7 de agosto de 2015

DONALD TRUMP EN LA ERA DE LA VIDEOPOLÍTICA

Álvaro Cuadra. Alainet
Donald Trump se ha convertido, sin lugar a dudas, en un interesante ícono mediático a propósito de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Desde una perspectiva comunicacional, la pregunta queda planteada en los siguientes términos: ¿Cómo ha sido posible que un personaje con tan escasos méritos políticos (y personales) haya alcanzado tal protagonismo?

Es cierto, se trata de un multimillonario díscolo, histriónico y con una amplia experiencia en televisión, sin embargo, su visión política nacional e internacional no va más allá que aquellas que se emiten, entre amigos, en la esquina de algún bar: un cóctel de opiniones simplistas, no muy distintas de aquellos a quienes se dirige. Al examinar el discurso básico de este personaje, constatamos que, al igual que Le Pen al otro lado del Atlántico, se ajusta con precisión a opiniones ampliamente difundidas en ciertos sectores de la población estadounidense. Se trata de “groserías políticas” que instalan un discurso tóxico ante un público que espera, justamente, a un personaje de esta ralea que los represente.

Hay una clara radicalidad de derecha extrema en sus afirmaciones –no exentas de ingenuidad– como pretender acabar con el problema de los inmigrantes latinos construyendo un muro en la frontera con México, financiado por el propio gobierno mexicano (sic). Trump ha tenido la astucia de construir un nicho en la sociedad norteamericana, de modo que habla para los suyos, un sector que ha demostrado ser lo suficientemente significativo como para otorgarle un lugar estelar entre los candidatos republicanos.

El caso Trump demuestra que la política y los medios van de la mano en las llamadas democracias occidentales. La “videopolítica” es el modo en que se construyen hoy la mayoría de las figuras de la política en todo el mundo. Una era en que lo importante no es la racionalidad de los argumentos ni la deliberación sino, por el contrario, la espectacularidad de las intervenciones. En este sentido, Donald Trump ha dado muestras de ser un “personaje mediático” de fuste. Cada una de sus “performances” – mezcla de clown y líder de pacotilla -  está calibrada para aumentar el “rating” de los medios y ocupar las primeras páginas en todo el orbe.

La fórmula no es nueva, ya otros han recorrido este camino. Hitler fue uno de los primeros en utilizar el espantapájaros de una “amenaza interna” para aglutinar a las masas en torno al temor y el odio. Bastará recordar a Goebbels: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar. Después de todo "Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad"


Ayer los judíos en Alemania, hoy los árabes en Francia y los latinos en Estados Unidos. La pregunta que sigue pendiente es si acaso la mentada “democracia americana” se ha degradado lo suficiente  para soportar a un personaje de las características de Donald Trump como aspirante a la Casa Blanca. Es prematuro todavía adelantar una respuesta, pues la historia suele darnos sorpresas. Como se ha dicho, un idiota es un idiota, dos idiotas son dos idiotas, pero unos cuantos miles forman ya un movimiento político.

4 de agosto de 2015

PROPUESTA: “JUGUEMOS A LA REVOLUCIÓN EN VERANO”

El esforzado lector que responda a todas
estas preguntas será premiado con la Orden de
Lenin Niño
Por Marat

Dándole vueltas a esto de la rendición de Syriza, el ciudadanismo interclasista, la tribu podemita, sus rebajas ideológicas permanentes, los Ahora en Cómún y toda la retahíla de contribuciones ni de izquierdas ni de derechas o, de izquierda “ma non troppo”, se me ocurre lanzarles una pregunta, con su preámbulo correspondiente: “Dado que ya sabemos lo que puede esperarse de esta “gente”, ¿qué se les ocurre que podría hacerse desde la izquierda revolucionaria, es decir, desde la izquierda comunista?

Tranquilos, que no cunda el pánico, dejen que la orquesta del Titanic siga tocando alegremente en cubierta. Tómense como actitud irónica la visión de algunas escenas de “Y la nave va” de Fellini. Relájense esos que intentan escapar a la pregunta desde la consabida pose de egipcio, dénle una vuelta los ortodoxos que creen que recurriendo a las palabras sagradas del Kremlin le hacen la cobra a la pregunta.

L´inchiesta se descompone en otras muchas preguntas, a cuál más sencilla e impertinente. Se las voy exponiendo según me nacen del caletre:

¿En el contexto de capitalismo financiero e industrial desregulado internacionalmente, capaz de transferir su dinero de un país a otro en una fracción de segundo, cómo meterle la zancadilla desde una posición revolucionaria? Tómense un rato para sobreponerse a la pregunta.

¿Si ciudadano es = a consumidor de la banca, de los servicios públicos/privados, de cualquier cosa porque ciudadanos somos todos, víctimas y verdugos, trabajador/asalariado/explotado es = a…….? Muchos puntos suspensivos. Miren dentro de su realidad los ilusos que se creyeron eso de que eran clase media pero descubrieron más tarde que habían  descendido a la realidad del paro y a una condición que les repugna admitir que son. No esquiven, la pregunta está ahí, delante de sus ojos.

Si la “democracia” es tan opuesta no al capitalismo, palabra que a tantos les irrita pronunciar porque, en el fondo, es su “Eldorado” mental, sino al BCE, el euro, la UE no, claro (cuidado, que les muerde, pero les sigue gustando por aquello de que un día llovió dinero de allí, sin preguntarse a cambio de qué) y el FMI, ¿porqué todos los poderes económicos la reclaman y demandan de ellos más transparencia, justo lo que hacen los partidos emergentes?

¿Si muchos de mis lectores creían que gobierno era = a poder y han descubierto que no es así, porqué les ofende que se lo recuerde cuando opino en mis textos sobre Syriza, Podemos o IU?

¿Si la crisis capitalista remite durante un período en el que parezca recuperarse la macro y la microeconomía (la de las familias trabajadoras), qué puede hacer una izquierda comunista, no para resistir, porque nos han derrotado de la peor manera cuando la crisis era más aguda, sino para recuperar su discurso, fortalecerse y avanzar en términos reales y no de la ficción parlamentaria?

¿Es posible la recuperación de una cultura comunista que no huela a naftalina ni suene a textos bíblicos ni tampoco a travestismo reformista? ¿Cómo? Cuéntenmelo después de la publicidad.

¿Cómo crear una conciencia política que penetre en la clase trabajadora y que no nos subordine al “cretinismo parlamentario” sino que sea capaz de crecer sin depender de él y crear poder social?

¿Es posible encontrar puntos de unión entre las diversas culturas comunistas que no pasen por las etiquetas, los nominalismos, las descalificaciones mutuas y las verdades eternas sino que se basen en la lealtad, la cooperación solidaria, la voluntad de encuentro, el esfuerzo en el pensamiento y la reflexión y la unidad de acción en las luchas?

¿Sobre qué planteamientos asentar la unidad ideológica de una clase trabajadora fragmentada en multitud de categorías que no han cambiado su condición de explotada pero que han logrado hacerla creer que está desapareciendo porque ya no lleva mono de trabajo?

¿Se puede seguir asegurando hoy que no se es comunista si no se milita en un partido comunista, cuando la inmensa mayoría de quienes actualmente se reconocen como tales no están organizados bajo tal forma, y no existen partidos de vanguardia porque ésta ha de ser reconocida y toda vanguardia exige su retaguardia?

¿Debemos los comunistas encontrar espacios de igualdad en la relación que permitan pensar, elaborar, debatir y luchar codo con codo a los que no estamos organizados bajo las formas clásicas con los que sí lo están, si estos últimos lo desean y están dispuestos a ello? ¿Pueden enriquecernos a todos estas nuevas fórmulas? ¿Podría nacer de ahí una nueva organización comunista bajo la idea de no imposición de partido guía sino de voluntad de encuentro y aprendizaje entre todos?

¿Cuáles podrían ser hoy esos puntos de encuentro en lo práctico, desde una concepción laica y revolucionaria de la política, con unos objetivos de lucha inmediata que nos permitieran ir preparando un programa político (no electoral) de acumulación de fuerzas con el objetivo de derrocar el capitalismo para iniciar una sociedad socialista?

Todas esas preguntas y muchas otras que exceden a mi inteligencia y a mi capacidad van a ser planteadas a partir de Septiembre.

A finales de ese mes un grupo de marxistas realizaremos una primera reunión abierta a todos los comunistas con y sin apellidos. Nacerá entonces un espacio de encuentro comunista, que será presentado previamente, con el objetivo de convocarnos a todos los que creemos en la lucha de clases, combatimos el ciudadanismo y el populismo, perseguimos la centralidad de la clase trabajadora en las luchas y pretendemos la destrucción del capitalismo para abrir paso al socialismo sin caer en electoralismos espurios.

Pónganse las pilas. Traten de hacerse en voz alta las preguntas planteadas y muchas otras más necesarias que nunca porque el futuro exige de toda nuestra inteligencia y de toda nuestra capacidad de desafío. 

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Quizá también pueda interesarle:
Convocatoria por un Espacio de Encuentro Comunista. Fuente original de la convocatoria: https://encuentrocomunista.wordpress.com/