Por Marat
Se ha ido una de las referencias del
pensamiento marxista, con la que se podía coincidir o no, en cuanto
a su visión del mundo actual. Hablo de Doménico Losurdo.
Con el paso del tiempo, estoy
convencido de que gran parte de sus obras serán reivindicadas por quienes vemos en la necesidad del pensamiento para la acción la urgencia de que los intelectuales apuesten
por nuestra clase, la trabajadora, en esa lucha.
Si tuviera que destacar algunas de esas
obras, señalaría, entre otras, “Autocensura y compromiso en el
pensamiento político”, “La comunidad, la muerte, Occidente”,
“Democracia o bonapartismo: triunfo de la decadencia del sufragio
universal”, “La cultura de la no violencia” (especialmente
interesante al descubrir quien era Gandhi y lo que se ha ocultado de
su pasado).
En mi opinión su mejor obra no fue la
más conocida: “Stalin. Historia y crítica de una leyenda
negra”. Su reivindicación del secretario genera, del PCUS no
es precisamente algo que tenga que agradecerle la clase
trabajadora a nivel mundial.
Digo esto porque mi pregunta es
sencilla:
A quienes, sin embargo, revindican la figura de Stalin a través de la última obra de Losurdo que acabo de citar, tengo una pregunta que hacerles: ¿en
qué creen exactamente que nos beneficia a los comunistas su defensa para conquistar espacios de credibilidad y apoyo dentro de nuestra
clase, la trabajadora? Esa pregunta se la hago a quienes reivindican hoy la figura de Stalin. Tengo la misma para los de que defienden la figura de Trotsky y sus
viajeros interlestares entre la revolución permanente y las cien mil
nuevas identidades ajenas a la clase trabajadora.
Solo
conozco un camino, el que nos marcó Marx y que Lenin y Rosa
Luxemburg siguieron con distinto éxito pero con el acierto de saber
que, sin el poder de los sóviets o los consejos obreros, a pesar de
los encontronazos entre ambos, no habría socialismo.
No
habrá democracia socialista sin que sean los trabajadores los dueños
de su futuro.
Eso
no me impide, en absoluto, defender el legado de la URSS como primer
intento de demostrar que era posible una sociedad no capitalista o
como victoria, que no fue del secretario general, sino de todo el
pueblo soviético contra el fascismo, o darme cuenta de que desde que
ese Estado desapareció a la clase trabajadora nos están haciendo
retroceder a velocidad sideral.
Para
algunos, la URSS no existiría sin Stalin. Son los que consideran que
hubo un Rambo rojo milagroso que hizo todo en nombre del proletariado
mundial. Desprecian a la clase trabajadora, a su capacidad colectiva
de lucha y al hecho de que no era tan fácil acabar con el legado de
Octubre. Por eso la URSS es mucho más que un personaje concreto. Por
eso es posible reivindicar la URSS sin reclamar la figura de quien
hizo desaparecer al primer comité central del partido comunista
bolchevique. Tranquilos quienes deseáis enviarme al Gulag. Con una
anticipación de este texto ya me han enviado algunos “comunistas”. sus sanas intenciones. Sé lo que son y lo que significan. Más o menos lo mismo que los que
reivindican a una oligarquía latinoamericana que en el pasado pactó
con la que derrotó en su día y con lo peor de la jerarquía
católica y a la que abandonaron sus mejores cuadros revolucionarios.
El
socialismo es otra cosa. Es la dictadura de la clase trabajadora sobre el capital, no simplemente
de un partido que habla en nombre de toda la clase. Ésta siempre
deberá estar en oposición contra cualquier forma de poder que
intente suplantarla, por mucho que distinga a los partidos del
capital de aquellos que son sus amigos mas próximos como clase.
El
socialismo por el que algunos luchamos vuelve a Marx, es hijo de
Lenin y de Rosa Luxemburg, tiene mucho que agradecer a los
pensadores del siglo XX y XXI, como Losurdo, aunque no compartamos
todo de su pensamiento.