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Posiciones
del KKE en la 10ª Conferencia Anual “V.I.Lenin
y el mundo contemporáneo”
que se celebró el 22 de abril 2016 en Leningrado
La
historia entera del movimiento político obrero desde el siglo XIX
hasta nuestra era tiene como campo fundamental de contradicción la
manera según la cual se puede construir la sociedad sin clases.
En
este trayectoria han aparecido dos opiniones básicas: la opinión
oportunista de la posibilidad de la reforma del estado, de la “toma”
del estado burgués y de su uso a favor del socialismo y la opinión
revolucionaria que habla sobre la necesidad del “aplastamiento”
del estado burgués. Lenin, en su época, puso la línea de división
entre las dos opiniones así: “Marxista se llama él que
extiende el reconocimiento de la lucha de clases hasta el
reconocimiento de la dictadura del proletariado”[1].
El
debate indicado arriba es la reflexión de la contraposición acerca
del estado burgués y la democracia burguesa. Los oportunistas
entienden el estado burgués – particularmente en la forma de la
democracia burguesa parlamentaria – como un estado que condensa la
correlación entre las varias clases sociales, esencialmente como un
estado “que supera las clases”, un estado que expresa la
voluntad de los miembros de la sociedad burguesa manifestada de
manera democrática, independientemente de las clases sociales adonde
ellos pertenecen. Partiendo de ésta concepción los oportunistas
acercan a la democracia burguesa – la forma democrática del estado
burgués – como si fuera algo positivo que se podría usar a favor
del socialismo. De lo contrario, los marxistas se enteran del
carácter de clase del estado burgués independientemente de la
inmensa variedad que pueda tener en sus formas de apariencia en el
transcurso del tiempo histórico. Entienden la democracia burguesa
como una de las varias formas de la dictadura del capital y para ser
más precisos, como la forma “más segura” de la defensa
de la “omnipotencia de la riqueza” como escribía Lenin en
Estado y Revolución.
La
posición para el denominador común entre la democracia burguesa y
el fascismo ha sido históricamente ratificada por medio del
intercambio entre administraciones fascistas y parlamentarias a favor
de la estabilización del poder burgués bajo condiciones turbulentas
en los campos económicos y políticos de la sociedad. El ejemplo más
típico es el estado alemán durante la época entre las dos guerras
mundiales, no obstante, en nuestro propio país el paso de la
democracia burguesa a la dictadura de Metaxas en 1936 sucedió con el
apoyo casi unánime del parlamento burgués
La
experiencia histórica ha demostrado - sin dejar cabida a dudas - que
la entrega de los ministerios del estado burgués a las manos de los
comunistas no ayuda a que ellos se usen a favor del socialismo. De lo
contrario, funciona como un elemento de aceleración de la
asimilación de los Partidos Comunistas en el sistema político
burgués. Ejemplos históricos de esto se pueden ver a la
participación o el apoyo de PP.CC. a gobiernos burgueses en España,
Francia, Italia, Chile y además en nuestros tiempos en países de la
América Latina, en Chipre, en Portugal etc. Otro ejemplo importante
es la participación del KKE en el gobierno de “unidad nacional”
en 1944 y el acuerdo de los ministros comunistas – ante el peligro
de la disolución de este gobierno – con los recortes salariales y
de la liberación de las despedidas. En todos estos ejemplos
históricos, la participación de los comunistas o su apoyo a
gobiernos burgueses nunca funcionó a favor del socialismo.
La
defensa de la “vía parlamentaria” por el socialismo no se
presenta siempre de manera explícita. Muchas veces se esconde detrás
de la elaboración de varios Programas de Transición los cuales
aceptan la posibilidad de participación en un gobierno en el terreno
de la propiedad capitalista y del estado capitalista a favor de
mejoras a la vida de los trabajadores y de la agudización de la
voluntad revolucionaria de las masas populares. Este análisis niega
esencialmente las leyes económicas del capitalismo (opinando que el
PC podría administrar estas mismas leyes a favor del pueblo) y
también el carácter de clase del estado burgués (porque presenta
la “toma” del estado como medio para su derrumbe).
Las
opiniones que indicamos arriba están en plena contradicción con el
análisis teórico de Marx, Engels, Lenin acerca del estado. La
manera según la cual Lenin explica la necesidad del “aplastamiento”
del estado burgués en Estado y Revolución se ha vuelto ya en un
ejemplo clásico. Este análisis de Lenin es resultado proveniente de
la aprobación de la estrategia de la revolución socialista por el
partido de los Bolcheviques con la ratificación de las Tesis de
abril. Lenin aplicó las conclusiones de ésta obra no solo en
las palabras sino en la práctica, rechazando con tenacidad los
llamados fuertes – algunos desde dentro del Partido de los
Bolcheviques - para la participación en el Gobierno Provisional (que
en aquella época fue considerada como el gobierno más democrático
de toda Europa) y haciendo un arreglo de todo el partido, orientando
el partido al derrumbe del mismo.
Con
el transcurso de los años este mismo análisis estratégico –
ratificado por la victoriosa Revolución de Octubre – no aguanto en
el paso de tiempo. El Movimiento Comunista Internacional (MCI) fue
dominado por concepciones estratégicas anteriores que portaron de
manera mecánica (en condiciones totalmente diferentes) la
elaboración estratégica antigua de la “dictadura democrática
del proletariado y del campesinado”. Las opiniones acerca de la
posibilidad de una transición parlamentaria al socialismo se
consolidaron con el paso del tiempo en una corriente distinta en las
filas del MCI, la corriente del Eurocomunismo, dominando los partidos
de estados capitalistas grandes (Francia, Italia, España) con
consecuencias graves para el movimiento obrero. Posiciones esenciales
de la corriente del Eurocomunismo se manifestaron en el análisis del
MCI entero. Hoy día se ha acumulado experiencia histórica
importante de los intentos de utilizar la participación en una
gestión en el terreno de la propiedad capitalista a favor del
socialismo.
En
2017 se cumplen 100 años de la escritura de la obra Estado y
Revolución de Lenin. Este aniversario debe ser utilizada para
recordar - como dice él en su obra - las “palabras olvidadas
del marxismo” (y del leninismo complementamos nosotros) acerca
del asunto del estado. Los PP.CC. deben luchar para el agrupamiento
de fuerzas para la destrucción del estado burgués y para la
construcción de la economía socialista-comunista y de las
instituciones estatales correspondientes, tienen que rechazar la
gestión de la economía capitalista y del estado burgués. Dicho en
otras palabras, debemos transformar las conclusiones del Estado y
Revolución en una guía para nuestra actividad de día a día.
[1]
V. I. Lenin, Estado y Revolución, ed. Sinchroni Epochi, pp.43
Evidentemente, no puede haber Partido Comunista que no sea subversivo, es decir, que no plantee la DESTRUCCIÓN del Estado capitalista, incluído el Estado "democrático" capitalista. La transición parlamentaria hacia el socialismo fue contemplada por Marx y Engels, sí, pero sólo en circunstancias cualitativa y cuantitativamente favorables a las fuerzas anticapitalistas, que es exactamente lo contrario a lo que sucede hoy en día en toda Europa.
ResponderEliminarLo que toca ahora mismo es reunir fuerzas y hacer trabajo ideológico entre la poblacion y en los centros de trabajo. Es decir: 1) construir puentes y trabajar hacia la unidad (orgánica o colaborativa) de todas las fuerzas marxistas del Estado español que reconozcan la necesidad de tomar el poder y ejercer la dictadura del proletariado, 2) difundir por todos los medios los principios del marxismo y realizar un trabajo historiográfico de emergencia que sea capaz de rescatar para los trabajadores de hoy el legado de la Unión Soviética y de la Revolución en los países del llamado Campo Socialista, haciéndo las críticas necesarias pero mostrando y desenmascarando también todas las mentiras arrojadas por la reacción, como el Holodomor, el "expansionismo soviético" durante la Guerra Fría, los "millones de víctimas" de Stalin y Mao, las mentiras contra Cuba y contra Fidel, la supuesta "persecución religiosa" en la España revolucionaria, etc. y 3) trabajar por la unidad y organización de los trabajadores, primero en sus centros de trabajo mediante comités obreros que puentéen a los Sindicatos colaboracionistas (convenciéndoles de que ninguna organización sindical, ¡ninguna!, va a resolverles los problemas que ellos mismos, unidos y organizados, no vayan a resolver), y después trabajar por su formación política y por su integración en el Partido Comunista.
Desgraciadamente, eso que planteas es una utopía en las actuales circunstancias de alienación, desclasismo y asunción masiva del capitalismo por parte de los trabajadores.
ResponderEliminarLas utopías no son quimeras. Sólo son hechos que aún no se han producido.
EliminarYo no culpo a los trabajadores de su desclasamiento ni de su alienación. Nos culpo en primer lugar a los comunistas por no haber sido capaces de convencerles de la necesidad histórica de socialismo y de derribo del Estado capitalista y, en segundo, pero no menos importante a todos aquellos falsarios que se disfrazan de revolucionarios y son bazofia reformista.
La realidad no es estática ni perenne. Nada permanece
Es verdad que las circunstancias son adversas Antonio. Pero como dice el compañero Marat, no son estáticas. Y esto es debido a que, mal que les pese a los capitalistas, aunque éstos hayan logrado que los trabajadores hayan asumido el capitalismo... el capitalismo no ha asumido jamás a los trabajadores. Los aplasta, los machaca, los mastica y los escupe cuando les ha extraído todo su jugo (su capacidad de generar plusvalía mediante su trabajo físico). Inevitablemente, los trabajadores empiezan a darse cuenta de la maraña de mentiras "democráticas" en la que viven y a estar desesperados por encontrar una alternativa a lo que hay (y de ahí el éxito de la operación de marketing político que dió como resultado las marcas Podemos y Ciudadanos). En nuestra mano está que conozcan, al menos, la alternativa socialista. El resto ya se irá cocinando poco a poco, leyendo y poniendo en práctica las viejas recetas del tío Lenin. Esto es una carrera de resistencia. No vamos a tomar el poder mañana, pero cuando el sistema empiece a derrumbarse ahí estaremos los comunistas, organizados, unidos (espero) y preparados para ayudar a los trabajadores a dar el último empujón y empezar a demoler lo que quede, para sobre ello construir algo mejor. Ya sabes, la Justicia social, la Autogestión de los trabajadores, la Fraternidad entre los hombres y los pueblos y todo eso que no sale en los catálogos del IKEA.
EliminarNo te falta razón, Marat De hecho estoy siguiendo tu blog desde hace tiempo y comparto muchos de los planteamientos y análisis que has vertido en tus esclarecedores artículos, que además se han cumplido inexorablemente, no ya porque tengas el don de la clarividencia, sino por el bagaje político que te acompaña y la experiencia vivida que te permite prever los acontecimientos con una antelación y una perspectiva realmente elogiables. He compartido tus textos con muchas personas que se dicen de izquierdas e incluso comunistas, y he encontrado sobre todo incomprensión cuando no críticas furibundas. Cuando siendo veinteañero vi arriar la bandera roja de la hoz y el martillo del Kremlin, sentí verdadera tristeza y frustración, era el fin de una época que daba pasó a otra peor, pese a los errores del llamado socialismo real. Moría la utopía y se instalaba esta izquierda de ópera bufa que ahora padecemos (aunque el proceso ya venía de lejos). Recuerdo un chiste gráfico en un periódico de entonces dónde se veía al típico capitalista con chistera que le decía a un paria sentado al que le daba limosna: "¡alegrése, hombre, ha caído el comunismo!". Con unas sencillas imágenes y pocas palabras se describía a la perfección aquel momento histórico.
EliminarAyer, al ver al no hace mucho "revolucionario" Pablo Iglesias hablando en el debate como un político más de esa "casta" que tanto criticaba, sentí en lo más profundo de mi alma lo bajo que hemos caído y el enorme trabajo que nos aguarda a los que todavía nos reivindicamos como marxistas. A pesar de la desolación reinante, aún creo en la utopía y dedico cada vez más tiempo a la actividad política, aunque lo más "inteligente" sería pasar de todo.
Te doy las gracias por tu compromiso, que es más importante de lo que parece, aunque a veces tengas la sensación de predicar en el desierto.
Un abrazo. Salud y República.