Por
Marat
1.-CAPITALISMO
ÉTICO
La
Responsabilidad Social Corporativa (a partir de aquí RSC) es una
doctrina económico-empresarial, llevada a cabo por grandes
corporaciones, que se define como la contribución activa y
voluntaria a la mejora social, económica y ambiental realizada por
las empresas para optimizar su capacidad competitiva y valorativa; es
decir, su reputación corporativa, algo que va más allá de su
imagen de marca, sea marca de productos o marca “umbrella”.
Algo
más tarde y en paralelo surgió la filosofía y economía del “bien
común”, de Christian Felber, un concepto que parte de que existe
tal cosa dentro de una sociedad dividida en clases con intereses
antagónicos. Aquello de que la tarta crece para todos es falso. Si
crece de un lado (beneficio empresarial) a nivel nacional, decrece
del otro (nivel de vida de los trabajadores). Solo durante unos 28
años esto ha sido cierto bajo el capitalismo: el período de
reconstrucción de los países destruidos tras la II Guerra Mundial,
en el que era necesario poner en marcha un Estado del Bienestar que
permitiera una rápida recuperación del beneficio empresarial y de
la acumulación capitalista, hasta el primer pinchazo: la crisis del
73, tras la que se han ido sucediendo una tras otras fases de la
misma crisis, aunque con diferentes manifestaciones, en un proceso
que es propio de un capitalismo en su etapa senil.
La
economía del bien común vistió de largo en España con motivo del
15M y partía de la idea de que hay una necesaria colaboración entre
empresas por un lado y entre éstas y trabajadores, por el otro con
el fin de mantener y acrecentar el bienestar social de todos.
De
ahí arrancaría su producto más depurado, el de la “economía
colaborativa”. La idea de que el trabajador no es empleado de la
empresa sino colaborador. El modelo de negocio de Uber, Cabify,
Deliveroo o Glovo. Y ya saben ustedes lo que significa eso de falsos
autónomos, salarios de miseria y sobreexplotación laboral (la
explotación se da ya con condiciones contractuales reguladas y 8
horas de trabajo).
Volvamos
al concepto inicial de la RSC.
Como
investigador de estudios políticos, de opinión y de mercado conocí
bien la RSC. Investigué sobre ella en varias ocasiones y en ningún
caso puedo decir que las motivaciones éticas estuvieran entre los
objetivos de las empresas que la ponían en marcha. El beneficio y el
modo de vender la burra en un mercado crecientemente complejo en el
que las marcas tenían una creciente dificultad de diferenciación en
lo que ellas llaman valores, en el que, por motivos de la crisis
avanzaba la marca blanca o de la distribución y en el que muchas
corporaciones eran crecientemente cuestionadas por su comportamiento
moral, les obligaba a ello. Temían una deslegitimación del sistema
económico y se aprestaron a evitarlo, ya fuera con estrategias
ideológicas de un capitalismo ético, con movimientos de los
indignados, diseñados desde el globalismo liberal y dirigidos por
miembros de una clase media en riesgo de descenso de status,
dispuestos a abrirse paso como servidores del Estado capitalista a
partir de la impugnación de los partidos clásicos y mediante el
desvío de la cuestionamiento del capitalismo hacia la crítica hacia
sus instituciones políticas tradicionales, y en los últimos tiempos
mediante una estrategia de diferenciación identitaria que rompiese
el antagonismo capital-trabajo, sustituyéndolo por demandas de
libertades personales cada vez más microindividualistas y finalmente
más enfrentadas entre sí.
En
la teoría de la RSC hay un factor clave, el de los actores
(“stakeholders”) que se relacionan con la empresa. Esos actores
son, entre otros, los siguientes:
- Los internos, desde los directivos, propietarios y accionistas hasta los empleados de la empresa.
- Los externos, dentro de los que están las administraciones, los medios de comunicación, el entorno social próximo (vecinos), sindicatos, ONGs, asociaciones de consumidores, etc.
De
entre los estudios de RSC que realicé a lo largo de 3 años
destacaré los que hice para dos grandes empresas (que no nombraré
por motivos que debieran parecerles obvios), muy interesadas en
proyectar una imagen de responsabilidad social “sensible”,
moderna y “adaptada a los tiempos”, una de energías no
renovables y otra de energías renovables.
La
segunda, que caracterizaré como una empresa con directivos jóvenes
progres de perfil que calificaré como yuppisolar, demostró que
aparte de vivir fundamentalmente del apoyo económico de la Junta de
Andalucía (alrededor de 38 millones €), jamás había estado
preparada para lidiar con un conflicto laboral. En cuanto se le
planteó una huelga de trabajadores por reivindicaciones a las que
fueron incapaces de atender por su propia tendencia a no tomarles en
consideración, respondieron con represión laboral, más que
sindical.
Más
allá del impacto de la competencia china de entonces, factores
internos como los oscuros tejemanejes económico-financieros de su
Consejero Delegado de decenas de millones de euros hicieron quebrar
en 2014 a una empresa líder a nivel nacional e internacional dentro
de su sector. RSC 0.
La
primera, líder en España del sector energético no renovable era
entonces, y me consta que es ahora, una mafia.
Creada
a finales de los 80 del pasado siglo pasado a partir de las fusiones
de empresas energéticas preexistentes que habían mantenido desde la
época de Alfonso XIII y, más tardíamente de la II República y de
la dictadura franquista primero como monopolio estatal y luego
público-privado hasta su salida a bolsa y su privatización
definitiva por el gobierno de Felipe González, la nueva corporación
resultante heredó vicios del pasado, a los que incorporó los del
presente, y fue perdiendo las virtudes que pudo tener entonces.
Desde
su debut en bolsa y su conversión en una multinacional energética
de tamaño medio sus Presidentes y Consejeros Delegados han sido
nombrados a través de un pacto entre las burguesías catalana, vasca
y española, La Caixa, el BBVA, otros grupos empresariales y el
gobierno español. Los nacionalismos son una cosa y los intereses de
la burguesía otra. Sus directivos cobran cifras exorbitantes entre
los 7 y los 198 millones de euros. Menos mal que para los
enfrentamientos entre nacionalismos que vayan más allá de los
posibles traidores burgueses nos quedan las izquierdas guays, las no
“tricornio”, las que unen a la clase trabajadora dividiéndola en
patrias.
En
cuanto a la situación de los trabajadores de esa gran corporación
existe una transición de la época de un franquismo paternalista en
la que los trabajadores más antiguos mantienen una protección
social, aunque a la baja, mucho mejor que la de los nuevos
trabajadores (precarios, temporales y de ETTs) que se fueron
incorporando tras su privatización y salida a bolsa.
El
sindicalismo mayoritario está absolutamente corrompido en esa gran
empresa, sea a través de sobres, de viajes corporativos o sindicales
subvencionados o de ayudas a proyectos de tipo personal.
Espero
que nadie cometa el error de pensar que muestro algún tipo de
añoranza hacia el franquismo (me limito a caracterizar las
relaciones laborales de la época, producto de un intento de paz
social tras la derrota militar de una República burguesa con
sensibilidad social hacia la clase trabajadora) o de considerar que
hay o debe haber una contraposición entre supuestos trabajadores
“privilegiados” contra el resto. Ese es el discurso del
analfabeto político, el desclasado y el sometido a la ideología
dominante de la burguesía.
En
España, allá donde están asentados los principales centros de la
corporación, el director general se comporta como un auténtico
virrey autoritario tanto en las relaciones laborales como en el modo
en el que concibe las relaciones con los que antes denominamos como
stakeholders.
Al
movimiento vecinal le compran cuando lo permiten, cuando no, como en
cierta localidad del sureste de la península, cuando la asociación
de vecinos planteó batalla, hicieron lo posible y lo imposible
contra el líder vecinal, a los periodistas locales también, a los
políticos regionales y locales les ofrecen colaboraciones
público-privadas.Solo se les han opuesto algunos grupos ecologistas,
no todos, ni mucho menos, por el impacto ambiental de su actividad y
los riesgos de la misma, no solo sobre el entorno sino desde la
limitada seguridad de los propios centros.
A
nivel internacional, al menos en Latinoamérica, donde mejor conozco
su actuación han comprado políticos de gobierno de todos los
colores para adquirir sus empresas nacionales o para lograr
condiciones privilegiadas e incluso ilegales de actuación en el
territorio, han destruido hábitats de pueblos indígenas, han dañado
la biodiversidad.
2.-EL
COMPROMISO MORAL DE LA NUEVA ECONOMÍA CON LA IGUALDAD Y LAS
IDENTIDADES
Sea
a través de los anuarios de RSC de la gran empresa, sea a través de
la venta ideológica como “oportunidad salarial y “libre
organización del tiempo de trabajo” (en la práctica, esclavitud y
tareas obligadas) de las empresas de “economía colaborativa”, el
camino es hacia la servidumbre por la vía lenta (en las grandes
corporaciones clásicas de mayor organización sindical) o de vía
rápida hacia la esclavitud (las startups y plataformas digitales de
trabajadores precarios) está servido.
Allá
donde la nueva economía capitalista, vieja por su destino para la
clase trabajadora, que regresa hacia condiciones del siglo XIX, no
puede permitirse el lujo de ofrecer la “democracia industrial” de
los años 20 y 30, ni la cogestión de los 70 del pasado siglo, como
formas lograr la paz social en el centro de trabajo, porque atenta a
la obtención del beneficio capitalista, ahora basado en el
abaratamiento de la mano de obra, solo queda compensar la frustración
laboral por la vía de la democracia “posantagónica”.
A
partir de ahora el capital, la empresa, ya no va a plantear su
búsqueda de la paz social en la empresa por la vía de la
negociación sobre el salario, las condiciones de trabajo o las
contractuales. Estamos ante otro momento histórico del capital, sus
necesidades y su búsqueda de formas de religitimación y
acumulación.
Resumiré
de qué estoy hablando de un modo que pueda ser fácilmente
comprensible para todos, a través de un párrafo que escribí hace
unos días sobre esta cuestión en una red social:
“La
nueva economía va a ser más ecológica porque es un nuevo nicho de
mercado, más feminista porque no afecta a sus bases de explotación
y acumulación capitalista y más responsable socialmente porque
mejora la imagen de sus marcas. Capitalismo puro y duro disfrazado de
humano”
No
es el momento de plantear aún la relación ideológica entre nuevas
formas de producción y de acumulación capitalistas e identitarismos
ajenos al concepto, no porque no deban ser incorporados al proceso de
emancipación humano que debe acompañar al antagonismo ente clases,
sino porque estamos ante la necesidad de recuperar la centralidad de
clase en la lucha contra toda forma de dominación del ser humano por
otros seres humanos.
Cada ser humano debe ser lo que quiera y crea que necesita ser, siempre que ello
no le sirva para enriquecerse a costa de otros. Tu libertad es parte de todas las emancipaciones como
seres humanos. Si no las acompañas, al menos, no las entorpezcas.
En
cualquier caso, conviene no perder de vista como determinadas
identidades están siendo utilizadas contra la clase trabajadora y
como medio de legitimación del capital y de qué manera hay sectores
de dichas identidades que no tienen inconveniente alguno de
aprovechar esas facilidades que el capitalismo les ofrece.
En
el caso del feminismo, creo haber resumido algunas de esas cuestiones
en
otros momentos. De esta cuestión creo que puede informarles con
mucha mayor autoridad que yo, la responsable del área de feminismo
del Espacio de Encuentro Comunista (EEC), organización en la que
milito en artículos como éste
o éste
o, por supuesto, éste.
Las propuestas de la Ministra de Igualdad Carmen
Calvo sobre igualdad de las mujeres en las empresas se refieren al
“poder
de las mujeres” en ellas, no a la incorporación de más
mujeres a las empresas. De lo que se trata no es de mejorar la
emancipación de la mujer por la vía de incorporarlas al mercado de
trabajo. Es de suponer que esta protegiendo a la mujer de clase
trabajadora de ser explotada o sobreexplotada y que está buscando
que sea la designada para directiva la que se sacrifique y se
incorpore a los Consejos de Administración de las grandes
corporaciones. Empresas como el Santander, Repsol,
Aena,
Ferrovial.
Ni la brecha salarial se plantea desde abajo ni la incorporación de
mujeres se refiere a las plantillas sino a la oportunidad de que no
haya diferencias de género en quienes explotan a la clase
trabajadora.
El capitalismo no discrimina al movimiento LGTB+
porque constituye una
gran oportunidad de mercado, sus eventos son un momento muy interesante para publicitarse y su capacidad
de consumo es muy tenida en cuenta por marcas y productos.
Otra cosa muy distinta es que la ideología dominante continúa
oprimiendo a este colectivo pero ello no viene principalmente por la vía económica.
Por
lo que se refiere al ecologismo, el capitalismo ha encontrado una de
sus tablas de salvación. Desde la eliminación a corto plazo de los
vehículos diesel y el negocio, aún limitado de los coches
eléctricos, a la compra por petroleras o eléctricas de grandes
empresas de energías renovables, las empresas de retirada de
plásticos del mar que aún no se han dado a conocer pero ya piensan
en el reciclaje para otros productos, incluido el mundo de la moda.
¿Qué
decir de una empresa como ECOEMBES, privada, de concesión pública municipal, que apela a nuestro sentido de
ciudadanía, con el fin de que la materia prima (basura) que recibe
le venga. además de gratis, lo bastante preclasificada para abaratar sus costes
productivos?
3.-EL
CAPITALISMO Y SUS ENEMIGOS
El
capitalismo tiene un enemigo declarado: la clase trabajadora, éste
compuesta por mujeres, hombres, otros géneros e identidades o por
ecologistas o personas nada sensibles hacia el respeto al medio
ambiente.
Puede
que la empresa en la que ustedes trabajan recicle papel, tenga una
guardería para el cuidado de sus hijos mientras trabajan o promueva
directivos de géneros alternativos. Y puede que haga todo lo
contrario y se muestre cerradamente hostil a la responsabilidad
social y la integración identitaria. Ustedes se sentirán si es más
sensible hacia sus identidades más a gusto en ella y, de lo
contrario, notarán su hostilidad. Pero no está ahí la clave que una el conjunto de sus circunstancias como trabajadores.
Se
pueden vivir mil y una circunstancias o identidades. Se puede ser
lesbiana o heterosexual en una empresa, feminista o machista,
ecologista o marrano medioambiental, frugívoro o carnívoro
empedernido, y ello no alterará ni el beneficio empresarial ni la
dominación de la empresa sobre sus vidas pero lo que el capital
tiene más dificultades para integrar es que seamos trabajadores
porque la mayoría de los seres humanos lo somos y porque la empresa
nos percibe, a la vez, a todos sus empleados como coste y como
beneficio. Cuando la empresa nos percibe como coste reduce éste por la vía de despidos, rebajas o contenciones salariales, reducciones de las cotizaciones de la Seguridad Social, etc. Cuando nos percibe como beneficio intenta maximizar éste por la vía del incremento de la productividad, de la carga de trabajo y el ritmo de producción, de las horas de trabajo extras no pagadas, etc. Y eso lo hará independientemente de lo que seamos identitariamente.
Dicho
esto, decidan ustedes si debemos poner antes las diferencias que lo
que nos une como trabajadores y si debemos considerar que las
opresiones importan más que el hecho de que somos explotados porque
vivimos de un salario que enriquece al capital.
Suma a la lista de empresas:
ResponderEliminar- Coca Cola. Sol Daurella , presidenta de Coca-Cola European Partners (CCEP),empresa que fabrica, embotella y distribuye Coca-Cola en trece países de Europa occidental como España, Portugal, Andorra, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, Países Bajos, Noruega o Suecia.
-Siemens España. Rosa García es su presidenta desde 2011, año en que abandonó el cargo de presidenta de Microsoft España.
Muy buen artículo, esclarecedor. Tiene su reflejo en eso que pasa por ser "partidos progresistas". En el reciente encuentro de Pedro Sánchez con Obama en Madrid, el primero basó el progresismo de ambos en tres ejes: "cambio climático, inmigración e igualdad de género". En esto último entra también lo "transgénero", aunque lo de la inmigración -Welcome Refugees- es meramente cosmético.
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