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Ramón Espinar y Lorena Ruíz Huerta en el
Foro de Nueva Economía (la de siempre, la capitalista),
como puede apreciarse en buena compañía, la del
vendeobreros Toxo y la del reaccionario monárquico
Luis María Ansón |
Por
Marat
Un
amigo y lector del blog me ha pedido en un comentario efectuado en
una red social, con un cabreo del 15 (yo también), escribir sobre la
última genialidad podemita consistente en oponer a su penúltimo
invento - “la trama”- los “empresarios patrióticos”,
especie de criatura imaginaria, de entidad similar a la de los
hipogrifos.
A
los amigos y a Hacienda conviene, por distintos motivos, hacerles
caso. Así es que aquí me hallo, tratando de hilvanar un texto
mínimamente más coherente que el argumentario político de la secta
podemita. No será muy difícil, incluso intentándolo hacer mal a
propósito.
Sobre
la boludez de “la
trama” he escrito
recientemente, por
lo que me remito a dicho texto. El caso es que, cuanto más
desarrollan el concepto los del círculo morado, más se pierden en
sus propios jardines y en su indigencia intelectual. Es lo que pasa
cuando construyes la base -hipótesis- de tu edificio teórico con
material de derribo y de mala calidad: que según avanzas
en la construcción de los pisos, mayor es el riesgo de que caiga por
su propia inconsistencia y te golpeen los cascotes en la cabeza.
Si
“la trama” arranca del supuesto, omitido por falso, de que
el Estado puede ser neutro en cuanto a los intereses que representa y
defiende -algo completamente falso desde el momento en que todas las
Constituciones de países capitalistas defienden la “libertad de
empresa” o propiedad privada de los medios de producción. Y su
desarrollo jurídico va dirigido a sustentar y proteger este
principio- y que son las connivencias entre grandes empresas,
políticos y partes del cuerpo administrativo del Estado y medios de
comunicación las que manchan esa “ética impoluta” del Estado,
lo de los “empresarios patrióticos”, antítesis de la
trama, es la consecuencia del punto de arranque de un falsario.
No
se pueden decir más estupideces de un modo más condensado.
No
solo hacen un corte de mangas al hecho de que todo Estado es siempre
el Estado de la clase dominante y que, por tanto, su naturaleza
expresa unos intereses de clase determinados y ello no por corrupción
sino por Constitución misma, sino que hacen tabla rasa de la
internacionalización del capital, algo que viene sucediendo desde
hace más de 150 años de un modo creciente.
Y
esto, la internacionalización del capital, no sucede por ninguna
desviación moral de los principios que rigen la economía y la
política, sino porque en su desarrollo necesita, a la par que
conquistar nuevos mercados, una mayor concentración, a la vez que
una creciente financiarización de la economía. El propio reparto de
papeles en la producción que otorga, de hecho, la UE a cada país,
la interrelación de la economía europea y de ésta con el
capitalismo norteamericano, explica muy bien lo que estoy diciendo,
siempre dentro de un marco de relaciones centro-periferia, también
dentro de los países centrales del capitalismo. En definitiva,
dentro del escenario mundial capitalista, la economía española es
también dependiente del capital extranjero, especialmente del que
ostenta posiciones hegemónicas a nivel internacional. Todo esto no
sucede por ninguna corrupción de las reglas de juego del sistema
sino por las propias necesidades expansivas del capitalismo que, o se
desarrolla y crece, o se viene abajo. Las formas en las que lo haga
son secundarias. La corrupción, en todo caso, es una consecuencia de
un sistema de dominación de clase dado, no algo que sea disfuncional
al propio sistema. Pero, cuando se prefiere ocultar lo esencial y
quedarse con la parte más llamativa es porque se está haciendo un
juego de tahúres políticos que intentan salvar al sistema, dando a
entender que las razones de lo que sucede no están en él sino en
otro lado.
Hoy
la difusión política se ha convertido en un manual de simplezas
para dummies. El más demagogo, el que tiene
menos escrúpulos para tratar a los receptores de sus contenidos como menores de edad
mentales, es el que triunfa porque, ente otras cosas, ningún medio de
comunicación del capital -todos- le va a enmendar la plana y a
desmentir, dado que ese tipo de embustes salvan la base del
capitalismo -la explotación- y lo legitiman, al dejarlo al margen de
la crítica a sus propios fundamentos.
En
cuanto a los “empresarios
patrióticos” que,
según esos “cráneos
previlegiados”
(“Luces de
Bohemia”)
podemitas, son los que crean el 80% del empleo, mientras que el
Ibex35 en sus propias palabras “solo
ocupa al 20%” de
la población asalariada, me pregunto si les suenan los conceptos de
“empleo indirecto”
y de “empleo
inducido”. Les
sugiero que echen una mirada a las empresas
que integran el Ibex35. El capitalismo es un sistema porque posee
una organización en la que los elementos económicos y la actividad
empresarial se encuentran entrelazados e integrados mucho más allá
de lo directamente visible. Descontando a las empresas del Ibex35 que
son entidades financieras (8 de las 34 actuales), las de tipo
industrial y de servicios generan a su alrededor múltiples
actividades industriales y de servicios, bien como empleos indirectos
(en empresas proveedoras de equipos y de materiales, subcontratas,
proveedores de uniformes para la misma, empresas de seguridad,
caterings, mantenimiento, etc., etc.), bien como empleos inducidos:
actividades y empresas que surgen a su alrededor, aunque no mantengan
un vínculo contractual con dichas grandes compañías. Se
encuentran en el entorno
físico más o menos próximo a las mismas, dado que sus empleados no
suelen vivir demasiado lejos de ellas (restauración,
alimentación, bebidas, sectores ligados al ocio, consumo en general,
etc.).
Quede
claro que no estoy defendiendo ninguna tesis de un “capitalismo
nutricio” (grandes empresas) frente a otro menos “proveedor”.
El capitalismo es un sistema de relaciones entre empresas y de
relaciones sociales de producción que conlleva una estructura de
dominación de clase, ya sea “internacional”, “patriótico” o
mediopensionista. Y sobre él se edifica la explotación de una clase
social por otra. Simplemente estoy desmontando la tesis de que haya
un capitalismo que cree tal porcentaje de empleo por sí mismo, tal y
como sostienen estos defensores del “empresario patriótico”.
Por
otro lado, al capitalista “patriota” no le tiembla la mano al
sustituir mano de obra por tecnología, al aprovecharse de los nuevos
sistemas de contratación, cada vez más precarios, al incrementar
sus beneficios sobreexplotando a plantillas de trabajadores cada vez
más reducidas, al exigir el cumplimiento de horas “extraordinarias”
no remuneradas, al pagar salarios cada vez más bajos, exactamente
igual a como lo hace la gran empresa del Ibex, o incluso peor, porque
en muchas pymes la posibilidad de reivindicar, sindicarse o hacer
huelga es aún menor que en las grandes, precisamente por la menor
capacidad de presión de sus empleados.
No
quiero dejar pasar el tufillo fascista que tiene la expresión
“empresario patriota”, aunque pasado por las
influencias teóricas de Laclau. Pero se me dirá: “Laclau no era
un fascista”. A lo que es muy fácil responder: “Era un
peronista”. Y Perón tenía una concepción fascista, organicista y
corporativista del Estado y de la estructura social. Un planteamiento
que tomó del propio Mussolini. No en vano, ambos salían al balcón
de sus correspondientes residencias presidenciales a recibir los
baños de masas que les rendían las entidades gremiales de
empresarios y trabajadores creados por sus sistemas políticos para
integrar en un “abrazo” nacional la conciliación de clases en
formato “patriótico”. Espero que no me venga ningún listo a
decir que el concepto de “empresario patriótico” ha sido
recogido del pensamiento político bolivariano porque las
reminiscencias del mismo son anteriores y lo bolivariano no bebe
siempre de las mejores tradiciones ideológicas del movimiento
obrero.
Seguramente
Marine Le Pen no estaba informada de la apelación podemita a los
“empresarios
patrióticos”
cuando afirmó que "Podemos
existe porque en España no hay un Frente Nacional". Si
hubiera conocido esta nueva propuesta podemita se habría dado cuenta
que en España sí que hay un Frente Nacional, solo que se llama de
otro modo.
Quiero
hacer un pequeño aparte en el análisis de esta tontuna de “la
trama” y del “empresariado patriótico” para
referirme al modo en el que Podemos introduce la perspectiva de
género en todo ello, no así la de clase...trabajadora, porque la
burguesa ya la ha metido hasta la cocina.
Afirma
Pablo Iglesias que es el momento de abanderar "una patria
plurinacional con quienes de verdad trabajan aquí, la mediana y
pequeña empresa y las mujeres".
Ese
modo de meter a las mujeres en la macedonia con “empresarios
patrióticos”, la “trama” y las “pymes”
suena a un electoralismo que tira para atrás, según desvela, a su
pesar, la dirección de Podemos: “Las mujeres que están
consiguiendo marcar las elecciones, como ha pasado en Austria y
Holanda" ¡Vamos, que no es
cosa de olvidarse de esa franja del electorado tan numerosa! Pero que
aludan tan directamente a la perspectiva de género me hace pensar
que se han apuntado a la corriente feminista dominante, la burguesa,
esa que hace tanto hincapié en la falta de presencia de las mujeres
en los Consejos de Administración de las grandes corporaciones, como
si la emancipación del género humano, y específicamente de la
mujer trabajadora, de la explotación pasara por sustituir a
empresarios por empresarias. No
es muy explícito Podemos al respecto pero, cuando afirma que “sólo
entre el 1% y el 3% del patrimonio está en manos de las mujeres”,
da la impresión de que habla
más bien de la propiedad del capital, y de su distribución por
sexos, que de los bienes de los habitantes del país en general.
Al
fin y al cabo, tiempo atrás su mesías y ser de luz, Pablo Iglesias,
le precedió en el mismo foro. Y es que los dos saben dónde hay que ir cuando les llaman sus amos: donde está el auténtico poder, en la "economía de libre mercado". Y lo demás..."teatro, puro teatro"