Por Marat
1.-LLUVIOSO DÍA DE (TRABAJO DE) CAMPO
Decidido a ver de cerca las elecciones del 20-N, aposté por vivirlas desde una posición privilegiada: la de encuestador a pie de urna a través de una empresa de estudios políticos y sociológicos de las que ofrecen resultados electorales recién han cerrado las urnas. Eso que los pedantes llaman las “israelitas” con intención de epatarnos con su conocimiento de los nombres de las cosas.
Si quieren aprender algo de sociología real, les recomiendo la experiencia. No duden de que les contratarán en día de elecciones. La larga jornada de encuestación en la calle, no en la comodidad del interior de un colegio electoral, en el que estarán sentados si son miembros de una mesa o podrán ir a tomarse un café cuando gusten, si son apoderados de un partido, lo mal pagado que está el trabajo y la autoexclusión de quienes no se consideran capaces o se ven demasiado divinos para hacer tal cosa, garantiza que podrán hacer ustedes el papel de entrevistadores en ese día que los horteras llaman la fiesta de la democracia.
Total, que me fui a algo menos de 100 kms de Madrid, por eso de suavizar el dramatismo que producen en el votante medio capitalino los poderes mediáticos y políticos, y a un pueblo agrícola venido a más de más de 25.000 habitantes, por eso de que la distancia vivencial con el centro no ofreciera comportamientos electorales meramente basados en el hábito.
No les entretendré con el modo en que soporté la larga jornada. No me están leyendo para aguantar eso. Me limitaré al conjunto de flashes obtenidos, que van mucho más allá de los resultados electorales en la localidad de cuyo nombre puedo y quiero acordarme pero que no voy a decirles. Créanme, 13 horas dan para mucho, además de para hacer más de 150 encuestas.
Era difícil encuestar a alguien, en un pueblo que hasta hace unos meses tenía alcalde del PSOE, que no acabase de votar PP. Estos triplicaron los votos sobre los primeros.
Los militantes electorales PPeros tenían ese aire de familia, en la que abundan tanto aquellos que parecen gente normal, como los que hacen gala de su garrulismo o los que hacen ostentación de su campechanía..
IU alcanzó casi un tercio de los votos del PSOE en dicha localidad, aunque su presencia municipal era puramente testimonial: tiene sólo un concejal
Apoderados, interventores y votantes del PP no eran en su mayoría los que imaginamos uniformados de Lacoste o Dolce y Gabbana. Muchos de ellos eran de clase trabajadora e incluso obrera tradicional Daba la impresión de que el aluvión de neoconversos por efecto de la crisis era el de los desideologizados que ahora compran la marca NOKIA (PSOE) y luego la LG (PP) por eso de que “hay que evolucionar”.
Interventores, apoderados y votantes del PP (no todos) se preocupaban mucho de dar la impresión de máxima naturalidad, moderación, sensatez y gente cercana. El estilo de campaña PPero que con tanto esfuerzo había intentado romper con los estereotipos de la derecha clásica se mantenía dentro de los cauces previstos, evitando que bajo sus faldones se trasluciera el pelo de la dehesa. Ya habrá tiempo sobrado para ello. Y muy pronto.
Los militantes del PSOE que se hallaban en el Colegio Electoral y alrededores, sabedores del desastre que se les venía encima, se preocupaban por su grado de impacto y, escuchando un poco más su discurso, expresaban su confianza en lo mal que Rajoy lo iba a pasar cuando tuviese que aplicar sus recortes sociales y se enfrentase al clamor de la calle. Ellos, decían, volverían al gobierno justo tras el próximo descalabro del PP y el inicio de la recuperación económica. Ni se les ha pasado por la cabeza la idea de que quizá no haya salida a la crisis capitalista. La tormenta política que se estaba formando sobre sus cabezas les incitaba a la idea de que iba a ser necesario extraer conclusiones sobre el desastre y sus causas. Pero no tenían ni puta idea de cuáles debían ser aquellas conclusiones.
La gente de Izquierda Unida estaba convencida de que iba a crecer pero no dejaba de manifestar un aire de frustración, no porque tuviesen la certeza del triunfo demoledor de la derecha reaccionaria, sino por un viejo resentimiento local con los del PSOE del pueblo, que alcanzaba hasta Madrid, el infinito y más allá. Introducirles la idea de que tanta inquina con el PSOE era trágicamente absurda porque, al fin y al cabo, ellos llevaban el programa keynesiano que debiera haber defendido aquél era como hablarle de marcas de aire acondicionado a un esquimal. ¿Keynes? ¿Y quién es ese? “Nosotros somos los últimos rojos”. Pero mentarles siquiera que el capitalismo se estaba hundiendo provocaba en ellos la mirada socarrona de quienes creen estar ante un marciano que ha perdido su platillo volante y no sabe cómo regresar a él.
La sensación final de aquella “antropológica” visita a un Colegio Electoral me dejó la impresión de estar viendo la película “Y la nave va” de Federico Fellini, metáfora de una sociedad de final de época que se empeña en actuar con absoluta impasibilidad mientras el abismo se abre bajo sus pies.
Pero puede que todo ello fueran imaginaciones mías. El día anterior apenas había dormido, estaba resfriado, le había pegado fuerte al Frenadol y en la soledad del coche, de vuelta a casa, acompañado por la lluvia de una noche cerrada se piensan muchas tonterías. Seguramente éste sea el caso.
2.-LA ROSCA DEL TORNILLO CONTINÚA GIRANDO A LA DERECHA
Cuando la espesa bruma del agitado día electoral se ha ido disipando, lo que queda es la crudeza de los cifras ya definitivas y sólidas con la evidencia de que por cuatro años la derecha va a hacernos experimentar en carne viva, y ahora de verdad, eso que llaman austeridad en el gasto social; austeridad que va a cambiar nuestras vidas mucho más allá de lo que lo ha hecho hasta el momento.
Si el 22-M las depredadoras gaviotas inundaron el territorio del Estado español, cubriendo los cielos de ayuntamientos y comunidades autónomas, salvo alguna resistente aldea, el 20-N ha sido una auténtica orgía derechista, como presagiaba la elección de la fecha electoral.
Pero en términos numéricos de voto ¿qué se ha movido de un modo significativo? Aparentemente no demasiado, al margen del cataclismo sufrido por el PSOE, que ha perdido más de 4.300.000 votos respecto a las elecciones de 2008; en torno al 40% de su rédito político anterior. De hecho, el PP ha ganado poco más de 550.000 votos en relación con las anteriores generales.
El éxito de la izquierda abertzale, Amaiur, merece una mayor resonancia que la obtenida en los “patrióticos” medios de comunicación españoles, especialmente si tenemos en cuenta el cinturón sanitario político y mediático al que se la ha tenido sometida desde mucho antes de que Batasuna fuera ilegalizada por una infame Ley de Partidos creada expresamente para tal fin.
En cuanto a IU, su ascenso confirma la vieja teoría de los vasos comunicantes de la de la “izquierda” institucional: baja el PSOE y sube IU y, viceversa, sube el PSOE y baja IU, quizá con la excepción de las elecciones generales de 2000 en la que ambas formaciones descendieron de forma abrupta electoralmente, siendo la defenestración política de Borrell y el infarto de Anguita los dos episodios que darían tono precedente al descalabro.
No parece que el ascenso de IU consolide nada en el espacio a la izquierda del PSOE. Se trata del enésimo vaivén en el caprichoso comportamiento del votante de izquierda moderada. Ahora un sector de los votantes socialistas han decidido guardar su voto en un lugar seguro hasta que el PSOE vuelva a encandilar sus volubles voluntades.
Es más llamativo el ascenso de los populistas de UPyD, capitaneados por esa versión de Umberto Bossi a la “española” que es Rosa Díez. Una buena opción para desclasados y desideologizados que no saben muy bien si van o si vienen, si son de izquierdas o de derechas. En definitiva, de derechas, por lo que apoyan, lo sepan o no.
Y especialmente ilustrativo que entre los partidos minoritarios sea, no Amaiur o IU con sus notables ascensos, los que obtienen los parabienes y simpatías de los medios de comunicación socialiberales y conservadores, sino UPyD. Y para ello no han dudado estos medios en hacerse eco del “injusto” sistema de atribución de escaños que representa la Ley D´Hont, de modo especial para este partido, aunque afecte igualmente a IU y a cualquiera de los minoritarios de candidatura estatal. Es ilustrativo que esa crítica a la desquilibrada proporcionalidad del sistema electoral se centre sobre todo en el efecto negativo que tiene para UPyD.
Puede que todo este agasajo mediático a los populistas de Rosa Díez sea flor de un día o mero relleno de tiempos en los días que distan entre el clamoroso silencio del PP respecto a su programa oculto y las sacudidas que producirán los primeros titulares con las medidas de sacrificio, “sangre, sudor y lágrimas” que nos pedirá el próximo Gobierno Rajoy. Pero como tiendo a ser mal pensado creo que todo ello no es más que orientación de la opinión pública hacia partidos que contribuirán a muñir los consensos necesarios para imponer los brutales recortes sociales que traerán los días venideros.
Dar mayor protagonismo a opciones como Amaiur o IU significaría reforzar las casi únicas voces disidentes que habrá en el nuevo Parlamento, por mucho que alguna de esas voces se limite a hacer la defensa de lo público desde una posición moderadamente socialdemócrata a la que en campaña se ha connotado de mayor apariencia de beligerancia con el slogan “Rebélate”.
Quisiera ahora, antes de referirme a los votos obtenidos por algunas organizaciones que no han obtenido representación parlamentaria, detenerme por un momento en el llamamiento al voto en blanco, nulo o la abstención promovido por un sector del 15-M.
La abstención no ha crecido significativamente. Apenas un 2,16% más que en 2008 (28, 31% en 2011 y 26, 15% en 2008), lo que se traduce en un incremento de menos de 540.000 no votantes más). Magro éxito para quienes decían no sentirse representados por el Parlamento, los partidos políticos y para algunas organizaciones que exhibían eslóganes como “Si votas no te quejes luego de que las manos te huelen a mierda”. Toda una exhibición del talante político de quienes se oponen al uso del voto.
Conviene señalar que no son estas las elecciones con mayor índice de abstención en el actual período constitucional español:
§ 1979: 32%
§ 1986: 29,51%
§ 1980: 30,26%
§ 2000: 31,29%
Por otro lado, el intento de apropiarse de la abstención por una corriente política o movimiento determinados está condenada al fracaso. Mucho se ha escrito sobre los orígenes sociológicos de la abstención en el Estado español y en el las sociedades occidentales. Y las conclusiones son siempre, invariablemente, que las razones de la abstención son demasiado amplias y diversas como para que ninguna orientación ideológica pueda apropiarse de las mismas.
En cuanto al voto en blanco y nulo, sí se ha producido un incremento algo más relevante en ambos casos en 2001 frente a 2008, teniendo en cuenta el bajo nivel porcentual que usualmente tiene este comportamiento electoral:
§ Votos en blanco: 333.095 en 2011 frente a 286.182 en 2008, lo que supone un incremento del 0,26%
§ Votos nulos: 317.886 en 2011 frente a 286.182 en 2008, lo que representa un incremento del 0,65%.
Aunque el comportamiento electoral en las elecciones generales y municipales suele ser distinto (pese a la usual consideración de que las elecciones municipales eligen a candidatos más próximos al ciudadano, la participación en unas generales suele ser superior, al pesar los ciudadanos que lo que se dirime en éstas es de mayor trascendencia que en las primeras), no me resisto a establecer una comparación entre las últimas elecciones municipales y generales en cuanto a abstención, voto en blanco y nulo dado que
§ Ambas se han celebrado en este año
§ Se han producido en uno de los momentos más álgidos de la crisis capitalista.
§ El 15-M se ha movilizado en torno a ellas.
La abstención en las municipales de este año ha sido ha sido un 5,42% más elevada que en las generales (33,73 frente a 28,31%, respectivamente)
Se ha producido un decrecimiento de 250.917 votos en blanco menos en las generales que en las municipales, lo que es especialmente relevante siendo mayor la abstención en las segundas que en las primeras.
Ha habido 71.620 votos nulos menos en las generales que en las municipales.
Por este lado de la abstención, el voto en blanco y el nulo no parece que tengan nada que rascar ni que celebrar los 15emeros.
Vayamos ahora al análisis de los votos obtenidos por algunas candidaturas que no han obtenido representación parlamentaria.
PACMA, los “animalistas”; una de esas opciones políticas diseñadas para descentrar las luchas hacia ámbitos menos conflictivos con el sistema. Ágatha Ruíz de la Prada, señora que viste a la burguesía (con frecuencia, de payaso) se identifica con dicho partido y éste con el 15-M. Obtuvieron 101.557 votos. No creo que todos ellos sean “neopijos”. Hay mucho desclasado y desideologizado que políticamente no sabe lo que es, aunque indefectiblemente su voto acabe avalando a la derecha o a, quienes se definan como quieran, le hacen el juego a aquella y al capital.
Escaños en Blanco (antes Ciudadanos en Blanco), muy activos en la plataforma que dio origen a DRY antes de que se llamase así se llamase así, ha alcanzado 97.706 votos, el 0,40%. Es cínicamente irónico que quienes propugnan el voto en blanco lo hagan presentándose en una candidatura electoral. Para su desgracia no pueden adjudicarse los auténticos votos en blanco como propios. Poco más que decir de un grupo se centra en la reforma política y de la representación cuando en el Estado español 5.000.000 de personas sufren los golpes del paro provocado por la crisis capitalista. Derecha política sin más, lo admitan o no. Los elementos en los que centran su discurso político lo evidencian.
Partido Pirata, los anarcocapitalistas, que niegan serlo y que en Alemania han cosechado un importante éxito. Liberales con “buen rollito” y un estilo muy 2.0, coincidente con el 15-M al que están muy ligados. En Cataluña la primera denuncia por la carga de los mossos contra los indignados en Barcelona la presentó el multitecnológico “Angeloso” (Ángel Badía. No confundir como Lorenzo Abadía, el submarino PPero pro-15M), candidato municipal por dicho partido. Este partido ha logrado 25.180 votos, 734 más que la candidatura de Anticapitalistas, también muy pro-15M. De esta última cabe decir que también ha sido superada por el PCPE, algo que sin duda les hará muy poca gracia, y que su porcentaje de un 0,17% en las elecciones europeas se ha reducido ahora al 0, 10%.
De otros subproductos del 15-M como el Partido de Internet o Demos el Cambio nada que decir (su resultado no ha pasado de unos cientos de votos), salvo que todavía no está “madura” la sociedad (o suficientemente adocenada ideológicamente) para que sean alternativas “guays” y “modernas” del capital.
Pero en todo caso, cabe admitir que, salvo en el caso de una organización ligada al 15-M y de izquierda como Anticapitalistas, cuyo resultado electoral es de un fracaso sin paliativos, el resto de las que no han obtenido representación y están ligadas al 15-M son de derechas y han obtenido un buen puñado de votos, lo que sugiere la tendencia hacia un voto despolitizado y desideologizado, que busca novedades al modo en como lo hace el consumidor en el mercado, y que está contribuyendo a debilitar y dificultar aún más la recuperación de un discurso de las izquierdas en el contexto de la crisis capitalista y de un entorno sociopolítico poco proclive a escucharlo.
Estoy convencido de que habrá pseudoizquirdistas que se alegrarán del triunfo de la derecha y celebrarán la derrota de los socialiberales del PSOE. Me refiero a quienes han acuñado el término de PPSOE y ahora creen que ha caído la primera de las dos fichas, produciéndose pronto el abatimiento de la segunda, en cuanto el PP ponga en marcha sus planes para el sepelio definitivo del Estado del Bienestar y las masas salgan a la calle a derrocar su gobierno.
Ojalá me equivoque pero creo que eso no va a suceder tan fácil ni rápidamente. Un estado de abatimiento, derrota y resignación se ha impuesto en la sociedad española, más allá de los descorches de champán que se produjesen la noche del 20 al 21 de Noviembre en la calle Génova y alrededores. Ese estado de abatimiento va más allá de la izquierda derrotada y de los socialiberales del PSOE desplumados como un pollo. Alcanza incluso a muchos de quienes han votado al PP porque lo han hecho con el sentimiento de que era lo único que podían hacer. Cuando la gente no ve alternativas que enciendan su esperanza, le animen a luchar y le orienten hacia salidas de progreso, no debe sorprendernos que abrace justamente aquellas opciones que van a castigarle socialmente y le conviertan en la víctima que pague una crisis que ella no ha provocado. Sencillamente, su huída del vacío le lleva a asirse a cualquier cosa en la que incluso no cree pero que percibe como lo único que tiene a mano, sobre todo si su victoria se ha aceptado ya como inevitable.
Personalmente creo que a los trabajadores y a los sectores populares del Estado español nos va a costar tiempo y esfuerzo asimilar la derrota política que supone el triunfo del PP.
Creo también que costará iniciar un nuevo ciclo de movilizaciones que no se agoten en la mera resistencia a las políticas de recortes sociales del PP y que sean capaces de tomar la iniciativa en las luchas. Sobre todo si:
Los dos grandes sindicatos, CCOO y UGT, continúan desaparecidos de la lucha sindical y empeñados en salvar los restos del naufragio de sus burocracias mediante llamamientos a una negociación que el PP no necesitará si no conlleva el “firma y calla” que intentará imponer y que en su día logro el PSOE de los sindicatos mayoritarios.
Las movilizaciones que hayan de producirse continúan con su componente interclasista, ciudadanista, alejado de la lucha de clases expresa y con puntos reivindicativos en los que la cuestión de las reformas políticas siga mareando la perdiz. La indefinición ideológica de los que dicen rechazar el capitalismo pero se niegan a ofrecernos a otra cosa que “democracia real” para remediar la desastrosa situación económica de millones de españoles es ridícula y desmovilizadora, en lo que la movilización debe tener de avanzar hacia algún lado. La patética y calculada indefinición ideológica del “vamos despacio porque vamos lejos” y consignas de similar pelaje tiene la validez del que moviliza como desahogo pero sin proyecto. Y lo que es peor, sin la intención de tenerlo, no sea que avance en una dirección que no esté prevista por quienes engendraron esto de la “indignación” que habrá mejorado las economías de Hessel, Sampedro y algún otro escritor de ocasión pero que a los trabajadores no nos ha servido absolutamente de nada que nos haga avanzar un solo centímetro hacia la justicia social y la igualdad.