Por
Marat
"Nadie
combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha
existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como
derecho de todos." (Karl Marx)
Desde el auge de los fascismos en los años 30 del
pasado siglo no habían sufrido las libertades democráticas tal ataque en todos
los frentes.
Sufren las libertades ese ataque cuando los derechos
sociales –pensiones, cobertura de
desempleo, educación, sanidad,…-conquistados hace mucho tiempo por la clase trabajadora son
erradicados a través de las decisiones del brazo político del capital. No hay
libertad allá donde el empobrecimiento de millones de personas les arroja bajo
el yugo del reino de la necesidad.
No hay libertad allá donde la justicia es un cruel
sarcasmo al ver sometida una independencia que nunca ha existido, pues la ley que
administra es siempre la que dicta la clase dominante, a la claudicación de
jueces, magistrados y fiscales a los intereses, casi siempre económicos, de los
representantes de gobiernos corruptos.
No hay libertad donde esos mismos jueces actúan de
forma lacayuna como cuerpo, subordinándose de un modo infame ante los poderes
económicos y los gobiernos que les sirven, callando de forma colectiva ante el
acoso y defenestración pública de aquellos jueces que sí tienen un mínimo
sentido de la justicia y de la decencia.
No hay libertad allá donde el insulto del gobernante
de turno contra las víctimas de sus políticas queda impune ante la pasividad de
unos jueces que miran para otro lado.
No hay libertad allá donde millones de personas
son espiadas en sus comunicaciones con el fin de detener a “peligrosos terroristas”
antes de que lleguen a siquiera a planificar sus “crímenes” . Como en una
adaptación al mundo real de la película MInority Report. El “crimental” de la
novela 1984 lo es sólo por disentir del actual régimen de dominación del mundo.
No hay libertad allá donde la corrupción se
convierte en el principal medio a través del que los servidores políticos del
capital reciben su salario del crimen por privatizar todo lo que un día fue
público.
No hay libertad allá donde los fiscales actúan
como abogados defensores de los corruptos si estos son de sangre regia o
representan a los testaferros políticos del poder económico.
No hay libertad allá donde se cercena la libertad de información mediante la compra de voluntades, el despido laboral, el silenciamiento del periodista díscolo, la represión al informador o fotoperiodista que cubre la protesta social.
No hay libertad allá donde la protesta en forma de
manifestación o de ejercicio de las libertades de expresión y de opinión, de
reunión,… son reprimidas por la violencia policial o por una ley injusta, que
es la ley del poder del capital.
La libertad de hoy, como la de ayer, es, como afirma la cita de Karl Marx, “el privilegio de algunos”. Es su
libertad de explotar, de expulsar al infierno del paro a millones de
trabajadores. Es su libertad para el expolio privatizador de las conquistas
históricas de la clase trabajadora, a lo que eufemísticamente llaman “libertad
de empresa” y a la que no se llega sin una dosis mayor o menor de corrupción
para encontrar atajos, competir con ventaja, cambiar leyes, acercar a sus intereses
las voluntades de los gobernantes o simplemente conseguir, por las más variadas
vías, que sean elegidos aquellos que mejor los representan, aquellos que son “de
los suyos”.
Para que la libertad sea un “derecho de todos” es
necesario que la clase que sufre de un modo más intenso y directo, la
trabajadora (la más amplia de todas), las salvajes caricias del capitalismo en su providencial crisis, comprenda
que junto a la lucha contra la expropiación forzosa de sus derechos sociales
necesita unir su lucha por la defensa de sus libertades, porque son suyas, nadie
se las regaló y las necesita como el aire que respiramos 13 veces por minuto
para poder desenvolverse en la protesta social con un mínimo de posibilidades
de no ser masacrada.
Por ese mismo motivo la campaña “Paremos
la criminalización de la protesta social por vía de Código Penal” debe ser
apoyada, divulgada y sentida como propia por tod@s aquell@s que nos oponemos a
que el capital y sus representantes políticos nos impongan grilletes y mordaza,
después de empobrecernos hasta límites que hace muy poco no sospechábamos.