Entrevista a Simon Tildford, del Centre for European Reform
Según el experto, la baja en la tasa de interés del BCE no
alcanza. En Europa el panorama apunta a uno de los fantasmas más temidos: una
combinación de estancamiento y deflación como la vivida por Japón desde los
’90.
Marcelo Justo. Página/12
A nadie le gusta que suban los precios, pero hoy los 17
países de la Eurozona temen lo contrario: la deflación. En octubre, la
inflación interanual se redujo hasta el 0,7 por ciento, el nivel más bajo desde
2009, muy lejos de la meta del 2 por ciento que tiene el Banco Central Europeo.
Si a esto se le suma que, según los datos difundidos, el crecimiento descendió
a un 0,1 por ciento, el panorama apunta a uno de los fantasmas más temidos: una
combinación de estancamiento y deflación como la vivida por Japón desde
principios de los ‘90. El Banco Central Europeo sorprendió a los mercados hace
más de una semana bajando la tasa de interés de 0,5 a 0,25 por ciento, y dio un
respiro a su sector exportador. Pero en entrevista con Página/12, Simon
Tilford, subdirector del Centre for European Reform, en Londres, consideró que
no será suficiente.
–La Eurozona salió de la recesión en el segundo trimestre
de este año con un crecimiento del 0,3 por ciento. Los datos de
julio-septiembre bajan ese nivel a un 0,1. ¿Estamos en esa doble trampa de
estancamiento económico y deflación?
–El crecimiento que se dio hasta ahora ha sido por el sector
exportador, pero la Eurozona es demasiado grande para que esto sea suficiente.
Su dinámica económica precisa el mercado doméstico y el crecimiento del
consumo. Normalmente luego de períodos tan prolongados de recesión hay un
efecto rebote por el que las economías tienen varios trimestres consecutivos de
crecimiento real. Eso no está sucediendo en la eurozona porque no hay una
recuperación en la demanda doméstica debido a que los salarios están
planchados, y las empresas no saben si invertir porque con salarios planchados
no hay garantía de que las inversiones sean rentables.
–El presidente del BCE, Mario Draghi, consiguió
neutralizar el ataque especulativo sobre España, Italia y el euro diciendo que
el BCE haría todo lo que estuviera a su alcance para evitar una desintegración
de la Eurozona. Ahora acaba de bajar las tasas de interés para neutralizar el
peligro de una deflación. ¿Es suficiente?
–Por mucho tiempo el BCE consideró que el problema era la
inflación. Es un paso positivo que se hayan dado cuenta de la gravedad del
tema, pero no es una solución. El corte de las tasas de interés va a favorecer
un poco a los exportadores, va a ayudar a los deudores, porque abarata un poco
el costo de los préstamos, pero hasta ahí llega.
–¿Cuál es el problema con la deflación?
–En toda economía hay momentos de deflación o inflación. Por
ejemplo, el precio de las computadoras ha bajado durante mucho tiempo. Pero
cuando el precio general de los productos baja puede tener efectos
devastadores, porque la deuda pública y privada tiene que ser pagada con un
Producto Interno Nominal que está bajando. Para darle un ejemplo, cuanto más
bajo el nivel de inflación, mayor el superávit fiscal que se necesita para
pagar la deuda. Y el problema es que la tasa de interés, ahora en un 0,25 por
ciento, no puede caer mucho más: no puede bajar del cero por ciento. De manera
que no hay mucho margen de maniobra.
No se ve que vaya a haber más inflación el
próximo año porque la recuperación económica es muy débil, la política fiscal
es contractiva y no es posible devaluar el euro, que está muy fuerte. La
Eurozona tendría que estar creciendo alrededor de un 2 por ciento para evitar
la deflación. Eso no está sucediendo.
–La inflación del 0,7 por ciento es un promedio. En
Grecia, los precios cayeron un 2 por ciento, en Alemania subieron un 1 por
ciento. El desempleo en Alemania es del 5,2, en España del 26,6 y en Grecia del
27,7 por ciento. ¿Cómo se hace para actuar entre tantas necesidades?
–La Eurozona necesita una mayor inflación en Alemania. Esto
le permitiría a Italia y España, los dos países clave en este momento de la
crisis del euro, ganar competitividad frente a los alemanes. En los primeros
ocho años del euro, Alemania tuvo una inflación del 1,5 por ciento mientras que
en otros países era del 3.
Necesitamos ahora que ocurra exactamente lo
contrario. Si no sucede, no se ve cómo la deuda de los países del sur europeo
será sostenible. Siempre se habla de los problemas estructurales de los países
del sur, pero no se habla de los problemas estructurales de Alemania. La
demanda doméstica germana crece apenas un 0,5 por ciento, algo que no es
suficiente para generar inflación. Tampoco estamos viendo un incremento fuerte
de salarios o del consumo y la inversión empresaria está empezando a caer.
Alemania tiene que resolver estos problemas para que haya una salida para la
eurozona.
–¿Hay peligro de deflación como sucedió en Japón?
–Muchas veces se habla del peligro de que Europa sufra una
década perdida como la que padeció Japón. Pero en muchos sentidos las cosas
parecen peor en Europa, sobre todo en términos de crecimiento económico, porque
la eurozona tiene menos herramientas para combatir la deflación que Japón. Los
japoneses tienen su propia moneda, su banco central. En España o Italia, si los
precios caen, no pueden hacer mucho. Lo que se necesita en estos casos son
herramientas heterodoxas para bajar el valor de la moneda y combatir la
deflación.
–¿Es posible todavía una desintegración del euro?
–Tal como están las cosas creo que veremos un aumento de los
niveles de deuda y mayores tensiones políticas y sociales. Los pronósticos del
FMI y de la Comisión Europea son preocupantes. Ambos coinciden en que habrá
bajo crecimiento y baja inflación, lo que hará muy difícil bajar los actuales
niveles de deuda. El peor es que la deuda aumente mucho más y que la gente
empiece a perder la paciencia que ha tenido hasta ahora. El peligro allí es que
los gobiernos no pueden compaginar la democracia con los requisitos de su
programa político y los riesgos de manejar el euro.
–Se habla mucho de si América latina está preparada para
un remezón externo. Se podría hacer la misma pregunta sobre Europa. El mismo
Draghi advirtió que podía haber shocks externos.
–Muchos políticos pensaron sinceramente que los problemas
del euro se solucionarían y que volvería el crecimiento económico. Esto no ha
sucedido. No cabe duda de que la crisis continuará por bastante tiempo. En
principio, con las tendencias actuales, creo que el euro va a sobrevivir. Pero
esto puede cambiar si hay un shock externo, por ejemplo, una fuerte
desaceleración de la economía mundial, porque la economía europea depende cada
vez más de sus exportaciones. Si Estados Unidos abandona su programa de
flexibilización cuantitativa también sería un gran impacto.