Echenique no se fía |
Por
Marat
Es
sabido que durante el absolutismo los reyes, ante situaciones de
crisis que pudiera acabar afectando a la corona, sacrificaban,
mediante cese o incluso corte de cabeza a los validos, primeros
ministros o nobles que pudieran llegar a representar una amenaza a
sus reinados.
El
problema es cuando no queda ni siquiera Corte porque el matrimonio
Macbeth se basta y se sobra para serlo todo en el palacio morado.
Si se mira a la sala del reino o a las habitaciones subyacentes, todo
es un desierto. Solo en los descansillos, en los retretes y en la
cocina, que es donde está lo nutricio, tan importante en las
motivaciones reales hacia la política, se encuentran a los últimos
sobrevenidos a la Corte morada. Es la hora de los mediocres
saltimbanquis de saldo que pronto chapotearán en otra charca.
Iglesias
no ha dimitido, ni falta que hace. Dimitir es para él un nombre
propio ruso. Al fin y al cabo, Podemos es ya una ironía como marca
en el supermercado electoral de la democracia virtual. Ni siquiera
existe. Cuando apostaron por poner en la papeleta de las primeras
elecciones a las que se presentaron la imagen de un tipo con coleta y
sustituyeron, no ya militantes, que de eso ya no queda hace decenios, sino afiliados por adscritos 2.0 y fueron incubados en los
platós de televisión, asumieron que el carisma doblemente digital
-de ser dirigidos por el dedo divino del Mesías y de “existir”
como holograma- sería lo que marcase su destino.
Hoy
no es necesario ninguna conjura que ponga el puñal en la mano de un
Bruto que asesine a su miniCésar. Podemos ya no existe y no es
recuperable. Matar al padre solo podría obedecer a la venganza. No
faltan razones para ello. El listado de las carreras políticas
destruidas por los caprichos de la Divina Coleta es inmenso. No son
tiempos es los que despreciar la importancia de una suculenta nómina
mensual. Algunos de ellos se han refugiado en Más Madrid, esa marca
improvisada por arribistas que vieron a tiempo que la enseña nodriza
original tenía los días contados.
Tenía
razón Errejón, ese monumento al narcisismo del discurso vacío, cuando expuso la idea de “ventana de oportunidad”. La crisis
capitalista del 2007, antepenúltimo episodio de una crisis senil del
capitalismo iniciada en 1973, dio lugar a movimientos de protesta
protagonizados por las generaciones jóvenes de las clases medias que
sentían el aliento en sus cogotes de un futuro incierto. En ellas la
clase trabajadora, que venía perdiendo conquistas sociales y
salarios desde mucho tiempo antes fue ignorada. Se inauguró una
etapa de rabia social que quien supiera verlo podía aprovechar ¡Y
vaya si lo hicieron! Muchos pasaron de las tiendas de campaña
Quechua y las conexiones wifi en las plazas, facilitadas por
empresarios anarcocapitlistas de la comunicación (Martín
Varsavsky) a ocupar asientos en los parlamentos nacional y regionales
y en los ayuntamientos, en muchos casos como primer empleo.
Pero pasó el tiempo. Lo mismo que cerca de un 40% de la sociedad española
y de los países centrales del capitalismo no vio alterados sus
niveles de vida por la crisis porque sus salarios, contratos y
condiciones laborales no se vieron afectados, el espejismo de una
cierta recuperación económica y de mejora de niveles de vida en sectores
sociales antes golpeados por la crisis capitalista, fue provocando
que ese contradictorio y absurdo asalto a los cielos desde los
parlamentos de la burguesía se hiciera menos atractivo, quedando en
evidencia no solo la falta de estrategia y de proyecto de los
asaltacielos sino sobre todo la ausencia de un plan B que proponer
para recorrer un período de mayor despolitización y vuelta hacia el
yo privado cuando un sector de los antes indignados se viera con
dinero en el bolsillo y posibilidades de utilizar Kayak hacia las
Maldivas. El consumo mata la conciencia de clase de quienes nunca
tuvieron exceso de ella, salvo como negación de lo que no querían
ser: nuevo proletariado.
Pronto
nadie reivindicará a Podemos. Incluso los que desde Andalucía,
Aragón, Castilla-La Mancha u otros lugares se rebelan, aún tímidamente, contra la pareja pretoriana, ya están en otra cosa. La nave nodriza de
Podemos, con sus mil alianzas, sus cien mil nombres locales, sus
mareas, fue matando a muchos de sus socios o utilizando para su
provecho una fuerza que no era capaz de dirigir por falta de cohesión
interna y lateral y por miles de intereses contrapuestos salvo la
unitaria ambición de ocupación institucional, que no de poder,
porque la ambición de poder exige una voluntad de ruptura total y
real con el orden establecido y estos solo eran trepas.
En
cualquier caso, si la pareja Macbeth quiere aparentar en su viaje
hacia la nada -no llegarán ni a secretarios generales técnicos de
la concejalía de Abastos de Alpedrete en su ambición de entrar en
el gobierno de la nación- que no es una satrapía, puede hacer rodar
una o dos cabezas, las de los bufones, que es lo que se recurre cuando ya no hay más sacrificios que ofrecer al dios del poder, mientras sueña en su chalet de Galapagar con
tiempos pasados mejores.
La
primera podría ser la de Echenique, el secretario...de nada.
Simplemente su secretario. Como alguna vez quizá soñó Heidi
respecto a su amiga Clara podrían despeñar al mediocre pampero
desde el Cerro de los Ángeles.
La
segunda podría ser la de sacrificar a Monedero. Condenarle al
silencio de los cartujos en el Monasterio de Cazalla de la Sierra,
una zona con un magnífico aguardiente que le permita continuar
alimentando sus delirios, sería un castigo a la altura de sus
estupideces habituales.