David
Brooks. La Jornada
Lo
más alarmante de que Donald Trump vaya a la cabeza en las
preferencias de la contienda republicana para la candidatura
presidencial, es pensar quiénes son esos millones que lo apoyan con
tanto entusiasmo. ¿Quiénes son los que responden con tal exaltación
a un mensaje xenofóbico que culpa a los otros por el fin de la
grandeza estadounidense? ¿Cómo es que un bufón multimillonario tan
peligroso se vuelve héroe para tantos?
No
es tan extraño que una estrella de reality shows sea protagonista en
una contienda electoral que a veces parece más un espectáculo
producido y dirigido por patrocinadores empresariales que un
ejercicio esencial de lo que aquí llaman democracia. Pero una clave
mucho más importante para entender el fenómeno no consiste en
analizar a Trump, sino los trumpistas.
Parte
de esta clave está en el título de su nuevo libro, America
lisiada; cómo volver a hacer grande a America. Volver a hacer, o
hacer de nuevo, es un mensaje muy cuidadosamente diseñado. Estados
Unidos está discapacitado, dañado, ha perdido su grandeza y hay que
volver a hacerlo grande. Va dirigido a un amplio sector que percibe
que el Estados Unidos de antes se ha perdido, que se desvanece.
¿Y
quién tiene la culpa? Según Trump, los otros, los que no son de
aquí, los inmigrantes y el resto del mundo donde Estados Unidos ha
dejado de imponer su voluntad y ha cedido a otros (con Putin, con
China, como también en el terreno del comercio internacional). Hay
que sacar a los otros del país, hay que imponer la voluntad
estadounidense de nuevo en el mundo, hay que volver a lo que era.
Trump
y sus filas tienen toda la razón. Estados Unidos no es el de ayer
aquí adentro (ni en su margen de maniobra allá afuera). Se está
viviendo el fin de ese Estados Unidos definido por ser blanco,
anglosajón y guiado por una visión semireligiosa protestante de lo
que se llamaba el sueño americano. Y esto tiene implicaciones
profundas.
Y
algunos sectores viven este fin con consecuencias dramáticas. Una
nueva investigación de los economistas Anne
Case y Angus Deaton (quien ganó el premio Nobel de economía
este año) de Princeton sacudió al país en los últimos días al
encontrar un dramático e inesperado incremento en la tasa de
mortalidad entre hombres blancos de entre 45 y 54 años de edad en
Estados Unidos por alcoholismo, drogas, suicidio y más.
Los
datos revelan que los más afectados son hombres blancos con estudios
sólo hasta preparatoria y que enfrentan marginación en la fuerza
laboral. Los investigadores señalan que entre los factores de este
incremento de la tasa de mortalidad –fenómeno tan único en
Estados Unidos– es la reducción en oportunidad económica para
este sector, el incremento en la desigualdad y que el sueño
americano no se cumplirá para ellos (es decir, que cada generación
será más próspera que la anterior).
No
se ha detectado algo parecido en un desplome de la expectativa de
vida en el mundo desarrollado desde los primeros días de la epidemia
del sida, y es parecido –aunque menos grave– a lo que sucedió en
Rusia después del colapso de la Unión Soviética.
Ese
sector fue, hace unas décadas, el símbolo del sueño estadounidense
–los que obtenían empleos de por vida en el sector industrial y,
en gran parte por los sindicatos, lograron una vida estable de clase
media. Pero desde finales de los años 70 esto se ha revertido por el
desmantelamiento del sector industrial, el traslado de producción al
extranjero, acelerado por acuerdos de libre comercio, y una guerra
abierta contra los sindicatos– y con ello este sector ha visto un
desplome en ingresos y oportunidades.
Paul
Krugman, economista premio Nobel, lo resume así: “los datos
muestran una sociedad apremiada por la desesperanza… Algo terrible
le sucede a la sociedad blanca estadounidense”.
Trump
tiene un eco entre este sector. El veterano periodista y columnista
Harold Meyerson, del Washington Post, señala que “Trump obtiene
su apoyo principalmente de republicanos de clase trabajadora, quienes
son atraídos por su oposición a acuerdos comerciales, su apoyo del
Seguro Social y Medicare (programas de bienestar social) y su
denigración de los inmigrantes; un programa similar al de los
partidos racistas-populistas de derecha de otros países con apoyo de
trabajadores como el Frente Nacional en Francia.”
Por
supuesto, no todos los trabajadores blancos están con Trump. De
hecho, el mensaje del socialista democrático Bernie Sanders, del
lado demócrata, también está generando apoyo sorprendente (para
las cúpulas) entre amplios sectores de trabajadores blancos y de
todos los colores. Pero lo de Trump también se nutre con el otro
gran cambio en este país: el fin del Estados Unidos blanco.
La
Oficina del Censo de Estados Unidos proyecta que para 2044 los
blancos pasarán a ser una minoría más en este país; o sea, que
será un país de mayoría de minorías, con los blancos como la
minoría más grande, pero ya no superarán el 50 por ciento de la
población (los blancos actualmente representan 62 por ciento).
En
los últimos 50 años han llegado 59 millones de inmigrantes a
Estados Unidos (el porcentaje de los nacidos en el extranjero de esta
población está a un nivel casi récord: 14 por ciento). Y durante
ese tiempo, estos inmigrantes y sus descendientes representan 55 por
ciento del crecimiento de la población, y con ello están
transformando la composición racial y étnica del país, reportó el
Centro
de Investigación Pew este año.
El
cambio asusta, y no es nada nuevo que un político utilice el miedo
para transformarlo en reacción; son reaccionarios pues. Tal vez el
fenómeno Trump es más bien la confirmación de que su Estados
Unidos está por desaparecer y está naciendo otro en el que él y
otros políticos como él serán relegados a ser una minoría
irrelevante.
El gran cómico Stephen Colbert escribió un libro hace unos años en el que se burlaba de la arrogancia infantil de los que ya (ojalá) perdieron el futuro. El título: América otra vez: rehacer la grandeza que nunca no fuimos.
El gran cómico Stephen Colbert escribió un libro hace unos años en el que se burlaba de la arrogancia infantil de los que ya (ojalá) perdieron el futuro. El título: América otra vez: rehacer la grandeza que nunca no fuimos.