Carlos Taibo y Santiago Alba Rico, dos ejemplos de "ninismo" al servicio del Imperio |
José Ramón Cervera Grau
La
clave de la importancia de retomar el debate (o la ruptura) que se
produjo dentro de las corrientes de "izquierda" por la
posición de algunos intelectuales en el asunto de la guerra de Libia
y de Siria, me la proporcionó el propio Carlos Taibo con su
manifiesta incomodidad al tratar de este asunto en una de sus charlas
sobre decrecentismo. Aunque Taibo en este tema siempre ha mantenido
cierto perfil bajo en contraste con Alba Rico, veamos lo
injustificado de su enfado en el "affaire" de la guerra de
Libia y de Siria cuando se le intenta relacionar en su toma de
posición con la del otro filósofo.
Hay
un manifiesto sobre Libia que fue suscrito por Carlos Taibo y muchos
otros intelectuales en Abril del 2011, en el que aunque es cierto que
cuestiona la guerra humanitaria; resulta que por otra parte se piden
cosas que dejan un tanto en evidencia las competencias académicas de
los firmantes en materia del derecho internacional y de conocimiento
en la metodología sobre cual es el "procedimiento habitual"
para esa petición de “expulsar del poder” a Gadafi. La perla
del texto es la que recomienda, como un modo de efectuar el recambio
de gobierno en Libia, que se podría “reconocer
a los rebeldes”:
En
efecto, han sido conocidos y reconocidos por sus hazañas estos
"rebeldes"…..menos por los que abogaron por ellos que han
quedado en silencio salvo para….volver a apoyarlos en Siria:
En
ese otro manifiesto sobre Siria, redactado por Santiago Alba Rico y
cuyo contenido comparten todos los firmantes entre los que se
encuentra Carlos Taibo, el delirio mayúsculo está contenido en esta
apreciación. : “…no
hay indicio alguno que permita conjeturar sobre una inducción
exterior de las protestas”.
Afirmar justo lo contrario hubiese sido quedarse corto, cómo ahora
constatamos y entonces ya sabíamos.
No
se trata de empañar el prestigio intelectual y libertario de nadie,
pero hay necesidad de dudar sobre los criterios de los que generan
opiniones vistos los resultados: El problema de estas deducciones
erróneas, mejor dicho, de las conjeturas transmutadas en dato
objetivo por el prestigio del emisor, es que si provienen de personas
con ascendencia sobre otras, generan criterio en los demás....y
resultados tangibles en la dificultad de actuación en las personas
concienciadas de manera habitual contra la guerra. Por esos mismos
resultados físicos y morales de estas guerras sabemos de los
peligros de las opiniones no contrastadas sobre hechos objetivos. Uno
de estos peligros, es este silencio atronador en el campo que siempre
fue antibelicista respecto de la claridad de ideas con la que se
movilizó todo el mundo contra la guerra de Irak, mientras las
analogías inevitables (pretextos) entre todos estos recientes
asesinatos en masa de Irak, Libia y Siria, son mayores cada día que
pasa.
Un
artífice de la guerra de Irak cómo el señor Tony Blair pide ahora
disculpas, no por los miles de muertos ocasionados por esta
carnicería, sino por los "errores" de estrategia, de
"inteligencia" y por la contribución de ésta al
surgimiento del Estado Islámico. Sabemos en que consiste esa
petición de perdón, ni hay arrepentimiento real por los asesinatos
en masa ni hay propósito de enmienda. También sabemos que hay que
ir con cuidado en estos temas devenidos siempre en intoxicación
informativa, puesto que relegar la existencia del estado Islámico
sólo al hecho de su supuesta creación a partir de exmilitares
iraquies, sólo sirve para despistar, echar balones fuera ahora que
se han visto al descubierto con la intervención de Rusia contra sus
mercenarios en Siria; y sale a la luz quién los creó en realidad,
quién los ha apoyado, quienes los conforman en su gran mayoría y de
qué manera tan burda no han sido combatidos en absoluto, al
contrario, son y han sido apoyados por Occidente y sus títeres
contra el gobierno y el pueblo sirio desde hace cuatro años.
Sería
bueno también que los intelectuales de la revolución pendiente por
delegación, que vieron revolucionarios idealistas dónde era
evidente que había otra cosa, y luego siguieron contribuyendo al
deformado discurso mediático del poder en el caso sirio, pidiesen
también disculpas por sus "errores" de "inteligencia".
Al igual que Tony Blair ve en el origen del Estado Islámico los
"errores" cometidos en su carnicería de Irak, estos
intelectuales deberían de comenzar a pedir disculpas por haber
repetido los "errores" en su reconocimiento de "rebeldes",
en Libia y a continuación en Siria.
Por
el hecho de estar inmersos en una sociedad más alienada que nunca,
es todavía más destructivo que determinadas opiniones en base al
criterio de una especie de aura intelectual infalible y que es
indiscutible de por si; el que ésta se enseñoree desde el supuesto
pensamiento crítico con ese pequeño pero indispensable grupo de
jóvenes que se atreven a pensar y que quieren actuar. Estas
apreciaciones erróneas de ciertos intelectuales tienen su reflejo
práctico en la falta de respuesta en estas dos últimas guerras
cruciales, decisivas en el tránsito hacia formas superiores de
exterminio, dónde se subcontrata la guerra a través de mercenarios,
guerras de cuarta generación en Libia con un control mediático
modélico, puesto que se ve auspiciado por las propias ONG
occidentales y las malversadas buenas intenciones de la parte de
población que las apoyan. Todo esto mientras no sólo contamos con
la manipulación externa por omisión y tergiversación, sino que a
través de un mecanismo de censura interior protofascista, nos
anticipamos a la propia represión externa que ya se va configurando.
Los
"errores" tuvieron su correlato en la vida y en la muerte
de muchos. Hay modulaciones de ello ahora que releemos aquellos
artículos y manifiestos que colaboraron en crear un estado de
opinión favorable o indiferente hacia una guerra igual de perversa
que la de Irak. Ya dijimos que con la guerra de Irak, al menos se
articuló una respuesta mundial, movilizaciones enormes,
inéditas...que atemorizaron a los generadores de muerte. Todavía no
estaba implementado del todo el control férreo del pensamiento a
través de las nuevas tecnologías y todavía existían resquicios
para otras versiones informativas de lo que acontecía sobre el
terreno. En el caso de la guerra de Libia trabajaron con astucia los
centros de control social, le dieron forma humana a la masacre, y
hasta fomentaron un discurso de "izquierdas" que apoyaría
a las "primaveras árabes" desde la ensoñación
revolucionaria. La pulsión de conciencias desde el "buenismo"
les dio resultados impensables, mejores de los previstos, ante una
desmovilización vergonzosa. Venía inscrito en este éxito y en
nuestro silencio que el "modus operandi" libio pedía a
gritos su repetición en Siria.
Tenemos
por delante esa lucha por la paz, contra la guerra neocolonial. Este
es el único ecumenismo posible, que lejos de dividir, une....no es
expectativa juvenil (casi todas las corrientes políticas en boga son
en su gran mayoría de expectación y de espectadores), es una
realidad que si el activismo contra la guerra de Irak unió a
millones de seres humanos de todas las edades y condición en todo el
mundo, ahora puede seguir haciéndolo. Tanto el decrecentismo
distópico cómo la socialdemocracia mediática parecen diseñadas
para los jóvenes. Incluso me atrevería a afirmar que ambas y en
apariencia disonantes corrientes, son coincidentes en ser un modo de
dilapidación de la energía transformadora de estos jóvenes que ahí
queda empantanada y esterilizada; sin poder ser operativa allí dónde
la demanda de este tiempo más lo requiere: El antibelicismo. La
lucha contra la guerra sin embargo fue y será intergeneracional. No
nos promete más tiempo para hacer el amor, ni trabajar menos, ni
nos asegura un "estado de bienestar"; pero permite hacer
moralmente lo único correcto en este tiempo: Asegurar la vida humana
sobre la tierra. Esto no aparece por ninguna parte mediante una
respuesta uniforme y colectiva desde las distintas corrientes
ideológicas diseñadas para jóvenes inquietos.
Uno
de los principales filósofos marxistas, Domenico Losurdo, apunta en
la dirección correcta cuando nos habla de la izquierda ausente y del
riesgo de guerra, en esta entrevista:
Citamos
estas palabras de Losurdo en la entrevista:
"Hoy asistimos a una guerra neocolonial que algunos países
de Occidente han desencadenado, que ha devenido en la destrucción de
países como Irak, Libia o Siria. Analistas, investigadores y
periodistas hablan ya de que nos encontramos en el preludio de otra
guerra de gran envergadura. Es decir, que nos hallamos en una
situación próxima a la de una gran crisis histórica: de un lado,
el desmantelamiento del Estado social liberal, la austeridad, la
penuria y del otro, los conflictos bélicos en curso de los que puede
surgir otra guerra a gran escala".
Retomando a Gramsci en este asunto del activismo contra la guerra,
Losurdo declara:
"Él (Gramsci) habla de la necesidad de construir un
“bloque histórico” del que formara parte no solamente el
proletariado sino también aquellas fuerzas populares interesadas en
rebasar esta situación llena de peligros. Creo hoy en la necesidad
de erigir un nuevo bloque histórico que una a las fuerzas populares,
que en Occidente se hallan golpeadas por el paro, el endurecimiento
de las condiciones de vida y la pobreza, así como los pueblos del
Tercer Mundo que luchan por el desarrollo y contra las ambiciones
neocoloniales del Occidente liberal. Deberá combatir contra la
creciente polarización social y contra quienes acarician la ilusión
de resolver los graves problemas mediante las guerras neocoloniales u
otra de mucha mayor envergadura".
Ese
Tercer Mundo que de forma interesada apenas aparece en los discursos
del decrecentismo distópico ni en la socialdemocracia mediática,
tan pendientes de su ombligo; y menos todavía, en unión al primer
mundo, en esta tarea histórica de conjurar en común los peligros
principales y evidentes.
Restarle
importancia a los riesgos de guerras generalizadas o de una guerra
nuclear, entra en extraña contradicción con el núcleo milenarista
de las ideas sobre el colapso maltusiano que mantiene Taibo con su
teoría del decrecimiento. ¿Podemos desaparecer por sobrexplotación
de los recursos y no por una guerra nuclear?. ¿Es más importante la
profecía autocumplida del colapso por sobrexplotación de los
recursos que el hecho del colapso en si mismo por motivos distintos?.
Taibo no ignora los peligros de un neofascismo producto histórico
habitual de situaciones cómo la presente, no desconoce que la guerra
imperialista es la manifestación emergente, el verdadero colapso de
la civilización, fruto de esos bienes “escasos”….para aquellos
que los ambicionan todos. ¿Se traduce esta profecía del colapso en
una denuncia de la guerra neocolonial concreta durante las charlas de
Taibo por toda nuestra geografía en locales juveniles, centros
libertarios, en debates, libros, artículos?….Es extraño: No. Si
algo está fuera del pensamiento débil de la época, es precisamente
la cuestión de la guerra de rapiña anglosajona y la del necesario
frente común de la población occidental y de los países del Tercer
mundo contra ésta. Un hecho que chirría por pura ausencia. Si sale
a relucir, siempre es en equivalencia y equiparación respecto de la
actitud defensiva de Rusia. Por mucho que busco no encuentro en Taibo
esa inclusión en su noción de colapso del riesgo de guerras
generalizadas o de guerra nuclear. De hecho, su parábola del padre
de familia diligente que actúa siempre ante la mínima sospecha de
riesgo y que ciñe al ámbito medioambiental y de sobrexplotación de
los recursos; no es aplicable a si mismo en su condición paternal de
promotor de la idea de colapso, cuando el riesgo a considerar es
bélico.
Mantener
que entre los bloques la similitud de sistemas capitalistas
interconectados hace muy difícil una confrontación armada, es
ignorar de manera deliberada la historia. ¿Qué fue la Segunda
Guerra Mundial en su correlación y colusión con otros países
capitalistas desde la Alemania de entonces, sino una carnicería
inimaginable pero cierta?.
La
omisión del papel belicista principal del bloque hegemónico en lo
militar y de los riesgos que supone para el mundo esta agresiva
conducta repetida hasta la saciedad, ampliamente documentada en
millones de muertos desde la segunda guerra mundial; ¿qué garantías
absolutas ofrece de que aquí no pasará nada puesto que hay “líneas
rojas que no pueden de ser traspasadas”?. Taibo en sus reflexiones
y juicios sobre Rusia, desde los clichés de su discurso en esta
cuestión, equipara en el imaginario colectivo la voracidad belicista
occidental con la actitud defensiva de este país, y que no va
inscrita en su condición o no de estado socialista; sino que tiene
que ver con la supervivencia, ante la amenaza latente de agresión de
las potencias occidentales que quieren hacerse con sus vastos
recursos. Y esto es ajeno a las condiciones de similitud o diferencia
entre las clases dominantes presentes en los gobiernos de los
distintos estados: La Alemania nazi compartía sistema económico y
relaciones de explotación con muchos países también capitalistas y
eso no fue un inconveniente para "traspasar la línea roja"
de la guerra de invasión y el saqueo.
Lo
que más me confunde es que estoy seguro que entre los intelectuales
con predicamento entre jóvenes inquietos, lo que podemos saber el
común de los mortales, para ellos es una evidencia todavía mayor.
Sus libros y escritos forman y conforman la conciencia de miles de
jóvenes en facultades y universidades, en las lecturas que
recomiendan otros profesores dado el prestigio alcanzado. Saben
quienes pusieron los muertos para derrotar al nazismo y saben de
dónde son los muertos que provoca el imperialismo neocolonial, saben
de los 50 millones de muertos desde la segunda guerra mundial
ocasionados casi en exclusiva por el bando o banda anglosajona en sus
aventuras imperiales . El criterio marxista elemental aquel de "¿a
quién beneficia?", para a partir de ahí tirar del ovillo hasta
los responsables evidentes del mal, algo tan simple, les falla y nos
falla cada vez más a menudo.
Sin
embargo, en las cuestiones de la admisión del "error"
reconozco estar de acuerdo con Taibo en su apreciación genérica de
que las ciencias sociales no son ciencias. Si lo fueran, gozarían de
la humildad habitual en los científicos, capaces de asumir sus
equivocaciones si la testaruda realidad u otra teoría verificada
echa por tierra su paradigma.
En
la tierra de nadie de la doble negación (Ni OTAN, ni Gadafi),
quedaron a salvo o eso creen los autores intelectuales de ese
ninismo, los supuestos juicios puros y ecuánimes de sus teorías
equiparativas entre bloques, dictaduras e imperialismos; pero la
realidad es que los seres humanos de carne y hueso son los que
quedaban atrapados entre el sofisma e indefensos ante la guerra de
agresión, sin el apoyo habitual de la mayoría de organizaciones de
izquierda occidentales y de los jóvenes antibelicistas. Sin embargo,
en América Latina tuvieron las cosas muy claras desde el principio,
ni más ni menos que del mismo modo que toda la población mundial
respecto de la guerra de Irak en su día.
Y
en esta parálisis antibélica estamos todavía: Lo más parecido a
la verdadera solidaridad internacionalista del no a la guerra, es una
caridad hacia los refugiados que desvirtúa esa solidaridad y
retroalimenta las agresiones bélicas; puesto que siempre estarán
los bienintencionados occidentales incapaces de parar la máquina de
guerra occidental, pero siempre dispuestos a través de sus ONG a
poner las vendas en las heridas que infligen sus gobiernos. Para
ganar alguna revolución, primero tenemos que parar la guerra,
evitarla. Y esta victoria sobre el belicismo será el primer acto
revolucionario contemporáneo, la plasmación valiente de la única
solidaridad real hacia todos los oprimidos de la Tierra.
Hasta
Putin, ese denostado y supuesto hombre de paja de oligarcas rusos en
los clichés de los medios de comunicación occidentales y también
concebido de este modo en las teorías equiparativas y equidistantes
entre bloques con independencia de su voracidad y beligerancia, ha
optado por un mensaje alternativo al de la confrontación. Tiene
propuestas este "Che Guevara del siglo XXI" , tal y cómo
lo denomina Taibo de manera mordaz hacia quienes vemos, en realidad
sin falsas expectativas revolucionarias (esas expectativas han sido
el "error" de otros); un factor de equilibrio mundial en su
actuación. "Aquí o nos salvamos todos o no se salva nadie",
afirma Taibo de manera formal y obviando la guerra. En el mensaje de
Putin si que se implementa la condición de la supervivencia de
todos, puesto que es el modo de asegurar la de Rusia. Si que reconoce
los vientos de guerra y ve ese peligro de colapso concretado en
ellos. Ha sido en la Conferencia de Sochi de hace unos días sobre
"La guerra y la paz en el siglo XXI: El ser humano, el estado y
la amenaza de un gran conflicto en el siglo XXI", donde
Putin ha planteado lo que muchos intelectuales no mencionan: Las
armas nucleares no permiten un ganador en un conflicto global, la
existencia de una guerra mediática de acoso a Rusia en la que tantos
intelectuales participan, el trato de EE.UU. a sus socios cómo el de
amo/vasallo, el apoyo a mercenarios para cambiar a través de una
violencia bárbara los gobiernos que no son del agrado de Occidente,
etc...También ha dicho eso que queda tan bien de que "o nos
salvamos todos o no se salva nadie", pero el resto de sus
declaraciones, y hasta el título mismo de la conferencia, hace
pensar que en este caso si se cree la sentencia. Ya sabemos que
siguiendo la consigna de Serrano Suñer, una gran parte de la
intelectualidad tiene la tarea asignada de repetir hasta la saciedad
aquello de que "Rusia es culpable". Pero ahora mismo la
resistencia a esos planes hegemónicos que proviene de Rusia es la
que hace albergar alguna esperanza en un mundo multipolar y por lo
tanto no sometido al dictado de los ejemplares gobiernos democráticos
occidentales, de altos valores sobre el papel untado en sangre.
En
relación a esos valores ilustrados con pretensión de universales,
alguien tendrá que explicar cómo y de qué manera los principios
democráticos formales y de los derechos humanos, que en la práctica
niegan los gobernantes dentro y sobre todo fuera de sus fronteras,
tienen luego como principales valedores a cierta intelectualidad; esa
que reniega dentro de su país de estos principios burgueses por
tramposos e insuficientes y sin embargo luego se atreven a exigir
como un salvoconducto, e incluso por encima del derecho a la vida, su
estricto cumplimiento en otras latitudes. Por lo general, en aquellos
países con gobiernos que no son del agrado del poder occidental.
Sería
bueno que la izquierda ausente (Losurdo dixit) empezase a comparecer
en este asunto que tanto le atañe, incluso aunque no haya
intelectualidad que la respalde; por razones de su propia
supervivencia y de la de los demás. La Internacional del siglo XXI
es esta lucha final, la que debe reunir a todo el género humano,
incluso sin vínculo ético: Sólo el biólogico de ese compartido
instinto ciego de la mera supervivencia.