NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
El artículo que les presento tiene
cierto sabor cristiano, a ONG alterglobalización, de esas que hablan de pobreza
e injusticia social pero no van a la raíz del problema, que no es otro que la
existencia del sistema capitalista mundial, fuente de toda desigualdad humana.
Aún así me ha parecido interesante reproducírselo aquí por
lo que tiene de crítica a esa mentalidad hipócrita del viajero cosmoputita, a
lo Phileas Fog que, no contento con su deseo de visitar los 194 países, que
aproximadamente la ONU reconoce como tales, antes de diñarla, desea además ser
original y darse una patina de “contacto cultural profundo” con la realidad
hard de esos países y vivir experiencias “emocionantes de la muerte”, ya sea
viendo un talibán de cerca o aspirando el rancio olor de la pobreza en las
favelas de Río de Janeiro. Lástima que ni los talibán ni los pobres de las
favelas practiquen el canibalismo. Así, las experiencias del viajero
mirón-cosmoputita serían más intensas.
Les dejo, sin más, con este breve pero interesante
artículo.
Turismo de favela.
Jesús Jiménez Prensa. Alainet
Existe el turismo de miseria. Existe en Brasil, en India,
en Sudáfrica, en México y en Kenia, de momento. Es el turismo que refleja la
pobreza, la marginación, y sobre todo la desigualdad. Que la busca y quiere
fotografiarla. Que se asienta en la seguridad de sentir un miedo inacabado, de
ver armas, quizás drogas, y saber que todo está asegurado, que la realidad
empieza cuando los blancos se hayan ido.
Cuando nos hayamos ido. Es fácil
escribir en una computadora conectada al mundo, pero al menos esto se extiende
y genera información. Quizás un no o un rechazo por los blancos que pagan este
tipo de turismo. Turismo o periodismo. Al menos periodismo.
El turismo fue desde siempre una
actividad económica que reflejó las desigualdades del mundo, especialmente las
del Norte y el Sur, las de Occidente y no Occidente. Los alemanes viajan a
India, los estadounidenses a Tailandia. Los británicos a las Islas Canarias. Los
del norte de Italia al sur y Calabria. Los españoles a las playas de Túnez. Los
franceses a sus antiguas colonias. Buscan sol y buenas temperaturas, pero
siempre la mejor oferta al menor coste. Y así hasta que el orden del mundo
quizás se altere.
En Brasil el turismo en las favelas de
Río de Janeiro empezó en 1992, con la empresa Favela Tours. Hoy día la empresa
realiza dos viajes al día. Un viaje que se inicia con la recogida de los
turistas en sus respectivos hoteles, donde una furgoneta con aire acondicionado
les llevará hacia las colinas donde se extiende la favela de Rocinha, una de
las más grandes de Río, con cerca de 70.000 habitantes.
Del hotel a las callejuelas
serpenteantes de la favela, de la furgoneta acondicionada al calor sofocante.
De la comida del buffet del hotel al arroz y judías de los cariocas de Rocinha.
Del ascensor al sudor de llevar la compra hasta arriba. La desigualdad
explotada, convertida en curiosidad explotadora por el turismo de la
desigualdad. Algo falla.
Otra empresa es Don’t be a gringo! Be a
local (¡No seas un extranjero! Sé de la ciudad), creada en 2003. La idea que
ofrecen es que Río de Janeiro debe ser visitado al completo, con favela
incluida, como si fuese algo para coleccionar. No te lleves a casa una parte de
la ciudad, llévatela toda en tu cámara fotográfica. Su viaje dura tres horas,
se sube en moto hasta lo alto de la colina y se baja a pie. Lo bueno es que en
el paquete se incluye las conexiones desde el hotel y un guía que habla sobre
la vida en la favela.
Los turistas son todos blancos,
vestidos para el calor y de colores. Todos sonríen cuando los fotografían. Son
felices. No tienen miedo y saben que eso que ven se acaba luego y rápido, en
menos de tres horas. Que esos niños negros que les ofrecen una batucada con
cubos y baquetas artesanales de madera se quedarán allí y se acabó. Ellos
volverán a sus países de blancos, donde podrán contar que estuvieron en una
favela carioca, y que no les pasó nada, pero vieron todo.
Se hacen plaquitas de recuerdo para vender a los turistas,
se permite hacer fotografías a las casas y a las personas. Incluso una vez,
cuenta la socióloga brasileña Bianca Freire Medeiros en su libro sobre el
turismo de favela, una turista blanca levantó la tapa de una sartén para ver lo
que estaba cocinando aquella mujer de la favela. Le tuvieron que decir que eso
no se hacía, que aunque pareciese un zoológico, pues podían hacer fotos a los
negros, llevarse recuerdos a casa y recibir la ayuda de un guía especializado,
pero no tenían derecho a inmiscuirse en sus vidas, pues lo mismo se llevaban un
susto. Ante todo respeto y cada uno a lo suyo.
“Algo que les interesa mucho a los
turistas son los rostros. En la favela de Rocinha los negros son los más
fotografiados. A través de las fotografías de los turistas se tiene la
impresión de que la favela es negra. Esto demuestra que la pobreza tiene cara y
tiene color. La pobreza es negra”,
escribe Medeiros. Y duele.
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ResponderEliminarNo es nuevo el intento de extender las críticas retrospectivamente desde Stalin hasta Lenin y después hasta el propio Marx.
ResponderEliminarChomsky es libertario, como gran parte de la izquierda USA, que está muy influida por dicha corriente. Digo esto porque las polémicas de Marx con Bakunin son ya viejas y los libertarios siguen alimentándolas, no sólo por la vieja polémica sobre "comunismo autoritario" vs. "comunismo libertario". Las críticas de los anarcos no son sólo doctrinarias sino derivadas de su anticomunismo profundo y de su resentimiento porque el viejo Marx creó un movimiento eminentemente más práctico que las ensoñaciones ácratas.
A menudo se han intentado exacerbar las diferencias entre Rosa Luxemburgo (la continuadora más pura del pensamiento de Marx) y Lenin, polémicas que existieron pero que siempre se mantuvieron dentro del respeto y la admiración mutuas. Aunque Rosa no era bolchevique (una de las corrientes comunistas del marxismo, no la única) apoyó claramente la revolución rusa y su primer año de gobierno (la líder espartaquista es asesinada por encargo de la socialdemocracia alemana en 1918, junto con Liebknecht). Otra cosa es su diferencia con Lenin respecto a las libertades en el nuevo Estado soviético.
En cuanto a la equiparación de Lenin con Stalin te sugiero la lectura del Testamento político de Lenin, que encontrarás en la red. Ahí están las advertencias de Lenin sobre la personalidad brutal del Stalin.
Decir que el leninismo, como hace Chomsky, era una corriente de derechas del marxismo presupone situarlo en el mismo lugar que la socialdemocracia o, aún peor, dejar a esta a su izquierda.
Afirmar que las posiciones de Pannekoek (éste sí, antileninista) y su comunismo de consejos, opuesto a la existencia de una vanguardia política (el partido revolucionario) era mayoritario dentro del comunismo sirve a los intereses asambleistas y antipartidos del anarquismo de Chomsky pero es una estupidez del tamaño de su propio ego. Habría que preguntarle qué peso tienen hoy las teorías de Paul Mattick (continuador de la versión del marxismo más libertario y consejista) en USA y en el mundo.
A Rosa Luxemburgo se la ha intentado utilizar por anarcos, trotskistas y otros sectores partidarios del espontaneismo de las masas, para enfrentarlo a Lenin.
Ambos, con diferentes énfasis, creían tanto en la democracia de base de los consejos (soviet significa consejo en ruso), como en la organización partidaria de los trabajadores.
Acusar a Lenin de oportunismo por su cambio de posición desde las sostenidas en "El Estado y la revolución" hasta la verticalidad con la que se desarrolla la dirección del Estado y la economía (tesis vaciamiento del poder de los soviets) es olvidar, como hacen los anarcos y los espontaneistas, que hay una diferencia entre teorizar la toma del poder del Estado (inevitable si se quiere cambiar el poder económico) y ejercer la dirección del nuevo Estado, máxime con una revolución acechada y aislada por el cinturón sanitario que crearon los Estados capitalistas tras 1917. Chomsky quisiera que Lenin hubiera destruido el Estado pero los marxistas nunca fuimos antiestatales.
La propia tesis de Lenin era "el socialismo es la electricidad más los soviets". No era anticonsejista y opuesto a la democracia de base pero las especiales circunstancias en las que se desarrolló la revolución (ausencia de tradiciones democráticas en Rusia, pobreza, país atrasado, analfabetismo, guerra civil, aislamiento,...), junto a su temprana muerte, torcerían en gran medida la Revolución, posibilitando su degeneración y la centralización estalinista de un poder de hierro.
De ahí a considerar el leninismo una versión de derecha del marxismo o a establecer un hilo de continuidad entre Lenin y Stalin hay un abismo que se sustenta en la supuesta ingenuidad del anarquismo respecto al poder pero que en realidad oculta ignorancia y posición reaccionaria.
Respeto a Chomsky en diversos aspectos (especialmente como linguista) pero no en su antimarxismo básico.
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ResponderEliminarEn relación con el tema de los campesinos en la revolución te recomiendo la lectura de "Diez días que estremecieron al mundo". En esta novela fielmente histórica de John Reed se muestra cómo el propio Lenin, ante la acusación de los partidos agraristas de que desdeñaba a los campesinos, propone que sean ellos mismos quienes creen sus soviets de diputados agrícolas y la Revolución les reconocería, como así fue.
ResponderEliminarEl partido bolchevique tenía puestos sus ojos, antes que en cualquier otro sujeto histórico en la minoritaria clase trabajadora rusa porque era la más susceptible de hacer la revolución pero nunca desdeñó, mientras Lenin vivió, el papel de los campesinos como aliados de los trabajadores en la revolución y la necesidad de hacer un trabajo político e ideológico específico entre ellos. El propio Trotski defiende esta tesis y su propia implicación en su defensa entre otros en los textos editados bajo el título "La revolución permanente".
En cualquier caso, hay que diferenciar entre los campesinos pobres (bednyáks) y sin tierras y los kulaks (campesinos ricos, con tierras, que contrataban a los primeros).
La revolución entrega tierras a los campesinos pobres y les propone trabajarlas en régimen de cooperativas aunque la propuesta admitía también la pequeña propiedad.
Ya con Stalin y muerto Lenin, una parte de los campesinos que habían sido pobres, recibieron tierras y no se integraron en la colectivización inicial, se hicieron ricos y pasaron a ser una parte de ellos oposición al régimen soviético.
Ante la sospecha de que se quedaban con una parte muy importante de los alimentos agrícolas para especular y provocar que se disparasen los precios, enriqueciéndose así aún más, Stalin fuerza la colectivización total en 1929, con una brutal represión sobre los campesinos.
Personalmente creo que lo primero que señalo, la sospecha de que retenían grano y otros alimentos agrícolas era cierta, pero también que la brutal represión y colectivización forzada y masiva de 1929 incrementaría las hambrunas durante muchos más años. Las hambrunas existieron, claro que existieron.
Sí que hubo anarquistas entre los campesinos pero la punta de lanza más opuesta a la revolución entre los sectores enriquecidos de los mismos vinieron de partidarios del antiguo régimen o de gentes que inicialmente no habían sido enemigos declarados de la revolución pero que los errores de ésta en el tema campesino los entregaron a su oposición directa.
En todo caso, he de señalarte que Gorki no era comunista ni bolchevique cuando escribe "La Madre". De hecho, en 1917 aún era presidente del pequeño grupo político "socialdemocrátas internacionalistas unificados". Otra cosa es que luego apoyará la revolución, aunque en los años creativos y libres de ésta (mientras vivió Lenin), señalase algunos de sus riesgos y defectos. Posteriormente con Stalin, comprendiendo la fuerza de su dominación acabó por dejarse querer por el régimen nomenklaturista, recibiendo de él numerosos premios. Aún así, su hijo fue asesinado, acusado de trotskista.
Que por la fecha señalada Gorki no fuese comunista no rebaja el fatal error del estalinismo hacia los campesinos; error que tuvo su influencia en el desarrollo posterior de la economía soviética y algunas de sus debilidades.