Por Marat
Pablo Casado es uno de
esos títeres políticos que acaba siendo engullido por las guerras
civiles romanas que a lo largo de toda su historia ha vivido el PP.
Como en el caso de todos los partidos políticos parlamentarios. No
de forma peor ni mejor que los extraparlamentarios pero sí de modo
más florido, notorio y tumultuario, dado que son muchos más los
cargos y puestos de trabajo, en muchos casos los primeros y los
únicos que se han tenido. El caso de Podemos es ejemplo extremo de
la extraordinaria cantidad de cargos públicos cuyo ejercicio de
dicho cargo ha sido su primer trabajo remunerado.
En el PP las
defenestraciones se llevaban en el pasado, como correspondía a un modelo de
partido cesarista y burocráticamente centralizado sin un ruido
excesivo. Normalmente afectaban al que perdía la cabeza y a pocos
más. Quizá a alguno de su séquito. Fue el caso del nazi,
simpatizante en el pasado de CEDADE, xenófobo recalcitrante (1
y 2),
luego socialista a su modo, después asesor de Francisco Frutos en IU
y en el PCE y actualmente recalado en Podemos, Jorge Verstrynge. Sus
tejemanejes para descabalgar al padrino del PP, Manuel Fraga,
acabaron precipitándole en el ridículo de pasar por todos los
grupos parlamentarios habidos y por haber dentro de las fuerzas
estatales, con excepción de Ciudadanos, porque llegó tarde a esa
operación. La destitución de Hernández Mancha, una especie de
Piolín cabezón, puesto en lugar del padrino por el padrino Fraga,
mientras éste hacía la digestión de dos platos de lacón con
cachelos tres pulpos a feira y de su derrota electoral del momento, se produjo también sin apenas sangre.
Hernández Mancha duró lo que que Fraga tardó en bajar la
comilona y creer que los votantes de Alianza Popular (luego PP) se
habían olvidado de su techo de cemento electoral. Salió no por la
ventana pero sí de forma poco digna de su cargo interino.
La entronización de José
María Aznar, un tipo que sería ungido en plan de “este es mi hijo
bienamado” por un Fraga que años después se quedaría dormido
durante una de sus comparecencias en el Parlamento Gallego, se hizo
sin trauma alguno. Fue tan eficaz el traspaso de poderes que un
imbécil, con complejo de inferioridad, carente de empatía humana y
con tendencias piscóticas como José María Aznar llegaría ser
Presidente del Gobierno español durante dos legislaturas. Lo de que
saliese por la puerta de atrás tras sus grandes éxitos de el
Prestige, la guerra de Irak y el 11M fue lo de menos, para él y los
suyos.
A partir de aquí todo
fue mal para el PP. El traspaso de poderes de un Aznar, más acabado
que La Falange, a Mariano Rajoy fue uno de esos actos en los que
quien mirase a la pantalla sabía que el odio del momento hacia el
nuevo ungido superaba a la apariencia.
Mariano Rajoy ha sido absolutamente eficaz golpeando a la clase trabajadora tras la debacle de un
zapaterismo que le allanó el camino con leyes absolutamente
antiobreras. Nadie como él ha sido capaz de trabajar para su clase,
la capitalista, con tal eficacia. Y le llaman tonto unas izquierdas
que han sido cómplices del zapaterismo primero y de su falta de
deseo de representar a la clase trabajadora desde su progresismo
posmoderno.
Sin embargo, Rajoy nunca dominó por completo el aparato del partido. Junto con las baronías regionales estaban las familias políticas del PP moviéndose en la sombra a la espera de su caída. Mientras gobernase, el pegamento que los unía seguiría actuando eficazmente. Cuando cayese, se abrirían las puertas del infierno.
Sin embargo, Rajoy nunca dominó por completo el aparato del partido. Junto con las baronías regionales estaban las familias políticas del PP moviéndose en la sombra a la espera de su caída. Mientras gobernase, el pegamento que los unía seguiría actuando eficazmente. Cuando cayese, se abrirían las puertas del infierno.
La salida de Rajoy del
gobierno es la propia de todos los presidentes de la democracia
española: por la ventana. Era un caballo agotado. Su labor a favor
del capital ya estaba amortizada. Su gobierno no daba más de sí.
La apuesta de sectores del capitalismo como el BBVA, Iberdrola, Petronor (Repsol), Gamesa, etc y el PNV, clave en la transición del último apoyo a Rajoy al primero de Sánchez por un cambio de gobierno sería definitivo.
La apuesta de sectores del capitalismo como el BBVA, Iberdrola, Petronor (Repsol), Gamesa, etc y el PNV, clave en la transición del último apoyo a Rajoy al primero de Sánchez por un cambio de gobierno sería definitivo.
El momento de un Rajoy
borracho perdido, que no puede digerir la derrota, indica la señal
de salida de todas las iras contenidas dentro de un PP al que la
corrupción había minado internamente. El modo en el que el partido
había respondido a cada caso específico le había aproximado hacia
las vendettas personales, señalando el fin de una falsa unidad que
antes se había mantenido como apariencia.
La elección entre Sáenz
de Santamaría, Casado y Cospedal señalaba un partido roto. Nunca en
el PP se dieron opciones tan abiertas. Y no era por un espíritu
democrático recién descubierto sino por el sálvese quien pueda y
reconstruya lo que sea capaz.
En su momento señalé
que la primera ronda de las primarias del PP las ganaría Sáenz de
Santamaría pero que las segundas las ganaría Aznar. Así fue
entonces.
Pero en un partido que
tiene que descomponerse aún más, porque se mueven dentro y fuera de
él, muchos proyectos, el triunfo de Casado está por ver en qué
acaba.
Disputan su lugar la
derecha pragmática (todo está en los recortes), con la derecha
ideológica (recortes sí pero con un soporte ideológico que nos dé
la estabilidad necesaria) y con una derecha a carne de uña de
caballo (dios, patria, mercado).
En ese contexto, Pablo
Casado es un imbécil. Un niñato necesario para quitarse enemigos internos pero no el líder que haya de mostrar el sector más
ideologizado del PP. Carece del empaque necesario para soportar un par de guantazos políticos de cierta envergadura.
Lo relevante de todo ello
es cómo una ex vicepresidenta del PP derrotada, es capaz de
articular una conspiración frente al idiota, al que harán caer en
breve, como antes hicieron caer a Cristina Cifuentes.El mundo de la política, la burguesa y la que dice ser todo lo contrario, es un lago lleno de pirañas en el que nadan los peores elementos de la conjura política.
Rara vez el congreso de un partido se cierra definitivamente el día de su clausura. Éste no es uno de esos casos.
Rara vez el congreso de un partido se cierra definitivamente el día de su clausura. Éste no es uno de esos casos.
La jueza de instrucción que investiga el Máster de Casado imputó a Cifuentes por falsificación documental y cohecho. Carmen Rodríguez Medel es miembro de la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura. Esta juez ha pedido peritar el portátil de Casado para saber si hizo los trabajos. Sospecha que el título del máster fue concedido como un regalo a un grupo escogido de alumnos, entre los que se incluye al nuevo presidente del PP. En el caso de Casado con un plus de consideración debido a su condición de político de futuro en el PP. La jueza cree que Pablo Casado tuvo "un regalo académico" por su relevancia política. En concreto, la jueza ve en la actuación de Casado "indicios de criminalidad" por prevaricación administrativa y cohecho impropio.
La elevación al Supremo de las instrucciones realizadas por la juez, una vez agotado el procedimiento para el que ésta es competente en el caso Casado pondrá al político palentino a los pies de los caballos, excepto que el Tribunal Supremo, como en otros casos, tenga a bien comportarse con la indecencia de no hallar delito en su comportamiento. Si el Supremo, en cambio ve indicios de tal, el suplicatorio al Congreso para que éste acepte que el político sea juzgadoSáenz de Santamaría, que aún mantiene una importante influencia dentro de las cañerías del Estado, como en el pasado la tenía Rubalcaba, está jugando aún una partida de ajedrez dentro del PP.
Mientras tanto, ustedes los izquierdistas, pueden consolarse pensando que sus tuits y comentarios tienen alguna importancia en el futuro de un personaje arribista pero mucho menos inteligente de lo que puede hacer creer su ascenso político a la Presidencia del PP. Sus opiniones cuentan tanto como una reunión de comunidad de vecinos en el destino de un país. Nada. Lo mismo que una prensa progre que intentará arrogarse algún papel en la caída del actual Presidente del PP pero cuya influencia en su destino es nula porque sus juicios apenas influyen en la clientela contraria, del mismo modo que sucede al revés, y su caída estaba ya decidida dentro de su propio partido.
Pablo Casado: “te
llaman”.