasolineras y cada vez más supermercados? ¿No se está perdiendo cada vez más servicio en un creciente número de grandes empresas, mientras los precios de sus productos o de sus comisiones bancarias suben? El capital sólo sabe de beneficios, aumentando sus precios, en lugar de rebajárselos por un servicio que ha dejado de darnos. Si en el pasado recibíamos algo más (intereses, “regalos”, que eran un modo de darnos menos intereses, servicios,... ¿por qué hemos de aceptar recibir ahora menos por más?

La iniciativa de Carlos San Juan está muy bien. Era necesaria, aunque la haya hecho a través de Change, una página en la que, si quieres que tu petición tenga mayor alcance, debes pagar. En cualquier caso, alguien tenía que empezar a elevar la voz.

Pero hace falta más porque si estos días los medios de comunicación se hicieron eco de la protesta de Carlos y de las casi 600.000 personas que han firmado su denuncia, lo que pasa en internet se queda en internet, y al cabo de unos días la demanda virtual desaparece de los medios, que son los que le dan vida, si no hay organización ni presencia en la calle y que golpee donde más le duele a los bancos, en su cuenta de beneficios.

Somos los clientes de los bancos quienes podemos tener esa posibilidad. Los mayores por la pérdida de atención personal, quienes no tienen cuentas vinculadas por el atraco en comisiones, los jóvenes por ser considerados clientes de alto riesgo.

Las protestas de los viejos pueden ser resumen y acicate de otras luchas, si se entiende que, de un modo u otro, tienen que ver con motivos más amplios.

Hace mucho tiempo los trabajadores renunciamos a la conciencia de clase y a asumir que somos los auténticos creadores del beneficio empresarial mediante nuestro trabajo. Si también renunciamos a conquistas y derechos sólo nos quedará Netflix, mientras podamos pagarlo.

18 de septiembre de 2013

MASIVAS PROTESTAS EN POLONIA CONTRA LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES DEL GOBIERNO

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Después de un período de vino y rosas, inducido por salarios bajos y por la ayuda de los fondos estructurales de la UE, la clase trabajadora polaca va descubriendo que hay algo que hay algo del capitalismo que no es como les contaron y hasta el sindicato vaticanista Solidarność que contribuyó al fin del llamado socialismo real en Polonia y aupó en su día a la derecha se revuelve ahora, presionado desde la base, contra las políticas liberales de la derecha y el capital. Bienvenid@s a la realidad, tras despertar de un "bonito sueño", trabajador@s polac@s. De momento, lo que hace falta es que no os corráis políticamente aún más hacia la extrema derecha, como las encuestas avecinan.  

Librered/Telesur
Unas 100.000 personas salieron este sábado a las calles de Varsovia, la capital polaca, para protestar contra las políticas capitalistas del Gobierno del primer ministro Donald Tusk.

Se trata del cuarto día de protestas en la capital polaca, y este sábado se sumaron a las manifestaciones las principales organizaciones sindicales del país, que consideran que las políticas neoliberales del Gobierno están afectando duramente a las condiciones de vida de la clase trabajadora, por lo que piden la dimisión de Tusk, principal responsable de los últimos recortes sociales.

Los cambios propuestos por el gobierno de Donald Tusk a las leyes laborales del país, han motivado el desarrollo de la masiva protesta, además de la creciente precariedad del empleo, aunado a la propuesta de ampliar los horarios laborales.

“No vamos a aceptar cualquier política que sólo conduce a la miseria y la pobreza. Vamos a sacar a este gobierno que no está actuando en interés de los empleados”, dijo el jefe del sindicato Solidaridad, organizador de la marcha, Piot Duda.

Bajo la consigna “No despreciar la sociedad”, los jubilados, funcionarios de bancos, profesores y los que trabajan en el sector financiero se concentraron en la capital de Polonia para llamar la atención del gobierno.

Los trabajadores exigen una mayor seguridad en los empleos y contratos que garanticen la atención sanitaria. De igual manera, piden al gobierno que la edad de la jubilación, elevada a 67 años por el actual gobierno, se rebaje de nuevo a los 65 años.
En septiembre de 2012, se realizó una movilización similar, donde unas 40.000 personas se manifestaron en contra de la política del Gobierno.

Por otro lado, la popularidad del gobierno de Donald Tusk , quien se encuentra en el poder desde hace seis años, se ha reducido en las encuestas. Analistas aseguran que sólo tiene una frágil mayoría en el Parlamento, mientras que la economía polaca se ha estancado.