Sara
Flounders.
La Haine
Como
predijo Marx, el capitalismo nunca ha sido capaz de resolver los
ciclos tambaleantes de expansión y recesión causados por la
sobreproducción
La
clase obrera en EEUU ha sufrido golpes devastadores desde la crisis
económica capitalista del año 2007. Ahora la amenaza de una nueva
recesión se percibe a través de los mercados financieros.
Los
presupuestos municipales y estatales ya han sido recortados a nombre
de la austeridad. Los servicios gubernamentales, entre ellos los de
hospitales, escuelas, bibliotecas, agua y alcantarillado, han sido
privatizados – vendidos para generar ingresos inmediatos necesarios
para pagar los intereses de los préstamos bancarios. El impacto de
estas políticas criminales se puede ver en el agua envenenada de
Flint y en las deterioradas escuelas desde Los Ángeles y Detroit
hasta Filadelfia.
Aunque
se espera una nueva ronda de despidos, el número de personas que
participa en la fuerza laboral ha llegado a su nivel más bajo en 30
años a pesar del crecimiento de la población. Los salarios reales,
estancados desde 1979, según un informe del Instituto de Política
Económica del 19 de febrero del 2015, no han mejorado desde
entonces.
Las/os
trabajadores cuya labor produce toda la riqueza, han estado
recibiendo una porción cada vez más pequeña del valor que
producen. El 56,3 por ciento de la población de EEUU está ahora
viviendo de cheque a cheque, con menos de $1,000 en cuentas
corrientes y de ahorros combinadas. Y el 24,8 por ciento tiene menos
de $100 en sus cuentas. (Forbes, 6 de enero)
Los
salarios estancados y reducidos, junto al aumento de la productividad
del trabajo, han conducido bajo el capitalismo, a la extrema
concentración de la riqueza en manos privadas en una escala
desconocida en la historia. Las 62 personas más ricas del mundo
tienen ahora tanta riqueza como la población de 3,5 mil millones más
pobre. (Oxfam, 17 de enero) Hace cinco años, 388 súper-ricos tenían
este estatus criminal. La asombrosa concentración de la riqueza
continúa sin cesar.
Aniquilada
una quinta parte del valor de papel
La
otra característica endémica del capitalismo que Marx explicó hace
165 años se impone una vez más. El capitalismo – el sistema
económico basado no en la producción social, sino en la
expropiación privada – nunca ha sido capaz de resolver los ciclos
tambaleantes de expansión y recesión causados por la
sobreproducción. La sobreproducción de toda mercancía está
nuevamente sacudiendo los mercados financieros. La producción
industrial y el rendimiento manufacturero se han reducido al mínimo.
La
caída en el precio del petróleo desde más de $110 el barril en
junio de 2014 hasta debajo de $30 en la actualidad, ha recibido una
gran atención. Sin embargo, un colapso similar ha ocurrido en los
productos industriales, acero, tuberías, metales, carbón, oro,
aluminio, zinc y los principales cultivos alimentarios.
Desde
el Año Nuevo, los mercados bursátiles de todo el mundo han estado
cayendo inexorablemente. Desde Dow Jones de Nueva York y el S&P
500, hasta las principales bolsas de valores europeas de Londres,
París y Berlín, a los mercados de Dubái, Tokio, Hong Kong y
Shanghái; juntos han perdido más del 20 por ciento de su valor,
entrando en lo que se llama un “bear
market”
(mercado en la baja).
Una
quinta parte de toda la riqueza del mercado de valores en el mundo ha
sido eliminada. Esto puede no afectar inmediatamente a la mayoría de
las/os trabajadores. Pero la manera de los capitalistas lidiar con la
pérdida de su riqueza especulativa es de irse contra las/os
trabajadores que tienen menos de $1,000 o $100 a su nombre.
En
su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Barack Obama
destacó un aumento modesto en trabajos de servicio con los salarios
más bajos – desde centros de llamadas hasta los restaurantes de
comida rápida. Sin embargo, cientos de miles de trabajadoras/es en
la industria pesada, la producción de energía, la banca y los
servicios financieros – desde DuPont, Alcoa, John Deere y BP hasta
Morgan Stanley – ya han sido despedidas/os en el último año.
Rescate
financiero profundizó la crisis
Los
economistas capitalistas, reticentes a utilizar el término
“recesión”,
han inventado un nuevo término para denominar un período tan largo
sin crecimiento económico: “estancamiento
secular”.
Se han celebrado conferencias internacionales y escrito numerosos
trabajos académicos sobre este tema. Estancamiento secular es un
término muy difuso que oculta la realidad. El capitalismo, para
expandirse, debe encontrar mercados en los que vender sus productos
con ganancias. Cuando no puede hacer esto, todo el sistema mundial
entra en una espiral de crisis.
Los
rescates no han tenido éxito en poner en marcha a la economía. Años
de tasas de interés de casi cero para estimular préstamos gigantes
supuestamente para estimular la producción, puede que hayan
empeorado esta crisis capitalista.
Un
periódico británico cita las palabras de un funcionario de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico: “La
situación es peor de lo que era en 2007. El mundo se enfrenta a una
ola de impagos épicos de deuda. Nuestra municiones macroeconómicas
para combatir las crisis, esencialmente han sido totalmente
utilizadas”,
dijo William White, el presidente con sede en Suiza del comité de
revisión de la OCDE y ex economista jefe del Banco de Pagos
Internacionales (BPI).” (Telegraph, 19 de enero)
Barcos
‘Zombi’
Hay
sobreproducción de mercancías, desde petróleo hasta los productos
terminados como juguetes, ropa y autos. Hay hasta un exceso de los
grandes buques de contenedores que mueven más del 95 por ciento de
los productos manufacturados del mundo.
La
industria del transporte marítimo se enfrenta a su peor crisis en
memoria reciente, después de años de rápida expansión alimentada
por la deuda barata. La flota mundial se duplicó en tamaño de 2010
a 2013. (Reuters Business Insider, 20 de enero)
La
competencia entre las compañías navieras ha impulsado la
construcción de una nueva generación de súper cargueros que puede
transportar 19.000 contenedores, en comparación a los buques
anteriores que llevan solo 5.600. Se necesitan años para construir
este tipo de buques. Los pedidos fueron colocados cuando se esperaba
una recuperación global completa después de 2009.
Las
corporaciones navieras que financiaron sus flotas con un 60 por
ciento de deuda y con 40 por ciento de liquidez, han visto
desvanecerse esa liquidez.
Ahora,
flotas “zombi”
aceptan fletes a precios irrisorios sólo para poder seguir a flote.
Pero los propietarios no tienen esperanza de pagar el capital en sus
préstamos. Los bancos tienen miedo de destapar estos préstamos
porque entonces se verían obligados a ponerlos en la lista de
pérdidas.
El
Baltic Exchange, que ha establecido tarifas de envío por más de dos
siglos y medio, dice que la situación que sus miembros enfrentan es
sombría.
Gigantes
derribados por la deuda
Aún
grandes empresas multinacionales que han sobrevivido décadas de caos
capitalista en el pasado se tambalean ahora. Años de interés de
casi cero por ciento provocaron que muchas de las mayores empresas
mundiales de mercancías, asumieran enormes deudas para invertir en
una mayor expansión y en fusiones. Pero ahora que el precio de las
mercancías ha bajado a la mitad o incluso a un tercio del valor que
tenían hace un año, el valor de mercado de estas empresas ha
entrado en una caída libre.
Una
de las más grandes y antiguas corporaciones mineras de oro y cobre,
la Freeport McMoRan, está en crisis después de sacar grandes
préstamos hace unos tres años para compras en petróleo y gas.
Ahora con el exceso de petróleo, las acciones de la compañía han
caído de $60 por acción a menos de $4. Freeport McMoRan, valorada
ahora en $4.8 mil millones, está sobrellevando una deuda de $20 mil
millones, por lo cual está recortando puestos de trabajo y todos los
gastos de capital. Pero para cumplir con sus pagos de la deuda, sigue
produciendo petróleo, incluso a precios sumamente bajos. (New York
Times, 22 de enero)
Anteriormente,
durante las caídas de precios, los productores de mercancías
inmediatamente reducían la producción. Pero esta vez, debido a sus
enormes deudas, continúan inundando el mercado, empeorando así la
situación.
Capitalistas
culpan a China de sus problemas
El
exceso actual de mercancías a nivel global está siendo atribuido a
una desaceleración en el crecimiento de la República Popular China
— la segunda economía más grande y de más rápido crecimiento
del mundo.
El
caos y la competencia despiadada del sistema capitalista en sí nunca
es culpado. Por ejemplo, tanto corporaciones estadounidenses como
alemanas han agravado las condiciones en China en las plantas que son
empresas conjuntas. La decisión de Volkswagen, GM y otros
fabricantes significativos de automóviles de frenar su producción
en China debido al exceso de oferta mundial de automóviles,
significó que cancelaran primero las bonificaciones para las/os
trabajadores en sus plantas. “Los
bonos típicamente suelen ascender a más de la mitad del salario
neto de las/os trabajadores de la línea de ensamblaje”.
(Reuters, 15 de septiembre, 2015)
Estas
gigantescas corporaciones internacionales no solo cortan el pago que
se llevan a su casa las/os trabajadores de la línea de ensamblaje,
sus horas de trabajo, los descansos y el número de turnos, sino que
ellos y otras grandes empresas occidentales también cortaron miles
de millones de dólares en los planes de expansión que tenían en
China. Por supuesto, todos estos recortes en inversiones que fueron
anunciados hace más de tres meses, tuvieron repercusiones sobre el
mercado de valores chino.
Estos
cortes abruptos han estimulado el aumento de los esfuerzos para
desarrollar unas relaciones y un comercio más estable entre China,
Rusia, América Latina y África. Un artículo cubano titulado
“Resistiendo
las tormentas del siglo 21”
escrito hace pocos días, expuso que este comercio que se está
desarrollando rápidamente es de beneficio mutuo. Para el año 2014,
el valor del comercio bilateral entre China y América Latina era 22
veces más de lo que había sido en 2000. (Granma, 19 de enero)
No
se puede predecir cuán profunda e insuperable será la crisis
venidera, ni qué la va a provocar. Pero la urgencia de que las/os
trabajadores hagan sonar la alarma y organicen una fuerte lucha está
fuera de discusión.