28 de noviembre de 2010

DE LA HUELGA GENERAL EUROPEA















Por Marat

1.-Un recorrido por la situación de los diferentes países europeos:

Las sucesivas escaramuzas lanzadas por trabajadores de diversos países europeos contra las brutales medidas de austeridad y las contrarreformas para acabar con los Estados del Bienestar no han logrado, ni una sola de ellas, frenar la violencia del capital y de sus vasallos gubernamentales y lograr sus retiradas.

Hemos visto como las movilizaciones en Grecia, Francia, Italia, España y Portugal se han estrellado contra el muro indestructible de unos Parlamentos y unos Gobiernos que, situados a espaldas de los trabajadores, no han dudado, ni por un momento, en aprobar unas recetas neoliberales cuyos efectos serán devastadores, terribles y permanentes porque como afirma ese caballo de Troya del sindicalismo domesticado de UGT, ahora en el Gobierno socialiberal de Zapatero, llamado Valeriano Gómez, “la reforma –laboral- está aprobada, está vigente, ha venido para quedarse”(1).

La derrota, llamemos a las cosas por su nombre, se ha producido tanto en la Europa trabajadora que ha combatido las leyes antisociales como en la que ha mostrado su carácter más lacayuno.

Sería oportuno detenernos en un análisis, siquiera somero, de cómo y en qué circunstancias sociales y sindicales se han producido las diferentes reacciones sindicales ante los recortes en gastos sociales, las políticas de ajuste y las reformas respecto a los Estados del Bienestar.

Grecia es en 2008 un país enfangado en una de las etapas de corrupción más graves de su historia. El gobierno del conservador Karamanlis añadía a ello su represión salvaje del movimiento estudiantil, alternativo y anarquista. Durante buena parte del primer decenio del nuevo milenio, Grecia, salvo alguna movilización como las del movimiento antiglobalización de 2003 en Salónica, había conocido gran paz social y el espejismo de una etapa de desarrollo consumista, derivada del modelo de expansión crediticia del capital mundial y de una economía sumergida en torno al 30% del PIB en 2008.

El rescate griego, producido entre febrero y mayo del presente año, y cuya evolución económica futura augura un posible escenario de impagos y declaración de bancarrota a corto-medio plazo, ha sido el primer experimento de salvataje con fondos del FMI, curas de caballo en las políticas de recortes y procesos de privatización de coberturas sociales.

Ello ha explicado que, desde que se anunciaron las medidas de austeridad, posteriormente impuestas por el gobierno del “socialista” Papandreu, no haya existido prácticamente una semana sin huelgas, protestas y movilizaciones en Grecia. La izquierda política y sindical (PAME) ha sido el primer ejemplo de resistencias y revueltas obreras nacionales en Europa.     

Francia había conocido desde 2007 la deriva autoritaria de Nicolás Sarkozy, expresada en sus represiones contra las “banlieues” y las segundas, terceras y hasta cuartas generaciones de hijos de inmigrantes, en sus agresiones verbales a ciudadanos que contestaban a sus políticas antisociales (2), en sus políticas de represión a grupos étnicos de religión musulmana, enarbolando un supuesto laicismo que sólo buscaba el enfrentamiento entre culturas. Por lo demás, las luchas de clases en el país galo estaban bastante adormecidas. Hasta que Sarkozy pasó de aquello de “refundar el capitalismo” a hacerlo viable, a través del desmonte del Estado social, beneficiando el negocio de los planes de pensiones privadas (3).

Se iniciaba, con el ataque a las pensiones públicas, la más heroica resistencia que han llevado a cabo los trabajadores franceses en décadas. Nueve huelgas generales, con un apoyo ciudadano del 70% y una capacidad de comprometer el funcionamiento de la economía francesa (energía, transportes, grandes empresas, universidades, liceos, limpiezas,...) y una estrategia de boicots, bloqueos de carreteras y transportes realmente impresionante no ha podido con la sordera absoluta del poder político que aprobó la reforma de la ley de pensiones. El desinfle, producto del cansancio por largas semanas de huelga de los sectores más combativos y conscientes de los trabajadores franceses ha pasado finalmente factura. El aprendizaje de esta huelga ha sido el incremento de la conciencia de lucha de amplísimos sectores de la población francesa (trabajadores, sectores precarizados, estudiantes,...) y la constatación de que el horizonte social para las clases populares es el de la vuelta al siglo XIX.

Portugal ha celebrado su primera huelga general en 22 años el 24 de Noviembre. La difícil situación económica por la que pasa Portugal y la fuerte presión de los mercados sobre el país sirvieron de excusa al gobierno Sócrates para adoptar un paquete de medidas de ajuste, aprobadas en el Parlamento el pasado 3 de noviembre, junto con los presupuestos gracias a la abstención de la derecha, el Partido Social Demócrata.

Entre estas medidas destacan el aumento generalizado de la carga impositiva -incluido el IVA-, el recorte de la inversión pública y de los beneficios sociales, así como las rebajas salariales a los funcionarios. En estos momentos, los ataques en oleadas de la manada de tiburones especuladores, en combinación con las presiones del Banco Central Europeo y los principales países socios de la UE, para que el país acepte ser rescatado, siguiendo la estela de Grecia e Irlanda,  anuncian que las medidas de austeridad impuestas por el gobierno luso y los recortes sociales aplicados hasta ahora, pueden ser sólo la punta del iceberg de unas políticas antisociales hasta la fecha desconocidas en la historia del país hermano.

En todo caso, los trabajadores portugueses, a pesar de las moderadas formas de movilización de la CGTP y la UGT, sindicatos mayoritarios lusos, han demostrado una clara conciencia social de lo que se les viene encima, lo que se ha traducido en una jornada de huelga muy poderosa en los principales sectores de la economía: transporte aéreo, ferroviario y por carretera, enseñanza, sanidad, ministerios y administración pública, industria y servicios. Los sindicatos estiman que el éxito de la huelga se ha expresado en un 85-90%, prácticamente un paro total.

Y será necesario para la clase trabajadora portuguesa ejercer toda la potencialidad de su energía combativa porque se acerca el momento en que las presiones del capital internacional obliguen al gobierno del “socialista” Sócrates a ceder al rescate ante una quiebra, ya dictada de antemano en la agenda de caza de la manada de chacales del dinero. Entonces, las medidas antisociales y el saqueo a las conquistas de la Revolución del 25 de Abril que aún no han sido liquidadas serán arrebatadas a los trabajadores con una rapidez inaudita, de no ser impedido por estos.

Italia ha conocido el 25 de Junio de 2010 una huelga general blanda: contra los recortes del Gobierno de Silvio Berlusconi. Una huelga de 24 horas para los funcionarios y de 4 para los trabajadores del sector privado. La CGIL, principal sindicato del país, no es más combativa en su lucha que la CSIL o la UIL. Todas ellas son parte del mismo modelo concertador de sindicalismo que en España, Alemania o Gran Bretaña.
En la última semana de Noviembre los estudiantes italianos han salido a las calles para protestar contra los recortes del 90% de las becas y contra la reforma de la enseñanza de la llamada “ley Gelmini”, en referencia al apellido de la Ministra de Educación, previstas por el gobierno Berlusconi.  Si el 24 de Noviembre estuvieron a punto de tomar el Senado, los días siguientes, las protestas se extendieron por ciudades como Florencia y Pisa, donde los estudiantes se enfrentaron a la policía, que les reprimió duramente. Coincidían en esos días con las protestas de los estudiantes británicos que se oponían a la brutal subida de las tasas académicas, decretada por el Gobierno Cameron, y que dos semanas antes asaltaban en sus protestas la sede del Partido Conservador.

España ha vivido sus propios procesos. Desde 2007, año del estallido de las subprimes en USA, hasta 2009 –fase preparatoria de las contrarreformas liberales, a través de los escuderos gubernamentales del Banco de España y de las Cámaras de Comercio- el gobierno Zapatero se dedicó a realizar el simulacro de un Don Tancredo sorprendido ante el efecto de la crisis. Un año y medio de estupefacción es excesivo, a todas luces, si no es porque lo que se está preparando es un giro copernicano a la política económica y social y lo que se pretende es hacer pasar por “sorpresa” epatante ante la opinión pública lo que no es otra cosa que un jarabe amargo para los trabajadores como mal inevitable y necesario. Esa ha sido su lógica desde entonces: “O nuestra disciplinante purga social –una vez aplicada su terapia de choque- o el caos que vendrá con el PP”. Y a esa lógica se han subordinado los sindicatos mayoritarios que convocaron una Huelga General el 29-S, contra su voluntad e impelidos por la presión social del sindicalismo alternativo, sus propias bases y buena parte de la opinión social. Sus procesos de convocatoria burocrática de las huelgas (de funcionarios por e-mail) y de dilación de las protestas (convocatoria de huelga general en junio para realizarla a finales de septiembre y llamamientos en septiembre a movilizaciones a mediados de Diciembre) así lo indican. Su máxima de no dañar al “gobierno amigo” porque un mandato de la derecha oficial habría de castigarlos aún más en su absurdo papel negociador que el gobierno actual y la patronal ya no desean ni necesitan se ha convertido en patético esfuerzo para justificar lo injustificable: una protesta social con sordina impuesta por sus propios convocantes.
Este es uno de los muchos motivos, no el único, por el que un creciente número de trabajadores, al cuál resultaría demasiado simplista condenarlos como abducidos por la ideología política liberal, se han sentido progresivamente distanciado del sindicalismo mayoritario y burocrático español y se han negado a secundar movilizaciones en las que el propio sindicalismo oficial no creía. Aunque de un modo aún débil y con escasa articulación entre sí, diferentes organizaciones minoritarias están apostando por un sindicalismo de combate y guerra de clases y son, probablemente, uno de los factores que explique que, a pesar de no ser deseada por CCOO y UGT la huelga general del 29-S se llevase a cabo. Con un resultado modesto y desigual según sectores productivos y regiones, esta huelga ha sido la primera respuesta que oficialmente se lanzaba en España, con una intención masiva y general, contra los planes del capital y de sus lacayos políticos del Gobierno PSOE de desmontar el Estado del Bienestar y volver a unas relaciones laborales del siglo XIX en el XXI. Los 37 ladrones de Ali Baba (Emilio Botín y los principales plutócratas del país), reunidos el sábado 28 de Noviembre en el Palacio de la Moncloa con su Presidente-títere han dictado ya los siguientes pasos a seguir por su indigno gobierno antiobrero:  "acelerar las reformas al máximo" y "con total determinación", según expresiones utilizadas reiteradamente por Zapatero,"cueste lo que me cueste". En próximos días veremos como la cuestión de las pensiones, que había quedado en suspenso provisional tras la huelga del 29-S, pasa a ser la joya de la corona que un rastrero gobierno de derechas, ya con la careta socialiberal arrancada, entregará a esos salteadores de caminos que son los empresarios y banqueros españoles.
A pesar de ello, el comportamiento de sindicalismo entreguista que representan CCOO y UGT sigue poniendo palos en las ruedas de la movilización, priorizando un entendimiento con la patronal y el gobierno, que estos ni desean ni pretenden aparentar, y planteando blandas movilizaciones, sin agitación previa, dentro de un calendario de llamamientos, entreverado de momentos en los que practica la desmovilización más descarada y el papel de bombero de las protestas sociales. Los próximos 15 y 18 de Diciembre, en opinión de los sindicatos mayoritarios, marcarán el  inicio de un proceso de movilización sostenida en la que los sindicatos ligarán reforma laboral, negociación colectiva y apuesta por una reforma de las pensiones que garantice la protección social" (4). Sin embargo, su preparación, lejos de estar siendo ampliamente socializada entre los trabajadores, está siendo clandestina, lo que destila un extraño olor a autosabotaje. Y ello, a pesar de que todo indica que, tras Portugal, España será la próxima ficha de dominó que caiga en las redes de estos vampiros económicos. La insolvencia de la deuda soberana española, real o ficticia, eso importa poco, será el próximo festín de criminales como los Buffet, los Soros, los Slim,... y sus esbirros interpuestos: BM, FMI, BCE, gobierno español.

Irlanda e Islandia, países no pertenecientes a los PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España), expresión con la que el mundo anglosajón insulta a la Europa meridional, eran países con alto nivel de desarrollo y estructuras económicas muy bien ajustadas a sus tamaños de población.

Irlanda había sido durante buena parte de los 90 y principios del nuevo milenio un ejemplo de país con elevadas inversiones de I+D+i . Poseía un impuesto de sociedades al 12,5% que presentaba como la joya de la corona de su economía; el tercero más bajo de Europa, sólo por encima de Chipre y Bulgaria, lo que le convertían en un atractivo receptor de inversiones internacionales de capital. Dichas inversiones en I+D+i y en educación no respondían a una patriótica búsqueda de desarrollo nacional sino a la demanda de mano de obra cualificada para las multinacionales asentadas en el país.

Durante buena parte de los años 90 del pasado siglo y hasta la llegada de la crisis capitalista a Europa, Irlanda y su modelo económico liberal, merecieron el apelativo del “tigre celta”, por la agresividad de su modelo económico; agresividad que se manifestó como competencia desleal hacia sus socios de la Unión Europea, por sus políticas incentivadoras de la radicación de multinacionales (miniimpuesto de sociedades) en el país, que contribuyeron al fenómeno de la deslocalización en otros.

Hoy, la quiebra del modelo, la cuasi quiebra de sus bancos, a los que el gobierno acudió a salvar, y la presión combinada de sociedades de calificación de riesgo, especuladores internacionales en bolsa, compradores de deuda pública, BCE y países socios de la UE, han llevado a Irlanda a una situación de “default” y hemos asistido al espectáculo de ver a los bomberos pirómanos actuar como “salvadores” de la situación irlandesa, obligando a su gobierno a aceptar su abrazo “salvador”. Las medidas de ajuste aprobadas por el gobierno británico para recibir las “ayudas” de los fondos internacionales han sido draconianas: reducciones de las prestaciones sociales las pensiones de los funcionarios y el salario mínimo, supresión de casi 25.000 empleos públicos y subidas de impuestos. Objetivo:  ahorrar 15.000 millones de euros hasta 2014, destinados a llevar al 3% el déficit irlandés, contra el 32% del Producto Interior Bruto (PIB) este año. Decenas de miles de trabajadores irlandeses se han echado a las calles de Dublín el 27 de noviembre, desafiando al frío y a la nieve, contra las medidas antisociales del cuestionado y tambaleante gobierno irlandés (5) 

Islandia, ¿qué decir de un país nórdico, ejemplo del Estado del Bienestar, de desarrollo social que hizo de su estructura social una sociedad de clases medias? El 28 de octubre de 2008, el gobierno islandés aumentó las tasa de interés a un 18%, un movimiento obligado para poder adquirir un préstamo del Fondo Monetario Internacional. Después de este aumento, el comercio de coronas islandesas finalmente se restableció, pero con una devaluación que llevó a la moneda islandesa de una tasa de cambio de 70 ISK por euro a 250 ISK por euro. Islandia también acudió a los países nórdicos para obtener un préstamo adicional de 4.000 millones de € (6).

Ninguno de los dos países había demostrado durante estos años de la crisis una especial combatividad obrera. Podríamos extraer conclusiones respecto al interclasismo nacionalista irlandés y sobre la mentalidad de clase media islandesa pero lo cierto es que son ellos quienes deben articular sus respuestas sociales frente a las crisis que sus capitalismos locales hacen pagar a sus clases populares y que pocas clases trabajadoras de países europeos pueden dar lecciones sobre combatividad social, si descontamos los heroicos casos de los trabajadores griegos y, más recientemente, franceses. En todo caso, resulta sugerente conocer de qué modo los ciudadanos islandeses han comenzado a protestar espontáneamente contra el capital financiero y una clase política que ha preferido la opción reguladora del capital antes que atender a su electorado popular (7)

Los países que, tras el hundimiento del socialismo realmente inexistente, descubrieron las excelencias del capitalismo han tenido su propio recorrido. Vendidas sus empresas estatales bajo al falacia de participaciones extensibes a todos los ciudadanos (mayoría de los países centrales y del Este), entregada la economía a las inversiones estatales (Hungría, Letonia) o a la mafia privatizadora criada a los pechos del partido (Rusia), el fin fue el mismo: absoluta desprotección de los trabajadores en cuanto a vivienda, salud, protección social, salarios (que cayeron vertiginosamente), educación y esperanza de vida (llegó a recortarse en cerca de 6 años en la antigua URSS y los países bálticos).

En estos países del Este de Europa se han iniciado movilizaciones que no desmerecen a las respuestas sociales de la mayor parte de sus vecinos europeos. Las duras condiciones impuestas por los gobiernos de Rumanía, República Checa, Polonia, Eslovenia y Lituania a sus ciudadanos, los recortes de derechos laborales y sociales, las congelaciones y bajadas salariales, los ataques a las pensiones, las subidas de impuestos,...han sacado a la calle a decenas de miles de trabajadores públicos y privados.

A pesar de todo el incendio social de luchas en el continente y de un final de otoño que anuncia un tsunami de revueltas en el próximo invierno, no se ha producido una sola victoria en ningún país europeo que haya supuesto una derrota de las medidas antisociales de los gobiernos y mucho menos se ha logrado que la manada de lobos de las finanzas haya detenido sus ataques contra un solo país en el que hayan puesto sus anhelos de botín.

Antes bien, tras la próxima quiebra programada para Portugal ya se habla de los próximos países candidatos a ingresar en esta macabra lista de espera: España, Italia, Bélgica. ¿Qué impedirá que, derribadas las economías más débiles de la UE, no suceda después lo mismo con Francia, Gran Bretaña o Alemania? Realmente nada puede asegurar lo contrario. Los mitos de las economías intocables pasaron a la historia. 


2.-La necesaria respuesta internacional de los trabajadores ante la criminal actuación del capitalismo mundial:

La globalización ha supuesto el flujo sin control de capitales internacionales, su enajenación absoluta al menor intento de control por parte de los gobiernos y la desregulación consiguiente de los mercados.

En ese estado de cosas, cuando las fuerzas de la reacción capitalista mundial se abaten coordinada y organizadamente sobre Europa con el fin de derribar definitivamente el Estado del Bienestar para convertir sus restos desarbolados en una ampliación de sus ya florecientes negocios (enseñanza, sanidad, pensiones,...), cuando sus ataques se producen desde frentes de rapiña internacionales y globales bien concertados (sociedades de estimación de riesgos, bancos que prestan dinero a los Estados, una vez que fueron salvados por estos, especuladores en bolsa,...), carece de sentido mantenerse encerrado dentro de los estrechos márgenes nacionales para defenderse de ellos. Ya se trate de gobiernos nacionales, de organizaciones sindicales o de grupos de la izquierda real y anticapitalista, cualquier respuesta en clave exclusivamente nacional que estos puedan dar sólo puede acentuar su debilidad y fortalecer el poder de estos delincuentes depredadores.

Ya se escucha, incluso entre círculos progresistas, un lenguaje que llama a tomar posiciones reaccionariamente nacionalistas y de proteccionismo económico. Algunos sugieren incluso que es el momento de romper con el euro y volver a la antigua moneda, ignorando que, siendo ésta mucho más vulnerable internacionalmente ante los especuladores financieros internacionales, la nueva moneda sería inmediatamente atacada a fin de poner por los suelos la economía del país "rebelde" (8).

Sólo lo colectivo e internacional puede oponerse al ataque especulador del capitalismo mundial. Sólo Europa colectivamente puede responder con posibilidades a los ataques de la mundialización capitalista.

Necesitamos más Europa, una Europa política, que corte de raíz las apuestas a la baja en las acciones de las economías de los países miembros (las posiciones a corto plazo), destinadas a arruinarles y a hacerles claudicar para que vendan a precio de ganga lo poco público que les queda a los extorsionadores económicos. Necesitamos una UE que persiga como delito ese supuesto comportamiento de “libre mercado” que no es otra cosa que terrorismo económico, intervenga las Bolsas e investigue los fondos de inversión especulativos que están arruinando a países miembros de la Unión, quiénes son sus principales impositores, qué fortunas mundiales se encuentran detrás de los atacantes, y prohíba que desde un país miembro se produzcan dichos ataques (Reino Unido, Alemania), sometiéndosele a graves sanciones en caso de no impedir éste dichos comportamientos.   

Pero no debemos ser tampoco ingenuos. La UE hoy es un club de mercaderes profundamente desunido, donde uno de sus miembros (Alemania) impone y chantajea sus condiciones al resto, controla el riesgo de crecimiento de su deuda exportándola al resto de países socios. Sus miembros se comportan insolidariamente entre sí, se pasan la patata caliente de los problemas económicos de unos países a otros y se niegan a hacer frente coordinadamente a los ataques de los delincuentes financieros, bajo el indecente argumento de la sacrosanta “libertad de mercado”. Sus gobiernos son lacayos del capital europeo, que impone una legislación que establezca unas nuevas condiciones en las relaciones sociales entre trabajo y capital que suponen un retroceso histórico para los trabajadores. Sin embargo de los órganos políticos y administrativos de la UE proviene la dirección estratégica de las políticas de austeridad y recortes sociales que sus países miembros aplican sobre sus trabajadores. No vendrá de ellos la respuesta necesaria y contundente que domestique al perro rabioso de la economía.

¿De dónde puede venir entonces la respuesta que los países de Europa necesitan para sobrevivir a los tiburones financieros? Sólo de sus auténticas víctimas, los asalariados, si estos están dispuestos a abandonar su resignación frente a los golpes que los capitalistas y sus representantes –los gobiernos dejaron de representar a sus votantes desde el momento en que optaron por defender los intereses del capital contra los de sus gobernados- les están infligiendo, se rebelan y lo hacen a la misma escala en la que se organiza la involución social desde el liberalismo saqueador: internacionalmente.

Los enemigos de clase más poderosos de los trabajadores no son nacionales. Los grandes capitalistas de sus países están integrados dentro de una dimensión transnacional del capital y organizan sus conspiraciones contra los derechos de los trabajadores a escala mundial. Los gobiernos que aplican las contrarrevoluciones liberales son vicarios de las políticas dictadas desde la UE, el BCE, el BM y el FMI.

Sólo una acción internacionalmente coordinada de los trabajadores puede hacer frente con alguna posibilidad de éxito a las agresiones de este estanque de pirañas que atacan en manada a los trabajadores europeos y del mundo.

Por encima de los valores de solidaridad que sustentan al internacionalismo de clase, lo cierto es que la lucha de los trabajadores a escala internacional debe ser considerada como una propuesta eminentemente práctica y útil. Su función es, antes que cualquier otra consideración de tipo moral, la de lograr una concentración de fuerzas que haga posible enfrentarse a la acción del capitalismo mundializado.

Pero, a la vez que la coordinación de las luchas de los trabajadores, primero a escala europea y posteriormente mundial es sinónimo de polarización o de creación de un polo de acción que actúe como palanca de la revuelta contra el capital es también multipolaridad de luchas, necesariamente coordinadas para ser eficaces, que golpee sobre los diferentes tentáculos internacionales del capitalismo. Aquí reside la primera de sus virtudes y de sus potencialidades pero no la única.

La Huelga General Europea, que debe de ser preparatoria de un ascenso histórico de la conflictividad obrera hacia una Huelga General Mundial, posee otras cualidades de inestimable alcance:
  • Implicará una radicalidad del enfrentamiento de clase contra clase que dificulte pactos cupulares entre los sectores más moderados del movimiento obrero, el capital y los gobiernos. Poner en marcha una estrategia de este tipo implica, de algún modo, hacer que no pueda perpetrarse fácilmente una marcha atrás que traicione las reivindicaciones de los trabajadores.

  • Aporta visión global al teatro de operaciones de la lucha de clases, a la dirección de la misma y a las perspectivas de desarrollo y continuidad de dichas la revuelta social. Al superarse la visión particular de lo nacional se contempla lo que de común tiene la realidad de los trabajadores europeos y del mundo sometidos a los dictados de terror del capital.

  • Dota a la conflictividad de un eje central en torno al cuál articular otras formas de lucha que le refuercen y actúen sinérgicamente, multiplicando su capacidad de golpear certera y eficazmente sobre los órganos y ámbitos de poder del sistema económico y político, porque la Huelga General Europea ha de tener, necesariamente, un proyecto político anticapitalista, si se desea que su recorrido culmine y se agote en sí mismo.

En este sentido, acciones como las de los huelguistas franceses, realizando bloqueos de carreteras, para cortar la columna vertebral del capital, que es la distribución de mercancías y de personas, intentos de ocupaciones de las instituciones políticas como las realizadas por los estudiantes italianos en el Senado, llamamientos a huelgas de consumo, como el efectuado por la CGT española para el 21 de Diciembre (9) o la convocatoria de Eric Cantona para colapsar a los bancos, retirando cada usuario de los mismos el dinero de sus cuentas el día 7 de Diciembre (10), son iniciativas que, de tener un seguimiento social importante, pueden dañar a espacios nucleares del poder económico y hacer que éste sienta que los trabajadores hablamos su propio lenguaje, el único que ellos conocen, la violencia de dañar sus cuentas de resultados. Capitalistas, especuladores y gobernantes deben saber que, de continuar por el camino que han emprendido, no saldrán indemnes de esta guerra. El argumento reaccionario e ignorante de los timoratos y pusilánimes en tiempos de cataclismos de que dañar al capitalismo es dañarnos a nosotros mismos es estúpido y falaz. Estúpido porque, además de evidenciar el modo de pensar de quienes tienen moral de esclavos, pretende que ante agresiones brutales nos limitemos a protestas de paños calientes y pellizcos de monja y falaz porque los grandes capitalistas son desde el inicio de esta crisis sistémica mucho más ricos y nosotros mucho más pobres. Con nuestro silencio y resignación hemos salido suficientemente perjudicados como para pensar que quizá el enfrentamiento radical y virulento contra el sistema sea el único camino realista.

Una acción a considerar desde la izquierda real sería el estudio de los nombres de los multimillonarios de la lista Forbes (11), los más ricos poderosos del mundo y principales responsables de los ataques especuladores contra los países europeos que ahora los están sufriendo, especialmente desde el inicio de la crisis hasta el momento, la difusión de los principales negocios de estos criminales económicos y la convocatoria de un boicot a nivel mundial a los mismos.

La expresión Huelga General Europea parece tener para muchos, como otros nombres (revolución, socialismo, trabajadores,...) cierto poder taumatúrgico, de tal modo que su propio enunciado pudiera por si mismo concitar prodigios.

La realidad es que no existe un poder mágico de las palabras, si están no están dotadas de contenido. Muchas de ellas son expresiones gastadas y tediosas, que llegan a resultar estomagantes de tan manoseadas por el sentido místico con el que muchos ungen a su enunciado.

La Huelga General Europea, si llega a ser, tendrá sentido sólo si expresa toda la radicalidad del conflicto de clases, si tras ella hay una propuesta transformadora para derribar el capitalismo, si impedimos que sea dirigida por los sindicatos pactistas de la Confederación Europea de Sindicatos, dispuestos a traicionar a los trabajadores, a cambio de restablecer su papel de burócratas en las mesas de concertación con gobiernos y patronales, si es un punto de partida y de elevación de las luchas coordinadas a nivel europeo y no un punto de llegada o el canto del cisne de una clase trabajadora que dé en ella sus últimos coletazos.      

La situación es lo bastante grave para que los trabajadores europeos despierten, abandonen su cómodo y ridículo papel de plañideras y salgan al combate social decididos a cambiar el mundo. Eso o seguir quejándose en el bar y optar por salidas políticas cada vez más reaccionarias.




NOTAS:
(2)
(8) http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=3330. Artículo de Michel Husson: “Euroestrategia: un esbozo”

26 de noviembre de 2010

"UNA CRISIS DE GESTIÓN POLÍTICA INTERNACIONAL"

Natalia Aruguete | Página/12
Entrevista a Eric Touissant, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo

Toussaint señala que si bien la crisis afectó principalmente a los países del Norte, en China se produjeron burbujas financieras cuya explosión podría afectar a países emergentes, como la Argentina. Y denuncia que los organismos financieros internacionales como el FMI y BM mantienen las mismas políticas que llevaron a la crisis.

–¿Por qué cree que actualmente hay un entramado entre crisis económica y crisis financiera?

–Estamos enfrentando una crisis sistémica del capitalismo donde hay una interconexión entre varios aspectos: económico y financiero, pero también alimentario y climático. Podríamos también hablar de una crisis de gestión política internacional.

–¿De qué manera se manifiesta la crisis de gestión política?

–La manera de intentar gobernar a nivel mundial entró en una crisis muy importante, que quedó demostrado en la crisis del manejo internacional por parte del Grupo de los 8. En el plano económico, en general, la prensa financiera habla de una “crisis financiera”, que empezó por la crisis hipotecaria del 2007. Yo insisto en que empezó por la economía real, es decir, por una sobreproducción en el 2006 que desembocó en una crisis financiera, porque los bancos en Estados Unidos habían inventado nuevos productos derivados de deuda, basados en una especulación inmobiliaria en el mercado de los subprime. Este mercado de los subprime entró en crisis provocada por la reducción del valor de la vivienda. Y tres millones de familias, que no pudieron seguir pagando los empréstitos hipotecarios, fueron expulsadas de sus hogares en Estados Unidos.

–¿Por qué la crisis explotó en los países del Norte?

–La crisis de la deuda hipotecaria desembocó en una crisis global del sistema financiero estadounidense y del europeo porque los grandes bancos de inversión de Estados Unidos y los grandes bancos comerciales habían comprado o vendido CDOs, que tenían créditos hipotecarios integrados en esos productos estructurados. Y todo eso explotó. Esta crisis financiera, ligada a una burbuja de la deuda privada, se vio facilitada por la desregulación bancaria de final de los años ’90, que no ha sido obra de (George) Bush sino de (Bill) Clinton. Robert Rubin, secretario del Tesoro de Estados Unidos durante la gestión Clinton, en 1999 convenció al Congreso de aprobar una ley llamada Glass-Steagall, que impedía a los bancos de inversión mezclar sus actividades con bancos comerciales de depósito. Eso llevó a bancos de inversión como Lehman Brothers o Merrill Lynch a entrar directamente en el mercado hipotecario generando productos estructurados que explotaron en el 2007.

–¿Qué efectos tuvo la conversión de la deuda privada en deuda pública?

–Varios. Primero, una destrucción de valor, ya que en las cuentas de los bancos del Norte había una sobrevalorización de productos estructurados de deuda que inflaban los activos de los bancos. Debieron declarar nulos un montón de créditos porque eran créditos dudosos, imposibles de recuperar. Cuando explotó la crisis a partir del 2007, los bancos tuvieron que reconocer que en sus cuentas había un capital ficticio. Hablaban de activos tóxicos, pero es capital ficticio, ya que no cuentan con una contraparte real. Esto no sólo afectó al sistema de créditos sino también al sector industrial, porque muchas empresas no financieras en Estados Unidos habían invertido parte de sus activos en el sector financiero, como la General Motors o la General Electric. Por el contagio en la economía real, varias empresas industriales fueron declaradas en bancarrota, como la General Motors, que después fue totalmente reestructurada. Cuando el sector financiero volvió a una situación de saneamiento descubrimos que había sobreproducción en varios sectores, como el de viviendas o el automotor. Mientras que los países emergentes y, en general, los países en desarrollo lograron ser muy poco afectados por la crisis financiera y económica de los países más industrializados.

–¿A qué se debe?

–A China, que sigue con un crecimiento alto y compra materias primas –alimentos– a los países emergentes como Argentina o Brasil, que pueden mantener ingresos fiscales importantes. El segundo factor es que los bancos centrales de los países más industriales, la banca central de los Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón, decidieron reducir de manera brutal la tasa de interés a partir del 2007. La consecuencia para los países emergentes es que el refinanciamiento de su deuda externa tiene un costo manejable porque la tasa de interés es baja. Y dado que tienen reservas en divisas –debido al alto precio de las materias primas– no tienen alto riesgo financiero. El tercer factor se relaciona con que los países del Norte y Europa occidental entraron en una crisis financiera con una política de rescate bancario por la cual los gobiernos y los bancos centrales inyectaron mucha liquidez sobre las cuentas de esos bancos.

–¿Qué efectos tuvo esa política sobre los países emergentes?

–Que esos bancos reciclaron una parte de la liquidez que provenía de los bancos centrales del Norte y lo invirtieron en la Bolsa de Valores de varios países emergentes. En Brasil, en la India y en China la capitalización aumentó. Así que hubo entrada de capital, pero son capitales golondrina, de manera que puede haber un reflujo rápido y cambiaría la situación. Claramente, las economías de los países emergentes no fueron afectadas de manera importante por la crisis del 2007 y 2008, pero eso no quiere decir que no se verán afectadas en el futuro.

–¿Cómo podrían verse afectados los países periféricos?

–Puede ocurrir que la economía China entre en una situación de crisis, porque allí se desarrollaron varias burbujas en los últimos años, inmobiliaria pero también de crédito bancario interno. Esas burbujas pueden reducir de manera brutal el crecimiento chino y –peor aún– producir una recesión. Si ocurre, esto tendrá un efecto inmediato sobre los precios de las materias primas y afectará inmediatamente a Argentina, a Brasil, a todas las economías que exportan a China.

–¿Qué otros factores hay?

–Dije que los bancos centrales otorgaron créditos a una tasa muy baja a los bancos privados del Norte para permitirles arreglar sus cuentas refinanciándose a una tasa muy baja. Pero en unos años, los bancos centrales tendrán que subir nuevamente las tasas de interés. En Estados Unidos es de 0,25%, en Europa, entre 1 y 2% y en Japón del 0%, eso no puede seguir durante varios años. Si aumentan las tasas de interés, el costo de refinanciación de la deuda de los países del Sur va a aumentar. Si esto se produce, cuando los precios de materia primas bajen habrá un problema de liquidez en los países del Sur. Además, el aumento de las tasas de interés por parte de los bancos centrales tendrá otro efecto.

–¿Cuál?


–Del crédito otorgado por los bancos centrales a los bancos privados del Norte, una gran parte –una liquidez enorme– no se invirtió en la economía real, son especulaciones sobre materia prima, bonos de la deuda y otro tipo de activos. El aumento de la tasa de interés generará una reducción de las actividades especulativas en el sector de materias primas y generará, por ende, una caída de los precios de las materias primas. Finalmente, cuando los bancos centrales aumenten sus tasas de interés, la liquidez se reducirá y habrá una presión para reorganizar un reflujo de las inversiones hechas en las Bolsas de Valores en el Sur. Y habrá un reflujo hacia el Norte, porque los bancos del Norte tendrán que repatriar una parte de las inversiones que tienen en el Sur. Estos factores, los precios de las materias primas, las tasas de interés y el reflujo de capital del Sur hacia al Norte pueden afectar en los años que vienen las economías de los países emergentes.

¿La inminente crisis de la deuda a la que hace referencia tiene algún parangón con el pasado?


–La crisis de América latina de los años ’80, empezó en el ’82 con la colocación de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos al final del ’79. Hubo un aumento de la tasa de interés internacional en los años ’80 y ’81 y, a partir de entonces, una caída tremenda en los precios de las materias primas, empezando por el petróleo. México, que exportaba petróleo y había pedido muchos empréstitos a los bancos norteamericanos a tasas de interés variable, se encontró con una gran incapacidad de pago porque la deuda había variado por la decisión de la Reserva Federal y no tenía más ingresos fiscales para desembolsar la deuda.

–Como integrante de la Comisión de Auditoría de la Deuda de Ecuador, ¿qué irregularidades encontró en la forma de endeudamiento de algunos de los países de América del Sur, desde la década del ’70?

–En los años ’70, ’80 y ’90, las economías de América latina contrajeron mucha deuda bajo la forma de créditos bancarios. Hacia fines de los ’90 y en la primera década del 2000 se contrajeron, sobre todo, mediante emisión de bonos. En esto hay una característica común. Los bancos del Norte, para lograr colocar créditos en el Sur, convencieron a altos funcionarios de América latina, que aceptaron contratos que, en varios aspectos, contradicen la construcción de sus raíces. En Ecuador, varios altos funcionarios y ministros firmaron contratos con la banca privada norteamericana, en contradicción con la legalidad. Por eso, el fiscal de la República del Ecuador está enjuiciando a esos funcionarios de los años ’90. Eso ocurrió en Argentina de manera evidente durante la dictadura de (Jorge Rafael) Videla, pero también durante los ’90, hasta el Megacanje del 2001.

–¿Qué otras similitudes puede mencionar?

–Que los préstamos del Banco Mundial y del Fondo Monetario no eran para proyectos productivos o para construir hospitales o escuelas, sino para remodelar el Estado.

–Los llamados procesos de “reforma del Estado”.

–Sí. Para privatizar, modificar leyes, desregular el mercado de trabajo, desregular el sistema financiero nacional. Eran préstamos que, en realidad, estaban destinados a destruir el Estado regulador, el Estado en sus aspectos benefactores. Estos créditos también pueden ser considerados ilegítimos.

–¿Por qué?

–No sirvieron al proyecto de la Nación: mejorar las condiciones de vida o el aparato productivo. Fue una acción dolosa de los prestamistas multilaterales para volver más débiles a los Estados de América latina y ponerlos en una condición de fragilidad tremenda frente a factores internacionales de crisis. Yo había trabajado mucho el tema del Banco Mundial, pero gracias al gobierno de Ecuador tuve acceso a documentos internos de los gobiernos anteriores, que estaban dialogando con el BM, documentos que no son accesibles al público.

–¿Y qué pudo ver en esos documentos?

–Pude darme cuenta hasta qué punto el BM y el FMI dictaban las políticas adoptadas por los gobiernos. Decían: “Si ustedes no logran en el Congreso la mayoría para aprobar tales leyes, no vamos a darles créditos”. Y decidieron en varias ocasiones no dar el crédito. Por ejemplo, había varios tramos de 150 millones de dólares, ya había sido otorgado el primero y con el segundo decían: “No lo otorgamos porque el Congreso no votó el cambio de tal ley”. Es decir, una intervención de instituciones multilaterales en la vida democrática de una sociedad, una inhibición –incluso– contraria a los estatutos de tales instituciones.

–¿En qué aspectos las contradecían?


–Los estatutos del BM y el FMI dicen que no pueden intervenir en los mecanismos de decisión de los países. Ese es un argumento para declarar ilegítima y repudiable esa deuda. Gran parte de la deuda actual de América latina es en bonos y descubrimos que, en las condiciones de emisión de bonos, también hay un montón de irregularidades.

–¿Cómo cuáles?

–Para la emisión de bonos, primero se negocia de manera confidencial con los posibles compradores –los grandes bancos– en Wall Street y ellos dictan condiciones en la emisión de bonos que les son favorables. En varios casos les pagan a ministros o altos funcionario importantes cantidades en cuentas bancarias de esos bancos. Es decir que no aparece en las cuentas bancarias del ministro en su país, sino en una cuenta bancaria en el banco que va a comprar los bonos o en una cuenta bancaria en un paraíso fiscal.

–¿Cómo descubrieron este mecanismo?

–Analizando contratos, descubrimos que en un intercambio de telegramas se mencionaba que tal suma estaba transferida del Citibank a una cuenta en un paraíso fiscal ligado a la firma de un contrato, y pudimos comprobar una relación evidente. Hay condiciones a partir de las cuales los bonos se emiten. Por ejemplo, un gobierno dice: “Voy a renunciar a cualquier pleito contra los tenedores de bonos”. Es una renuncia en nombre del país. El tipo que firma eso obliga al país a cumplir un contrato de carácter internacional, pero mediante el cual el país renuncia a sus derechos soberanos. Un gobierno puede decir: “Esto era anticonstitucional, el ministro que firmó en estas condiciones cometió un delito, lo vamos a enjuiciar en el país y no reconoceremos el contrato”.

–En Argentina hay un debate sobre el uso de las reservas del Banco Central en su financiamiento al Gobierno para hacer frente a la deuda externa.

–Pienso que es un error utilizar reservas para pagar deudas. Esas deudas primero tienen que ser auditadas para identificar la parte legítima y la ilegítima. Hay que utilizar las reservas para inversiones productivas y mejorar el presupuesto público y los gastos prioritarios. Mejorar la salud, la educación, la formación profesional y crear empleo. Si un gobierno utiliza sus reservas para esto, disminuye la necesidad de pedir créditos al exterior o al interior. Hay que mantener un nivel prudente de reservas, se considera que un Banco Central debe tener reservas equivalentes a tres meses de importación. Muchos países de América latina tienen reservas que corresponden a uno, dos, tres años de importaciones. La parte que sobra la podrían utilizar en inversiones y gasto público para limitar la necesidad del Estado de contraer nuevas deudas. Hay otra versión que apunta a no tener reservas a un nivel alto.

–¿Con qué argumentos?

–Que un Banco Central tenga un alto nivel de reservas tiene un efecto inflacionario en el país. Y los bancos centrales, para limitar el efecto inflacionario en el país, emiten deuda interna. A veces, un banco central pide prestado a los bancos nacionales. En realidad, el objetivo es reducir la liquidez monetaria en circulación en ese país tratando de reducir la inflación. Si bajas tu nivel de reserva a un nivel razonable, reduces también la necesidad de endeudarte como gobierno a nivel interno. He publicado un libro que se llama El Banco del Sur y la nueva crisis internacional, donde argumento –y critico– a los gobiernos y a los bancos centrales que siguen con un altísimo nivel de reservas. Y allí crítico también el hecho de utilizar reservas para pagar deudas.

–¿Qué alternativa propone usted?

–Un gobierno puede transferir una parte de sus reservas a un fondo soberano, lo hacen varios Estados: Singapur, Malasia, los Emiratos, los productores de petróleo del Golfo, Venezuela, que tiene un fondo de desarrollo nacional. Se mantiene un cierto nivel de reservas y la parte que sobra va a un fondo desarrollo que permite hacer inversiones de distinto tipo.

–Desde hace un tiempo se debate una propuesta alternativa de arquitectura financiera en América del Sur. ¿Qué opina sobre los aspectos que están puestos en discusión?

–El Banco del Sur es un proyecto excelente y me preocupa mucho el tiempo que se está perdiendo en su lanzamiento. El acto fundacional fue el último día del mandato de Néstor Kirchner, en diciembre de 2007, pero todavía el Banco del Sur no entró en actividad. Se está perdiendo mucho tiempo porque hay muchas presiones sobre los gobiernos y, sobre todo, hay mucha hesitación de varios gobiernos en potenciar realmente el Banco del Sur.

–En su último libro, La crisis global, usted plantea que no estamos en condiciones de alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio.

–La Agencia de Naciones Unidas del PNUD, la FAO y Unicef dicen claramente que la mayoría de los objetivos no estarán garantizados en el 2015, porque hubo una degradación evidente de las condiciones de vida en gran parte de los países durante los tres últimos años. A pesar de que la comunidad internacional adoptó objetivos que son demasiado modestos –se habla de reducción de la pobreza o el analfabetismo en 15 años, no de erradicarlos–, no logra concretarlos por varias razones.

–¿Como cuáles?

–El modelo dominante, el comportamiento del Banco Mundial y del FMI, el consenso que sigue dominando las decisiones de los gobiernos, el llamado Consenso de Washington. Tanto el BM como el FMI dicen que ya no siguen más con el Consenso de Washington porque es universalmente criticable. Pero si se analizan las medidas que recomiendan a los países que han enfrentado una crisis en los últimos años se puede ver que siguen con la misma lógica. En la Asamblea General de Naciones Unidas expliqué de manera polémica esta visión.