Por
Marat
Esa
idiotización, junto con las prácticas de renuncia permanente de sus
aparatos, es la que me hace sentirme más y más alejado cada día de
ese mundo que se reivindica tal.
Tranquilos, no me he hecho de
Podemos ni de Ciudadanos. Quienes me conocen saben de qué pie cojeo.
Estoy absolutamente
convencido de que la derecha existe y opera -¡vaya si opera!-, lo
que no creo es que exista ya la izquierda, salvo la sistémica, que
sólo en campaña alude a algún término de sus raíces, entreverada
de todo un neolenguaje que no proviene de su cosecha sino de la del
liberalismo más o menos declarado: ciudadanos
(de tanto llamarles, les hicieron partido), bien común, pobres y
ricos (escondiendo el origen de la riqueza y de la pobreza en la
explotación y en la propiedad privada de los medios de producción),
etc., etc.
Sencillamente,
como comunista, creo que ese magma en descomposición que se
autodenomina izquierda cada vez tiene menos que ver conmigo. Creo
firmemente que los mundos de lo que aún se llama la izquierda y los
de los comunistas, que buscamos la reconstrucción del discurso
emancipador en toda su necesaria radicalidad. se van separando
irremediable y necesariamente.
Si
algo ha caracterizado al pensamiento marxista ha sido el intento de
explicar mediante el método y el análisis la realidad para
transformarla. Cuando no ha sido así, cuando el discurso y el
análisis se han “despistado” por ciertos derroteros, se ha caído
en la estupidez, en la reducción al absurdo, o directamente en el
disparate
más ridículo.
Y
hablo de pensamiento marxista porque a la altura casi del 2016 y de
una crisis capitalista que, lejos de superarse, vuelve sobre sí
misma con renovados bríos -esperemos nuevas vueltas de tuerca en
Europa; muy pronto-, no veo que pueda existir otra posición crítica
de raíz contra el capital que la que contemple acabar con este
sistema de dominación, explotación y locura para construir una
sociedad socialista. Y eso, quiéranlo o no, pasa por el marxismo.
Desafortunadamente,
dos fenómenos históricos -la ausencia de extraordinarios pensadores
marxistas, tras Marx, Engels, Rosa Luxemburgo y Lenin y el
alejamiento del horizonte de la ola revolucionaria tras la revolución
sandinista, que coincidiría con la contrarrevolución ultraliberal
mundial- traerían por mucho tiempo un largo período de sequía
intelectual y de acción en el campo marxista, golpeado duramente
después por el fin del experimento soviético.
A
partir de ahí, toda una involución política habría de sucederse
en lo que se ha llamado “la izquierda”. La socialdemocracia se
hizo social-liberal, los comunistas se convirtieron en
socialdemócratas (perdón, eurocomunistas), renunciando en Europa a
ser tales y hablando de sí mismos como “la izquierda” (PIE, Die
Linke, IU y demás congéneres). Para ellos, el Estado dejó de tener
una naturaleza de clase y pasaron a contemplarlo como un aparato
neutral, la lucha de clases se quedó en sindicalismo de
concertación, mesa y mantel con la patronal y buena parte de los
trotskistas se apuntaron al cumbayá antiglobalización y comeflores.
No
quiero juzgar estos hechos desde términos simplistas como traición
o engaño. No niego que estos existan pero es una simpleza de mentes
perezosas explicar la historia sólo en base a estos argumentos. Lo
que sucedió es que faltó nervio en el pensamiento, que se fue
refugiando cada vez más en la academia, y en pensadores de menguante
talla en cada generación, sobraron kilos de grasa y aburguesamiento
en las “aristocracias obreras”, se desconectó teoría de una
praxis enormemente difícil y el capitalismo ganó la batalla
ideológica a través de un modelo de “libertad e igualdad”
referenciados en el acceso al consumo de masas de las clases
trabajadoras.
Ahí
es cuando la izquierda definitivamente se jodió. Para cuando quiso
reaccionar a la llegada de una crisis capitalista, incapaz de
distinguir el culo de las témporas, acabo por meterse en toda una
serie de fregados ajenos a su pensamiento: que si el crudivorismo,
que si el animalismo, que si el “especismo” y otros tontismos que
les compró a los neopijos de clase media, que la transversalidad y
el inclusivismo con esa pequeña y mediana burguesías que también
explotan a la clase trabajadora, a la que incluyeron en su rollo del
99% atacado por un único 1% de capitalistas (el INE da bastantes más
pero ellos les llamarían “compis”), que si “no es una crisis,
es una estafa”, con la que deducimos que si no hubiera habido
estafa en una crisis que SI existe, el capitalismo sería guay para
esta gente, que sí...tanta basura ideológica.
En
el fondo no es otra cosa que la caída de esas izquierdas en los
reaccionarios brazos de la postmodernidad. Dentro del pensamiento
postmoderno, la creación permanente de teorías conspirativas para
explicar la realidad de las grandes cuestiones económicas, sociales,
políticas es un rasgo distintivo.
En
esto sí que la cosa es transversal, el conspiracionismo es una
visión de los fenómenos que afectan a lo colectivo al que son muy
aficionados tanto un sector de las “izquierdas” moñas, new age y
amantes del sándalo -básicamente las que se identificaban con el
15Mayismo del “No es una crisis, es una estafa”-, como las
aparentemente más hard.
Entre
los primeros tenemos a los que buscan símbolos de los Illuminati en
los billetes de dólar, los obsesionados con las oscuras y secretas
-¡¡¡¡uuuuuuuuuuhhhh!!!- reuniones del Club Bilderberg, tan del
gusto de Iker Jiménez, el calvito exaltado Enrique de Vicente y el
chiflado profeta de los chemtrails, Rafapal. Como si no existieran ya
los G-20, los G-8, las Cumbres de Davos y 100 reuniones capitalistas
mundiales más, bastante públicas y publicadas y como si el
capitalismo temiera la reacción de la población mundial ante
cualquiera de los designios a los que pueda condenar a la humanidad,
cuando es sabido que ésta se traga una trirreme romana con los
galeotes en pie y los remos, con su paletada de mierda en ellos, en
punta.
A
estas alturas, con la indiferencia, el individualismo, el egoísmo y
el narcisismo de cada sujeto, unidos al aborregamiento colectivo,
producto de la sobreexposición informativa/performativa tanto de los
medios de embrutecimiento colectivo como de los de cada chalado que
cree tener algo que decir, apenas son necesarias las conspiraciones.
No digo que no las haya, las he denunciado cuando he creído que así
era pero no son ni tantas ni tan delirantes. Hoy basta con
desinformar o mentir al estilo del borracho y anormal hijo de George
Bush senior: “De acuerdo con las resoluciones 678 y 687, ambas
aún vigentes, Estados Unidos y nuestros aliados estamos autorizados
parar utilizar la fuerza y despojar a Irak de armas de destrucción
masiva”.
Distingamos
entre una conspiración y una mentira porque, si no lo hacemos, hasta
lo del “Luis sé fuerte” acabará por parecernos una
conspiración contra Marianico.
Tenemos
también a otros más hard en su crítica al imperialismo desde la
conspiranoia, lo que consigue el efecto de desactivar aquella cuando
más necesario es su ejercicio contra esta forma criminal de
dominación sobre los pueblos y sus clases populares.
Aún
colean afirmaciones de que el 11-S fue un autoatentado (ni el mago
David Coperfield habría logrado un efecto de desaparición tan
descomunal), que si las torres cayeron así o asao, que si los
aviones, que si...Tras la anterior, vino la insinuación, afirmación
en muchos casos, de que lo de Charlie Hebdo también lo fue, ahora
algunos insinúan y afirman que el atentado del pasado viernes 13 en
París también lo era. Y todo porque unen una acción a una reacción
y porque ha aparecido el pasaporte de uno de los terroristas. Pero de
las 3 que acabo de citar sólo hubo reacción directa tras el
atentado de las Torres Gemelas, con la invasión de Afganistán,
porque después del atentado de Charlie Hebdo no hubo reacción
directa ni inmediata sino que los países imperialistas (USA, la
propia Francia, sus títeres de Arabia Saudí, Israel y Turquía) han
seguido entrenando y alimentando a la bestia islamofascista, sí
islamofascista, con todas sus letras, de Al Nusra y del Daesh (ISIS).
Incluso los supuestos bombardeos de países de la OTAN, con USA al
frente, contra los terroristas han sido de rechifla. Lo han
reconocido hasta muchos de sus voceros mediáticos, aunque
disfrazándolo en un cuestionamiento de su eficacia. Ha sido tan
evidente que no han hecho nada que la simple intervención de Rusia
sólo por aire ha cambiado el curso de la guerra en Siria.
Y
está por ver que puedan plantearse dividir el país o derribar al
legítimo gobierno sirio, con una intervención que pudiera venir
“justificada” por ese supuesto autoatentado en Francia cuando
dicho gobierno
cuenta con el apoyo de Rusia y de Irán. En
esa situación Estados
Unidos y la OTAN podrían enfrentarse a una III G.M. cuyas
consecuencias serían
ser terribles también para sus propios Estados. ¿O nos hemos
olvidado ya de las armas nucleares? ¿Alguien cree de verdad,
sensatamente, que en la locura de enfrentamiento entre Rusia y USA,
sus presidentes serían
capaces de renunciar
al armamento nuclear? ¿Son ustedes conscientes de lo que
significaría una escalada de tal calibre en la que Rusia contaría
con el apoyo de China? ¿De
verdad creen que por muy criminal que sea el imperialismo USA es tan
estúpido de correr el riesgo de ser destruido? Francia,
Estados Unidos
y muy probablemente la OTAN incrementarán su intervención en Siria
pero sin colisionar militarmente con Rusia, sino muy probablemente
teniendo que
coordinarse, por mucho que no quieran,
con ésta. De hecho,
el atentado de Daesh refuerza la posición rusa en ayuda del gobierno
sirio porque evidencia que es el único que hasta ahora les ha
combatido y demuestra a
gran parte de las opiniones públicas del mundo que USA y la OTAN no
han hecho nada para combatirles, aunque la mayoría ignore que les
han armado y financiado.
En
cualquier caso, esto no debe hacernos olvidar una cuestión que desde
cierta posición de “izquierda” conspiracionista se ignora. Hoy
Rusia juegue un papel de progreso, y hay que decirlo con claridad y
sin rodeo alguno, en apoyo del pueblo sirio y de su gobierno contra
el terrorismo criminal. Pero
lo que se dirime en el tablero de Oriente Medio son también las
contradicciones interimperialistas porque no hay sólo
un imperialismo (el de
USA y sus adláteres de la OTAN) sino también el de Rusia (un
país capitalista dirigido por una oligarquía económica),
que busca proteger sus fronteras orientales del islamismo más
fanático, incrementar su influencia en esa zona de Asia y asegurar
su salida al Mar Negro a través del puerto de Tartus. Les
recomiendo a quienes
mis afirmaciones les
hayan escandalizado que
lean
la posición del Partido Comunista de Grecia (KKE) al respecto.
¿Saben
ustedes lo que significa su afirmación de que todo es conspiración
del imperialismo? Una postura absolutamente reaccionaria porque
supone afirmar que el capitalismo lo controla todo, que no puede ser
golpeado más que por sí mismo y desde dentro. Es reificar (tómese
la expresión en términos marxistas) el poder del Estado capitalista
hasta límites insospechados. Desde luego repudio el terrorismo como
instrumento de acción que golpea sobre inocentes, a menos que
neguemos tal condición a los parisinos porque muchos hipócritas se
la niegan al sufrido pueblo sirio, pero de eso a pretender que el
capitalismo y el imperialismo han cerrado todas las salidas es un
absurdo, y un acto de enamoramiento tácito de su fuerza.
Lo
que ha ocurrido simplemente, y con todo el respeto y afecto hacia las
víctimas, es que los monstruos del Daesh conocían bien el país
sobre el que atentaban, porque “Marsellesas” saliendo del campo
de fútbol aparte, saben que los franceses son un pueblo que sostiene
con dificultad su heroísmo, como demostró su lamentable papel
durante la ocupación nazi en la II G.M. Han golpeado a los más
débiles en su psicología colectiva como pueblo, de entre aquellos
que alardeaban de bombardearlos (mucho daño no les habían hecho
hasta el momento), sabiendo que serían mucho más impresionables que
los británicos, por nombrar otro país europeo. Y de paso, han
demostrado que aún mantienen una alta capacidad de atentar con una
precisión propia de profesionales.
No
quiero cerrar este texto sin referirme a la segunda cuestión de lo
que entiendo como idiotización de la “izquierda” en el contexto
de los gravísimos atentados de París.
El
discurso del “cuidado con la islamofobia” y de negar que la
religión tenga un peso concreto, desde luego no el principal, en mi
opinión, en los conflictos del terrorismo yihadista es tan estúpido
como afirmar que el yihadismo y lo que los sectores más
radicalizados del mismo entienden por yihad no tiene sus raíces en
la religión islámica o que son falsos islamistas o yihadistas.
No,
no señores, no se trata de islamofobia sino de reconocer el
componente identitario y cultural que para muchos jóvenes de países
europeos, hijos de inmigrantes que viven en barrios marginales, desarraigados, sin salidas
profesionales de futuro, con choques culturales entre la comunidad de
origen de sus padres y la de su nacimiento, representan determinadas
corrientes del islam que dan salida a su rabia y a su frustración,
que les fanatizan y que les llevan a situar al otro, al que no
pertenece a su identidad, como alguien que merece morir. ¿Acaso no
se parece ese odio al otro a lo que en su día practicaron los
cristianos en las cruzadas, acaso no es lo que practica el sionismo y
sus ramas más radicales con los jóvenes palestinos? ¿Acaso USA no
tiene en sus monedas, en sus billetes y hasta en su himno nacional la
expresión “in god we trust” (en dios confiamos)? ¿Acaso los
ejércitos no tienen a sus clérigos que bendicen a sus soldados para
que maten mejor? ¿Acaso la iglesia católica española no se puso de
lado de los sublevados contra un gobierno legítimo? ¿Acaso Pio XI
no bendijo los cañones italianos que partían para la guerra de
Abisinia, tras considerar a Mussolini como “un hombre de la
Providencia”? ¿Es que lo que vale para condenar unos
fundamentalismos no ha de valer para otros? ¿Hay un “opio del
pueblo” mejor que otro? Aclárenmelo, señores de cierta
“izquierda” porque yo de ese no quiero tomar, ni del de la
Biblia, ni del de la Torá, ni del de El Corán.
Hoy
el mundo sufre una involución fanática, anticientífica, iluminista
en palabras de Adorno, se medievaliza rápidamente en lo moral
mientras en lo científico se deshumaniza a marchas forzadas.
Volvemos al pensamiento mágico, a la superstición religiosa, a la
intolerancia con el que no comulga con las estupideces criminales de
los clérigos, me da igual de la religión que sean.
Sí,
se que me dirán que hay versiones del islamismo tolerantes pero
ninguna religión que afirme que hay un dios por encima del ser
humano me parece otra cosa que barbarie, la misma barbarie que enseña
en las escuelas o en las sinagogas o en las madrasas que el hombre
viene del barro, que sostiene teorías creacionistas o la más
moderna del diseño inteligente. Y no, no soy un anticlerical, aunque
a alguno se lo parezca. Me limito a ser un ateo que exige que la
religión no salga de las iglesias, deje de invadir aspectos de la
vida colectiva y que el Estado sea laico, no meramente aconfesional.
En
definitiva, que el atentado ha sido realizado por aquellos que han
sido armados por los países imperialistas de la OTAN, por la
satrapía criminal de Arabia Saudí y, a partes similares, por los
Estados semiteocráticos de Israel y de Turquía. Pero los jóvenes
fanatizados del Daesh y de Al Nusra martirizan y aceptan el martirio
en nombre de su dios, más o menos como vienen haciendo o hicieron
los que tienen otros idolillos inventados.
Señores
de la “izquierda”, émulos de Roger Garaudy, el intelectual
marxista que primero se convirtió al catolicismo y luego se hizo
islamista, dejen de hacer el canelo, abandonen su pereza intelectual
y pregúntense qué hacer para que las ideas laicas, de progreso, de
avance social y de revolución emancipadora del ser humano no
continúen retrocediendo y los hombres, mujeres y jóvenes encuentren
una esperanza humanista, sin dioses ni ridículos fetiches que les
alienan y esclavizan. Para empezar, dejen de involucionar ustedes
mismos hacia la defensa de la reacción bajo la disculpa de no
satanizar al islam porque mundo árabe no tiene porque ser lo mismo
que musulmán. De hecho, en otras épocas no lo ha sido. Vuelvan a
sus principios laicos y dejen de decir tonterías. No sea que acaben
por comportarse como los imperialistas que combatieron a los
gobiernos laicos y progresistas del mundo árabe como parte de su
lucha contra el comunismo. Por paradoja también se hace el imbécil.
¿O
es que a algunos se les ha olvidado ya la relación entre la base
material (infraestructura) sobre la que se edifican las sociedades y
las ideologías (superestructura) que las justifican?
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