Alejandro
Teitelbaum. Alainet
Fragmentos
de mi libro La armadura del capitalismo. El poder de las
sociedades transnacionales en el mundo contemporáneo. Editorial
Icaria, España, 2010).
I
.En pocos años los productos financieros derivados (futuros,
opciones, forwards, swaps, etc.) con fines especulativos o
supuestamente destinados a cubrir riesgos se multiplicaron
exponencialmente y su monto de hizo astronómico y totalmente
despegado de la economía real[1]. Todos esos productos financieros
circulan, en los hechos, como moneda, de manera que el papel de la
moneda de representar los valores creados en el proceso de producción
se ha distorsionado totalmente, pues la relación entre los valores
reales creados en el proceso productivo y los ficticios que circulan
en el mercado financiero es del orden de entre 10 a 1 y 20 a 1,
según diferentes estimaciones.
Existe
una sensación de euforia económica y circulan slogans tales como
“¿qué espera para hacerse rico?”, hasta que,
inevitablemente, estalla la crisis.
Es
en ese marco que se producen las crisis financieras, como la que
comenzó en 2007 y estalló a escala planetaria en 2008, que son
diferentes de las crisis cíclicas clásicas del capitalismo en las
que, después de un período más o menos largo de crecimiento
económico, la producción sobrepasa las posibilidades del mercado
(sobreproducción).
Esta
modalidad especial de crisis específicamente financieras, no son
crisis de sobreproducción pero producen graves “efectos
colaterales” sobre la industria y el comercio.
Estas
crisis tienen como centro de gravitación el capital-dinero y que,
por tanto, se mueven dentro de la órbita de los Bancos, de la Bolsa
y de las finanzas. Aunque las consecuencias son similares: las
empresas quiebran, los despidos se generalizan, aumenta la
desocupación y se acentúa la concentración monopolista hasta que
le economía se recompone sobre los escombros de la crisis que deja
un tendal de víctimas entre los trabajadores y los empresarios.
Los
actuales choques financieros, dice Chesnais (1) son el resultado de
una configuración específica del capitalismo en su etapa actual. No
es el resultado, como en las crisis capitalistas “clásicas”
hasta mediados del siglo XX, de una caída brutal de la producción
y del comercio.
Se
estaría en presencia -sigue diciendo Chesnais- de una interacción
particular entre la esfera de la producción y la esfera de las
finanzas. Por un lado existe una disminución regular y durante un
largo período de la tasa de crecimiento en los países más
industrializados, que se puede describir como una sobreproducción
crónica que los grandes grupos oligopólicos logran por lo general
controlar con medidas en la esfera de la producción e
hipertrofiando la esfera financiera.
Dicho
de otra manera: si la producción no aumenta a un ritmo elevado y el
desempleo aumenta, la tasa de ganancia que obtienen los capitalistas
en la esfera de la producción tiende a estancarse o a disminuir y si
la gente se empobrece (desocupación y salarios congelados) consume
menos, es decir que el mercado, donde los capitalistas realizan el
beneficio, se achica.
La
“solución” capitalista a estos dos problemas (descenso de
la tasa de ganancia y amenaza de crisis de sobreproducción por
achicamiento del mercado consumidor) consiste en la hipertrofia y
desregulación del sistema financiero que les permite, por un lado,
despojar a los trabajadores y a los pequeños ahorradores en la
esfera financiera compensando así el descenso de la tasa de ganancia
en la esfera productiva y, por otro lado, expandir enormemente el
crédito a fin de crear un poder adquisitivo artificial en las clases
más modestas que viven endeudadas y se endeudan cada vez más.
Hasta
que no pueden responder por sus deudas y en ese momento las
“soluciones” capitalistas a las contradicciones
inherentes al sistema dejan de funcionar y se producen las crisis
financieras, porque el sistema real, es decir la esfera de la
producción y del intercambio y su contradicción fundamental (la
apropiación privada en forma de plusvalía que se interpone entre la
producción social y el consumo social) resurge: se acaba el
espejismo de la prosperidad y los pobres están más pobres que
antes.
El
2 de abril de 2009 se reunió en Londres el Grupo de los Veinte con
el objetivo proclamado de aportar soluciones para superar la crisis
pero en realidad con el doble propósito de distraer a la opinión
pública mundial con un show demagógico titulado “moralizar
al capitalismo” y ponerse de acuerdo sobre algunas medidas
destinadas a preservar al sistema y, dentro de él, la hegemonía
del capital financiero parasitario.
La
“moralización del capitalismo” consiste en los hechos en
señalar a la vindicta pública algunas ovejas negras demasiado
notorias, como Madoff y a algunos dirigentes de grandes empresas
transnacionales que perciben emolumentos desmesurados (en realidad
una gota de agua en el océano de las ganancias del gran capital) y
responsabilizarlos de todas las lacras y abusos inherentes al
sistema.
Y
relanzar la gran farsa del supuesto control de los paraísos
financieros.
El
resultado más concreto de la reunión de abril de 2009 del G20 fue
el billón 100.000 millones atribuidos al FMI, destinados a
apuntalar descalabros financieros locales que podrían propagar un
nuevo caos financiero a todo el planeta. Lo demás es puro
gatopardismo (cambiar algo para que todo siga igual). Por ejemplo se
mantuvo y se reforzó el papel del FMI y del Banco Mundial,
instrumentos de las grandes potencias y del poder económico
transnacional.
En
cuanto al control de los paraísos financieros, la famosa “lista
negra“ (ahora de diferentes tonalidades) de paraísos fiscales
fue elaborada por la OCDE hace diez años y no sirvió para nada. La
razón es muy simple: buena parte de los paraísos fiscales (que no
figuran en las listas) están en territorio de las grandes potencias
o controlados por éstas: la City de Londres, la isla de Jersey, la
isla de Man, el Estado de Delaware en Estados Unidos, Mónaco, Macao,
Hong Kong, las islas Caimán, etc., etc. Y quienes se sirven de los
paraísos fiscales son las grandes empresas transnacionales, los
grandes bancos y sus clientes y los grupos financieros, que son
intocados e intocables. Además, la “lista negra” o
“gris” es como una puerta giratoria. Así como se entra se
sale. Pero el G20 incluso dejó para más adelante el tema de las
sanciones a los paraísos fiscales.
Según
un autor, el profesor Michael Krätke [2], se estima que los más
ricos tienen alrededor de un 30% de su patrimonio colocado en plazas
financieras offshore. Más de un quinto (23%) de todos los depósitos
bancarios del mundo se halla en los paraísos fiscales, al menos 3
billones de dólares según cálculos conservadores. Casi el 50% de
las transacciones financieras transfronterizas mundiales pasan por
ellos. Dice Krätke que de acuerdo con los cautelosos análisis del
Tax Justice Network, los capitales disimulados en los paraísos
fiscales evaden impuestos por un monto de entre 250 y 300 mil
millones de dólares cada año.
Es
una buena parte del dinero que falta para reactivar la economía,
aumentar el poder de compra de los más pobres y en general para
mejorar la situación de las 3000 millones de personas que viven en
el mundo con menos de 2,5 dólares por día.
Como
señaló recientemente Eva Joly, más que controlar a los paraísos
fiscales habría que controlar directamente las finanzas de las
grandes empresas, los grupos financieros y los bancos que los
utilizan.
Eva
Joly, que fue hasta 2002 jueza de instrucción en Francia a cargo de
la investigación de grandes “affaires” y renunció a
causa de las presiones políticas que recibió destinadas a trabar su
acción, escribió: “...yo pensaba que estábamos ante una
criminalidad superficial, marginal, accidental, una especie de falta
de moral individual. Hoy tengo la certidumbre de que la criminalidad
financiera está incrustada en la economía y que ensombrece nuestro
porvenir” (nuestro el subrayado) [3].
El
G20 prometió la ayuda de los organismos financieros internacionales
para renovar la deuda, no para abolirla, se olvidó del calamitoso
cambio climático y de las políticas agrícolas, pese a que la
crisis alimentaria mundial recomienza después de una muy corta
pausa.
En
el G20 se habló de inyectar 5 billones de dólares en la economía
mundial, lo que implica, como con el plan Obama, fabricar dinero
desmesuradamente.
El
17 de junio de 2009 Obama anunció las modalidades de un plan de
regulación del mercado financiero, frente al cual la prensa
especializada como The Economist y el Financial
Times se mostraron escépticos. Ya la ley Corporate
Auditing Accountability aprobada en 2002 demostró en los
hechos ser totalmente ineficaz. En el plan de Obama la Reserva
Federal (FED) será directamente responsable de los grandes Bancos
denominados “too big to fail” (demasiado grandes para que
quiebren). Es decir la FED (formada por lo grandes Bancos) se
controlará a sí misma y en su propio beneficio.
Sumando
el plan Obama de marzo y los precedentes de Obama y de Bush de
salvataje del capital financiero se han puesto en juego –por lo
menos- dos billones de dólares.
El
plan Obama y las decisiones del G20 permiten prever una
profundización de la crisis económica y/o su repetición cada vez
más frecuente y la probabilidad de una fuerte inflación con
recesión (stagflación), con las graves consecuencias sociales
que ya se conocen.
II.
La corrupción es un fenómeno mundial, en el que las grandes
sociedades transnacionales ocupan un lugar importante como
corruptores activos. La corrupción es un delito que requiere dos
autores: el que corrompe (corrupción activa) y el que se deja
corromper (corrupción pasiva).Tiene graves consecuencias económicas
y sociales y es un justo motivo de preocupación para quienes se
interesan por una gestión honesta de la administración de los
Estados y porque haya un control democrático de dicha gestión.
Hay
formas de corrupción que no se contemplan en las definiciones
habituales ni se tratan en las conferencias internacionales, que
también distorsionan gravemente el funcionamiento de las
instituciones democráticas en la adopción de decisiones de política
económica y social, como son (tanto en los países pobres como en
los países ricos) el financiamiento abierto o encubierto de los
partidos políticos, de ONGs, de medios de comunicación de masas,
etc.
La
promoción de la lucha contra la corrupción no es siempre inocente y
a veces obedece también a intereses particulares bien definidos.
En
la lucha sin cuartel por los mercados nacionales e internacionales
(de servicios, de armamentos, de bienes de consumo industrial y
civil, etc.) hay empresas que están en posición ventajosa (por su
poderío económico, porque su oferta es mejor en precio y/o calidad,
porque el espionaje industrial y comercial les permite tener mejor
información para negociar los contratos [la red anglosajona de
espionaje Echelon] o porque simplemente cuentan con el respaldo
[económico, político y militar] de algunas grandes potencias).
Las
empresas que no cuentan con estas ventajas, para poder competir con
ciertas posibilidades de éxito, tienen que recurrir con más
frecuencia a la corrupción de los funcionarios públicos y de los
dirigentes de empresas privadas que representan a la contraparte en
sus negociaciones comerciales.
La
corrupción puede neutralizar así esas ventajas comparativas que
hemos mencionado, de que gozan grandes empresas transnacionales.
De
ahí que sobre todo las grandes empresas transnacionales de origen
estadounidense, con el apoyo del Gobierno de los Estados Unidos,
estén interesadas en imponer internacionalmente medidas
anticorrupción (aunque no es seguro que se propongan respetarlas
ellas mismas) para seguir beneficiándose de las aludidas ventajas
comparativas (véase Bernard Cassen, Arrière-pensées dans la
lutte anticorruption, en Le Monde Diplomatique, mayo 2001, pág.
8).
Es
sintomático que se interesen particularmente en la lucha contra la
corrupción el Banco Mundial y una ONG dedicada específicamente al
tema: Transparency International.
El
papel del Banco Mundial en la economía planetaria y qué intereses
sirve son temas suficientemente conocidos y no vale la pena
extenderse.
No
obstante, cabe comentar que el ex Director del Banco Mundial, Paul
Wolfowitz, obligado a renunciar el 17 de mayo de 2007 por haber
aumentado indebidamente el salario a su amiga funcionaria en el
Banco, antes de ocupar ese cargo en 2005, en su condición de
Secretario adjunto de defensa de Estados Unidos participó en la
política de Estados Unidos para la reconstrucción de Irak, que
incluía multimillonarios proyectos cuestionados por corrupción y
mala gestión.
Escribe
Emad Mekay, corresponsal en Washington de Inter Press Service
en un artículo difundido el 26 de abril de 2006 (« Corrupción:
las pocas nueces del ruidoso Wolfowitz ») : …« Desde que
asumió la presidencia del Banco Mundial, Wolfowitz evitó examinar
proyectos de la institución en Iraq, a pesar de la existencia de
numerosos informes sobre fraude en la nación ocupada y dentro de su
gobierno, patrocinado por Estados Unidos. Por ejemplo, un préstamo
del Banco Mundial por 100 millones de dólares destinado a la
construcción de 82 escuelas se resolvió en noviembre pasado sin las
debidas diligencias en materia de control de la corrupción. Lo
mismo ha sucedido con proyectos en los que el Banco está
involucrado, relativos al suministro de agua, los servicios
sanitarios, el desarrollo urbano y las emergencias de salud de Iraq,
al igual que otros de asistencia técnica, los que suman de 500
millones de dólares, según los críticos ».
En
cuanto a Transparency International, citamos a
continuación fragmentos de una nota aparecida en la página 23 de Le
Monde Diplomatique de noviembre del 2000 (nuestra la traducción)
:
"
Transparency International fue fundada en 1993 por el Sr. Peter
Eigen, un ex funcionario del Banco Mundial…Clasifica a los países
en función de la corrupción existente en las administraciones y en
los hombres políticos. La organización se ha fijado como regla no
denunciar por su nombre a las empresas corruptoras. Sus ataques se
dirigen exclusivamente contra los Estados. Es la principal debilidad
de su acción porque ciertas sociedades transnacionale no tienen
raíces nacionales y T.I. las elimina de entrada de sus estudios.
…El
presupuesto de la organización en 1999 fue de 2 millones y medio de
dólares. Un tercio proviene de donaciones de grandes fundaciones
internacionales, otro tercio proviene de organismos para el
desarrollo y de organizaciones internacionales como el Banco Mundial
y el último tercio es cubierto por grandes empresas… (como IBM y
General Electric)… ".
General
Electric, uno de los "sponsors" de T.I., fue
condenada en 1997 a una multa de 25 millones de dólares por actos de
corrupción en Egipto (de la misma fuente).
Pero
con independencia de las intenciones de algunos promotores de las
campañas contra la corrupción, ésta es una lacra real que es
preciso denunciar y combatir y cuyas causas profundas y mecanismos es
necesario desentrañar.
La
corrupción de los funcionarios públicos es un delito en muchos
países, por lo menos formalmente.
Pero
en los países más ricos, aunque existe cierto rigor para sancionar
a los propios funcionarios públicos incursos en corrupción pasiva,
no se castiga a los propios nacionales que corrompen a funcionarios
extranjeros, es decir que incurren en corrupción activa.
Una
excepción a esto último son los Estados Unidos, donde se sancionó
en 1977 una ley sobre las prácticas de corrupción en el exterior,
bajo el impacto de los casos de sobornos pagados por las empresas
Lockheed, Northrop y Gulf Oil. Pero las legislaciones europeas
son mucho más "liberales" y no castigan el soborno
a funcionarios extranjeros. Más aún, en Alemania, en Suiza y en
Bélgica, entre otros países europeos, el fisco autoriza a deducir
de los impuestos tal clase de gastos, es decir que la corrupción de
funcionarios extranjeros está de hecho legalizada.
Hace
unos años, cuando se debatió en la Comisión de Derechos Humanos
de las Naciones Unidas el tema de la corrupción, los
representantes de los países ricos intentaron atribuir el fenómeno
exclusivamente a los países del Tercer Mundo, pero éstos se
opusieron a tal enfoque y la Comisión adoptó finalmente una
resolución indicando que la corrupción constituía un fenómeno
mundial.
En
los 8º y 9º Congresos de las Naciones Unidas sobre la Prevención
del Delito y Tratamiento del Delincuente se abordó el tema de la
corrupción. En el 9º Congreso, el ex juez italiano Antonio di
Pietro dijo que en materia de corrupción no cabía hacer la
diferencia entre países en desarrollo y países desarrollados, que
el análisis debía basarse en la "democracia de la
responsabilidad" y no la "democracia de la
prosperidad", que el fenómeno rebasaba las fronteras
nacionales y que afectaba no solo a los funcionarios sino al sector
privado. (Noveno Congreso de las Naciones Unidas sobre la Prevención
del Delito y Tratamiento del Delincuente, 29/4 al 8/5/95, Capítulo
V‑A, párrafo 248, A/CONF.169/16).
En
los últimos años se han aprobado convenios internacionales contra
la corrupción:
La
Convención Interamericana de 1996, la Convención de la OCDE de
1997, vigente desde 1999, la Convención Penal Europea sobre la
corrupción, aprobada por el Consejo de Europa el 27 de enero de
1999, abierta a la firma de los Estados en la misma fecha y en vigor
desde el 1º de julio de 2002 (esta última en: Serie de tratados
europeos Nº 173 – www.coe.int) y la Convención civil europea
contra la corrupción, en vigor desde el 1 de noviembre de 2003.
La
Convención Penal Europea sobre la corrupción de 1999 es, de los
cuatro instrumentos citados, el más completo, pues describe con
cierta minuciosidad los diferentes casos de corrupción :
a)
corrupción activa y pasiva de funcionarios públicos nacionales;
b)
corrupción de miembros de asambleas públicas nacionales,
c)
corrupción de funcionarios públicos extranjeros y de miembros de
asambleas públicas extranjeras;
d)
corrupción activa y pasiva en el sector privado;
e)
corrupción de funcionarios internacionales y de miembros de
asambleas parlamentarias internacionales,
f)
corrupción de jueces y funcionarios de cortes internacionales;
g)
tráfico de influencia y
h)
blanqueo del producto de los delitos de corrupción.
Otro
aspecto muy importante de la Convención Penal Europea sobre la
corrupción es que en su artículo 18 establece la responsabilidad
penal de las personas jurídicas. Dicha responsabilidad no figura en
la Convención Interamericana, en tanto que la Convención de la
OCDE deja a la decisión de los Estados la posibilidad de optar entre
la responsabilidad penal, civil o administrativa. El mismo artículo
18 establece la responsabilidad penal de las personas físicas que
tienen la representación de las personas jurídicas y la de los
instigadores y cómplices.
La
Convención europea puede ser una fuente de inspiración para
iniciativas y acciones, en los planos nacional y regional e
internacional.
La
Convención de la OCDE no es directamente aplicable en los Estados
signatarios y requiere una legislación interna de aplicación. No
incluye a las filiales instaladas en países no miembros de empresas
que tienen su sede principal en los Estados miembros, es decir se
acepta la ficción jurídica de la autonomía de la filial, sin
«levantar el velo» de la realidad económica de que dichas
filiales forman un todo con la sociedad matriz. Eso permite continuar
empleando prácticas de corrupción a través de las filiales
instaladas en países no miembros. Este sistema lo usan habitualmente
las sociedades transnacionales estadounidenses para eludir la
legislación de Estados Unidos contra la corrupción y, por cierto,
lo utilizan también las sociedades transnacionales basadas en otros
países.
Pero
a pesar de dichos convenios y aunque se advierten ligeros progresos,
la corrupción siguen gozando de buena salud, por ejemplo en la Unión
Europea.
Por
ejemplo la Comisión Europea trabaja en equipo con las grandes
sociedades transnacionales europeas (la Mesa Redonda de los
Industriales Europeos - ERT).
La
corrupción es muchas veces un factor determinante de las
privatizaciones y "desregulaciones" y de las
condiciones en que éstas se realizan.
La
faz internacional de esas privatizaciones con matices delictivos
incluye el asesoramiento técnico y la financiación del Banco
Mundial. Por ejemplo, éste aprobó en diciembre de 1992 un crédito
de 30 millones de dólares, al 7,6 por ciento de interés anual,
destinado al Perú, para financiar la asistencia técnica al programa
de privatizaciones de dicho país. El Banco Mundial no sólo organiza
el despojo del patrimonio nacional de diversos países, sino que se
hace pagar por las víctimas del despojo y además con intereses
usurarios.
En
Le Monde Diplomatique de julio de 2001, en un recuadro al pie
de la página 15 se cita a un funcionario del Gobierno francés que
habla de los «rapaces que en nombre de la libre empresa, por
ejemplo en ocasión de las privatizaciones, se apoderan con total
impunidad de sectores enteros de la economía ».
Un
cable de Interpress Service del 18 de octubre de 2005
dice :
“El
Índice de Percepción de la Corrupción de la organización
Transparencia Internacional vuelve a mostrar este año la
comprometida situación del Sur, que cuenta con una pequeña ayudita
de los bancos del Norte industrial.
"La
fuga total de capitales anual de África es de unos 150.000 millones
de dólares, mientras que el total del flujo de asistencia que recibe
el continente asciende a 25.000 millones", dijo
a IPS Chandrashekhar Krishnan, director ejecutivo de la filial de
Transparencia en Gran Bretaña.
"Esa
fuga de capitales representa, básicamente, la ruta de los bienes
estatales en manos de políticos corruptos", agregó
Krishnan. "Ese dinero es depositado en instituciones
financieras de Londres, de Zurich, de Nueva York."
"Sugiero
que los gobiernos occidentales hagan mucho más para asegurarse de
que sus sistemas financieros no sean utilizados para lavar dinero",
recomendó.
Pero
el hecho de que los bancos de Gran Bretaña, Suiza y Estados Unidos
reciban dinero sucio no queda marcado en el Índice de Percepción de
la Corrupción de Transparency International» (IPS,
18/10/2005).
NOTAS:
(1)
La mondialisation financière, (François Chesnais., editor)
ed. Syros, Paris, 1996, Cap. 8.
[2]
Michael Krätke, Paraísos fiscales. Publicado por Sin Permiso
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=1716. 2 de marzo de
2008.
[3]
Eva Joly, Notre affaire à tous, Ed. Les Arènes, Paris, junio
2000, pág. 183. En julio 2003 Eva Joly publicó otro libro: Est-ce
dans ce monde-là que nous voulons vivre?, Edición Les Arènes,
donde relata las persecuciones y amenazas que sufrió mientras
instruía la causa ELF. Véase también Christian de Brie, Dans
l’archipel planétaire de la criminalité financière, en Le
Monde Diplomatique, abril 2000). En febrero de 2002 la jueza Eva Joly
anunció su retiro de la función judicial. Su anuncio fue precedido
por algunos días por un anuncio similar del juez Eric Halphen y de
la noticia del traslado, a su pedido, de la jueza Laurence
Vichnievsky a otras funciones. Un año antes había abandonado la
carrera judicial la jueza Anne José-Fulguères. Todos ellos se
ocupaban de asuntos de corrupción y de negociados de gran
envergadura y todos denunciaron las fuertes presiones, provenientes
de los medios políticos y económicos, de que fueron objeto.
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Sobre Transparencia Internacional les sugiero vean cuáles son algunas de las fundaciones donantes de la misma: https://www.transparency.org/whoweare/accountability/who_supports_us/2/
La mano de George Soros que mece la cuna es alargada.
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Sobre Transparencia Internacional les sugiero vean cuáles son algunas de las fundaciones donantes de la misma: https://www.transparency.org/whoweare/accountability/who_supports_us/2/
La mano de George Soros que mece la cuna es alargada.