28 de diciembre de 2016

EL CASO LAGARDE

Alejandro Teitelbaum. alainet.org

La sentencia en el caso de Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, dictada por la Corte de Justicia de la República de Francia (tribunal especial para ministros y otros altos personajes gubernamentales que existe en dicho país desde 1993 a fin de sustraerlos a los tribunales ordinarios) ha suscitado la indignación de no pocas personas. 24 horas de indignación hasta que la gente se olvide y pase a otra cosa.

Pero la indignación es totalmente justificada.

Lagarde fue declarada culpable por haber actuado con negligencia al no apelar, siendo ministra de Finanzas de Sarkozy, el arbitraje (fraudulento) que permitió a Bernard Tapie embolsarse más de 400 millones de euros a expensas de los dineros públicos. Pero fue eximida con los fundamentos de que Ch. Lagarde “ejerció sus funciones de Ministro de Finanzas en el contexto de la crisis financiera mundial” y que “su reputación nacional e internacional deben tenerse igualmente en cuenta en su favor”.

Traducido al lenguaje común: en tiempos de crisis los ricos tienen carta blanca para estafar y robar al erario público (agregamos nosotros: y a los que se ganan el sustento trabajando) y la garantía de que serán cubiertos por las instituciones del Estado, incluidos los tribunales de justicia, salvo raras excepciones. Garantía que se extiende a los tiempos de bonanza económica.

El Gobierno francés y el FMI le renovaron la confianza a Christine Lagarde. Bien merecida por cierto si se tiene en cuenta que su actuación en el caso Tapie encaja perfectamente con la vocación nunca desmentida de los sucesivos gobiernos galos y del FMI de servir a los poderes económicos dominantes.

El tema de la impunidad con que actúan los dueños del poder económico y sus servidores no es de ayer.

Tampoco es de ayer la preocupación por reparar la injusticia que significa la desigual distribución de las riquezas hasta provocar situaciones de hambre y miseria y por sancionar a los responsables, preocupación que existe desde la más remota antigüedad.

En el año 386 antes de Cristo, los comerciantes de trigo de Atenas que habían comprado a los importadores una cantidad superior a la autorizada, con el fin de acaparar granos, fueron sometidos a proceso. Lisias, alegando ante el tribunal, pidió para ellos la pena de muerte, diciendo: “¿Cuándo obtienen más beneficios? Cuando el anuncio de un desastre les permite vender caro... Ellos se apoderan del trigo en los momentos en que hace más falta y se niegan a venderlo a fin de que no discutamos el precio”...[1].

Más modernamente estas cuestiones siguieron interesando a los especialistas: en el Primer Congreso Internacional sobre Prevención y Represión del Delito, celebrado en Londres en 1872, figuró el tema “medios de reprimir a los capitalistas delincuentes” (sic).

Contemporáneamente se visualiza a las grandes sociedades transnacionales como el núcleo duro del poder económico que, con total impunidad, viola los derechos políticos, sociales y culturales con la complicidad de las élites políticas y las instituciones nacionales e internacionales a su servicio (FMI, OMC, Naciones Unidas, etc.)

Este tratamiento diferencial y privilegiado frente a la ley conferido a las grandes sociedades transnacionales con respecto a la criminalidad ordinaria lo denunció en su tiempo Edwin H. Sutherland en su célebre White collar crime (1949) : “Más específicamente, el problema puede resumirse así: desde el punto de vista de una teoría del comportamiento criminal, los actos ilegales perpetrados por las empresas pueden analizarse en el mismo plano que los robos con efracción, los robos y todos los crímenes que son habitualmente el objeto de las teorías criminológicas”.

El jurista y criminólogo español López-Rey y Arrojo decía, por su parte: « Mientras que al delincuente contra la propiedad suele considerárselo un marginado y como un problema individual frente al orden social, el delincuente económico, por el contrario, ni es marginado ni se enfrenta individualmente con el sistema, al que, por otra parte, pertenece, pues en efecto, los delincuentes pertenecientes a grupos socioeconómicos superiores no son ni mucho menos marginados sino aceptados o tolerados » [2].

De esta manera, la estadística criminal da una imagen totalmente distorsionada de la realidad, pues en ella aparecen los pequeños delincuentes que llenan las prisiones pero omite a los grandes delincuentes que continúan al frente de grandes sociedades y consorcios financieros u ocupando importantes cargos públicos.

Alessandro Baratta, eminente jurista y sociólogo italiano escribió: "Como se ha visto, esto no quiere de ninguna manera decir que las conductas transgresoras se concentran efectivamente en la clase proletaria y en los delitos contra la propiedad. Incluso la criminología liberal demuestra, por el contrario, con las investigaciones acerca de la cifra negra sobre la criminalidad de cuello blanco y sobre la criminalidad política, que el comportamiento "criminal" existe en todas las clases sociales, que la nocividad social de las formas de criminalidad propias de la clase dominante y ampliamente inmune, es mucho más grave que la de toda la criminalidad efectivamente perseguida. Por otra parte, el sistema de inmunidades y de criminalización selectiva corresponde al estado de las relaciones de poder entre las clases, de manera de ofrecer por un lado un salvoconducto más o menos amplio a las prácticas ilegales de los grupos dominantes cuando atacan los intereses y los derechos de las clases subalternas o de las naciones más débiles y, por el otro...con un estrechamiento más o menos riguroso de la esfera de acción política de los movimientos de emancipación social" [3].

NOTAS:
[1] Lisia, Orazioni, Frammenti, XXII (Contro i mercanti di grano), Biblioteca Universale Rizzoli; Bergamo, Italia, 1995, pág. 225.
[2] López- Rey y Arrojo, Criminalidad y abuso de poder, Edit. Tecnos, Madrid.
[3] Baratta, Alessandro, Criminologie critique et critique du droit pénal, introduction à la sociologie juridico-pénale Cahier Nº 14, Ecole de criminologie de l’Université de Montréal, 1983, págs. 207 y 208. Edición en español : Criminología crítica y crítica del derecho penal, Edit. Siglo XXI, México, 1986.

26 de diciembre de 2016

TÚNEZ: LA POLICÍA ALERTA CONTRA EL PELIGRO DE LA "SOMALIZACIÓN"

Télam.com.arg

Los policías exhortan al gobierno a tomar "medidas excepcionales", que incluyen la pérdida de la ciudadanía, para impedir que se reagrupen con las "células dormidas" del yihadismo en el país.

El sindicato nacional de la policía tunecina aseguró en un comunicado distribuido este domingo que "el retorno a Túnez de terroristas desde focos de tensión es alarmante y puede conducir a la somalización del país", donde ya el sábado, cientos de personas se manifestaron ante el parlamento contra esos regresos desde Siria, Irak y Libia.

El hecho de que los autores de los atentados de Niza y de Berlín hayan sido yihadistas de nacionalidad tunecina ha ampliado el debate desde el periodismo, donde se viralizó e intensificó a medida que pasaban los días, a los medios políticos.

De hecho, el sábado la policía de Túnez detuvo a tres supuestos islamistas radicales, entre ellos el sobrino del tunecino sindicado como autor del atentado de Berlín, Anis Amri, muerto el viernes en un tiroteo con la policía en Italia.

Los tres, de edades comprendidas entre 18 y 28 años, fueron arrestados en el pueblo de Fuchana, junto a la capital tunecina, y en el pueblo natal de Amri, Oueslatia, en el centro del país, precisó el Ministerio del Interior en un comunicado.


En pleno debate llegó extraditado el sábado a la capital el yihadista Moez Fazzani presunto implicado en atentados terroristas entre los que destacan los del museo de El Bardo que causó el pasado año la muerte de una cincuentena de turistas.

Fuzzani fue entregado por las autoridades sudanesas según precisó el portavoz del polo judicial de lucha antiterrorista, Sufian Selliti.

El portavoz añadió que "es uno de los dirigentes de la organización terrorista y mantiene relaciones con la mayoría de los terroristas del Estado Islámico que se han orientado a Siria y libia para recibir entrenamiento militar".




Hay al menos 5.000 tunecinos en las filas de organizaciones yihadistas en el extranjero, según un grupo de trabajo de la ONU citado por el portal France24, y crece la inquietud ante la perspectiva de su regreso. Ya han retornado 800, según informaciones brindadas por el ministro del interior, Hédi Majdoub.

Túnez fue el primer país que, después de una rebelión popular desencadenada en 2011 por el suicidio de un joven debido a su situación económica, vio aparecer un movimiento yihadista armado, que asesinó más de cien soldados y policías, así como 20 civiles y 59 turistas extranjeros.

Tampoco quedó nunca en claro qué participación pueden haber tenido estos grupos en los magnicidos de al menos dos populares dirigentes progresistas y laicos durante la etapa de la transición democrática del país en la que el islamista partido Ennahda tuvo las riendas del gobierno.




NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
De “rebelión popular” tiene tanto lo que ocurrió en la “Revolución de los Jazmines” como los Cascos Blancos sirios de instrumentos de la paz. No hay que hacer mucho esfuerzo para ver el papel que jugaron los servicios secretos norteamericanos, en primer lugar la CÍA, así como las fundaciones globalistas CANVAS u Open Society Foundations y sus cursos de formación de jóvenes ciberactivistas tunecinos, que tan importante papel jugaron en la convocatoria y organización de las manifestaciones contra el gobierno tunecino. La constitución de una "Liga Árabe del Net" (de la red) indica hasta qué punto estaban orquestadas globalmente estas "revoluciones". Igualmente es sabida ya la disputa entre los servicios secretos franceses (DGSE) y los norteamericanos (CIA) para echar a Ben Alí del poder, una vez que ya no garantizaba sus intereses en aquél país y reconducir la situación hacia un gobierno “amigo”, que continuara las políticas neoliberales en aquel país, como así ha sucedido. No siempre las masas protagonizan la historia; a veces son títeres de quienes juegan detrás de las bambalinas, como ha sucedido tanto en las “revoluciones árabes” como en las de colores.

En cualquier caso, tanto el “entrañable” sicario del imperialismo norteamericano, Santiago Alba Rico, como su patrón estarían de enhorabuena si surgiese otro Estado fallido más en África, al estilo de Somalia o Libia, donde los asesinos yihadistas controlen buena parte del territorio.