Por
Marat
La
polémica que se ha montado a partir de un sujeto que dice que es
humorista con sus chistes sobre los gitanos ha traído de todo. De
bueno poco (quizá que caigan las caretas) o nada.
Como se que hay muchos que creen saber sin conocer y que opinan en función de sus filias y sus fobias, aporto el enlace de mi artículo anterior con el "¿¿chiste??" de marras, para que ningún lector utilice la disculpa del yo no sabía.
Los
defensores de la libertad plena, esos post68 del “prohibido
prohibir” que tienen esa concepción liberal de la historia en la
que todo vale porque el darwinismo social del liberalismo ideológico
impone que no haya restricción ni límite moral alguno si el
objetivo es divertirse ya que se supone (no sé bien en qué verdad
se fundamenta) que el humor es un espacio en el que puede decirse lo
que en cualquier otro sería desde un delito y hasta la peor de las
agresiones contra las personas, sean una, varias o todo un grupo
social. El humor actúa así como una especie de “acogida a
santuario” inversa. Algo así como voy a descojonarme, y a buscar
vuestra complicidad en la risa, de gente que no tiene poder para
impedirme que lo haga. Lo de reírme de los empresarios que obligan a
trabajar más horas no pagadas que pagadas o cuya ausencia de
inversión sobre seguridad en el trabajo provoca más de 600 muertos
al año no lo haré porque no tiene gracia. Sobre todo para ti porque
no te iban a contratar en tu vida en ninguna televisión. Si,
según estos liberalotes progres, nos podemos reír de todo, ¿porqué
no de esto?
Por lo demás, y sobre todo cuando no sea desconojonarse de la
Familia Real, las grandes corporaciones económicas, la
desinformación y las mentiras de los medios, los puteros o los
violadores, límites al humor ninguno.
Recientemente
el secretario general del partido ultraderechista VOX ha dicho que los fusilamentos franquistas fueron “con amor”. Yo diría que
esto es humor negro. De ese que me provoca ganas de coger al señor
Ortega Smith, autor de tal disparate humorístico, y retorcerle el
pescuezo con amor, como a un pollo, hasta que haga crac y quede seguro de que ya no respira. Pero me contengo porque es un delito y acabaría en la cárcel. Y, señores progreliberalotes, no vale
indignarse con una cosa y no con otra porque, sin duda, la intención
era, como afirma de su humor Rober Bodegas, y como defienden muchos de
ustedes, provocar. Y además, hay una intención de hacer reír. A
los prefascistas de VOX y a muchos que no son de VOX, seguro. Creo
que a la mayoría de ustedes, como a mí, no nos hace ni puñetera
gracia ¿Cuál es el “chistómetro” que hace que unos sujetos parodiados sean no “humorables” y otros sí? Se lo voy a decir:
no es solo el “humorista”, ni el contexto o el formato, sino en
gran parte el "humorado". Depende de cómo nos caiga. Y en estos días
he visto mucho antigitano. Llevaban tiempo emboscados pero han salido de su madriguera.
- Unos camuflados bajo la inviolabilidad del humor. Que el humor no se debe prohibir (¿quién ha pretendido tal cosa?) ni criticar. Es decir, que el “humorista” está tocado por el dedo divino y no es cuestionable como cualquier humano en el desempeño de cualquiera que sea su profesión. Que si lo que contaba sobre los gitanos es un tópico (justo de esos que refuerzan la exclusión social) y que no hay que sacar las cosas de quicio. Tú, que eres payo, seguro que no necesitas hacerlo en este caso, aunque no me sorprendería que lo que a ti te afecte te indigne mucho. Es lo que tiene la cultura liberal e individualista del qué hay de lo mío, que me preocupa una mierda lo del otro.
- Otros sacando todo su odio antigitano de modo abierto y explícito, repitiendo como papagayos fascistas (muchos de esos fascistas montarían en cólera si les dijesen que lo son) los tópicos de los que hacía gala el mastuerzo zampabollos (si vale pasarse y provocar, nos pasamos todos) de Bodegas, el clown autopromocionado con el chiste hasta convertirse en alguien muy conocido, cuando hasta hace muy pocos días no le conocían ni sus vecinos. Ver las redes sociales, leer los comentarios de la prensa, fue ver cómo repetían sus insultos y hasta algún “tonto con papeles” (gracias por el aporte, querida amiga) se atrevía a llamarlos privilegiados. Los mismos que se lo llaman a los pensionistas o a los parados que cobran prestaciones de desempleo, aunque las de unos y otros sean una mierda.
Recuerdo
que hace muchos años una sindicalista me contó absolutamente
indignada el chiste que un dirigente de su sindicato había hecho
sobre las mujeres. La gracia era la siguiente:
-
“A mí me gustaría
que las mujeres tuvieran una cabeza en forma de televisor”
(de aquellos cuadrados y panzones)
-
“¿Para qué?”
-
“Para que me la
chuparan mientras apoyaba el vaso de whisky en su cabeza y veía el
partido”.
He
ahí un humor sin límites, ni censura. Me consta que el individuo
continúo su carrera “profesional” en su sindicato sin problema
alguno. Gracia no me hizo ninguna ni entonces ni ahora, menos aún en
un país en el que diariamente se maltrata, mata y viola a las
mujeres. No necesito ser feminista para ello. No lo soy. Simplemente
no soy un cabestro.
En
los años 80 y principios de los 90 -¿qué quieren?, soy viejo,
tengo memoria y sé de dónde y cómo se orientan las tendencias
humorísticas desde entonces. Cada vez más hacia el cinismo y la
crueldad- se puso de moda el humor cínico y cruel. La coartada era
también la provocación y ya se hablaba de combatir lo políticamente
correcto. Curiosamente eran los típicos pijos, gilipollas con humor
de gañán y gente frustrada y a la vez cruel. Pero más de un rojito
les reía las gracias para que no le llamarán blandengue. Ahora los
imbéciles dicen “ofendiditos”. Claro que hay estos últimos pero
también motivos para ofenderse, sobre todo cuando el chiste se hace
contra un pueblo que ha sufrido pogromos y de cuya estirpe fueron
aniquilados durante el holocausto nazi entre 220.000 y 500.000
miembros, en lo que en romaní se denomina “porrajmos”
(devoración).
Pero
volvamos a los chistes de la época que les hablo. Les pongo algunos
ejemplos:
- “¿Sabes por qué se entierra a las negras boca abajo y con el culo en pompa?”
- “Para que podamos aparcar la bicicleta”
- “¿Cómo matarías a 20 moscas de un solo golpe?”
- “Dándole una patada a un niño muerto del Tercer Mundo”
- “¿Qué son 8 palestinos cogidos de la mano”
- “Una traca”
No
continúo porque me puede la ira y la repugnancia a que estén en el
mundo personas capaces de idear y contar chistes así y que haya
quienes les encuentren la gracia.
Estos
chistes siguen en la red hoy en día a través de los foros. Pero se empezaron
contando en la época de la irrupción del neoliberalismo, los
tiempos de Thatcher y Reagan. Un símbolo del darwinismo social en el
que el capitalismo y su ideología que empezaba a remodelar las
mentes de sus súbditos hacia una competencia feroz, el
individualismo, el narcisismo y la crueldad del todo vale. El cinismo
más ramplón y patán sustituía a la ironía inteligente y Gila era
ya solo el exponente de una ternura en el humor humanista que se
batía en retirada. Se iban imponiendo los valores del “cada perro
que se lama su cipote” y el “pisa antes de que te pisen”. Era
la época de la reconversión industrial en España, la
descentralización productiva en gran parte de Europa, proliferaba ya
la economía sumergida y se desregulaba el sistema financiero.
La izquierda estaba pasando de la gestión socialdemócrata a la
gestión social-liberal, contribuyendo al desmonte del Estado del
Bienestar que hasta entonces había sido una ficción de solidaridad -porque por debajo operaba la desigualdad esencial capital/trabajo- pero que había funcionado de una manera relativamente positiva para
las clases subalternas. La izquierda se había hecho vieja, gorda, oenegera y
cínica, como los propios liberales. Y el sueño comunista moría con
la caída del muro de Berlín y la destrucción de la URSS desde
dentro y desde fuera. Estaban muertos hacía tiempo pero aún no lo
sabían.
El
humor es un signo de los tiempos y estos heredan la basura que se
extendió por el mundo “civilizado” de entonces.
Hoy
los nuevos fascismos, como en el pasado, necesitan chivos expiatorios
que redefinan a su alrededor la articulación de nuevos consensos
nacionales, esos que oscurecen la desigualdad, la explotación, la
pobreza y la marginación social. En la Hungría prefascista Viktor
Orban mete en campos de concentración a los gitanos rumanos. En
Eslovaquia y Croacia rebrota la violencia antigitana.
El
viceprimer ministro de Bulgaria, Valeri Simeonov se expresa así
hacia la comunidad rom en su país: "Son
criaturas salvajes, ferozmente humanas, que exigen un salario sin
trabajo y cobran beneficios de enfermedad sin estar enfermas, reciben
beneficios de niños para los niños que juegan con los cerdos en la
calle y para las mujeres que tienen los instintos de los perros
callejeros”.
Aunque recuerda extraordinariamente el lenguaje nazi de la preguerra
mundial, es un lenguaje de hoy. Y muchos españoles desgraciadamente
piensan del mismo modo. En gran cantidad de casos sin conocer a
ningún gitano personalmente, en base a la construcción ideológica
que durante centenares de años han ido troquelando el pensamiento de
la comunidad paya contra la gitana. En España, en muchos casos, la
alfabetización de los niños gitanos se lleva a cabo en barrios
degradados, siempre en la escuela pública, nunca en la concertada
que pagamos todos, concentrando gran parte de los niños gitanos con
una minoría paya, con el fin de crear ghettos educativos y fomentar
el fracaso escolar de unos y otros niños. En Eslovaquia,
República Checa y Hungría se les segrega completamente en escuelas
separadas de los demás niños. En Italia a las familias rom se les
expulsa violentamente a golpes de sus casas.
No
es muy distinta la situación del inmigrante sin papeles en gran
parte de Europa de la de la comunidad romaní asentada por centenares
de años en sus países, ni debería serlo pero al alza, nunca a la
baja.
Hay
un detalle que muy pocos españoles conocen sobre los gitanos de
nuestro país. Llegaron a él en el siglo XV (1425), el mismo siglo
de la expulsión (1492) de los judíos. Uno puede hacerse algunas
preguntas a partir de ahí. Cierto que la comunidad sefardí era más
bien rica y la rom era pobre. Pero me pregunto hasta qué punto no
han cumplido la función de focalización del odio que en otros
pueblos se concentró sobre todo contra los judíos y que aquí ya
no pudo hacerse por razones evidentes. Odiar al otro une mucho.
Y
ya que hablamos de humor y sobrevuela la idea del holocausto por el
artículo les dejo dos chistes en forma de memes que he encontrado en
Internet. Hay miles.
En
una Europa en la que el fascismo crece exponencialmente y ya
gobiernan sus predecesores en algunos países de la UE, sin que las
autoridades centrales de la misma hagan mucho para impedirlo, la
banalización del mal a través del humor es un medio muy poderoso
para hacer penetrar este cianuro mortal. Es el llamado humor de la
provocación, lo que la extrema derecha europea llama la lucha contra
lo políticamente correcto y a lo que muchos progres descalifican bajo
el término de ofendiditos. Y claro que hay ofendidos ante auténticas
chorradas. Pero lo mismo que ante la violación, el maltrato y la
violencia mortal contra las mujeres poca broma, tampoco con el
fascismo porque es la forma de muerte más atroz, ya sea contra los
gitanos, los judíos, los sin papeles, los homosexuales o los
comunistas. Pido disculpas si me dejo algún grupo que haya sufrido
especialmente al fascismo y al nazismo. No es mi intención.
Lo
mismo que el liberalismo actual es la avanzadilla del fascismo, la
descomposición ideológica del izquierdismo lo es también porque,
aturdida y desorientada en sus presupuestos ideológicos, que en el
pasado fueron justos, igualitarios y solidarios, sus bases empiezan a
caer en un relativismo moral y en la banalización del mal del que
antes les he hablado. Están siendo colonizados lenta pero
palpablemente por la extrema derecha porque hace mucho que
renunciaron a su propia identidad de clase para pasar unos a las
luchas particularizadas (progreliberales) y otros a una nostalgia
aberrante de sus referentes de museo desaparecidos para siempre.
Y
no, en ningún momento, en ningún momento he sugerido prohibir a
fascistas-humoristas pero sí que reivindico el desenmascararles a
ellos y a quienes defienden que el humor es solo humor (como si no
hubiera detrás una ideología subyacente siempre) o que abiertamente
aprovechan para expresar su repugnante fobia antigitana o contra
cualquier otro sector social débil. Y por supuesto a combatirles
frontalmente.