Por
Marat
Hoy
jueves, 22 de Febrero de 2018 los pensionistas y los que van a serlo
en unos años han salido a la calle a defender las pensiones públicas
contra el ataque del capital y su gobierno actual, el del PP.
Cualquier gobierno, de todo signo, que acepte las reglas del juego
que el capitalismo español o internacional les marque, será un
gobierno de la burguesía.
Algunos
llevamos meses haciendo rogativas ateas a San José Obrero para que
esto sucediese. Lo maravilloso no es que haya sucedido sino que la
clase trabajadora, esa a la que los viejos no han renunciado porque
vienen de una memoria real, no posmoderna sino del agobio, años de
quitarse de todo para ahorrar y pagar un piso porque les dijeron que
ahí estaba su refugió económico,; lo maravilloso es que esa
generación haya salido a la calle masivamente en toda España y que
se haya organizado como clase a través de las estructuras de
coordinación de las que se ha dotado (Coordinadora Estatal por la
Defensa del Sistema Público de Pensiones) y no haya dependido de las cúpulas sindicales ni de los vividores a costa de los
trabajadores.
A
lo largo de mi vida he defendido la organización de mi clase, la
necesidad de su autodefensa y de la lucha contra el capitalismo, más
allá de lo que los trabajadores pudieran captar como necesario en
cada momento de sus luchas parciales.
Hoy,
fundido con los míos en Madrid, he sentido un orgullo, que no
necesito justificar, de pertenecer a una clase sin la cuál no sería
posible el mundo hoy, sin la que nada de lo que conocemos existiría:
la trabajadora.
Hoy,
como en otras ocasiones luchadores distintos por su dignidad y
derechos básicos, la ha representado el sector de los pensionistas;
esos que desprecian los posmodernos, los progres, los interclasistas,
los inclusivos y l@s intramusculares de las
contradicciones que quieren dejar como antigua la contradicción
trabajo-capital.
Bilbao,
Madrid, Barcelona y más de 40 ciudades de toda España han dicho NO
a la pérdida de todas las conquistas sociales. En primer lugar la de
las pensiones, pero también la del salario digno, el empleo estable
y, con todo ello, la sanidad, la educación pública y tantas cosas
por las que un día peleamos.
Bilbao,
como tantas veces, ha hecho la mejor de sus bilbainadas, que dicen
ellos. Ha dado un do de pecho enorme. Más de 20.000 pensionistas han
ocupado las calles. Una voz vasca me ha impresionado porque coincide
con lo que pienso que debe de ser el momento actual de
autoorganización de la clase trabajadora. Ha dicho algo muy
básico:“Esta es una manifestación de pensionistas. Bienvenidos
sean cualquier militante sindical o de partido de izquierdas pero no
sus cúpulas”. Ver a Unai Sordo, secretario de CCOO, en Al Rojo Vivo demostraba la necesidad del sistema capitalista de dar portavocía a
sus lacayos.
En
Madrid se han saltado los cordones policiales frente al Congreso, sin
necesidad de hacer el exaltado patético. Una voluntad enorme de
lucha. Los portavoces de la Coordinadora expresaban su convicción en
que el combate iría a más.
Tengo
solo 10 años menos que el más joven de los pensionistas que han
alcanzado por edad ese estado. Sé que ésta es mi batalla porque
acabar con la conquista social de las pensiones significa el sueño
húmedo del capital de devolvernos al siglo XIX del que Engels
escribió en “la situación de la clase obrera en Inglaterra”
y el logro del máximo de beneficio a partir de pensiones privadas,
mayores acobardamientos laborales y aceptación de lo que nos echen.
En
esta hora de la clase trabajadora creo que debemos abrir una
reflexión acerca de cómo convencer a todas las generaciones
anteriores para las que:
-
La lógica de los acontecimientos les lleva a entender que lo inmediato es lo relevante, sin darse cuenta de que, si no cotizas lo suficiente en este sistema de recortes progresivos que nos han montado, te vas a comer los mocos.
-
La generación que está entre los 40 y los 50 años y que aún aspira a un nivel de consumo que le “ayude” a olvidarse de su vejez. Idiota, ya no te queda tiempo para el maravilloso plan de pensiones privado que te ofrecen frente a las pensiones públicas.
Toca
explicar a estos sectores, no tan desclasados como desinformados e
inconscientes, de que su etapa laboral es más breve de lo que parece,
sobre todo en tiempos de empleos temporales, de que la batalla por
las pensiones es la suya.
Y
toca dejar claras algunas cuestiones en la lucha en defensa de las
pensiones:
-
Si ellas caen, ya solo nos queda la miseria, la vuelta a la misericordia.
-
La clase trabajadora no merece nada por ser clase. Lo que hemos conseguido no es parte de la benevolencia de los derechos humanos ni de lo que diga ninguna estúpida Constitución. Es obra de las batallas por nuestra dignidad.
-
Que no te vengan con estupideces sobre la hucha de nuestras pensiones. Lo que cobramos no viene de ahí sino de las cotizaciones que hacemos todos los trabajadores a lo largo de nuestras vidas laborales.
-
Para tener una pensión suficiente para sobrevivir, no te hablo de que sea digna o justa, necesitas un buen salario y un empleo estable que haga posible que cotices la cantidad necesaria para esa pensión.
-
Te traicionaron los que en 1995 firmaron el Pacto de Toledo. Mira quiénes fueron, los tuyos. Según ese pacto tu pensión no dependería de los Presupuestos Generales del Estado sino de tus cotizaciones y, como te iban a desregular, estaba pensado, acabaron por darte la tontuna de la hucha de las pensiones
¿Qué
sabes tú sobre tu futura pensión, sobre tu derecho al paro, sobre
tu vida laboral, sobre tu posibilidad de percibir el paro y sobre el
acceso a la renta mínima de inserción, sobre las condiciones del
contrato que firmas, sobre el sector al que pertenece ese contrato y
sobre cómo todo eso te afecta?
Pues
como todo eso te afecta, ORGÁNIZATE Súmate a las organizaciones de
clase, no partidarias, ni sindicales pero no ciudananistas ni
agitamanitas. LA CLASE SE ORGANIZA.
CODA
FINAL:
Una
cosita, neopijos, posmodermos, animalistas, sexoveganos,
multigéneros,
coleópteros,
y pedorros de todas clases: los viejos no son esa rémora que vota al
PP sino los trabajadores que no han olvidado que deben defender sus
derechos. Mientras, vosotros, niñatos, les ofendéis, ellos se
agencian como reunirse y montarla. A ver si es que, mientras vais de
exiliados porque habéis conseguido ser Erasmus, se os olvida que
vuestras carreras no las paga papá sino los que abonamos impuestos.
Esos jubilados a los que despreciais son la generación que intentó acabar con el fascismo para lograr otra cosa. Llegaron hasta donde la correlación de fuerzas se lo permitió. Decía Gramsci, ese filósofo italiano al que los pobres politólogos (no entendéis la política de otro modo que bajo el título académico que suponéis que os faculta sobre el resto para la acción política) nunca habéis conocido, salvo bajo alguna pobre cita de Monedero, que
“Una generación que desprecia a la generación anterior, que no logra ver su grandeza y su significado necesario, no puede más que ser mezquina y carente de confianza en sí misma, aunque adopte poses combativas y exhiba ínfulas de grandeza.
La clase trabajadora, aunque haya sido movilizada desde sectores progresistas que agotarán sus reivindicaciones en la defensa de lo que un día fue logrado, no entiende de derechas ni de izquierdas. Sabe lo que es, su papel en este mundo controlado por el capital. No se engaña. No tiene grandes utopías. Busca una vida digna. Pero va siendo consciente de que cada vez puede esperar menos del capitalismo. No le dará mucha más esperanza el mundo del progrerío y la izquierda. Sabe que, si le tratan bien, solo puede esperar algo más de tiempo. Lo que le queda por saber, que no podrá obtener esperanza en el capitalismo, lo aprenderá por sí sola.
Esos jubilados a los que despreciais son la generación que intentó acabar con el fascismo para lograr otra cosa. Llegaron hasta donde la correlación de fuerzas se lo permitió. Decía Gramsci, ese filósofo italiano al que los pobres politólogos (no entendéis la política de otro modo que bajo el título académico que suponéis que os faculta sobre el resto para la acción política) nunca habéis conocido, salvo bajo alguna pobre cita de Monedero, que
“Una generación que desprecia a la generación anterior, que no logra ver su grandeza y su significado necesario, no puede más que ser mezquina y carente de confianza en sí misma, aunque adopte poses combativas y exhiba ínfulas de grandeza.
Es
la acostumbrada relación entre el gran hombre y el criado.
Hacer
el desierto para sobresalir y distinguirse.
Una
generación vital y fuerte, que se propone trabajar y afirmarse,
tiende por el contrario a sobrevalorar a la generación anterior
porque su propia energía le da la seguridad de que llegará aún más
lejos; simplemente vegetar es ya una superación de lo que se pinta
como muerto.
Se
reprocha al pasado el no haber realizado la misión del presente; así
como sería más cómodo que los padres hubiesen realizado ya el
trabajo de los hijos.
En
la devaluación del pasado se halla implícita una justificación de
la nulidad del presente: Quien sabe qué habríamos hecho si nuestros
padres hubieran hecho esto y aquello…, pero ellos no lo hicieron y
por consiguiente nosotros no hemos hecho nada más.
¿El
techo de un primer piso es menos techo que el del piso diez o el piso
treinta?
Una
generación que sólo sabe hacer techos se lamenta de que sus
predecesores no hayan construido ya edificios de diez o treinta
pisos.
Decís
que sois capaces de construir catedrales, pero no sois capaces más
que de construir techos.”
(Antonio Gramsci. "Pasado y presente")
No creo, pequeños candidatos a lo peor de la política, el parlamentarismo burgués, que deba explicaros mucho más acerca de la generación que estos días pelea sin necesitaros y a cuyas movilizaciones os sumáis de modo oportunista.
La clase trabajadora, aunque haya sido movilizada desde sectores progresistas que agotarán sus reivindicaciones en la defensa de lo que un día fue logrado, no entiende de derechas ni de izquierdas. Sabe lo que es, su papel en este mundo controlado por el capital. No se engaña. No tiene grandes utopías. Busca una vida digna. Pero va siendo consciente de que cada vez puede esperar menos del capitalismo. No le dará mucha más esperanza el mundo del progrerío y la izquierda. Sabe que, si le tratan bien, solo puede esperar algo más de tiempo. Lo que le queda por saber, que no podrá obtener esperanza en el capitalismo, lo aprenderá por sí sola.
Lo
digo porque la progresía a la que representáis, Podemos, IU, PACMA,
Mareas, Compromis y un montón de serviles, estáis
acostumbrados a insultar a los viejos por lo que suponéis que votan,
sin daros cuenta de que actúan y defienden a su clase. Vosotros tenéis cabeza de urna y
de trepas y lo único que hacéis es el memo en las plazas y en
los cargos en los que pilláis cacho, figuras.