Por
Marat
1.-Hiperrealismo,
máscara que esconde el mundo de lo real
Seguramente
muchos de ustedes habrán pasado alguna vez delante de la fachada de
un edificio en rehabilitación, cubierto por una lona que representa
una escena, generalmente muy marcadamente “realista”, cuyo
objetivo es engañar a la vista, creando efectos ópticos de una
realidad intensificada, que sustituye la fealdad de la obra de
construcción en proceso que se oculta tras ella. Es lo que se conoce
como trampantojo.
El
simulacro, la creación de una ilusión a través de una realidad
virtual que sustituya a la real es hoy la práctica generalizada de
las redes sociales, los medios de íncomunicación y aislamiento
estanco de las opiniones, según se atienda a una audiencia de
derechas o de “izquierdas”, “facha” (hoy es fascista todo el
que no piensa y jalea lo que uno mismo cotorrea) o “progre”,
“indepe” o “unionista” -cada lector/espectador parece pensar
“mi medio me engaña muy bien”-.
Hace tiempo que lo importante ya no es la realidad; es
decir, las condiciones materiales que afectan a la vida de los seres
humanos y que determinan sus vidas, sino la opinión publicada por el
periodista mercenario de turno o por el “cuñao” más falsario de
cualquier red social de enajenación colectiva.
Lo
que los cursis llaman el imperio de la “posverdad”, o de las
noticias falsas, no necesita atiborrar de mentiras a una audiencia
cada vez más inerme para distinguir ficción de realidad sino que
basta con esconder ésta bajo montañas de “información” más o
menos veraz o distorsionada. La mentira más eficaz es la que no
se basa en un dato falso sino la que es capaz de esconder otras
realidades que al poder, siempre económico y siempre origen y
superior de todos los demás “pseudopoderes” que le son vicarios,
le interesa encubrir o reordenar dentro de la jerarquía de
importancias que construyen la percepción
social de un mundo de “realidades virtuales”.
2.-Antecedentes
de la política-ficción
Hace ya unos cuantos años, el
mundo entró en el escenario de la representación virtual, del como
si, del cosmorama. El primer ejemplo que alcanza mi recuerdo es el
del debut de la guerrilla zapatista. Un hijo universitario de la
burguesía mejicana, enfundado en un pasamontañas, lanzó a un grupo
de guerrilleros, más
virtuales que reales, aunque el sacrificio mortal de una parte de
dicho grupo no lo fue en absoluto, a las noticias de alcance mundial.
El llamado “relato posmoderno” se había hecho carne y empezó a
habitar entre nosotros. En lugar de las explosiones revolucionarias,
se hizo teatro, mientras los esclavos modernos eran bautizados bajo
el fuego de artillería del neocapitalismo, ahora sin frenos ni
temores a la esperanza de los desheredados de la tierra, una vez
destruido a manos de sus dirigentes el principal enemigo del
capitalismo mundial en 1991. Fukuyama parecía tener razón con
aquello del “fin de la historia”.
El conflicto, la barricada, la
representación del clase contra clase en el cuerpo a cuerpo de un
proletariado organizado y consciente sería sustituida, a partir de
entonces, por la flashmob, y la propia representación, televisada,
guionizada, filmada e incluso grabada en vídeos de móviles por los
propios participantes, que se habían convertido, a sabiendas, en
“rebeldes empotrados” en los medios de comunicación.
La pretendida resistencia
mundializada vivió su Thermidor al pasar de Seattle, con sus bloques
negros, al Porto Alegre de un Lula colaborador del capital mundial,
donde los “antiglobalización” debatían abierta y amigablemente
con Fundaciones como la Open Society Foundations o la Ford. Entonces,
quienes tuvimos cierta sensación de que había algo que no era como
nos decían, que el concepto de explotación había sido escamoteado
para ocultarlo bajo el de cien mil menores opresiones y con antídotos
“empoderadores” y “economías colaborativas”, empezamos a
sospechar que la revolución, si lo era de verdad, no iba a ser
televisada.
Y llegaron, más tarde, las
revoluciones árabes, que luego darían lugar a los inviernos
yihadistas, con sus community manager financiados por fundaciones
globalistas. Y aún después un 15M y un Podemos convertidos en
grandes platós de televisión. Cuando estos últimos empezaron a
fallarles a ambos, el soufflé se vino abajo.
Toda forma de protesta o de
rebelión que no cuestiona la dominación capitalista, allí donde
ésta y su plusvalía se producen, perpetúa y legitima a la misma
como expresión de la democracia burguesa ligada a su orden, aún
cuando se vea más o menos reprimida. Son válvulas de escape y, casi
siempre, luchas entre fracciones de la propia burguesía.
3.-Danza
espectral de simulacros en cascada
Es
demasiado tedioso hacer un
resumen de todo este año
que acaba para dar paso a uno nuevo aún más vacío pero,
contradiciendo
a Machado, solo “pasajero” porque, con cada cambio de fecha,
nuestra realidad colectiva
se hará aún más
estomagante, dando vueltas
sobre sí mismo en un contínuo sin fin.
Debiera
bastar con un análisis
somero de algunas de las
últimas noticias-trampantojo de
estos días últimos para contraponer luego las realidades que en la
agenda política y mediática y el cacareo de los tontos amplifican.
Si
hace casi 3 meses la República catalana se declaró de forma
“simbólica”, proclamándose y desproclámandose - “levantándose
y sentándose”, que
dijo cierto político de cuyo nombre no quiero acordarme-, dejando
incólume la bandera española en el Palau de la Generalitat, yéndose
de fin de semana buena parte del Govern y la otra al dorado turismo
belga, todo el resto de lo que ha protagonizado la política del
corral de comedias ibérico con posterioridad, salvo el
encarcelamiento de un grupo de Consellers y de los Jordis, ha sido
pura y simplemente una
performance dentro de un mundo virtual, de ficción y pose.
En
torno a la convocatoria del 1-O vino el delirio del diario El País
con los hacker rusos que interferirían en el recuento de las
votaciones, y su correlato “indepe” de que habría pucharazo, a
pesar de que en varias ocasiones los gobiernos nacionalistas catalanes
habían recurrido a la empresa Indra, sobre la que ahora lanzaban
sus sospechas. La frase de Mao de que “cuando un Estado no tiene
enemigos, se los crea” se hacía realidad en sentido bidireccional.
O al menos, demostraba que los necesita, imaginarios o reales.
En
ese proceso, como afirmé en
un anterior artículo, la clase trabajadora había carecido de
representación política, toda vez que el debate electoral y previo,
durante los últimos meses del procés, había sido ocultado y hasta
rechazado tanto por los partidos burgueses (de las dos formaciones
nacionalistas catalanas, de las tres españolas, así como de la
progre de la CUP y de la transversal de los Comunes-Podemos, en cuyos
programas los intereses de la clase trabajadora estaban absolutamente
ocultados por el debate sobre el procés porque “esto
va de democracia”. Y
en relación a ese discurso en el que la pequeña burguesía catalana
llevaba la voz cantante, tomaron postura todos los partidos
parlamentarios españoles y catalanes.
Otra
cosa es que el procés fuera o no, de verdad, “de democracia” y
no de los intereses de una fracción de la pequeña y mediana
burguesía catalana en afirmarse sobre su idea del “mercado único”
de su territorio. Y sobre todo, otra cosa muy distinta es cómo
empieza a pintarles, por encima de la aritmética parlamentaria, en
la partida que juegan frente al Estado español.
“Pero
el demócrata, como representa a la pequeña burguesía, es decir, a
una clase de transición, en la que los intereses de dos clases se
embotan el uno contra el otro, cree estar por encima del antagonismo
de clases en general. Los demócratas reconocen que tienen que
enfrente a una clase privilegiada, pero ello, con todo el resto de la
nación que los circunda, forman el pueblo. Lo que ellos representan
es el interés del pueblo. Por eso, cuando se prepara una lucha, no
necesitan examinar los intereses y las oposiciones de las distintas
clases. No necesitan ponderar con demasiada escrupulosidad sus
propios medios. No tienen más que dar la señal, para que el pueblo,
con todos sus recursos inagotables, caiga sobre los opresores. Y si,
al poner en práctica la cosa, sus intereses resultan no interesar y
su poder ser impotencia, la culpa la tienen los sofistas perniciosos,
que escinden al pueblo indivisible en varios campos enemigos, o el
ejército, demasiado embrutecido y cegado para ver en los fines puros
de la democracia lo mejor para él, o bien ha fracasado por un
detalle de ejecución, o ha surgido una casualidad imprevista que ha
malogrado la partida por esta vez. En todo caso, el demócrata sale
de la derrota más ignominiosa tan inmaculado como inocente entró en
ella, con la convicción readquirida de que tiene necesariamente que
vencer, no de que él mismo y su partido tienen que abandonar la
vieja posición, sino de que, por el contrario, son las condiciones
las que tienen que madurar para ponerse a tono con él”.
(“El 18 Brumario
de Luis Bonaparte”.
Karl Marx)
Luego
vendría la resaca posterior, en la que todo
lo virtual se precipitó. Casi todos los actores principales se lanzaron como posesos a emitir gestos, por aquello de que la democracia
burguesa es no solo representación en cuanto a simbolización de un
supuesto pueblo-universo, del que se esconden los antagonismos de
clase, por una muestra de diputados, sino porque es pura
escenificación y apariencia.
Así
el PP, casi desaparecido del Parlament exigía a Arrimadas que se
postulase para Presidenta del Govern, a sabiendas de que a ésta solo
le quedaba “hacer un Rajoy”, al estilo de cómo éste hizo tras
las elecciones del 20 de Diciembre del 2015, dada la imposibilidad de
que los constitucionalistas sumaran los votos suficientes para formar
gobierno.
El
ex President Puigdemont, con
poco cuerpo de mártir, pero mucho
de turista de lujo, que
había mantenido curiosos rifirrafes con su ex vicepresident
Junqueras, que ocupaba una celda en la cárcel de Estremera, acerca
de la dignidad con la que cada uno afrontaba las consecuencias del
1-O y de quién debía ser President tras las elecciones del 21-D, a
pesar de ser el más votado de las candidaturas independentistas
demostraba una querencia por su “exilio” de pegote digna de mejor
causa.
El
ex portavoz del Govern, Jordi Turull, manifestaba recientemente la
posibilidad de que el candidato de los independentistas, Carles
Puigdemont fuera ungido “urbi
(a la ciudad sagrada de la
patria catalana) et
orbe” (y al mundo, en
Bruselas) President
de forma telemática o, en palabras de desaprobación de tal
despropósito del Lehendakari Urkullu, “por Internet”. Con un
Iphone de última generación, siempre se podrían hacer Consells de
Govern por whatsapp. Al fin y al cabo, la wikidemocracia o democracia
2.0 creó la frikada del Partido X y permite disponer de una app para
saber dónde hay bolsas para recoger excrementos caninos. Las
Carmenadas del cambio nunca defraudan… a las extravagancias de los
pijoprogres y animalistas.
Pero
como todo lo que degenera tiende a empeorar aún más, el efecto
Arrimadas, asociado a la
tendencia del independentismo catalán a no respetar su propio
sentido del ridículo, dio alas a una iniciativa que, partiendo de lo
estrambótico, ha alcanzado altas cotas de popularidad. Me refiero a
la iniciativa Tabarnia
(Tarragona y Barcelona).
Ésta,
nacida años atrás, encontró, ante las vacaciones de los políticos
y la menor generación de ridiculeces mediáticas propias de ellos,
su oportunidad en las redes sociales. Sin duda, el triunfo de
Ciudadanos en Cataluña dio alas a los sectores españolistas para
relanzar la idea. Con la complicidad del renacido patriotismo español
fuera de la República Simbólica de Catalunya, la operación
Tabarnia alcanzó rápidamente una difusión inconcebible en otras
fechas.
A
través del simétrico juego de las ideas fuerza y los conceptos que
el propio independentismo catalán había acuñado a lo largo de
años: Barcelona
is not Catalonia/ Catalunya
is not Spanish, Catalunya ens roba/Espanya ens roba, Tabarnia da a
Cataluña mucho más de lo que recibe/Cataluña da a España mucho
más de lo que recibe,
etc.,
los
tabarneses plantearon una reivindicación autonómica al margen de Cataluña y dentro del
Estado español tan real como la República catalana, han puesto el
dedo en la llaga del soberanismo catalán y le ha dejado sin
discurso, hasta el punto de que algunos de ellos les acusan de
insolidarios, de ricos y privilegiados contra el resto de Cataluña y
de secesionistas ¿Quien
iba a decir a los “indepes” que iban a españolear tanto en sus
argumentos?
Sea
como sea, Tabarnia contra Cataluña, Cataluña contra Tabarnia,
constituyen la expresión más evidente de que un discurso
identitario en términos de pueblo y de patria conducen al absurdo de
olvidar que hay otras realidades no nacionales, constituidas por las
clases sociales, siempre antagónicas entre sí. Cuando las
organizaciones políticas “progres” (esa cosa que hoy siguen
reclamando muchos como la izquierda) abandonan la defensa de la clase
trabajadora, lo que encontramos es el discurso de una gran burguesía
que no quiere perder un mercado más amplio, el español y el
internacional asociado al mismo a través de la UE), que dan eco a
Tabarnia, contra una pequeña y mediana burguesías, potenciadas al
calor del dinero público de la Generalitat. Sus enfrentamientos
solo los puede pagar la clase trabajadora silenciada en dicha
confrontación.
Y
mientras tanto, si Ferreras, el reportero más dicharachero de toda
La Sexta, que se cayó de pequeño en el plató de Al Rojo Vivo, se
va a de vacaciones y no puede retransmitir la política del circo
parlamentario en plan “atención: minuto y resultado” del
“furbo”, siempre nos quedará el diputado de guardia “indepe”,
superRufián, haciendo honor a su nombre y, desde la máquina de
escribir a las esposas de sexo divertido (pudo haber sacado un pollo
de plástico de un maletín, ¿porqué no?), involucionar ahora hacia
la adolescencia de un “niño
rata” de los videojuegos
Pero
no hay culebrón que no sea eterno. Antes de brindar con cava, la
señora Colau seguirá poniendo en aprietos a sus socios podemitas,
que culparon a los indepes de romper el consenso del 78, poniendo un
lazo marillo gigante en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona por
la libertad de los Jordis. Tampoco es cosa de encadenarse o convocar
una mani, que al fin y al cabo otros le han descubierto que es más
cómodo y sencillo, en lugar de salir a las calles frías y llenas de
gente que va en masa a terminar de hacer las compras para Nochevieja,
firmar en change.org la petición del premio Nobel de la Paz a los
dirigentes de dos entidades supersubvencionadas por la Generalitat,
como si fueran Nelson Mandela.
En
fin, puedo imaginarme todo lo que no ha sucedido, a partir de este
mundo de política virtual, incluido a Puigdemont dando las
campanadas de las 12 de la última noche del año para TV3.
4.-La
realidad que oculta el trampantojo catalán
Estoy
convencido de que ustedes me van a disculpar de que, llegados a este
punto, sea algo más parco en su extensión.
El
catalán que no haya leído La
Vanguardia, El
Periódico (impuesta o no la austeridad de la que se habla en en este segundo enlace por Montoro. Esto último importaba
poco a los patriotas pequeñoburgueses) a comprobar como el Govern de
Catalunya ha liderado los recortes sociales en el Estado español,
dato que también pueden encontrar en
otros medios, debe de pensar, sobre todo si va a colegios
privados y utiliza una sanidad de pago, que tiene el mejor de los
sistemas de protección pública posibles. Los trabajadores catalanes
no son de esa opinión.
Y
ahora hablemos de cómo el gobierno español ha usado el asunto de la
“amenaza independentista”, que veremos que acaba como rosario de
la aurora, para tapar golpe tras golpe contra la clase trabajadora. Y
solo me voy a referir a cuestiones muy cercanas en el tiempo.
Noticia
de hoy mismo: el
gobierno español endosa el pago de 96,38 millones de € a Castor,
la empresa de Florentino Pérez, a los consumidores a través del
recibo del gas. Si piensas que, porque "el Barça es
mes que un club", lo que está haciendo el gobierno español es apoyar
al Real Madrid y no al capitalismo, como hizo a Generalitat con Aguas
de Barcelona, el Banco
de Sabadell, o La
Caixa es que eres muy, muy parcial, amigo.
Seguimos:
Quinto
año en el que las pensiones suben el mínimo legal establecido, el
0,25%. Así van a quedar sus porquerías de pensiones, si ustedes no
ganaron lo suficiente para aspirar a una vejez digna. Culpa suya les
dirán. Ustedes saben que no y conocen a quienes señalar como
culpables: sus empresarios. Esos a los que los políticos protegen
¿No será hora de ir por el poder real a reclamar lo nuestro?
Continuamos:
La
subida del salario mínimo en 2018 será de 29 €. La de la luz al
inicio de 2018 se estima en un 2,6% (unos 10 euros) y la del 6,2%,
según la OCU entre un 7,1 y un 8,2%, Vean ustedes en qué se les
queda esos 29 euros.
CCOO
y UGT dicen que esto abre el camino a un cambio de tendencia, el de
ir subiendo el resto de los salarios. Están convencidos de que el interés de
las empresas porque consumamos justificará los ascensos salariales
que necesitamos y merecemos ¿Sin luchas? ¿Dijeron algo de las horas que nos
obligaban a trabajar gratis? ¿Han planteado alguna lucha, fuera de
las que imponen sus afiliados en alguna empresa porque les va la vida en ello? ¿Creéis que no
han merecido estos años de silencio del sindicalismo vertical algo más que la esperanza
de que caigan las migajas que necesita repartir el patrón para mantener el consumo sin
movilizarnos?
5.-¿Y
ahora qué?
Si
no eres un tonto a las tres, de los que siguen creyéndose lo de que
va a caer “el régimen del 78”, pasando de cuestiones como
correlación de fuerzas, organización política, compromiso
militante y cuestiones que no atañen al mero cambio de cosmética
política sino que van al fondo de la dominación de una clase por
otra, creo que es el momento de plantearse qué hacer.
En
realidad, proponer esto es muy cansado en medio de tanto Che Guevara
del twitter y de tanto niñato desclasado que cree que meterse con
Carrero Blanco o con Franco, hoy 40 y tantos años después de que uno de ellos reventará en la cama y el otro alcanzase altos vuelos, es
revolucionario.
Tú,
que sustituyes los gritos del bar de antaño por tus tonterías en
las redes sociales, ¿qué has hecho para comprometerte? ¿Cuándo
has dicho a la empresa que te estaban escamitando incluso el salario
de convenio? ¿Qué has hecho, más allá de ir a una de esas manis
“ciudadanistas” que pedían democracia, sin mayor riesgo; desde
luego no para organizar un grupo sindical alternativo y de clase a
las porquerías
de CCOO y UGT?
Si
lo has hecho: gracias tovarich, eres de los míos.
No
pido imposibles. Solo la coherencia necesaria para no subir los
decibelios si eres un puñetero cuñao desclasado o un cibercapullo
de los que se pasa el día tomando el poder o perdiendo su vida en un
mundo virtual que no cambiará jamás nada.
COMPROMISO
COTIDIANO EN EL MUNDO REAL.