Iroel
Sánchez.
La pupila insomne
En mi adolescencia leí una novela de Samuel Feijóo
titulada La gira descomunal, por lo que estuve tentado a
llamar con ese nombre este artículo. Pero por respeto a un autor que cumplirá
el año próximo su centenario, cuya obra es una indagación constante en los
misterios de los campos cubanos, decidí titularlo de otra manera ya que los
protagonistas del tema que trato aquí son, a mi juicio, la negación misma de la
cubanía.
La nueva política
migratoria implementada por Cuba ha tenido un éxito indiscutible, puso
a la defensiva varios de los pretextos propagandísticos con que se intenta
demonizar la Revolución y sacó a la luz las incoherencias de las
legislaciones estadounidenses que durante décadas han buscando
convertir la emigración cubana en un arma contra el gobierno que Washington
intenta derrocar desde 1959. Sin embargo, Estados Unidos se ha empeñado en
aprovechar -en función de la estrategia de “cambio de régimen” que impulsa
contra la Isla- las
regulaciones implementadas el pasado 14 de enero.
A pesar de las restricciones impuestas a la
mayoría de los cubanos por las embajadas en La Habana de gobiernos que antes
criticaban la política migratoria cubana, un selecto grupo de viajeros ha
recibido visas rapit transit para participar, desde el
exterior, en las operaciones de propaganda anticubana.
Los escenarios más lujosos en diversas ciudades de
Europa y América se han destinado a voces que divulguen, desde espacios
absolutamente controlados, la propaganda contra Cuba diseñada en los
laboratorios de guerra sicológica de Washington. Así se pretende que un puñado
de personas, amplificadas por grandes medios de comunicación, desacrediten el
proceso de cambios emprendido en la Isla sobre la base de un amplio consenso
popular.
La carencia de ética y la ausencia total de
vínculos con el pueblo de estos personajes, ha sido reconocida por los propios
diplomáticos norteamericanos acreditados en la capital cubana, como se muestra
en los cables secretos del Departamento de Estado divulgados por la
organización Wikileaks. Allí, el Jefe de la Sección de
Intereses de Estados Unidos en Cuba, afirma:
- Muchos
grupos de oposición son dominados por individuos con encumbrados egos que
no trabajan bien en equipo
- Las
encuestas informales que hemos hecho entre solicitantes de visas y
refugiados muestran que las personalidades disidentes o sus agendas son
prácticamente desconocidas
- Cuando
cuestionamos a los líderes disidentes sobre sus programas, no vemos
plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad
cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos
suficientes para solventar las necesidades del día a día de los
principales organizadores y sus seguidores claves
- Si
bien la búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más
importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos
aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos
recursos
- Los
de la isla acusan a los exiliados de Miami y Madrid de tratar de organizar
sus acciones desde lejos y de no presentar cabalmente sus criterios
ante los artífices de política de Washington
- Son
muy pocos los disidentes, si es que hay alguno, con una visión política
aplicable a un gobierno futuro
- Pese
a que no lo admitirían, los disidentes son poco conocidos en Cuba fuera
del círculo de los diplomáticos extranjeros y la prensa
Es obvio que se necesita renovar la desgastada
propaganda contra la Revolución, particularmente en circunstancias en que –como
expresión de su prestigio internacional- Cuba preside la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Con ese objetivo, no ha habido escrúpulos
a la hora de generar proyectos, ni límites para despilfarrar el dinero de los
contribuyentes norteamericanos hacia seguros fracasos, presentando una “nueva”
contrarrevolución.
En un contexto de crisis económica -en que se
recortan gastos sociales-, se han costeado pasajes aéreos en primera clase,
alojamientos en hoteles cinco estrellas, salones de lujo, dispositivos de
seguridad, asesoría de imagen, producciones audiovisuales y giras
transatlánticas por más de una decena de países. Tampoco se han disimulado las
intenciones de crear partidos políticos y medios de comunicación
“independientes” que, por supuesto, justifiquen nuevas asignaciones de dinero
en los presupuestos multimillonarios que aprueba el Congreso de estadounidense
cada año para la subversión contra la Isla. La prensa norteamericana llegó
incluso a intentar desenterrar la
campaña de mentiras desatada alrededor del accidente de tránsito,
responsabilidad de un ciudadano español, quien –en cumplimiento de un acuerdo
bilateral- regresó a España tras ser juzgado con todas las garantías, según
reconoció el propio Cónsul General de su país en Cuba.
Para cualquier observador mínimamente inteligente
toda esta alharaca no es, como se pretende, la expresión de una “naciente
sociedad civil”, sino el intento de huir hacia delante ante el fracaso de las
estrategias de subversión empleadas por el imperialismo contra la Revolución,
el apoyo popular a la renovación de la sociedad cubana, impulsada por el
liderazgo revolucionario, el descrédito de la contrarrevolución fabricada por
Estados Unidos y su evidente desconexión social.
El resultado de tales maniobras ha sido un
verdadero boomerang para sus promotores. Los personajes
construidos mediáticamente por Washington, a fuerza de tecnología y dinero, no
han podido mostrar en ninguna parte las decenas de miles de seguidores
que deberían tener, de ser cierto el protagonismo que los grandes medios de
comunicación atribuyen a algunos de ellos en Internet. Tampoco han podido
dar explicaciones coherentes acerca de sus vínculos con el gobierno
norteamericano, demostrados ampliamente en los documentos revelados por Wikileaks.
Para colmo, sus patrocinadores han tenido quecensurar en
más de una ocasión foros abiertos en las redes sociales ante las numerosas
denuncias del carácter fraudulento de estos personajes. No pocas veces, de los
muy controlados escenarios donde han sido exhibidas estas marionetas han sido excluidas violentamente personas
que han querido expresar, de manera civilizada, alguna idea discrepante de sus
mentiras sobre la realidad cubana, o han realizado una pregunta incómoda sobre
sus vínculos con la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
Para ocultar la realidad con la misma firmeza de
quienes negaban la redondez de la tierra y suplantarla por dogmas, estos
profesionales de la distorsión cuentan con el apoyo a prueba de disparates de
los grandes medios de comunicación; verdaderos guardianes de la fe que
juegan el papel que en el medievo tuvo la inquisición como garante de la
doctrina, demonizando disidencias y aplaudiendo fanatismos. Si verdaderos
luchadores por los derechos humanos les recuerdan que envidian las conquistas
sociales que disfrutan los cubanos, los Torquemadas de la red les responderán
que se trata de “un
mito“, y si su discurso de la “isla de los desconectados” se da de bruces
con la noticia de la
ampliación del acceso a Internet en Cuba, entonces los discípulos de
Goebbels escribirán en Twitter que el gobierno
cubano “es especialista en la fabricación de titulares”.
Por supuesto, tanta mediocridad no puede quedar
sin el premio correspondiente. Como era previsible, lo más recalcitrante
de la ultraderecha internacional se ha exhibido junto a estos especímenes, que
no se han ocultado para pedir más dinero y medios tecnológicos para las
funciones que cumplen al servicio de EE.UU. y han llamado a aislar económica y
políticamente el país donde viven, replicando el mensaje del gobierno al que
sirven. En Europa, los sectores políticos partidarios de recortar los servicios
de salud y educación y expulsar de sus casas a familias empobrecidas, han acudido
a retratarse con estos personajes de guiñol. Paradojas asombrosas han
ocurrido cuando representantes del gobierno sueco, instrumento de Washington en
la persecución de Julian Assange, han recibido a
algunos de estos personajes en un foro sobre la libertad en Internet, mientras
barrios enteros de Estocolmo ardían como consecuencia de la protesta social. En
España, la “líder” de las Damas de Blanco, Berta Soler -arropada
allí por la ultrarreaccionaria ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre- calificó la
Cuba prerrevolucionaria, gobernada por el dictador Batista, como “una
joya de oro”. En Miami, Félix Rodríguez Mendigutía, uno de los
mercenarios a sueldo de la CIA que participó en el asesinato del Che y en la
invasión derrotada en Playa Girón, expresó su admiración por la
“ciberdisidente” Yoani Sánchez.
El lobby anticubano del Congreso
estadounidense, obsesionado con el bloqueo a Cuba,incluyendo a Ileana Ros-Lehtinen –inolvidable
secuestradora del niño Elián González- recibió y abrazó tanto a Soler como
a Sánchez, quien tiene el dudoso honor de ser la persona con mayor
cantidad de menciones entre los colaboradores de las Embajadas norteamericanas
en todo el mundo, según los documentos del Departamento Estado que se han podido
conocer gracias a Wikileaks.
Miami se convirtió en escenario para una delirante
competencia entre varios de estos personajes por atraer sobre sí la atención de
la mafia anexionista radicada allí y ganar incrementos en las nuevas
asignaciones de dinero que se acaban de dar a
conocer por el gobierno estadounidense para la subversión en Cuba. La
“pacifista” Soler acudió a un homenaje junto
a la organización terrorista Alpha 66.
Yoani Sánchez recibió allí, sonriente y satisfecha, la bandera de las barras y
las estrellas que los cubanos arriamos para siempre el 1ro de enero de 1959. En
la misma ciudad del Sur de la Florida, el huelguista de hambre profesional Guillermo Fariñas se
arrodilló ante la tumba de Jorge Más Canosa, quien patrocinó durante décadas el
terrorismo que ha costado más de tres mil vidas de cubanos.
Ante semejantes éxitos no queda más que agradecer
a los organizadores de esta nueva campaña contra Cuba, por mostrar que este
grupo de mediocres, antipatrióticos y mercenarizados, es con lo que cuenta
Washington para derrocar la Revolución cubana. Gracias por hacer evidente ante
los ojos del mundo un fraude descomunal que de ahora en adelante resulta
inocultable. Lejos de contribuir a labrarse un futuro político, la contrarrevolución
cubana -si alguna vez existió- acaba de protagonizar lo que tal vez
sea el suicidio más caro de la historia.