A lo largo de mi vida he visto desfilar ante mis ojos a vendedores de burras viejas con albardas de segunda mano pero que parecen nuevas, a ilusionistas y trileros, a practicantes del timo del toco-mocho, a tahures con las cartas marcadas, a renovadores de la nada, a pirómanos que acaban en bomberos toreros, a comerciantes de botes de aire del Himalaya, a funambulistas con red, a cocineros del gato por liebre a las finas hierbas, a telepredicadores del marketing político, a utileros del sistema que juegan a parecer chicos malos para el mismo, a Césares que pretenden ser dioses sin un siervo que vaya detrás recordándoles que son hombres y mortales y a tenores que cantan operas con nuevos títulos pero letras demasiado ya viejas. Al primero lo vi y y escuché en la noche del 28 de Octubre de 1982. Al segundo le vi venir de lejos. Marx dijo aquello de la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Se le olvidó decir que, en ocasiones, las dos veces es farsa.
Pero vayamos al asunto que da título a este texto. Desde que detonó aquello del “no somos de izquierdas ni de derechas” hace tres años, se ha repetido hasta la saciedad eso de que “somos pueblo”- lo que no equivale en absoluto a clase porque pueblo es lo mismo que nación y que ciudadanos, un término global que esconde el hecho de que unos y otros están atravesados por las clases sociales y sus contradicciones- y que como pueblo, “las ideologías nos dividen, por lo que debemos unirnos todo el pueblo superando esas diferencias”, palabras más, palabras menos.
Este tipo de afirmaciones las he escuchado y leído desde la extrema derecha hasta otros supuestamente de “izquierdas” pero que llamaban a superar el eje izquierda-derecha y sustituirlo por el de “los de abajo contra los de arriba”. Tomen nota de esta última expresión porque volveré sobre ella más tarde.
Antes de continuar el desarrollo del presente texto, creo necesario hacer un esquema mínimo de lo que representan las ideologías izquierda-derecha, aceptando que posiblemente sea tildado de simplificador, algo inevitable si lo que se pretende es resumir una idea focalizando de ella sus aspectos más relevantes. Pueden ustedes pinchar con el ratón sobre la imagen.
Soy consciente de que dejo fuera del eje aspectos como la relación del individuo y las clases sociales con el Estado, el concepto de libertades, los valores morales que fundamentan los criterios de ser de izquierdas o de derechas, el concepto de justicia y otros pero, con ser estos importantes, creo que el eje económico y, dentro de él, la visión sobre la propiedad marcan las diferencias clave izquierda-derecha, no digamos ya en el marco de las crisis capitalistas y sus consecuencias sociales.
No, no he caído en ningún reduccionismo economicista. Simplemente, cuando se niega la importancia de lo económico y de lo que sucede en su marco (explotación, lucha de clases,...), me veo como Bill Clinton en la necesidad de gritar: “Es la economía, estúpidos”
Ahora bien, ¿qué pasa con lo que habitualmente entendemos por la izquierda? ¿Creen ustedes que los partidos que se definen como pertenecientes a ésta, especialmente los que tienen algún peso político, se sitúa dentro los atributos que definen la identidad de lo que ese esquema plantea que es la izquierda?
Si ustedes tuvieran tiempo y ganas y recurrieran a varios ejes de coordenadas cartesianas dónde las abcisas estuvieran en un extremo en la derecha y en el otro en la izquierda y las ordenadas representaran, atributo a atributo, la oposición derecha-izquierda, ¿dónde creen ustedes que se situarían los principales partidos de izquierdas en cuanto a cuestiones como lucha de clases, defensa (en la práctica) de lo público y de la propiedad social de los medios de producción o clases sociales a las que apelan? Sería un ejercicio entretenido y curioso, si nos atendemos a algo más que los programas electorales y vamos a cuestiones como el discurso expreso (la ideología que se defiende) o la práctica.
Quienes nos definimos de izquierda y queremos que ésta lo sea, no en base a ninguna pretendida pureza sino en consonancia con la claridad de la derecha, vemos que, cuando se llama a superar la dualidad izquierda- derecha en base a que exigir que la gente sea de izquierda para admitirla en los frentes de lucha es dividir y excluir o a que es una palabra gastada por las prácticas incoherentes de la izquierda, y se propone sustituirla por el archirrepetido arriba y abajo, se está falseando el debate. Y con ello se pretende borrar los últimos vestigios de lo que es el hilo rojo de las tradiciones históricas de la izquierda, al negar hasta el nombre que permite saber que hubo un día un pensamiento y una orientación de lucha que se reclamaron de izquierda.
Se falsea el debate porque se pretende confundir lo que son los frentes de lucha con lo que son las organizaciones políticas. ¡Pues claro que no hay porqué pedir filiación ideológica a la gente que participa en las luchas sociales con los partidos de izquierda y el movimiento sindical entre otros! Faltaría más. Lo que no quiere decir que, cuando en determinados movimientos se detecten posiciones reaccionarias, antipartidos y antipolíticos en general, no haya que denunciarlo y desenmascarar lo que hay detrás de esas posiciones. Pero los partidos y las organizaciones políticas son otra cosa. Necesitan proyectos de sociedad compartidos, valores e ideologías que los aglutinen y les doten de un mínimo de sentido, lo que no es ni monolitismo ni sectarismo, porque de lo contrario o bien se convierten en partidos todoterreno o bien en populismos que dicen a cada sector social lo que éste quiere escuchar.
Sostengo que la pretendida superación de la dualidad izquierda-derecha y las propuestas de que la primera abandone su ámbito terminológico no es un mero asunto de nominalismo en el que poco importe cómo se llame “la cosa”, sino “la cosa” en sí, como afirmó en su día el último secretario general del PCI, Aquille Ochetto, porque con su nombre se fueron los últimos vestigios del “reformismo fuerte” que había significado el PCI desde los años 60 para acabar convertido hoy en un engendro que dirige el gobierno italiano a manos del aventurero democristiano Matteo Renzzi
Sostengo también que este intento, no ya de involución, sino de liquidar a la izquierda, ya sea a través de plataformas o nuevos partidos “ni-nis” (ni de izquierdas ni de derechas sino claramente de derechas) llega en el momento apropiado para asestar o, cuando menos, intentar asestar el golpe de gracia a lo que queda de las izquierdas, reales, supuestas o mediopensionistas.
Aún recuerdo cuando un tipo que al que también votaron con “ilusión” dijo aquello de “gato negro o gato blanco, ¿qué importa? Lo importante es que cace ratones”. El héroe del momento se llamaba Felipe González y se hacía eco de la frase del conversor de China al capitalismo, Deng Xiao Ping. Hoy el gato gordo cerdea en los consejos de administración, se ha convertido en especulador multimillonario y es asesor de alguno de los hombres más ricos del mundo. Eran tiempos precursores y hasta premonitorios de lo que algunos intentan vendernos ahora.
Sostengo, en consecuencia, que esto de superar el eje izquierda-derecha llega en el momento más propicio: cuando el capitalismo da su batalla ideológica en todos los frentes, penetra con sus postulados y “teorías líquidas” en las izquierdas reformistas y éstas, algunas de las cuáles fueron tigres un día, se han convertido en mansos corderos, mientras sus aborregados hooligans venden la moto que antes compraron sus organizaciones políticas y después ellos, en un alarde de mansa ignorancia política de lo que se les viene encima frente a un fascismo de ideas fuertes y banderas al viento que conquistan las cabezas y los corazones de unas clases a los que esos partidos abandonaron hace tiempo.
No es sólo el nombre de la izquierda lo que se pretende que se abandone sino las categorías de pensamiento y de acción que conforman lo que es “ser de izquierdas”
Una vez que la izquierda se acopló al capitalismo como mejillón a la roca y que la crisis sistémica de éste le cogió con el pie cambiado, la panza prominente y la falta de resuello y coraje para combatirlo con una idea fuerte y revolucionaria, vino el proceso de intoxicación de la misma desde ideas ajenas y, en general, opuestas al mismo. Objetivo: el derribo de un edificio aquejado de aluminosis.
Me propongo en esta segunda parte hacer un listado de conceptos -no meros términos- que a lo largo del tiempo fueron tradiciones de la izquierda, antes de que ésta se acomodase en el sofá-cama del capitalismo del Estado del Bienestar, el crecimiento y el desarrollo y el aplazamiento “sine die” de la “emancipación de la explotación del hombre por el hombre” (entendido en su expresión histórica y anticipándome a que alguien me quiera crucificar por machista).
A continuación iré exponiendo y analizando los principales de esos conceptos inoculados a la izquierda desde la derecha, si bien con frecuencia esos virus son transmitidos por agentes patógenos que suelen camuflarse como populares, democráticos e incluso de izquierda.
a) Arriba y abajo: Sustituir las dualidades oposicionales empresario/capitalista vs. trabajador, o explotador vs. explotado, es un modo fullero de borrar las huellas de la opresión de clase, precisamente cuando la crisis económica y sus efectos sobre el mundo del trabajo desvelan, cada vez a más personas, una realidad que antes no les resultaba tan evidente de las relaciones entre las clases sociales. ¿Cuántos/as trabajadores/as no se han sentido en algún momento explotados en este tiempo de la crisis capitalista? ¿Cuántos/as de quienes han perdido su puesto de trabajo no se habrán dado cuenta de que no siempre es que la empresa no pueda mantenerles en nómina sino que les sustituyen porque ahorran costes sociales mientras la empresa sigue ganando dinero con menos empleados/as?
Arriba y abajo tan sólo expresan un hecho: que hay quienes se encuentran en la parte superior de la pirámide social y quienes están en la base de la misma pero ocultan el porqué. No sólo no muestran la relación que existe entre las dos clases sociales principales, porque supongo que es a las clases sociales a lo que se alude con eso de arriba y abajo, sino que la esconde. Y lo que es peor, enmascara la injusticia misma de esa dualidad/relación entre unos y otros. Porque la explicación de la diferencia entre ese arriba y abajo y de la injusticia del “statu quo” social está en la explotación de unos seres humanos por otros a través de unas relaciones sociales de producción en las que unos imponen las condiciones laborales, de trabajo y contractuales y otros no tienen otro remedio que aceptarlas o pasar a engrosar las listas del paro. He ahí la razón de que unos sean poseedores y otros desposeídos.
Esta dualidad no se da sólo entre grandes empresarios/magnates y trabajadores. Por muchos pequeños y medianos empresarios que haya la relación laboral siempre es explotadores y explotados puesto que la relación contractual, sin hablar incluso del concepto plusvalía [concepto de plusvalía para no iniciados], no es entre dos agentes en igualdad de condiciones ¿Porqué emplear otras que ocultan la naturaleza de las relaciones entre los seres humanos en el mundo productivo capitalista en base a que puedan echar para atrás a quienes las escuchan por parecer anticuadas o demasiado ideológicas y radicales? ¿Acaso radical no viene de raíz? ¿Acaso las que se proponen como alternativas tienen más valor explicativo sobre la realidad? Se empieza siendo un “moderno” y se acaba siendo un cómplice de los capitalistas al desdibujar cómo son las cosas en realidad.
Ese “raca-raca” con el que nos machaca a todas horas el partido-secta lanzado por la corporación Atresmedia, propiedad del empresario del PP, señor Lara, y en la que su socio Roures tiene participación a través La Sexta, de que hablar de capitalismo genera rechazo, de que hablar de explotación suena demasiado duro a la gente y de que hablar de izquierda echa para atrás a mucha gente es el discurso de la quinta columna del capital, de quienes buscan no ya desarmar ideológicamente a la izquierda política y sociológica española sino vaciarla de contenido, derechizarla aún más y destruirla.
Si los conceptos resultan duros en una sociedad que se ha derechizado, entre otras cosas por la propia derechización de la izquierda y su renuncia a la didáctica política y la lucha ideológica, la solución no es vaciar de contenido a lo que es la izquierda, para que ésta corra detrás de la involución social hasta alcanzarla para ver si la acepta, sino recuperar la propia identidad de la izquierda y politizar las luchas sociales y económicas también desde la recuperación de esa lucha ideológica que fue abandonada. Mucho tergiversar a Gramsci con la simplificación penosa de su concepto de hegemonía para luego practicar un entreguismo ideológico repugnante.
Es cierto que las expresiones “los de arriba” y “los de abajo” se emplean mucho en América Latina, precisamente donde la estructura de clases, en la mayoría de los países que la componen, es muy distinta que en España, ya que en ellos el papel del campesinado, y en concreto del campesinado pobre, propietario en unos casos de sus tierras y en otros no, es muy determinante. Pues bien, en esa estructura de clases y de propiedad de la tierra no siempre se da un tipo de relación dominador-dominado del tipo de la que se da entre empresario y trabajador. De ahí que en latitudes en las que esa relación no es tan evidente, salvo en los casos de los campesinos contratados en las plantaciones, la expresión arriba y abajo funcione de un modo distinto al que lo hace en nuestro contexto y exprese más bien la idea de ser poseedor o desposeído.
En cualquier caso, es significativo que un personaje como Ollanta Humala, de quien las izquierdas latinoamericanas del socialismo del siglo XXI esperaban un hermano del movimiento bolivariano, el imperialismo USA temía tal cosa y al que pronto unos y otros hubieron de descartar como tal, declarase en 2011 (año 15M): “No soy ni de izquierda ni de derecha, soy de abajo y mi tarea es unir el país”. No debe sorprendernos que un personaje derechista como Vargas Llosa declarase en ese mismo año “Sin alegría y con muchos temores yo voy a votar por Humala”. Hoy la política de Humala podría calificarse de neoconservadurismo fujimorista y de mafia matonesca, aunque sin las salvajadas en derechos humanos de Fujimori.
A la innovación del “no somos de derechas ni de izquierdas” del 15M, Democracia Real Ya, los Monedero y los Iglesias -este último afirmó, apoyándose en un politólogo (no, no es Monedero) como el desaparecido Norberto Bobbio, que tuvo una juventud fascista y posteriormente un pensamiento político social-liberal y anticomunista de pro, que “tras la caída del muro de Berlín ya no existe la lógica de la derecha y de la izquierda” -le salió pronto el añadido del “somos los de abajo y vamos a por los de arriba”. Cualquier gran empresario o el propio Jiménez Losantos le aplaudirían hasta desollarse las manos.
Pero si ya José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, fue un antecedente del “no somos de derechas ni de izquierdas” -"el movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas"-, la proposición final -"somos los de abajo y vamos a por los de arriba”- tiene su antecedente en en Ernesto Milà, teórico actual del fascismo español. Su aserto es también del primer año triunfal del 15M, el 2011. ¿Volvemos al famoso gato negro o grato blanco...para justificar el uso de tales consignas y lo que hay debajo de ellas, que no es lo que algunos pretenden hacernos creer?
La tentación de ciertas izquierdas claudicantes de sus propias ideas de convertir en sinónimos de izquierda y derecha al “abajo y arriba” es una falacia que muestra ignorancia y oportunismo a dosis iguales. Esa equivalencia no existe porque arriba y abajo serían, en el mejor de los casos, categorías sociales, mientras que izquierda y derecha lo son políticas y los conceptos no son trasladables ya que no se da una correspondencia directa entre un tipo y otro de instancias.
b) “Pobres y ricos”: Cabe decir sobre esta segunda dualidad algo muy parecido a buena parte de lo ya expresado para arriba y abajo. Enmascara, de nuevo, los motivos de esa pobreza y riqueza: la propiedad privada de los medios de producción y la relación desigual que se produce entre empresario y trabajador bajo el capitalismo porque enfatiza un hecho, el ser pobre y el ser rico, como realidades sin causa.
Al no aludir de modo directo al origen de la pobreza o de la riqueza cabe preguntarse si la riqueza es igualmente injusta en todas las circunstancias. ¿Es lo mismo la riqueza que nace de unas relaciones de producción que, bajo el capitalismo, siempre entrañan la explotación, que la proveniente de la herencia o de los caprichos de la fortuna (juegos de azar)? Parece que la herencia, incluso en los casos en los que el origen de la riqueza sea la propia explotación, no cabe calificarla de igualmente inmoral por parte de quien la recibe que por parte de quien la acumuló, a menos de que el heredero continúe ejerciéndola. Es obvio que el heredero contrae con la herencia una responsabilidad moral -acepte esa responsabilidad o no- cuál es el origen de su nueva riqueza (la explotación citada, el crimen, el tráfico de armas, personas, drogas,...) pero no entraña el proceso de acumulación de la fortuna sino su recepción. No son exactamente lo mismo una u otra. Cierto es, y éste es un asunto muy notable desde una perspectiva de emancipación e igualdad entre los seres humanos, que la herencia es esencialmente injusta por cuanto que perpetúa la propia desigualdad. El acaudalado siempre donará una herencia muy superior a la persona de renta baja. En cualquier caso, el rico heredero no se convierte en explotador en sí mismo si él a su vez no dedica esa herencia a perpetuar el mecanismo de producción empresarial de la misma.
En el caso de quien se ha convertido en rico, pongamos por caso, a través de alguna forma de lotería, es obvio que aquí no hay explotación y que, en consecuencia, en términos morales no es lo mismo que un empresario rico.
Por este lado, parece que tampoco los conceptos pobre y rico ayudan en absoluto ni en términos explicativos sobre el origen de la riqueza/pobreza ni en términos morales acerca de la misma.
Desde esa condición de foto fija que da la dualidad pobres-ricos hay algo reaccionario en la cultura que se mueve alrededor de ambos conceptos. En el campo connotativo de la pobreza entran otros términos como caridad, humildad y viejos refranes conservadores del tipo “siempre ha habido pobres y ricos y siempre los habrá” o del "arrímate al que tiene que por lo menos no te pedirá"
Pero es que además la dicotomía pobres y ricos plantea un manejo desventajoso desde una perspectiva de izquierdas porque activa el mecanismo defensivo del discurso de la derecha sobre “la envidia igualitaria” hacia la riqueza y la responsabilidad (culpa) personal del “pobre” respecto a su condición, a su éxito o a su fracaso. De ahí que, en realidad, hablar de pobres y ricos, en lugar de resultar explicativo es una idea que opera en connivencia con el estatu quo capitalista.
c) “Casta política”: Ya he aludido en otros artículos a cómo la expresión tiene su precedente en la de “clase política” elaborada por los teóricos prefascistas italianos Gaetano Mosca y Vilfredo Paretto, a quienes Mussolini nombró senadores vitalicios.
Uno de los primeros voceros del concepto de casta política fue el periodista Enric González, que el 25 de Mayo de 2007, pocos meses antes de que detonara la crisis capitalista mundial, escribe en El País -un periódico poco sospechoso de izquierdismo- un artículo titulado “La República italiana, en caída libre”. Llamativamente el neopoplismo de tendencias reaccionarios de Beppe Grillo y el M5E fueron notablemente influidos desde sus orígenes por el libro al que alude el citado artículo: “La casta”. El señor Enric González parece haberse resituado aún en una mejor plataforma periodística para defender sus ideas políticas ya que ahora escribe desde “El Mundo”. En uno de sus últimos artículos expresa desde este medio su simpatía por Podemos, gran difusor actual de la teoría de la “casta política”, que este partido recoge, a su vez, del 15M.
Es indudable que en la política institucional existen enormes y numerosos casos de corrupción, abuso de poder, eternización en cargos políticos, y otros síntomas de esclerotización de la vida política y la representación institucional. ¿Quién duda de que la puerta giratoria de la política a los consejos de administración de las grandes compañías con grandes sueldos es una cuestión que irrita sobremanera a quienes están padeciendo las consecuencias de la crisis económica?
Pero ¿tiene sentido que el tema de la “casta política” sea el asunto central de un partido que dice que hay que superar la dicotomía terminológica izquierda-derecha y que, cuando le zurran la badana en las redes sociales y en un sector de la opinión pública más formada e informada y de izquierdas, se reivindica de ésta? Sí, si lo que le importa, en realidad, es limitar su acción política a la reforma de lo institucional ¿Debe serlo en un contexto social de 6 millones de parados, más de la mitad de ellos menores de 30 años, gran parte de ellos de larga duración y que han agotado sus prestaciones de desempleo. ¿Debe serlo en el marco de un proceso de regresión de los derechos laborales, de los salarios, de las conquistas de la clase trabajadora sin precedentes?
Sin duda debe serlo,...siempre que lo que se busque no sea tanto la “regeneración” -concepto con algunas connotaciones ultraderechistas en la historia de España de principios del siglo XX- como la voladura del actual sistema de partidos, si lo que se busca es un quítate tú para ponerme yo.
Podemos entró con el tema de la casta política en la carrera electoral generalizándolo desde sus redes sociales al conjunto de la representación institucional, sin matizar. Sus fervorosos y agresivos fieles en las redes sociales incluían en ella a partidos con los que a partir del día siguiente de los resultados electorales empezaron sus dirigentes a decir que sería bueno converger (IU). A los pocos días tanto Monedero como Iglesias como el eurodiputado liebre, Jiménez Villarejo, puesto en las listas para darles lustre y tirón entre el votante de mediana edad y que acaba de anunciar que cede su puesto al siguiente de la lista -viva la ética política- ya incluían al PSOE, siempre que "haga cambios profundos" -¿cuáles?-, pero a la vez matizaban y circunscribían luego la casta política al PP y al PSOE. Hasta que el señor Monedero, hombre del aparato de Podemos, jalea a las bases para que sigan hostigando a la organización a su izquierda -no por demasiado, todo hay que decirlo-, IU (a la que Podemos copió su programa de las elecciones europeas) , diciendo aquello de “un sector de Izquierda Unida se ha hecho régimen” . Si lo sabrá él que, cuando ejercía de asesor aúlico de Llamazares, entonces coordinador general de IU, ayudó a casi hundirlo, poniéndolo a las órdenes del zapaterismo.
Estos vaivenes respecto a los límites de las organizaciones que conforman la casta política son una mezcla de improvisación, aventurerismo, falta de planteamiento estratégico y de cohesión en e discurso, parcheo sobre la marcha y oportunismo por parte de un grupo de jóvenes profesores universitarios, y de un partido que no se comía ni una rosca antes del invento de “la cosa” -Izquierda (Anti) Capitalista- con una desmedida ambición de pasar a ser parte de ella.
Ya se comporta como tal.
¿O es que no son tretas de casta, siempre según las categorizaciones de la misma que hacen estos “indignados” del partido que ya les representa, el presentar a un anciano a unas elecciones a sabiendas de que, una vez logrado el tirón electoral que su adorno en la lista de las europeas pudiera depararles, permitir que se retire, para dar paso al siguiente? ¿Eso no es engañar a los electores?
¿O es que no es un comportamiento propio de esa casta de la que tanto hablan que el cabeza de lista de Podemos, una vez elegido europarlamentario, diga que no descarta presentarse a las generales en 2016, cuando todavía le quedarán 3 años como europarlamentario? ¿Eso tampoco es engañar a los electores?
¿O es que pretende que creamos que no serán parte de lo que este partido llama “casta” sus europarlamentarios en una sociedad en la que no todo el mundo puede ser, en realidad, elegido, que no compartirá parte de la información parlamentaria que no nos llegará, que el trato dado a sus miembros electos será el mismo que el dispensado a cualquier persona común?
¿O es que no es coquetear con la casta decir, como hizo el amigo Jiménez Villarejo recientemente, que contemplan sumar al PSOE a su frente amplio de izquierdas si hace “cambios profundos” que no especificó?
¿Y díganme si no es una actitud de casta, pero de las de verdad, no simplemente política, sino de las que nos llama gilipollas al resto de los mortales que-no-somos-científicos-del CSIC-como-él, la prepotencia de jovencito soberbio de Pablo Echenique, eurodiputado de Podemos, de decir no sólo que es partidario de la experimentación con animales y llamarnos anticientíficos por este motivo a los que desde la izquierda lo rechazamos? Estos jovencitos universitarios de Podemos, sobradamente preparados porque son la generación más preparada de la historia, son tan impertinentemente fatuos que a uno le hacen pensar que en algo hemos fallado sus mayores a la hora de transmitirles no ya el hilo rojo del pensamiento de la izquierda sino la modestia necesaria que ayuda a no comportarse como botarates. Esa arrogancia la pagarán muy pronto, mucho antes que el clan de la tortilla del amigo Isodoro, de cuyo partido juegan a ser recambio.
Por otro lado, estos politólogos -¡cómo les gusta pavonearse de serlo!- debieran plantearse si el concepto “casta política” es muy científico porque las castas, para serlo, son hereditarias. Se pertenece a ellas por nacimiento y son inmóviles y rígidas. A lo que ustedes llaman casta política se entra -es cierto que no se suele salir-, no se nace en ella, no es hereditaria más que en parte -como ascenso social derivado de las facilidades de acceso que da ser hijo de don fulano o de doña zutana- y no es una como estructura estamental rígida y cerrada porque fluctúan sus componentes y la proveniencia de los mismos.
d) El 99% contra el 1%: Alguien que afirmaba tener 28 años, ser universitario, vivir en Nueva York y llamarse Chris, sin apellido que lo identificase porque, según él, trabajaba en una empresa de comunicación y no deseaba sufrir represalias, hizo la propuesta al movimiento Occupy Wall Street, desde su blog en Tumblr, de que se lanzase la consigna de “somos el 99%”. La idea es que el lema fuese acompañado de carteles con fotografías personales a las que se añadiese, además, un pequeño texto escrito a mano. Finalmente se acompañaría de la dirección occupywallst.org.
La cuestión fue planteada por Internet el 23 de Agosto del 2011 y el 8 de Septiembre fue lanzado públicamente. Un mes después el movimiento Occupy Wall Street, con toda su maquinaria ciberactivista, lo había convertido en un lema de impacto viral y desde ahí se extendió, a través de todas las franquicias indignadas del mundo como idea fuerza que unificaba al movimiento a nivel global.
Lo de menos era que el lema del supuesto 99% de oprimidos frente al que se encontraría el 1% de opresores, o más ricos del mundo, que le gusta decir a los indignados, fuese cierto. Lo importante era la contundencia y casi unanimidad de la cifra así como su capacidad de impacto, al referirse casi al 100% de la población. Nadie iba a cuestionar una cifra u otra y menos cuando su éxito se iba a ver ayudado por el impulso casi instantáneo que produce compartir y difundir lemas sencillos que apelen a las emociones y no al cerebro. ¿Acaso ha visto usted a algún ciberactivista de los que se limitan al copia y pega y al compartir de las redes sociales que se cuestione lo que está difundiendo? No les da el cerebro para hacer las dos cosas a la vez.
Como en tantas cosas en las que el movimiento de los indignados creyó haber inventado la pólvora, en un lema como éste tampoco fue original sino simplemente ligeramente más exagerado.
Liev Trotsky ya hace referencia a la cuestión de los 90 y tantos por ciento en un texto que no es precisamente de 2011 sino de mediados de abril de 1931:
“El fascista Strasser dice que el 95 por ciento del pueblo está interesado en la revolución, que por lo tanto no es una revolución de clase sino una revolución popular. Thaelmann repite a coro. En realidad, el obrero comunista debería decirle al obrero fascista: por supuesto, el 95 por ciento de la población, si es que no es el 98 por ciento, está explotada por el capital financiero. Pero esta explotación está organizada de modo jerárquico: hay explotadores, subexplotadores, subsubexplotadores, etc. Sólo gracias a esta jerarquía pueden los superexplotadores mantener sujeta a la mayoría de la nación. Para que la nación sea efectivamente capaz de reconstruirse a sí misma alrededor de un nuevo núcleo de clase, deberá ser reconstruida ideológicamente, y esto sólo podrá conseguirse si el proletariado no se disuelve a sí mismo en el “pueblo”, en la “nación”, sino que, por el contrario, desarrolla un programa de su revolución proletaria y fuerza a la pequeña burguesía a elegir entre dos regímenes” (León Trotsky.“La lucha contra el fascismo en Alemania”)
Aclaro que “la lucha contra el fascismo es Alemania” es una compilación de textos de Trotsky escritos entre 1930 y 1933,
Creo que lo que está diciendo Trotsky acerca de esas configuraciones internas de los 90 y tantos por ciento es diáfano, algo que muchos trotskistas, tan leídos ellos, que se hacían eco del lema de Occupy Wall Street a nivel mundial, parecen haber olvidado o, simplemente, en una muestra de oportunismo ramplón prefieren hacer como que no conocen su significado.
Es obvio que lo de menos es que haya un 1, un 0,5 o un 3% de magnates que concentren en sus manos una elevada proporción de las riquezas nacionales o mundiales porque el problema no es ese sino el origen de esa riqueza privada y en ese caso, la proporción de explotadores es mucho mayor que el cacareado 1%.
Una de las contradicciones fundamentales del capitalismo es que mientras la producción de bienes y riqueza es un acto colectivo (social) la apropiación del producto del trabajo (el beneficio) es un acto privado. Sean megaricos, sólo muy ricos, ricos sin más o muy acomodados, los empresarios extraen el beneficio de la actividad de sus trabajadores del mismo modo. La pequeña y mediana burguesías no están con una mano delante y otra detrás. Forman parte del mismo engranaje capitalista y, si bien, la tendencia a la concentración del capital tanto a niveles nacionales como mundiales tiende a laminarlas, ello no supone ni que estén en el mismo campo de la clase trabajadora ni que ésta deba considerarlas oprimidas ya que, en sus relaciones de producción con el trabajador, son opresores, pues no de otra forma obtienen el beneficio.
Sólo en una situación revolucionaria en la que la clase trabajadora tuviera la iniciativa y un programa socialista, cabría situar a esas burguesías subordinadas al gran capital, ante la disyuntiva de elegir campo: el de los trabajadores o el de los capitalistas.
Hacerlo en una situación en la que la iniciativa la lleva el capital equivale a sacar las castañas del fuego a la pequeña y mediana burguesías mediante un programa y un conjunto de demandas interclasistas que pone los intereses de la clase trabajadora a la cola de los de las clases medias. No otra cosa ha sido el movimiento indignado en USA o en España, así como el resto de sus franquicias.
e) Filosofía y economía del Bien Común: Es una variante del tipo de bazofia ideológica anteriormente mencionada.
Pero ello no es un problema para el pseudoizquierdista medio que cree se adhiere al “bien común” porque la carga simbólica y hasta emocional que arrastra el nombre le nubla el interés por saber más sobre este concepto y cuando muestra algún interés no se preocupa en preguntarse porqué precisamente ahora, en medio de una crisis estructural del capitalismo como quizá no haya este sufrido con anterioridad, el señor Christian Felber y compañía se sacan de la mano una teoría del capitalismo ético, comprometido con la justicia social y la solidaridad, transparente y responsable, medioambientalmente sostenible y potenciador de la cooperación. Que el gran especulador mundial y agitador de decenas de fundaciones para la organización de la disidencia controlada, George Soros, sea partidario del mismo debiera decirles algo. Pero ¡qué va! Ni les preocupa. Suena bien. Es un nombre con fuerza, el gobierno de Rafael Correa parece partidario de promoverlo y tira “pa lante”.
La Economía del Bien Común se presenta como un proyecto abierto a las empresas y surgido desde fuera de ellas, planteado como un sistema cooperativo que funciona con un modelo abierto. La realidad es que son las empresas las primeras interesadas en crear complicidades con su “capitalismo humano” en lo que representa una pretendida transposición del modelo de Estado del Bienestar, en proceso de muerte, a una especie de Corporaciones Privadas de Bienestar. Despierten. Los reyes son los padres y el capitalismo no funciona filantrópicamente sino mediante la explotación. Lo único que buscan con esta filosofía que tan bien da de comer al señor Felber es blindar una posible extensión de la critica al marco político al empresarial.
El primer intento del capitalismo de vendernos esa moto se inició con la RSC (Responsabilidad social Corporativa) o RSE (Responsabilidad Social Empresarial). Luego han venido variantes desarrolladas del mismo engendro tales como el sistema B, que es el modo ligeramente más conservador de vender el mismo producto en algunos países de América Latina como Colombia, o la Economía/Filosofía del Bien Común, la versión para “progres” cándidos y descafeinados. En esencia, de lo que estamos hablando es de una evolución de la filantropía del empresario benevolente y caritativo de perfil dickensiano, que en la Inglaterra del siglo XIX tuvo uno de sus más notables representantes en John Stuart Mill y otros notables pensadores del social-liberalismo o del capitalismo compasivo. Los señores de la Economía del Bien Común les dirán que, aunque tiene que ver con la RSC, la primera es mucho más que eso. En efecto, es palabrería más evolucionada del mismo cuento.
Voy a referirme brevemente a los antecedentes de la Economía o Filosofía del Bien Común en la RSC o RSE porque es algo que conozco directamente ya que tuve un acercamiento profesional a la cuestión durante algún tiempo.
La RSC o RSE es una práctica, especialmente de las grandes corporaciones, destinada a mejorar la valoración de las mismas, no ya desde la publicidad sino desde una estrategia que podríamos definir como de Relaciones Públicas.
El punto de arranque es que la empresa tiene un impacto en el entorno en el que se inserta, ya sea social o ambiental, y que ese impacto puede ser positivo o negativo.
El planteamiento teórico de la RSC implica una contribución de la empresa a la mejora social, económica y ambiental de tanto de su entorno (exterior) como de la comunidad que la conforma (interior).
Así las empresas se implicarían en mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores, un uso energético eficiente de la energía, gestión de recursos y residuos, implicación de la empresa en la vida de la comunidad en la que se inserta, la mejora de las oportunidades de dicha comunidad y un largo bla, bla, bla de buenos deseos.
En la práctica, la aplicación de la RSC en el interior de la empresa se aplica a reducir el potencial de conflicto laboral mientras en el exterior realiza alguna inversión puntual en infraestructuras del entorno, algún proyecto social no muy costoso o la rehabilitación de una zona contaminada, a menudo por la misma empresa que ahora trata de lavar su imagen.
Ello a cambio de comprar -literalmente- las voluntades de líderes políticos y sindicales, ecológicos o vecinales, ONGs y a la prensa del entorno.
Un ejemplo de este modo de proceder es el realizado por el la petrolera REPSOL en las ciudades en las que ubica sus refinerías.
REPSOL ha acometido importantes esfuerzos de seguridad en el shoftware informático de sus refinerías pero sus infraestructuras son viejas y manifiestamente mejorables hasta el punto de que en todas ellas se han producido graves riesgos para la seguridad de las mismas y del entorno, habiéndose dado casos de heridos entre su personal. Pues bien, una de las partidas de RSC más importantes en los entornos de las refinerías de este operador energético es el acallamiento de las potenciales críticas mediante las subvenciones, dádivas, invitaciones a eventos, privilegios, etc. a los grupos de interés locales.
Podría ponerles ejemplos de otras corporaciones pero creo que el botón expuesto es buen paradigma de cualquier otra gran corporación que aplique la RSC, el Bien Común o cualquier otro embuste de capitalismo ético.
Este tipo de teorías funcionan muy bien cuando previamente se ha sometido al prisionero -la clase trabajadora- a una presión y un castigo tan brutales que cualquier cosa que signifique aligerar mínimamente el nudo que le ahoga, lo agradecerá de forma infinita. Es una suerte de ducha escocesa: neoliberalismo salvaje primero y capitalismo compasivo después. En mis tiempos lo llamábamos el reparto de papeles entre el poli malo y el poli bueno. Pero polis o capitalistas al fin y a la postre. Porque aunque pretende pasar por un planteamiento alternativo al capitalismo de mercado y al socialismo -ahí está la clave de la cuestión- lo cierto es que, a la corta y a la larga, es capitalismo sin más, de mismo modo en que no se puede estar un poco muerto o medio embarazada. Es el ideal del depredador -pero socialmente responsable y ambientalmente sostenible, of course- por la mañana y benefactor dialogante por la noche.
El objetivo, obviamente, de la Economía del Bien Común no es el fin del sistema capitalista sino un remozamiento del mismo que le haga más aceptable por sus víctimas. A cambio, las migajas a repartir entre los pobretes serán un poquito más grandes y equitativas, siempre que ello suponga conciliación y paz sociales y renuncia a la lucha de clases.
Para quien no crea en una sociedad socialista la Economía del Bien Común estará muy bien porque es un bonito sueño de una cálida noche de verano pero entonces no digan ustedes que son de izquierdas porque ¿cuándo el capitalismo ha sido así fuera de los países nórdicos por un breve período de tiempo en 400 años de existencia? Si ustedes están dispuestos a creer que es posible un capitalismo que no se mueva por un interés de lucro es que desconocen la historia del mismo de cabo a rabo. Las 1000 y pico empresas que ya se han adscrito a la economía del Bien Común del señor Felber firmarán lo que sea con tal de mejorar su valoración en un tiempo en el que el capitalismo tiene mala prensa.
Para quienes digan que esto es mejor que nada, sinceramente sólo cabe decirles que el autoengaño es la forma más eficaz de mentirse a uno mismo.
Pues bien, el partido de profesores universitarios impulsado por los medios de comunicación del capital a un estrellato rápido -me refiero a Podemos, por si no he sido claro- es partidario de la Economía del Bien Común. IU tampoco está precisamente lejos del concepto, lo mismo que el grupo ATTAC.
f) Ciudadanos: Es otro concepto que actúa como disolvente del antagonismo de clase entre trabajadores y burguesía-
Pero es que además, por tratarse de un concepto universal -ciudadanos son todos y cada uno de los miembros de una comunidad poseedores de derechos y deberes. Desde usted, que esta leyendo este texto, hasta los ciudadanos/as Emilio Botín, Esther y Alicia Koplowitz, Amancio Ortega, Florentino Pérez, la familia Entrecanales, José Manuel Lara (Corporación Atresmedia) y tantos otros- hace tabla rasa de la existencia de clases sociales en su interior.
El concepto ciudadanos es muy pertinente cuando se refiere a las relaciones de la persona con el Estado, sus instituciones.
Pero carece de sentido cuando alude a las relaciones sociales de producción entre esos ciudadanos. ¿Son acaso los ciudadanos los que hacen huelgas generales? ¿Los empresarios contratan a ciudadanos? ¿Los despedidos de una empresa son ciudadanos? ¿El antónimo de empresario/capitalista es ciudadano? No. La característica principal que define a todos ellos es ser trabajadores. Incluso la persona que busca su primer empleo lo hace en tanto que futura trabajadora, siempre que no lo haga como empresaria.
Cuando dos personas mantienen entre sí relaciones salariales, una de ellas como realizadora de un trabajo y otra como empleadora, la primera es trabajadora y la segunda empleadora.
Carece de sentido, por tanto, hablar de ciudadanos cuando, en lo que los pensadores liberales llaman “sociedad civil”, existen relaciones sociales de producción entre empleados y empleadores, entre trabajadores y empresarios. Y éstas son claramente desiguales.
¿Por qué, entonces se habla tanto de ciudadanos/as y apenas de trabajadores/as? Sencillamente porque se intenta ocultar que las sociedades están divididas en clases sociales, que esas divisiones son, en esencia, irreconciliables en intereses y hay un interés no explícito de dirigir las demandas sólo hacia la esfera de lo político y no de lo socioeconómico. O dicho de otro modo porque, en el actual contexto de la crisis capitalista, lo que se intenta es ocultar la auténtica fuente de la desigualdad, la explotación de unos seres humanos por otros y quiénes son los auténticos responsables del paro y la brutal transferencia de las rentas del trabajo hacia las del capital. El plano de lo político acaba por convertirse en el señuelo para evitar que se cuestione el de lo económico.
Todo partido, organización o movimiento que aluda al término de ciudadanos como el colectivo al que apela actúa desde un discurso de derechas, se autocalifique a sí mismo como quiera, porque ocultar la existencia de clases sociales y de la lucha de clases y tratar de que nos olvidemos de lo que sucede en el marco de la actividad económica es, de facto, justificar la opresión de clase.
Cuestiones finales:
Después de todo este paquete infumablemente largo -no sé escribir más corto si tengo mucho que decir- quizá diga usted, con razón: ¡colega, para hablar de la lucha de clases y de que en la economía se libra la batalla contra el capitalismo, podrías haberlo hecho más corto!
Muy cierto. Pero si uno pretende desmontar todo el conjunto de heces que buscan legitimar a través de su palabrería hueca el capitalismo, hay que decir algo de cada una más allá del consabido y conciso "no soy partidario" que solemos decir por el norte.
La ofensiva sin precedentes por acabar con la dualidad política izquierda-derecha tiene en la involución ideológica su más decisiva arma de destrucción masiva.
Los motivos fundamentales de que ello esté sucediendo, por encima de la ofensiva de la derecha en el pensamiento político, se encuentran principalmente en la izquierda.
La crisis de marxismo de la que éste aún no se ha recuperado, por mucho que Marx y otros pensadores marxistas hayan regresado con gran fuerza editorial, explica mucho del brío con el que los fundamentos del pensamiento de la izquierda están siendo atacados y del modo con el que se intenta negar la dualidad, primero de la terminología izquierda-derecha, después de su oposición histórica fundamental.
Hoy muy pocos teóricos políticos relevantes se consideran marxistas, en el mundo universitario esta corriente se encuentra en franca retirada y los pensadores marxistas actuales tienen un escaso nivel frente al de sus predecesores de hace tan sólo tres o cuatro décadas.
Aquellos supuestos marxistas que han sido puestos de moda por medio de editoriales, conferencias y aparatos ideológicos del capital lo son más bien de un marxismo esotérico (Žižek , Holloway,...), por no decir otra cosa, o bien están ya dentro de corrientes postmarxistas, lo admitan o no (Negri).
No hablemos ya del pedorreo que algunas corrientes políticas se traen con “pensadores” del tipo de Derrida, Foucault, Deleuze o Guattari, entre otros. La búsqueda de lo raro, lo incomprensible (apuesto a que la gran mayoría de sus fans no los entienden), “pour épater la bourgeoisie”, no es más que la pataleta inocua del pensamiento middle class que se degrada cuanto más se aleja del “análisis concreto de la situación [y de la realidad] concreta”.
El caso contrario, el dogmatismo en el pensamiento que trata de encarcelar al marxismo en una colección de citas de autoafirmación para revolucionarios en horas bajas, lo ha esclerotizado, destruyendo su potencial transformador.
Por en medio, el gran grueso, del posibilismo, del oportunismo, del-llamémoslo-de otro-modo-para-que-no-asuste-la-gente-porque-al-fin-y-al-cabo-hablamos-de-lo-mismo, no es otra cosa que la forma vergonzante y ultrarreformista de negar los atributos configuradores de lo que es la identidad de la izquierda porque no se trata de una mera permutación de palabras sino de categorías del análisis de la realidad y un modo de ir borrando las huellas de lo que se fue en el pasado tras los pasos de a donde se va.
En este cambio de escenario hacia, primero el populismo transversal, luego hacia la derecha porque es ésta la que niega que el motor de la historia es la lucha de clases, y luego, luego...hasta el infinito y más allá, que diría Buzz Light Year, el factor generacional ha hecho estragos.
Mi generación, la que se encuentra alrededor de la cincuentena es la primera generación perdida para la izquierda. Vivió la transición y acabó transitando hacia el desclasamiento, la modorra, el desinterés por lo que no fuera vacuo, individual y socialmente aspiracional. Acabó creyéndose clase media porque vivía a crédito y trabajaba la pareja y ha despertado mal, el que lo ha hecho, en esta crisis del capitalismo. Su cabreo se amansaría cortándole los huevos a un político, no encarándose con su empresario que, al fin y al cabo, es el que le paga o espera que vuelva a contratarle, si salimos de esta crisis.
El mundo simbólico de la política que ha transmitido a sus hijos es un erial para el pensamiento y la voluntad de rebelión que necesita la izquierda para ser.
La generación más joven, sin futuro de reintegración al sistema, vive la contradicción de creerse, ensoberbecida, lo que le han contado sus aduladores de que es la generación más preparada de la historia -como si el fracaso escolar o la inadaptación de los contenidos formativos a los requerimientos del capital no existiesen y la mayoría de los jóvenes tuviera educación superior-, que va a cambiar su mundo, pero la más desreferenciada políticamente porque si algo le ha transmitido mayoritariamente mi generación es el vacío y el mito de la caverna como metáfora.
Soy pesimista sobre lo que le espera a la izquierda como corriente, dividida en mil riachuelos, confusa y atolondrada ante el cambio de la película que le están sirviendo en plato de “nouvelle cuisine” y que ni acierta, ni tiene demasiado ánimo de combatir para no ser enviada a la papelera de reciclaje la historia.
Si una batalla decisiva debiera librar, para no ser arrollada por esta nueva derecha disfrazada de renovadora de la izquierda, es la de las ideas, la de denuncia del veneno que le están inoculando, la de la reconstrucción de un pensamiento para la praxis que debe pasar por la afirmación de la lucha de clases, de la igualdad de base económica (junto a otras igualdades, por supuesto), de la propiedad social de los medios de producción (y de distribución), de saberse conformada por trabajadores/as que saben lo que son y a quienes tienen enfrente y de búsqueda de una sociedad más justa, que no puede ser la capitalista en ninguna de sus variantes, sino aquella de la que se avergüenza de ponerle el nombre que tiene porque le han dicho que fracasó y que no es moderna: socialismo. Como si el capitalismo no lo hubiera hecho desde el primer día en las dos terceras partes del mundo.
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PD: ya ven ustedes a lo que conduce el "ni-nismo" ideológico. A que aventureros, trepas, césares, iluminados, mesías, napoleoncitos y oportunistas políticos en su enésima pirueta (Izquierda Capitalista, estos últimos) acaben a hostia limpia como está pasando ahora en Podemos.
Pero sí que han servido para algo: para frenar el ascenso enorme de IU que aventuraban las encuestas antes de la aparición de la operación coleta ¿De qué si no el capital le iba a poner la alfombra mágica de sus medios de comunicación? Incluso aquellos que parecían atacarle lo hacía para enfatizar un izquierdismo del que carecían y tratar de que ello sirviera para hacer luz de gas sobre la otra formación mencionada, que sí es de izquierda, aunque para mi gusto demasiado moderada.
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Gracias por la entrada, muy sencillo y bien explicado.En base a tus reflexiones casi se puede decir que no existen partidos de izquierdas en España, y gran parte de la poblacion tambien con ideologia de derechas, mayormente es lo que yo percibo. Yo creo que pesa mucho el periodo franquista , la guerra que montaron cuando el sistema politico se escapo de su control, la limpieza ideologica y fisica durante la dictadura,ect despues a partir de la supuesta "transicion", la manipulacion y la intoxicacion dia a dia como un rodillo de los medios de comunicacion.
ResponderEliminarSaludos.
Quien haya llegado hasta auí sin sentir dolor en la zona occipital del cerebro, que levante la mano... ( así sabrá por dónde le da el aire)
ResponderEliminarSi usted lo dice, Tomas HG, será...Siento ser causante de su dolor en la zona occipital. Algún tipo de analgésico podría serle útil.
EliminarNunca he sido partidario del "conmigo o contra mí". La realidad se puede analizar en base a muchas ópticas, incluso obviando que entre lo "blanco y lo negro" existen infinidad de matices.
ResponderEliminarPienso que el incidir en diferencias ideológicas y marcarlas como fronteras infranqueables nos separa, algo que inequívocamente redunda en beneficio de quienes se reparten el pastel. A ellos las ideologías les importan un carajo, las mantienen pero sólo valoran los beneficios obtenidos. El resto, debatimos en trono a esas ideologías aferrándonos a ellas y luego nos "sorprendemos" de que los beneficios obtenidos (económicos, calidad de vida, derechos...) tengan una sola característica: son menguantes.
Salí "del armario" de la izquierda-derecha hace mucho, ahora prefiero observar mi entorno social en clave ricos-pobres y encuentro otros matices que antes no veía. Las legítimas reclamaciones de la izquierda, las veo como lógicas, así como las que describes como de derechas, las veo propias de quien busca el beneficio a costa de los demás.
Quizá el mayor problema que tiene la sociedad es el de que la izquierda se apropie de una serie de valores que a una gran mayoría de la sociedad le pueden resultar atractivos, pero que, en el momento que son esgrimidos como patrimonio de la izquierda, causan rechazo en quienes no se sienten contrarios a esta "mano de la política". En ello contribuyen exitosamente determinados medios y tertulianos calificando, no de izuierda, si no de extrema izquierda a quienes los reclamamos en clave de justicia social.
Si realmente aspiramos a dar la vuelta al estado, devolver la soberanía a la sociedad y que este sea garante de los derechos y deberes de quienes en él vivimos, necesariamente tenemos que contar con quienes creen que son de derechas pero que padecen los mismos problemas que nosotros.
No se trata de "centrismo" ni tibiezas que no llevan a ninguna parte. Se trata de que la realidad socioeconómica que padecemos resquebraje las diferencias ideológicas y las sustituya por una lógica que muchos denominan del "bien común".
Tiene usted razón. La realidad se puede analizar desde muchas ópticas. la que he expuesto aquí es la mía.
EliminarHabla usted, después de que he denunciado el discurso ese de que "las ideologías nos separan", "del pobres y ricos", de "bien común". Está claro que o no leyó el texto de forma detenida o simplemente es usted un ejemplo de lo que hablo en el texto.
Dice usted que la izquierda se apropia de cuestiones que a una mayoría le pueden resultar atractivos. Pero es que no se apropia la izquierda de nada porque le pertenece como conquistas históricas del movimiento obrero, el sindicalismo y los partidos de izquierda durante el siglo XIX y gran parte del XX.
Por lo demás, en relación con la mención que hace usted del Estado, creo ver un discurso que proviene del liberalismo: la idea de "sociedad civil", que no es lo que comúnmente se entiende como tal sino la concepción de la sociedad y el individuo frente al Estado . Tengo la impresión de que este discurso no lo hace usted desde el pensamiento libertario, ya que dice no tener ideología.
El problema es dónde sustenta usted su discurso:¿en qué presupuestos? Porque la realidad es que siempre son ideológicos. Y los suyos están muchos más cerca de la derecha que de la izquierda, por mucho que defienda usted lo público ("los beneficios obtenidos"). El problema no es lo que uno quiere defender sino lo que, en realidad, acaba defendiendo
Tienes razón, no he llegado a leeer el artículo entero, simplemente me ha sido imposible.
EliminarEntiendo que puedas tener un sinfín de argumentos para defender la posición del "ni-ni" como defensor (consciente o inconscientemente) de la derecha, pero reducirlo en tu respuestas en los comentarios, así como usar en el artículo la referencia a José Antonio Primo de Rivera como "ni-ni", sería el equivalente a calificar de PPero cualquiera que luche por los derechos humanos, la libertad o la democracia cada vez que alguien del PP se autoproclame defensor de los mismos, sólo por poner un ejemplo.
Respecto al tema ricos-pobres, arriba o abajo, casta, etc., habrá muchas maneras de decirlo, se podrá argumentar cualquier matiz que induzca a pensar que el argumento es equivocado, pero detrás de todo ello, desde mi parecer, sólo encuentro una referencia a quienes se benefician de un sistema que implica el prejuicio para una mayoría. Para mí es así de sencillo, no considero la riqueza ilícita por naturaleza, lo que condeno es que esa riqueza se haya conseguido sobre el perjuicio a otras personas (con todas las consideraciones que esto pueda tener).
El panorama nacional, así como el global es lo que nos muestra: una mayoría creciente de gente en la miseria o en riesgo de miseria mientras una minoría sigue enriqueciéndose, simplemente porque el sistema lo permite.
Podrás seguir argumentando que los que no partimos de tu posición somos "lo opuesto", parte del problema que hay que resolver. Tampoco es mi intención negar que infinidad de derechos se han conseguido por la lucha de la izquierda a lo largo de décadas.
Simplemente considero que la validez de esos derechos, así como muchas más reclamaciones, son legítimas, no ya por la ideología que las defiende, si no por pura lógica. Partiendo de una España dividida ideológicamente, ya puestos "ideo-ilógicamente", hay gente que encontrando razonables muchas propuestas de la izquierda se cierran en banda simplemente porque se consideran de derechas. Me parece más interesante por ello debatir desde la lógica, esto no significa ceder en las reclamaciones, si no dejar a un lado las ideologías que impiden que hablemos un mismo idioma.
Algo está cambiando cuando puedo debatir con los mismos argumentos que hace 10 años (por poner una fecha) y quien antes me acusaba de usar argumentos de extrema izquierda, ahora no se aferra a esa lucha ideológica y encuentra razonables las reclamaciones que antes rechazaba.
El enemigo a derrotar está en la élite, en quienes sacan beneficio del sistema... simplemente porque este sistema legitima el beneficio particular en deterioro del beneficio colectivo. Hay quien se ha apropiado del término "casta", que podrá ser más o menos afortunado. Lo llamemos como lo llamemos lo que hay es un grupo de gente que conduce el sistema, lo manipula y le da forma para su EXCLUSIVO beneficio.
Desde la discrepancia (en este tema, no así en otros), un saludo y gracias por molestarte en leer los comentarios y responderlos.
Siempre leo los comentarios discrepantes y los respondo, al igual que los de quienes piden mi opinión o me preguntan sobre algún tema en particular.
EliminarPor lo que se refiere a que a usted le fue imposible leerse todo el texto, me parece una pobre excusa porque opinar sin conocer todo el desarrollo del argumento del otro equivale a tener media visión del debate.
Usar el argumento de Primo de Rivera no equivale a lo que usted pretende (eso de calificar de PPero a alguien que defienda los derechos humanos, la libertad o la democracia), principalmente porque Falange, como los fascismos europeos, fueron los primeros en teorizar eso de salir del campo confrontación izquierda-derecha y eso forzosamente ha de significar algo que quizá a usted se le escape pero a mí no.
En cuanto a que usted no considere la riqueza ilícita por naturaleza tiene usted toda la razón ya que, dentro del capitalismo, la riqueza es legal. Porque eso es lo que significa lícito o ilícito (legal o ilegal). No significa justo, como parece dar usted a entender con el uso de término.
La mayoría de gente creciente en la miseria proviene, no de una élite, como usted pretende argumentar, sino de la contradicción fundamental del capitalismo: que mientras la producción de bienes y riqueza es un acto colectivo (social) la apropiación del producto del trabajo (el beneficio) es un acto privado. Y en esa producción de la miseria creciente participa por igual la pequeña y la mediana empresa porque el excedente de la riqueza obtenida por ellas proviene de la plusvalía extraída al trabajador, que es creciente en la medida en que menguan los salarios del trabajador, que en esta crisis capitalista lo han hecho mucho.
Insiste usted en que es necesario superar los debates ideológicos como si esto fuera posible. No lo es porque se hable de izquierdas o de derechas o de ni de izquierdas ni de derechas, la ideología, como conjunto de creencias, está siempre presente, por mucho que se disfrace el asunto como no ideológico. ¿O acaso no lo es sostener, como hace usted, que no considera "ilícita" la riqueza, excepto en las salvedades que establece, lo que equivale a considerarla "ilícita". De hecho, lo que usted llama debatir desde la lógica no es otra cosa que un presupuesto "ideológico". No hay nada lógico, no hay universales, ni consenso social de valores, que diría Habermas. Detrás siempre hay un planteamiento moral, que es la base de lo ideológico. ¿O es que no le basta como ejemplo el debate del aborto o el de la pena de muerte en USA? Lo ideológico siempre estará presente porque forma parte del ser humano, que construye la realidad con "ide-as". Es tan ideológico negar las ideologías para buscar lo que usted llama lógica como afirman que existen: Sólo que la segunda opción hace menos trampas y es más acorde con la realidad.
Y sí, algo está cambiando desde hace 10 años, como dice usted. ¿Sabe lo que es? Que ahora le aprieta la horma del zapato a mucha gente a la que todo el tema de la justicia social, la igualdad y los derechos y conquistas históricas le importaban un carajo. la gran mayoría de ellos volverán a su estado anterior en cuanto les vaya un poco mejor porque la ideología que se les ha inculcado en estos años de resistencia es penosa y desclasante, más de lo que ya estaban.
Por lo demás, déjese de personas (élite) y demás zarandajas. Es el carácter del sistema el que pide el empobrecimiento de la mayoría para que los empresarios vivan. Si el capitalismo no concentrase la riqueza, el sistema económico colapsaría porque se basa en el principio de la acumulación del beneficio.
Bueno, puedes sustituir la palabra lícito por moral o ilícito por inmoral. Lo que marca mi forma de entenderlo es la parte en que el acumular bienes o riqueza supone un perjuicio para otros. Esto me lleva a estar de acuerdo en tu análisis sobre lo poco que le ha importado el debate sobre justicia social a la sociedad.
EliminarLo que aparentemente puede parecernos legal o moral en nuestro país con respecto al trabajo como forma de enriquecimiento no deja de sostenerse en base a un sistema que se sustenta sobre la desigualdad a nivel global. Empezamos (como sociedad) a ver los profundos desequilibrios, pero no somos capaces de extrapolarlos más allá de nuestras fronteras.
De alguna manera, como sociedad, reproducimos los mismos patrones que estas élites. Esta gente da por sentado que su status les pone por encima del resto siendo así como nosotros actuamos con respecto a las sociedades de otros países en vías de desarrollo. Nos despreocupamos totalmente de los efectos que pueda tener sobre otros el hecho de que nuestra economía marche bien.
En esa linea, al final el margen de "enriquecimiento moralmente aceptable" es pequeño, por lo menos en mi caso, no es mayor que lo que deseo para otros.
Mi intención a la hora de hablar sobre el enriquecimiento era esta y no otra. Siento haberme equivocado en el término.
Puede que el debate ideológico o a-ideológico esté sujeto a posiciones ideológicas. Sea lo que sea, entiendo que las ideologías suponen un camino a lo largo de la historia. Unas desaparecen, otras perduran. La única que sale beneficiada continuamente es la que podemos asociar a la derecha, el beneficio exclusivo de una minoría.
Hemos disfrutado de una "hapy-hour" de libertades después de luchar por ello. ¿Y? Como dices, nos desentendimos de la lucha. Lo difícil no es conseguir algo, más difícil es mantenerlo, es lo que olvidamos, que la meta no es conseguir libertades si no mantenerlas.
Sé que es un debate difícil, con términos que podemos entender de diferentes maneras... hoy palabras como libertad, democracia han sido desvirtuadas totalmente. ¿Pedimos libertad? ¿O nuestra libertad?...
Respecto al postulado falangista, mis convicciones, mi ideología si eso es lo que crees que es, no es fruto de su mensaje. Igualmente puede que denominar "élite" a ese grupo de gente que da forma al sistema no sea de tu agrado. De alguna manera hay que definirlos cuando no son sólo empresarios, o "altoempresarios" más bien. Hay un sostén político y mediático.
Por otro lado, no entiendo donde he podido dar a entender que "la mayoría de gente creciente en la miseria proviene de una élite". Ellos no pierden nunca, siempre sacan provecho. Quien haya creído que por crecer a costa de este sistema será su equivalente está profundamente equivocado. Somos su granja, su expltoación intensiva; para ellos, "clase media" o "clase baja", no somos diferentes de aquellos que se ven obligados a saltar vallas o cruzar en pateras.
Asumo que el cambio que necesitamos es profundo, simplemente pienso que prefiero tener a mi lado a gente que comparte mis problemas a tenerlos enfrente por cuestión de un debate ideológico en base a "izquierda-derecha". Es posible que nuestras metas sean las mismas, lo que no estoy dispuesto es a seguir profundizando en unas divisiones que juegan en nuestra contra. La principal ventaja de quienes exprimen el mundo a su conveniencia es nuestra división.
No era mi intención hacer de esto un debate extenso. Por cierto, prefiero el tuteo que el tratamiento de "usted".
Bueno, he seguido leyendo, todavía sin acabar. Me cuesta, simplemente, y no es un reproche, pero este artículo se me ha hecho especialmente denso.
EliminarManejas tu propia descripción de palabras como ciudadano, "bien común", etc, de manera crítica. Es entendible. Ahora, que George Soros la predique, al igual que lo mantenido sobre las clases por parte de la Falange, no implica que otras personas lo entendamos de la misma manera.
Entro en este tema, porque aún mi anterior comentario no ha sido editado y pienso que he utilizado ese término, así que espero que este comentario te llegue antes de que se publique.
Aún así en mi forma de entenderlo y como ya te expresé, cualquier beneficio obtenido a costa del perjuicio a otros me parece inmoral, insostenible. Partiendo de ahí, entiendo que el bien común pueda cambiar radicalmente de significado.
Al final, parte de nuestras diferencias a la hora de entender esto, pienso que radican en el significado de estas palabras. Son palabras expropiadas, palabras explotadas, palabras desprovistas de su contenido original, edulcoradas y vendidas al consumidor. Es el capitalismo aplicado al lenguaje.
Donde terrorista es quien empuña un arma pero no quien atenaza a la sociedad con el pánico a no saber si podrán mantener a sus hijos, donde los daños al "erario público" se cuantifican en contenedores quemados, no en millones defraudados o mal invertidos.
Entiendo perfectamente lo de la "disidencia controlada", llamemosles élites, diseñadores del sistema, como quieras, como reza el dicho "para cuando nosotros llegamos ellos están de vuelta", perpetúan el engaño introduciendo títeres de discursos prometedores, generando división, generando esperanzas sin futuro alguno.
Encuentro más que razonable la denuncia, la encuentro necesaria. Pero no hay que seguirles el juego. No todos los que no nos identificamos con derecha o izquierda, estamos por definición a la derecha, no todos los que creemos en una economía, en una sociedad enfocada hacia el bien común, comulgamos con los postulados de Soros.
El sistema contamina cualquier aspecto que analizemos, desde el lenguaje, la educación, la disidencia contolada de los "antisistema", el ecologismo... da igual lo que analicemos que ellos ya han "pasado por allí".
Ahora que alguien defienda el respeto al entorno natural, no significa que comparta las metas de la "petrolíferamente subvencionada" Greenpeace. Hay gente que llega a determinadas conclusiones por su experiencia, por su recorrido, independientemente de que casi 100 años atrás un fascista utilizara los mismos términos para dar un mensaje totalmente opuesto en sus intenciones.
Más allá de las palabras que nos son expropiadas, que en vez de servir para incomunicarnos, deberían servir para comunicarnos, hay intenciones, ideales (ideología si es que prefieres llamarla así). Pero mientras pasamos el tiempo construyendo barreras, discutiendo en torno a abismos prefabricados, ellos siguen avanzando.
Antes que nada, permítame que siga empleando el usted como segunda persona del singular de respeto, no de distancia ni de animadversión. Suelo usarlo con frecuencia. El tú lo reservo para cuando se ha creado una confianza suficiente con el interlocutor o bien cuando reparto cera. En cualquier caso, creo que ambos estamos empezando a encontrar puntos de vista menos confrontados y eso es bueno. Por su parte me gustaría que se sienta cómodo en el tratamiento que le sea más usual.
EliminarHay una serie de párrafos de su último comentario sobre los que no tengo nada que decir porque los comparto básicamente, si bien con alguna posible matización que creo muy secundaria en estos momentos.
Dice usted que de alguna manera hay que llamar a lo que no son sólo empresarios o alto-empresarios y que por eso usa el término élite. Creo que está pensando en los grandes especuladores internacionales (George Soros y cía.). Lo cierto es que los grandes especuladores internacionales (la bolsa) son también empresarios por origen o por llegada. Soros lo es como uno de los máximos accionistas de Monsanto, entre otras muchas compañías que maneja.
Respecto a lo que comenta en el párrafo anterior de la libertad y el para quién me trae al recuerdo la frase de Lenin "libertad para qué", que no la cuestionaba sino que se planteaba sobre su destino. Otra cosa es cómo acabara aquello con la supresión de las libertades (de expresión, opinión, asociación, reunión, manifestación, que son las que me importan, no la de empresa, que también lo es, según a qué fuentes político-filosófico-ideológicas nos acojamos).
En cuanto a la frase "la mayoría de gente creciente en la miseria proviene de una élite" no es suya, ni he interpretado tal, sino mía y mal empleada. Cuando decía tal no me refería a de dónde viene ese empobrecimiento sino quién es el causante. Pero hay usos verbales que inducen a confusión y en este caso es lo que me ha ocurrido.
Con el tiempo comprenderá que el uso, por mi parte, de las categorías "izquierda y derecha" no es ocioso sino que responde a una realidad: el trasfondo profundo que hay tras los términos. Lo que hoy separa puede que mañana una sencillamente porque cuando empleo términos como clase en lugar de ciudadanos, por ejemplo, lo que hago es ir a la raíz de las cosas (su radicalidad, si me permite decirlo). Y lo mismo con todos los que he desarrollado y analizado en el texto que estamos discutiendo.
No me importa que el debate haya sido extenso si nos acercado un poco. Usted llegó con una actitud respetuosa y con un deseo de debate franco y eso provocó que yo le haya respondido gustoso en cada caso.
Y ahora carpe diem, que el finde se escapa.
Salud
Sí, soy denso de leer, no ya porque llene los párrafos de subordinadas, que también, sino porque introduzco muchas ideas en ellos. Tenía que haber seguido el sistema Azorín: sujeto-verbo-predicado y frase siguiente. No lo hice y me cuesta ya cambiar la estructura del texto. En el asunto de las ideas soy mucho más flexible, que no ingenuo para adoptar todo lo nuevo. Suelo ver cuánto hay de viejo en lo que se nos adorna como moderno.
EliminarA nivel individual, es posible que muchos creamos que interpretamos la realidad de un modo independiente. Pocas veces es así. Decían Marx y Engels en "La ideología alemana" que "Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época" y, sin embargo, creían y yo también, que era/es posible la emancipación humana.
Vivimos tiempos en los que la política se ha convertido sobre todo en comunicación que nace de los grandes medios de comunicación (incluidos los modernos), que nunca son asépticos, sino que pertenecen al capital. En ellos las grandes fundaciones globalistas, los lobbys, los generadores de opinión, pagados por el capital, escrutan la realidad y la performan. Esto viene a cuento del amigo Soros. ¿Sabe que él, que hundió la libra esterlina en su día con su especulación, es a la vez mecenas de multitud de fundaciones para orientar tanto el pensamiento conservador como el progresista. Le pongo un enlace de otro artículo mío de hace poco ( ¿Cómo lograr que la izquierda trabaje para la derecha con éxito?...para la derecha: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/05/como-lograr-que-la-izquierda-trabaje.html). En él hablo, entre otras cosas, también del amigo Soros y de cómo pastorea algunos grupos "progresistas", a través de qué canales. ¿Jugar con dos valores a la vez, como en bolsa? Claro, así se contamina el pensamiento alternativo y se crean las "disidencias controladas" ¿O es que los Soros de este mundo iban a dar puntada sin hilo y promocionar a sus enterradores?
Estos mecenazgos no son a cambio de nada sino de vender nuestra propia libertad. Individualmente, cada uno de nosotros puede tener deseos emancipadores pero, cuando las categorías de nuestro pensamiento han sido performadas antes, el camino de la emancipación del ser humano tomado en muchos casos, no lo hemos elegido nosotros ni es otra cosa que un espejismo, un señuelo que nos tienden para hacernos creer que hemos encontrado la vía de liberarnos cuando lo que ha ocurrido es que nos han construido nuestra propia cárcel a la medida inversa de nuestros sueños. Decía la novela 1984: "El que controla el pasado, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado".
No, no son "barreras" ni "abismos prefabricados" buscar en las tradiciones propias aquello que aún sigue siendo válido y no en las ajenas.
George Lakoff, poco sospechoso de izquierdismo simplemente simpatizaba con el Partido Demócrata USA) lo dejaba claro en su libro "No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político" (elefante por el logo del Partido Republicano). Las máximas que exponía en su capítulo 1 son muy esclarecedoras: 1. Reconoce lo que los conservadores han hecho bien y nosotros mal. 2. No pienses en un elefante, no te sometas a su marco. 3. Decir simplemente la verdad no funciona: enmárcala. 4. Habla siempre desde la propia perspectiva moral. 5. Entiende bien lo que dicen ellos, de dónde viene, prevelo. 6. Piensa estratégicamente. 7. Crea iniciativas de pendiente resbaladiza. 8. Recuerda que los votantes eligen no por sus intereses, sino por sus valores. 9. Únete y coopera con otros progresistas, aunque sean de intereses diferentes. 10. Se proactivo, no reactivo. 11. Intenta activar tu marco en los indecisos, no gires a la derecha buscándoles.
me ha sido imposible sobreponerme al meme "ad hominem" del principio.
ResponderEliminar¿Y eso de que la derecha es libertad de empresa? Los falangistas (entre los que no me encuentro, pero tengo amigos) son sindicalistas, háblales del capitalismo a ver que te dicen.
Según su artículo si hay cosas que me convence de la derecha y cosas que me convencen de la izquierda, soy un fascista.
Yo soy un demócrata a todos los efectos y a mi que usted trace una línea para decir que los que no están de acuerdo con estas ideologías es un fascista me parece, valaga la redundancia, fascista.
Ahora dele vueltas, pero por favor no empiece llamándome facha
a) No necesito llamarle nada. Simplemente creo que basta con leer lo que usted dice.
Eliminarb) Los primeros que dijeron en España que no eran ni de derechas ni de izquierdas fueron los de Falange Española. Léase la cita de José Antonio. Está en el texto. Es del acto de Fundación de la Falange.
c) Dice usted que hable del capitalismo a los falangistas a ver qué me dicen. No necesito hablarles de nada. El levantamiento del 18 de Julio de 1936 fue financiado entre otros capitalistas por Juan March, el mayor banquero del momento. Creo que no era anticapitalista.
Etiquetar a alguien como fascista por usar esos términos es una falacia terrible. Juzga a las personas por sus hechos no por sus palabras. Encasillamientos y prejuicios nunca son compañeros de la claridad.
ResponderEliminarHasta en el título se ve que cuando hablo de los "ni-nis" (ni de derechas ni de izquierdas) digo que hacen un discurso de derechas. Ahora bien, si usted se siente más a gusto siendo tildado de fascista, no será yo quien le lleve la contraria.
EliminarUsted pretende que etiquetar políticamente por los los términos "es una falacia terrible". Desconozco si conoce usted qué significa falacia.
A lo largo de todo mi artículo he argumentado que los términos no son sólo términos sino que conforman categorías de pensamiento; algo que quienes los emplean tanto, siendo polítólogos, como tanto les gusta decir a los principales líderes de PODEMOS, debieran saber. Eso me basta para juzgar a las personas también por las palabras, que en muchos casos están recogidas de pensadores fascistas y prefascistas. Si usted no lo sabe o se niega a saberlo, estos "politólogos" sí que los saben, y si no lo saben, debieran estar fuera de la Universidad como profesores, ya que no debieran ni siquiera tener el título en Ciencias Políticas.
Pide usted que juzgue por los hechos. Mire, podría ponerle mil ejemplos de lo que digo pero, de momento, Podemos ha desoído el llamamiento a una convocatoria unitaria para la manifestación de esta tarde (sábado 7 de Junio) por el referéndum por la República: http://www.eldiario.es/politica/izquierdas-ciudadania-referendum-monarquia-republica_0_267723673.html
¿La forma en que fueron convocados como excusa? Es la que ha usado Podemos en sus convocatorias a otras organizaciones.
Por lo demás, me da la impresión de que usted ha cogido lo de que yo etiqueto de "fascistas" a partir de una imagen de Robin y Batman en el artículo. Pero éste está situado justo debajo de las palabras de José Antonio Primo de Rivera, otro que decía también que no era "ni de derechas ni de izquierdas". Está claro que eso de que la imagen vale más que mil palabras es válido para los no acostumbrados a leer. Tenga usted buenos días y vaya a la manifestación de esta tarde, aunque la convocatoria non proceda de Podemos.
Hola, Marat
ResponderEliminarTan solo comentarte que un compañero de trabajo y yo te leemos con regularidad, y que, estemos o no de acuerdo contigo, agradecemos mucho tu trabajo desinteresado. Ando ahora un poco cansado, pero algún día quisiera conversar contigo sobre los densos debates que sobre las clases sociales se desarrollaron en el seno del marxismo allá por los setenta y ochenta. Honestamente, no soy tan creyente como tú –soy más bien escéptico, pero no soy un lelo postmoderno y tercerista que aboga por la superación de la dicotomía izquierda/ derecha–. Sea como fuere, va en este comentario nuestro agradecimiento por tus trabajados escritos, que no dudamos en calificar, a veces, como un verdadero servicio público.
Un saludo.
"Sacar las castañas del fuego a las clases medias". Esto me ha trastocado y hecho reflexionar. Te felicito por el gran articulo cuyo analisis permite tomar mayor perspectiva.
ResponderEliminarSiempre lo digo, pero poca gente en mi entorno me escucha o me cree: si se presume de no tener ideología, entonces se es fascista, sensu stricto. Como los de los años 30. O sea, fascista - fascista.
ResponderEliminarBravo como siempre.
ResponderEliminarLas izquierdas empiezan a jugarle al poli bueno poli malo a las derechas especularmente, aprendiendo la lección. Por eso considero tus certeros análisis más necesarios que nunca... y que Podemos o IU no los pierdan de vista. Para que las izquierdas pongan a jugar ahora a su juego a las derechas en beneficio de las izquierdas. Es decir, de las clases trabajadoras. Y en efecto hay que empezar desde abajo: parados, desahuciados, hiperexplotados, expulsados del campo, industria, minería, etc.. ni-nis... todos ellos prioritarios antes que las menguantes pero aún clases medias.
Siempre tu lector atento, y abogado del diablo en todos los flancos cuando haga falta.
Insisto: bravo.
Saludos Marat!
ResponderEliminarHay una cuestión que me gustaría (si tiene tiempo y ganas) que me resolviera y es la de la especulación: supongo que la gente que amasa una fortuna a base de especular forma parte de la burguesía, aunque en principio su riqueza no provenga de la extracción de la plusvalía de los trabajadores; ¿podríamos decir entonces (imaginemos que el capital inicial con el que empieza a especular proviene de los juegos de azar) que los especuladores no son explotadores?
Gracias y adelante con sus reflexiones, más necesarias que nunca porque suponen un fuerte rearme ideológco
Muy buena la pregunta, Neo Setrill:
EliminarLa respuesta no es sencilla. Una parte de ella la da usted cuando alude a la extracción de plusvalía de los trabajadores.
Aún así sigue siendo complicada dicha respuesta, más aún si mezclamos la cuestión de que el origen del dinero destinado a especular pueda provenir de los juegos de azar.
Voy a lanzarme a esa respuesta partiendo del significado de especulación: alteración del precio de las cosas, mediante la compra y venta de las mismas, no buscando el disfrute del producto/servicio, sino el beneficio obtenido de la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta.
¿Es necesaria la especulación para la sociedad?: creo que no, en la medida en que no sólo no aporta valor añadido al producto/servicio sino que además el especulador se convierte en un eslabón más, innecesario, entre vendedor de origen y comprador final. En definitiva, el especulador es un ser que parasita la economía real.
¿Efectos de la especulación sobre la economía?: además de que la alteración del precio de las cosas en bienes de primera necesidad -una vivienda, por ejemplo- acabaría por impedir a una parte de los compradores de menor capacidad adquisitiva su compra -se podría discutir si lo deseable sería que las personas comprasen vivienda o la alquilasen pero la realidad en España es que el alquiler puede resultar en cada mensualidad más caro o de igual precio que el precio de la hipoteca pagada cada mes- la realidad es que la especulación, cuando es masiva y sostenida en el tiempo, acaba produciendo burbujas. Y ya sabemos las consecuencias de éstas para las clases trabajadoras y populares.
En definitiva, y dejando claro que no soy una autoridad en la cuestión, tal y como lo veo, cabría dejar el término explotador para quien vive del trabajo ajeno mediante contrato laboral -e incluso mercantil cuando el proveedor autónomo lo es dependiente y tampoco puede afectar a la negociación sobre sus emolumentos- y el de criminal (por muy legal que sea el ejercicio de la especulación) para el especulador. Por cierto, además de tener su origen en la usura, la banca y el prestamista son también especuladores, puesto que alteran el precio real de las cosas (el dinero es una mercancía más que actúa como equivalente general de todas las demás para permitir su intercambio), al ponerles un interés habitualmente excesivo incluso para cubrir pérdidas de posibles impagos.
Espero que mi respuesta sea de su satisfacción.
Gracias por la respuesta.
ResponderEliminarAhora le haré otra pregunta (si abuso mucho haciéndole preguntas, no tenga inconveniente en decirmelo, pero veo que usted tiene una muy buena base de marxismo y que controla muchos datos y es por eso que sé que puede responderme adecuadamente): Cuando alguna vez he hablado con algún marxista del término "clase media", me ha negado que exista como tal ya que la sociedad se divide en opresores u oprimidos y entre explotados y explotadores.
Pues bien, aunque no sea terminología marxista (no sé si el marxismo contempla la noción de "clase media"): ¿cómo se podría definir? ¿Son clase trabajadora? ¿Pequeña burguesía? (sobre el concepto "pequeña burguesía", cuando tenga tiempo me gustaría que me hiciera una breve explicación) ¿Asalariados con enormes salarios? ¿Qué serían por ejemplo los jugadores de futbol? (cobran millones de euros pero es su salario).
Todo esto lo pregunto porque la mayoría de gente de mi profesión (soy profesor de educación secundaria) se autodenomina de "clase media" y amí eso, hablando vulgarmente, me repatea. Por eso necesito información al respecto.
Gracias por su paciencia.
Salut
Marx admitió sin dificultad alguna que la clase media existía, si bien acentuó el antagonismo básico entre trabajadores y capitalistas.
ResponderEliminarMarx solía referirse a la clase media como la de los pequeñoburgueses, no con las connotaciones despectivas posteriores que le dio el introductor del marxismo en Rusia, Plejanov, en su obra "la ideología del pequeño burgués", sino como definición de quienes tenían propiedades de los medios de producción pero no las suficientes para generar explotación del trabajador: abogados, médicos, por cuenta propia, pequeños comerciantes y tenderos, pequeños hosteleros, etc.
Para Marx la clase media no era un sector muy amplio porque lo decisivo era la existencia de dos clases sociales que definían las relaciones de producción capitalistas: el que percibe un salario a cambio de un trabajo y el que lo entrega a cambio de la obtención de una plusvalía.
La sociología weberiana (un intento de responder a la obra desde el marxismo) y otros posteriores decidieron hacer una finta al antagonismo de clases básico de Marx y Engels e introducir otras variables para hablar de clases medias (niveles de instrucción y consumo, jerarquía dentro de la escala de asalariados, nivel salarial, propiedades no necesariamente de medios de producción,...) para justificar la existencia de una clase media, pretendidamente mucho más amplia que la marxista, en base a muchos más supuestos.
La trampa a la que este pensamiento no ha podido dar respuesta es la siguiente: ¿qué es un asalariado cuando pierde su puesto de trabajo? ¿Acaso es clase media entonces? ¿O será más bien que el hecho de ser un asalariado que crea plusvalía para el empresario es lo que le hace ser un trabajador?
En cualquier caso el marxismo es más que el pensamiento de Marx y Engels y otros marxistas crearon el concepto de "aristocracia obrera" en los casos en los que el salario percibido es notable. Pero siguen siendo trabajadores si no participan de un nivel accionariado significativo de las empresas en las que trabajan. Aquí entraría la versión moderna de las grandes corporaciones en las que propiedad y gestión se han ido separando pero en las que, a la vez, el gestor puede llegar a hacerse con gran parte de la propiedad de la empresa mediante participaciones. Ya no serían trabajadores, obviamente.
En mi caso, yo sostengo que habría que ampliar el concepto clases medias de Marx y Engels hacia una pequeña y mediana burguesías que sí son propietarias de medios de producción y que también explotan a los trabajadores (PyMEs) y les extraen plusvalía.
El caso de los futbolistas muy bien pagados, de los grandes artistas, etc. creo que están más cerca de la llamada clase media-alta o incluso alta, que maneja la sociología weberiana. Los futbolistas son asalariados y los grandes artistas no, pero comparten la capacidad de generar capital, aunque no tengan porqué tener gente que trabaja para ellos por un salario.
En cualquier caso, ello no impide que la gran mayoría de la sociedad esté comprendida dentro de las relaciones salariales de producción, incluso el creciente sector de los autónomos dependientes que han sido salarizados de hecho, al no poder negociar, como los trabajadores por cuenta ajena, las condiciones de su retribución y generar también plusvalía para el empresario.
Espero haberle resultado útil.
Salud.