En
las economías capitalistas desarrolladas la crisis financiera de
2007 tuvo como epicentro el sector inmobiliario y las hipotecas de
mala calidad. Los bancos centrales rescataron al sistema bancario
privatizando las ganancias y haciendo público el costo de la crisis.
Y ahora que lo peor del frente de tormenta pasó, se consolida la
percepción de que la borrasca ha sido controlada. Esa es una idea
equivocada y peligrosa.
La
verdad es que el problema en Estados Unidos se ha desplazado del
ámbito residencial a los centros comerciales, los famosos y feos
shopping malls. Esas enormes construcciones están hoy en el
corazón del próximo huracán financiero. Al igual que en 2007, los
efectos del mal tiempo se dejarán sentir en la economía global.
Los
centros comerciales en Estados Unidos se están muriendo lentamente.
Los locales vacíos se multiplican porque las ventas no cubren las
altas rentas y los comercios en bancarrota aumentan todos los días.
Casi no se habla de este tema, pero lo cierto es que en Estados
Unidos crece cada día el número de centros comerciales fantasma,
abandonados o con grandes espacios vacantes. Hasta se habla del
modelo chino en el que el crédito barato y la especulación
inmobiliaria han llevado a construcciones de millones de metros
cuadrados que hoy son cascarones vacíos sostenidos por millones de
toneladas de concreto, miles de kilómetros de cables eléctricos y
tuberías, amén de una colosal huella ecológica.
Si
la imagen exitosa del centro comercial se mantiene es sólo porque
algunos malls subsisten en buenas condiciones. Pero esos
centros son la minoría: en Estados Unidos sólo el 20% de los
centros comerciales genera más de dos terceras partes de las
ganancias de este sector. Esos centros comerciales están localizados
en puntos que mantienen alta densidad de población con poder de
compra o en centros de concentración turística y económica. Lo
cierto es que la crisis en el resto de los centros comerciales es una
triste realidad que no va a desaparecer. Se calcula que en los
próximos dos o tres años desaparecerán cerca de 800 shopping
malls (más de la mitad del total) en todo el territorio
estadounidense.
Muchos
podrían pensar que el principal responsable de la debacle del centro
comercial se debe al auge del comercio en línea. Pero lo cierto es
que a pesar de su crecimiento, el comercio vía Internet apenas
representa el 12% de las ventas totales de las tiendas
departamentales que sirven como ancla de los malls.
La
razón de fondo de la nueva crisis es que la construcción de centros
comerciales en las últimas dos décadas ha procedido a un ritmo muy
superior al crecimiento del poder de compra en la mayoría de las
ciudades estadounidenses. Mientras la demanda se estancaba se
construyeron más de siete millones de metros cuadrados para centros
comerciales en los últimos cinco años.
¿Por
qué se ha mantenido la inversión en los centros comerciales? La
respuesta es inmediata: cálculos de riesgo equivocados y mucha
especulación. Éste es un sector en el que los inmuebles sirven de
garantía, facilitan la obtención de financiamiento y permiten un
mayor apalancamiento. La inversión en centros comerciales estuvo
ofreciendo rendimientos estables que prometían superar el 6 ó 7% y
con una garantía aparentemente tan sólida como el concreto y acero
utilizados en su construcción. Eso explica el rápido crecimiento de
capacidad instalada que hoy rebasa todas las proyecciones sobre la
evolución de la demanda. Por eso las tiendas en los malls
ofrecen constantes ofertas y descuentos sobre toda la gama de
artículos en venta, lo cual comprime los márgenes de ganancia y
lleva a la apertura de concursos de quiebra. En consecuencia, los
operadores de los centros comerciales enfrentan serias dificultades
para enfrentar sus compromisos de deuda. Para los próximos 18 meses
se necesita refinanciar unos 130.000 millones de dólares en créditos
para el sector de centros comerciales, una operación que no se
anuncia fácil.
La
gran diferencia de la crisis que se avecina es que los principales
acreedores no son los grandes bancos, sino los llamados
inversionistas institucionales como los fondos de pensión y las
compañías aseguradoras, así como otros agentes financieros –en
especial, los fondos de cobertura hedge funds– y uniones de
crédito. Las implicaciones para el sistema financiero son más
graves que las de la crisis de 2007 porque el rescate de las
compañías aseguradoras y los fondos de pensión se anuncia casi
imposible. Los efectos en cascada sobre los ingresos de jubilados y
el desplome de recaudación fiscal (por impuestos prediales) son
múltiples y serán difíciles de revertir: vender uno de esos
centros es mucho más complicado que el deshacerse de mil casas. A
diferencia del cierre de una fábrica y de la pérdida de empleos, el
cierre de un centro comercial no puede explicarse con una retórica
fácil sobre la globalización o un mal tratado comercial. El
crepúsculo de los shopping malls se debe a problemas
estructurales del capitalismo avanzado.