Por Marat
Los comunistas que me conocen saben que no soy
depositario de esencia ortodoxa alguna ni persona cerrada en mis posiciones.
Pero desde que un conjunto de comunistas de
diversas procedencias y experiencias comenzamos a coincidir en la necesidad de
crear un espacio de encuentro comunista y aquella idea fue tomando cuerpo en
blogs, reuniones (muchas), documentos de trabajo y texto de convocatoria, hemos
observado ciertos fenómenos que exigen clarificar a algunos lo que no somos,
para que nadie se llame a engaño. Esto sin pretender definir previamente el
campo de juego pero sí determinando a qué no vamos a jugar:
- No somos el orfanato de nadie que se haya quedado o se esté quedando sin referentes, siglas o partido. Eso dice muy poco de lo que cabe esperar de un comunista.
- No somos la agencia de colocación de quienes se hayan quedado sin cargos, salarios o posibilidades de promoción dentro de alguna organización en proceso de harakiri. Lo nuestro no es el parlamentarismo. Para ser más claro, la mafia de Ángel Pérez y sus mariachis profesionales de la política no caben aquí. Que prueben con Florentino Pérez, que igual les recibe un sirviente por la puerta de servicio pars decirles que "el señorito" no está en casa.
- No somos ninguna plataforma de grupos comunistas de cara a un proceso de unidad ni ante ninguna convocatoria electoral futura. Somos bastante menos ambiciosos. Nos conformamos con la reconstrucción del diálogo, la colaboración fraterna entre comunistas, la reconstrucción del discurso marxista, la formación de cuadros y la preparación de un espacio de intervención dentro de los procesos de luchas de clases. Casi nada.
- No somos ningún proyecto “ilusionante” para “la gente” ilusa. Somos un agrupamiento de trabajadores con conciencia de clase. Bienvenida sea la esperanza siempre que se asiente en el trabajo militante y en razones concretas que la justifiquen y no en el voluntarismo de quien espera que caigan las manzanas del árbol por su propio peso sin esfuerzo ni compromiso alguno en su recolecta.
- No somos tampoco un grupo de dogmáticos con una concepción del marxismo encorsetado por 100 guiones y concebido más como una "fe del carbonero" que como una teoría viva para la praxis revolucionaria de agitar el mundo para cambiarlo de base. Cuando decimos en nuestra convocatoria que “debemos dejar respirar al marxismo como teoría viva y transformadora para que refuerce su condición de terreno fértilen el que se promueve el debate, la reflexión y la práctica, sin llaves secretas que dan la razón a unos elegidos” es precisamente porque eso es lo que pretendemos que sea la lectura del marxismo que debe hacer un comunista y no otra.
- No somos un partido virtual de ciberrevolucionarios ni vamos a propiciar el debate por el debate en ese gallinero llamado redes sociales, donde no se sabe quién es quién. El que se aburra que coja un libro o vea el “sálvame” político de La Sexta. El debate político en el seno de las organizaciones y en las asambleas pero con contenidos y objetivos concretos. Los bucles eternos que no conducen a ningún lado queden para los residuos de la “indignación”.
- No somos un proyecto ciudadanista, interclasista ni transversal. Defendemos en primer lugar los intereses de la clase trabajadora y la lucha de clases contra el capital. Las clases intermedias que se han visto estos años golpeadas por la crisis no nos son indiferentes pero tendrán que elegir en cuál de los dos campos se sitúan: el del capitalismo o el del socialismo porque van a ser cercenadas por el sistema. Y no vamos a supeditar la defensa de nuestra clase para sacar, en primer lugar, las castañas del fuego a la clase media, que fundamentalmente quiere volver a los buenos años dorados del consumo a crédito.
- No somos un proyecto que pretenda organizarse al margen de los partidos comunistas existentes para crear otro partidito más sino un lugar en el que comunistas con o sin partido puedan trabajar, debatir, pensar, formarse y elaborar juntos, sin partido guía y sin organización de capillitas por cuotas de representación.
- No negamos, sino que afirmamos el carácter insurreccional de nuestro proyecto, la destrucción, no reforma, del capitalismo y la dictadura del proletariado, no esa necedad en la que han convertido el concepto de “hegemonía” gramsciana los socialdemócratas y podemitas.
Si éstas les asustan a algunos, quédense con las
syrizas españolas en su viaje a ninguna parte. Con una en Grecia y las
consecuencias de su experimento de disidencia controlada de clase media ya
tenemos de sobra quienes aspiramos a una sociedad socialista por y para la clase
trabajadora y no a un “capitalismo de rostro humano.”. O con cualquiera de las marcas que el supermercado electoral les ofrece. Las diferencias principales entre ellas son de nombre y envase.
Cualquier intento de desembarco por parte de
proyectos moribundos será cortado de raíz.
Marcadas estas líneas rojas, de lo que somos y lo que
seremos queda todo por decidir. Que sea un proyecto abierto para un debate
colectivo no significa que nos valga todo o que perdamos el tiempo al estilo de
esos movimientos o partidos burbuja tan fáciles de pinchar por sus promotores
en la sombra.