Por Marat
Tan sólo cinco meses después de iniciarse la spanishrevolution llega el 15 O, convertido ahora en globalrevolution, casi un mes después de que se repitiera la acampada de Sol, ahora en Wall Street.
Lo que alguno de sus profetas llama el “ágora mundial”, en evidente persistencia sobre el concepto de “revolución ciudadana” que destierra la categoría de clase, la lucha de clases y la revolución social desde la clase, es ya el Santo Grial Indignado.
Quizá uno de los acontecimientos de mayor difusión en los medios de comunicación en este inicio del otoño sea el Occupy Wall Street, un acontecimiento que se inscribe en las leyes de la física y que viene a coincidir en un punto con la teoría de los vasos comunicantes, según la cuál cuando un fluido baja en uno de los recipientes sube en el otro. De un modo más concreto, cuando el 15-M español declinaba en su fase de disolución aparecieron los “indignados” neoyorkinos para coger su relevo. ¿Son accidentales los relevos en el interés mediático del capital? ¿Y si no lo fueran a qué habría de obedecer que los hechos se sucedieran concatenadamente en el tiempo, evitando que la llama olímpica se apagara y que la cámara dejara de filmar la performance?
¿Se han preguntado ustedes porqué, en cambio, los medios de comunicación no hablan de la revolución naxalita en el segundo país más poblado del mundo, una revolución que controla el 40% del territorio de la India? ¿Hablaron mucho en su día esos mismos medios de la revolución comunista triunfante en Nepal? ¿Cuántos de ustedes conocían los hechos de los que les estoy hablando? ¿Se han preguntado ustedes porqué las movilizaciones sindicales en Italia, Portugal, el Reino Unido, las huelgas revolucionarias en Grecia o las populares en defensa de la sanidad pública o la enseñanza y llevadas a cabo por sindicatos y organizaciones de larga trayectoria en defensa de lo público son ignoradas por los medios de comunicación o cubiertas bajo el manto “indignado” sin que este movimiento haga nada para no apropiarse en exclusiva de banderas que otros agitan? ¿Se han preguntado porqué si esto es la “spanishrevolution” (rindiendo pleitesía al Imperio en su idioma) son tan pocos los “héroes” realmente reprimidos, al margen de algunas cargas, palos, multas y libertad provisional? El capital y su poder político vicario saben qué hacer con quienes realmente atentan contra su hegemonía y como reprimirles a sangre y fuego y no con cuatro azotes de los que salen corriendo como galgos los “cruzados de la indignación”.
Estos otros puede que le sirvan de estrategia diversiva, de reorientación de la rabia social hacia destinos cerrados y sin riesgo sistémico, sobre todo cuando no apunta ni alternativa, ni ataques a la base profunda en la que se asienta la opresión de unas clases sobre otras, ni otras demandas que la vuelta al estatus de los felices tiempos de prosperidad. He ahí toda la radicalidad de la protesta.
Pero no quiero desviarme de la primera línea que acabo de abrir al referirme a la transmigración del 15-M en el 15-O y de la Puerta de Sol en la “Plaza de la Libertad” (Plaza Zucotti).
Si alguna conclusión cabe extraer del paso de la “espontánea revolución ciudadana” de los Occupy Wall Street es la mimética reproducción en todos sus componentes –lenguaje, formas, conceptos, objetivos e ideología- del 15-M: campamentos, tiendas, secta Zeitgheist (1), asambleas, comisiones, cartelería en negro y amarillo (el cromatismo de los anarcocapitalistas), apelación a la “democracia” curalotodo como remedio contra las consecuencias sociales de la crisis capitalista, discurso errático lleno de eslóganes pretenciosos, interclasismo con apoyo de brokers incluido, caretas del reaccionario Guy Fawkes (2), uso y abuso de la propaganda del vídeo de tono alarmista destinado a la creación de un sentimiento colectivo de pánico (3),....Cuando se apela antes a la emoción que a la razón es que hay intención de bloquear el pensamiento y de pastorear borreguilmente a personas con escasa o nula cultura política y capacidad de análisis.
Ésta es la pretendida “espontaneidad” de la Internacional Mundial de Franquicias Indignada que hoy hace su presentación en sociedad en más de 800 ciudades del mundo: el #globalchange (¡cuánta almohadilla inventada en el ciberespacio para atemperar otros ruidos y otras voces más radicales que han de venir!). Es esclarecedor que lo que comenzó siendo “aquí” una reivindicación frente a los “excesos” de los mercados nos hable con lenguaje de “allí” de lo “global”, expresión de la cultura del marketing y la globalización y del “change” (cambio) pues sus promotores no pretenden en absoluto llegar a ninguna “revolution”. Y si alguno aún lo duda que revise porqué el poder lo tolera, fomenta, publicita, comunica, convoca y patrocina desde sus orígenes.
Cuando la carga de las protestas se detiene en la codicia de los plutócratas y en la “incompetencia” de los gobernantes lo que aflora a la superficie es su crítica a un sistema que no funciona tan bien como quisieran sus promotores y que si lo hiciera continuarían gozosamente dedicados a sus privadas actividades del pasado.
El mar de fondo no es otro que el sentimiento de estafa de unas clases medias a las que les fue prometido una utopía sin fin de consumo feliz y bienestar creciente. Y ahora encuentran, primero sus hijos y, por solidaria ternura progenitora, sus padres, la razón para decir “no es eso, no es eso”. El #globalchange mira con indignada melancolía a un mundo que pudo ser y no fue, añora un Welfare que ya no volverá pero al que exige que cumpla su pacto y se irrita, como niño chico, ante su incumplimiento. No es el esclavo Espartaco el que acude a la llamada del grito prometéico de liberación de los oprimidos. La clase no existe, sólo la ciudadanía. Lo colectivo sólo lo es en la medida en la que ensalza al individuo –la “persona”- como si ésta no naciera determinada por unas condiciones sociales de producción y de relación entre las clases sociales.
Frente a la locura de un capitalismo mundial que se despeña hacia el abismo, buscando su propia supervivencia se exige “democracia” a palo seco o “real”, como si hubiera habido democracia antes de la crisis o como si ésta pudiera saciar el hambre creciente de un proletariado –sí, proletariado, no por tener prole sino por convertirse en los que ya no pueden ofrecer más que su propio miedo para aceptar cualquier tipo de atropello- creciente que puebla las ciudades del mundo. ¿Acaso hubo democracia cuando en 1973 el gobierno de la Unidad Popular Chilena fue aplastado por los tanques? ¿Acaso era más democrática la Constitución española antes de la reforma de su artículo 135 y el modo en que aquella se impuso en un país amnésico y aplastado por el miedo y la represión? ¿Acaso la Ley de Partidos que condenó a una parte de la población vasca a no ser representada les preocupó a los “indignados” españoles? ¿Acaso ha existido alguna vez democracia en las relaciones contractuales empresario-trabajador? ¿Es posible ser libre de elegir en un mercado laboral en el que quien ofrece su fuerza de trabajo sólo puede aceptar o rechazar una oferta de empleo pero no condicionar el modo en que ésta se establece? ¿Acaso era más democrático el capitalismo con el Tratado de Libre Comercio Internacional (TILC), pero sin crisis sistémica declarada, o con el embargo a Cuba por esos tiempos? ¿Acaso era más democrática la sociedad USA antes de la explosión de las burbuja Enron y las de las financieras que luego le siguieron? ¿Acaso durante el capitalismo de los 60, 70, 80. 90, 2000 y antes no existía una incompatibilidad básica, real, cotidiana y multidimensional entre capitalismo y “democracia”?
Señores de la Franquicia Mundial Indignada, señores de las revoluciones primero naranjas y luego árabes, en las que ahora reprimen a las clases populares, amigos de los bombarderos sobre Libia: lo que está en peligro con esta crisis sistémica del capitalismo no es aún la democracia (que sólo ha sido hasta el día de hoy política, y con sus cortapisas). Lo que ha sido ya destruido hasta sus cimientos son los principios de igualdad de oportunidades y de justicia social. Los términos de solidaridad y de fraternidad están demasiado prostituidos desde hace demasiado tiempo por la “tolerancia”, la caridad institucionalizada y la lástima del superior jerárquico social para ser reivindicados hoy. Pero las ideas de justicia social e igualdad sólo tienen su pleno sentido en el SOCIALISMO, concepto y horizonte que tanto odian ustedes, líderes (que los hay en su movimiento y muy visibles, por mucho que ustedes lo nieguen) de la transnacional (multinacional) indignada, educados en las caras universidades privadas que enseñan los valores meritocráticos del “emprendedor”.
Su crítica al capitalismo no pasa de serlo al capitalismo malo, presuponiendo que hay uno bueno. Pero incluso si no fuera ese su pensamiento, su crítica al capitalismo no propone ni cómo romper con él (destruirlo) ni qué ha de sustituirlo. El motivo de ello no es que desconozcan cómo afrontar la necesidad de un proceso de toma de conciencia de los trabajadores (apenas presentes en su movimiento), ni el modo de aplicar la teoría de la acumulación de fuerzas, ni siquiera en cómo agudizar las contradicciones del capitalismo o cuál sea la mejor alternativa posible a la deshumanización trituradora de este sistema de dominación económico. Ese es un lenguaje irritante y viejo para ustedes porque es opuesto a sus intereses de clases medias. Ustedes son “lo nuevo”. Efectivamente muy “nuevo” resulta eso de que frente a la crisis agónica del capitalismo ustedes pretendan revivir las revoluciones democrático-burguesas europeas de 1848, con algún obrero parado (no doctorado Bussines School) y pobrete de comparsa para no hacer tan burdo el experimento.
La razón por la que la crítica “indignada” circunvala al capitalismo desde dentro pero no busca derribarlo sino “humanizarlo” y “democratizarlo”, como si fuera posible convertir a Al Bundi en un filántropo, es sencilla: los protagonistas del semestre del 15 no pertenecen a la clase obrera sino a las clases medias. Y sabido es que éstas, históricamente, han unido sus destinos a este sistema económico, sin el cuál no imaginan un destino social mejor ni una identidad individual y de grupo alternativa a lo que son.
La presencia de sindicatos dentro de la franquicia social indignada no niega, en absoluto lo anterior.
En el caso USA, la AFL-CIO no es precisamente un sindicato que se destaque por su carácter anticapitalista. Ha sido un sindicato contemporizador con los gobiernos intervencionistas “demócratas” en América Latina (Guatemala, Guayana, Chile, Panamá, Granada, Venezuela) y Asia durante gran parte del siglo XX como también apoyó las guerras imperialistas de Afganistán, Yugoslavia e Irak (4). Por su parte, la IWW no ha superado las consecuencias de su escisión en los inicios del siglo XX en la que decidió mantener su pureza sindical ajena a un proyecto de partido revolucionario.
Respecto al sindicalismo español pro 15-M, 15-O y todos los meses del calendario, incluida la emblemática fecha que el sindicalismo mayoritario convirtió en ceniza –el 29-S-, lleva meses empantanado en el avance “hacia” una Huelga General a la que no sólo no pone fecha sino que ni siquiera la aproxima porque no cree en ella. Y ello no sólo porque no vea posibilidades de “salvar los muebles” en su realización (el éxito está descartado) sino porque no conecta con una clase trabajadora con la que tampoco lo hace la izquierda.
Es cierto que hay una izquierda “indignada” pero esa izquierda o bien es izquierda sistémica (5), cuyo fin se agota en su supervivencia electoral y su recorrido ideológico se cierra sobre un Keynes muerto a manos de la última pirueta del capitalismo global, o bien intenta heredar a aquella que dejó de ser comunista para deslizarse a un postsocialismo que camina en una dirección tan desnortada como la de los partidos de la Segunda Internacional.
Cualquiera de esas izquierdas forman parte del discurso indignado que sostienen personajes como Stephane Hessel, un atlantista (proOTAN) anticomunista, o un José Luis Sampedro, economista del que pocos conocen sus compromisos con las primeras escuelas de negocio creadas en España y que se inviste de un buenismo santurrón, mitad “socialismo cristiano”, mitad adaptación al discurso 15-M/DRY (6).
En la izquierda alternativa “indignada” la reciente entrada en escena de Toni Negri y Michael Hard no es casual. En realidad, todo el discurso #globalrevolution o #globalchange es muy coherente con esa visión abstracta, inmaterial, mitopoética y ajena a un sujeto revolucionario enclavado en la clase. Para los autores de “Imperio” y de “Multitud”, la masa anónima, la multitud anónima, es el sujeto de su proyecto de transformación. Parecen importar muy poco los elementos estructurales en los que se integran cada uno de los miembros de esas multitudes anónimas, “lo diverso global”, “el conjunto de singularidades” (¡qué rancio olor a individualismo pequeñoburgués!), para los que su proyecto es la “democracia”, en el que ningún sector de la población queda fuera de la multitud- ¡Vaya por dios, acabaré encamado con los chicos de la JMJ! (Jornada Mundial de la Juventud de los Papistas en Madrid en el mes de Agosto), como defendía buena parte del 15-M. ¿Necesitan ustedes más aclaración” a este proyecto postsituacionista en camino hacia la nada o, lo que es peor, hacia una derrota de los desposeídos de clase conducidos por el flautista de Hamelín? Sugiero la lectura de un breve texto que les hará comprender de qué modo la pseudoizquierda ya escribía en 2005 sobre conceptos experimentados y difundidos en 2011 (7). ¿Casualidad? Yo creo que los Reyes Magos son los padres y...en ocasiones el cartero.
Sea cuál sea el impacto numérico de los asistentes hoy sábado al 15-O (seguramente mucho menor en cada país de lo que la suma a escala mundial pretenderá extrapolar) no pasará del axioma “somos muchos, estamos haciendo algo”. Pero, ¿el qué? ¿para qué?, ¿qué cambiará realmente dentro del sistema capitalista, fuera del hecho, positivo, eso sí, de que, la dimensión planetaria de las crisis sistémica del capitalismo necesita la internacionalización de las respuestas?
En realidad el 15-O no es el inicio de nada que pueda llamarse revolución sino el cierre del círculo (tan redondo como la inicial O) desde dentro. Al mundial sólo puede sucederle, en el mejor de los casos, el mundialito. Cuando la teoría y la práctica “revolucionarias” no están dispuestas a ir más allá de lo que sus líderes (que los tienen) y sus individualistas activistas de clase media pretenden, el viaje de la locomotora no puede continuar porque le faltan energía motriz, raíles y estación de destino.
La creencia de que algo hay que hacer ciega la capacidad crítica y conduce al más burdo oportunismo a esos autoproclamados militantes de izquierda ´-básicamente sistémica o ansiosos por entrar al supermercado electoral, aunque negándolo: baste mirar con qué ansias se lanzan a recoger avales para presentarse a las elecciones generales del 20-N en el Estado español- de apoyar un movimiento con el que algunos de ellos se muestran críticos pero consideran útil. Y esta consideración les basta para disculpar la génesis del mismo, su orientación ideológica, el límite de sus contenidos reivindicativos, el horizonte político en el que se inserta (la demanda de vuelta a los buenos tiempos del Welfarismo), la hegemonía del bloque social de clase que impulsa el proyecto e incluso su condición de condón contra la aparición de otros tipos de proyectos orientados desde la clase trabajadora en sí y en clave de clase para sí.
En este estado de cosas, qué hacer cuando las únicas iniciativas parecen ser las que nacen del movimiento mundial indignado y la situación de próximo colapso del capitalismo mundial que puede aplastar a las clases trabajadoras del mundo.
En primer lugar, negar el hecho de que las únicas movilizaciones estén surgiendo desde los indignados: Grecia, Portugal, Italia, el Reino Unido,... muestran que las organizaciones de trabajadores también se movilizan y, en la gran mayoría de los casos lo hacen autónomamente, desde posiciones de clase y desde la izquierda, incluso también desde la sistémica, aunque no sólo, como lo demuestra el caso griego, donde los indignados hace meses que fueron desenmascarados en su intento de desmovilizar a la propia izquierda combativa y rupturista con el capitalismo.
En segundo lugar, aceptar el hecho de que la aceleración histórica en el proceso de descomposición del capitalismo va a ir, en cualquier caso, muy por delante de la capacidad de una respuesta realmente revolucionaria y anticapitalista, que el proyecto socialista o comunista está por reconstruir porque no existe y que la travesía del desierto será dura y terriblemente dolorosa, sea con o sin indignados que van en otra dirección, con o sin la izquierda sistémica que sólo quiere mitigar los efectos más perversos de la crisis. Baste comprobar sus programas políticos.
En tercer lugar, iniciar la puesta en pie de la reconstrucción del partido de la clase trabajadora, del Partido Comunista (no de ninguna versión de los herederos del eurocomunismo). Ello implica la vuelta a las fuentes del marxismo revolucionario, la reconstrucción de un discurso propio, la difusión de ese discurso entre las clases trabajadoras, la elaboración y socialización de escenarios ideales que hagan deseable el socialismo a nuestra clase, superando los graves errores que llevaron a la descomposición de las sociedades que se reclamaban tal pero que, a pesar de su función histórica de freno a la hegemonía total del capitalismo, cayeron, entre otras cosas porque no se instalaron en los corazones y en las mentes de sus destinatarios. Y todo ello, inevitable y necesariamente, desde la reconstrucción de la organización política, del trabajo de masas organizado, de la dirección política de los proyectos bajo un programa máximo al que el programa mínimo y la práctica política no traicionen.
Sólo desde planteamientos que contemplen estas tareas será posible enfilar el segundo decenio del siglo XXI con alguna posibilidad de sembrar las bases de una revolución socialista mundial, que rompa con la dictadura capitalista sin recurrir al eufemismo de frases huecas tipo “salgamos corriendo del capitalismo”, a la que algún irónico graffitero hubiera podido completar con la expresión “pero sin romper nada”, a tenor del beato y reaccionario pacifismo noviolento impuesto desde esa conjunción de las sectas de diseño New Age y el turismo antiglobalización sufragado por los propios globalistas (8)
De lo contrario, temo que asistiremos a algo parecido a lo que proclaman los versos de Antonio Machado:
“El vano ayer engendrará un mañana vacío y ¡por ventura! pasajero”
NOTAS:
(1) http://grantjkidney.com/the-zeitgeist-movement-plans-to-occupy-washington-d-c/
(2) http://www.youtube.com/watch?v=l6jdkpQjueo&feature=related Escuchemos también en el siguiente vídeo, a partir del minuto 1:09 a uno de los líderes de la secta Zeitgheist anunciar su posible advenimiento social : http://www.youtube.com/watch?v=vOWv1dmlYrk&feature=related
(3) http://www.youtube.com/watch?v=-r5XHt74OuA&feature=player_embedded
(4) http://www.visionesalternativas.com/index.php?option=com_deeppockets&task=contShow&id=60838
(5) http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com/2011/01/la-corporacion-y-la-izquierda-espanola.html
(6) http://www.youtube.com/watch?v=eIZrcC3IYyU Llamativo su lenguaje, sus categorías conceptuales y el modo en el que adapta su discurso a lo que venden los promotores de DRY: demagógica adulación al movimiento indignado y negación a sacar las últimas consecuencias sobre el capitalismo y su necesidad de derribarlo. En su boca, la expresión “sistema” se convierte en un genérico indefinido. Convendría compararlo con algunos de los que sostenía antes de entrar en la órbita de los ATTAC. Una crítica que parece morder pero lo hace al aire.
(7) http://www.inisoc.org/i77multi.htm
(8) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116109
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Un blog súper interesante. A veces parece que pensar da Cáncer o algo..porque se estila muy poco.
ResponderEliminarwww.inadaptada.com
Muy interesante.
ResponderEliminarPero tal vez en lo que se anhele con el 15M esté que reflexiones como esta que acabo de leer, y muchas otras, puedan en efecto estar en la batería ideológica que se maneje para la toma de decisiones en la organización de las sociedades. Eso que se llama participación ciudadana, democracia real o llamese "x". Y tal vez ahora esté un poquito más cerca que antes, sólo digo tal vez...