Por Marat
“Un
minuto de silencio en nombre de los camaradas asesinados por el franquismo el
27 de Septiembre de 1975. Y aunque esté fuera de ese minuto, toda nuestra
solidaridad con el comunista Alfon, encarcelado por sus ideas y por su
comportamiento combativo, y con los 500 sindicalistas que pueden llegar a ser
juzgados por haber intervenido en las huelgas contra el capital y sus gobiernos
durante estos años”. Así comenzaba la primera reunión del espacio de encuentro comunista el
pasado 26 de Septiembre.
Una hora antes, desde las 10:30, había grupos de
comunistas frente al portal del CAUM, donde iba a desarrollarse la reunión. Saludos
efusivos, reconocimientos, personas que se ponían cara por primera vez, aunque
hiciese tiempo que colaborasen juntos a través de las redes. Aunque sólo fuese
por esto –el lado humano de la convocatoria- ya merecía la pena el encuentro
Pasaban los minutos y las caras de satisfacción
por la afluencia de camaradas, la inmensa mayoría desconocidos, porque partíamos
de un llamamiento desde la Red, se iban sucediendo.
Gentes de muy diversas zonas del Estado español iban
llegando, preguntando, intercambiando palabras y teléfonos, complicidades
tejidas a lo largo de los años y esperanzas con aquella convocatoria que podía
iniciar la posibilidad de otra forma de tratarnos entre los marxistas.
Teníamos por delante una enorme tarea, la de
levantar una nueva cultura de relación entre comunistas sin y con carné. Una
cultura de encuentro, vocación de compartir, deseo de contaminarnos mutuamente para
enriquecernos y aprender todos con cada aportación, capacidad de sumar y de
poner por delante lo que nos une y dejar a un lado lo que nos separa, formación
política, debate, apertura de frentes de lucha y capacidad de hacer atractiva
la idea comunista a amplias capas de nuestra clase, la trabajadora.
Teníamos claro también que, si todo esto éramos
capaces de transmitirlo y contagiarlo entre los sin y con carné, podríamos
recuperar la fuerza y la presencia del discurso comunista como corriente
política, ayudando a convertir lo que hoy se llama simplemente lucha
antiausteridad o lucha social en auténtica lucha de clases.
A las 11.30, cuando se iniciaba puntualmente el
encuentro, se cumplía matemáticamente lo que desde hacía días sabíamos en el grupo promotor del encuentro que iba a suceder: leno del local hasta la bandera, desbordando el
aforo previsto inicialmente.
Mis camaradas del grupo promotor del espacio de
encuentro comunista me habían elegido para presentar el acto. A lo largo de mi
vida me ha tocado hacer cosas parecidas pero ésta era la primera vez que me
sentía plenamente identificado con quienes habíamos puesto en marcha este
proyecto y con el viaje que estábamos iniciando. En mis pasadas militancias
siempre supe lo que me tocaba hacer pero también que aún no era aquel
plenamente mi lugar, un ámbito con el que me sintiera completamente
identificado.
Fijar posición ideológica de arranque era una
necesidad del encuentro: lucha de clases, identidad y centralidad de la clase
trabajadora en las luchas frente a conceptos ideados por la burguesía y
admitidos por el reformismo como ciudadanismo, transversalidad,” gente” u otras
vaguedades disolventes del antagonismo capital-trabajo, derribo del capital
mediante proceso insurrecional y no fetichismo parlamentario, dictadura del
proletariado, como dominación de clase frente a la de la burguesía, y
construcción del socialismo. Esas eran las bases innegociables de las que
partíamos y que fueron refrendadas.
En consecuencia, dejamos claro que Grecia era el
punto de escisión entre socialdemócratas y comunistas en Europa y en España.
Del mismo modo que en 1903 se produjo la ruptura entre mencheviques y
bolcheviques. Ello independientemente de que el polo comunista tuviese aún
mucho recorrido de construcción por delante.
No voy a cansarles a ustedes ni con mi
intervención, ni con todos los temas que me tocó explicar antes de entrar en
materia. Sólo les diré que esa materia versaba sobre una única pregunta
lanzada, a quemarropa a los asistentes: qué
entendía cada un@ de ell@s por un espacio de encuentro comunista.
Espacio-de-encuentro-comunista: sólo el nombre era
toda una provocación. Luego descubriríamos que era un acierto.
Fue difícil comenzar a imaginar colectivamente qué diablos
–algo no pensado antes desde un punto de arranque como el de los “comunistas
independientes”- era tal cosa. Pronto nos dimos cuenta de que se llamaba
complicidad, necesidad, búsqueda, posibilidad, otra manera de relacionarnos.
A la camarada Maite –del grupo promotor y valiosa
militante comunista- le tocó plantear a la sala el interrogante sobre qué cuestiones
podían actuar como palancas
transformadoras de la realidad política y social que nos acercasen a nuestra
clase, la trabajadora, que no es ni una acumulación indefinida de “ciudadanos”,
ni un amasijo de “gente”, ni un conglomerado de transversales, sino la
evidencia de que vivimos bajo la dominación del capital a la que los
trabajadores (CLASE) han de combatir con la LUCHA de clases.
Y aquí fue donde yo perdí el sombrero porque se
sucedieron múltiples intervenciones entre los asistentes al acto, a cuál más
atinada y propositiva, desde la lucha ideológica hasta las cuestiones en las
que los comunistas debemos centrarnos, pasando por los frentes de combate y de
masas en los que debemos estar presentes o por el lenguaje necesario en 2015
para conectar mejor con nuestra propia clase y serle útil. Una comunista dijo
algo que parece de Perogrullo pero que un marxista no debe nunca olvidar: que que
no nos dirigimos a los trabajadores porque somos parte de ellos.
Por último Enrique, otro de los camaradas del
grupo promotor, y auténtico animador del mismo, enfrentó a la sala al desafío
de arrancar algunos apuntes sobre cómo organizar todo lo que habíamos
planteado.
Suscitó múltiples intervenciones, desde cómo
abordar un desarrollo territorial del espacio hasta cómo plantear la
comunicación de éste, pasando por la organización en función de la realidad de
cada grupo de comunistas de dicho espacio.
Entre esas palabras, las de Nicolás García-Pedrajas nos sembraron de sentido común, de
reflexión inteligente sobre las necesidades organizativas y de propuesta en
positivo, algo que ustedes conocerán cuando la web del espacio de encuentro
comunista les dé a conocer una versión más operativa y menos embargada aún por el
emocionado subjetivismo, algo en lo que no debe caer un marxista –pero “errare
humanum est”-, de lo que ha sido la convocatoria del 26-S, que lo que éste que
escribe les está transmitiendo. Yo aún ando bajo el síndrome del encuentro.
El camarada Enrique dejó por delante la necesidad
de un segundo encuentro, éste ya de organización que se plantease cómo avanzar
para atender a los desafíos políticos, ideológicos, militantes y de lucha.
Porque, y lo dejó claro, nuestro fin es ese, el de la acción política
revolucionaria.
Por en medio quedó olvidado, aunque no ignorado,
algún intento de determinado sector de trasladar a la sala los conflictos de su
organización de origen, lo que no era otra cosa que una lectura de la
convocatoria en clave interna por parte de un grupo concreto y una mala
comprensión de lo que es el espacio de encuentro comunista. Pero ni a la gran
mayoría de los asistentes, ni al espacio de encuentro comunista ni a los
convocantes del mismo nos compete ni interesa lo más mínimo entrar en cuestiones
ni en luchas partidarias ajenas. Cada palo debe aguantar su vela. Nuestra tarea es la de elevar el nivel de los
comunistas, no la de entrar en cuestiones espurias ni en mezquindades o
enfrentamientos que tienen en realidad muy poco de políticas e ideológicas y
que no nos aportan nada.
Para mí ha quedado clara una cuestión fundamental:
he tardado muchos años en lograrlo pero, al fin, estoy con los míos. Con los
que es posible abrir camino a las ideas en las que creo, con fraternidad,
comprensión, voluntad de acuerdo y posibilidad de construir una nueva cultura de
relación entre comunistas y una propuesta que nos devuelva al protagonismo en
la pelea.
Al acabar el acto, varios militantes del espacio
de encuentro comunista hablamos con militantes de diversos partidos comunistas que
asistieron al acto. La respuesta fue siempre la misma: “un acierto”, “algo que
tenemos que cuidar”, “una idea sobre la que seguir trabajando”, “un avance
frente a lo que hemos conocido antes”, “la mejor reunión en años”…
Contemplar los rostros de satisfacción de tantos comunistas que habían asistido
a la convocatoria, aceptado el formato de la propuesta, mostrado su actitud
positiva y respetuosa en sus intervenciones y que habían expresado su deseo de que
el inicio tuviera continuidad, nos señaló el sentido del camino para
posteriores desarrollos de la propuesta y para la búsqueda de fórmulas de
incorporación a la misma a los asistentes con ganas de sumarse a la tarea.
Ahora es cuando a este naciente espacio de
encuentro comunista, en el que ya nos sentimos arropados tanto los que no
tenemos carné como otros que lo tienen, tenemos por delante el auténtico
desafío: organizarnos y ser capaces de identificar qué es lo que más le duele
al capital y cómo conectamos con nuestra clase.
Pero, como decía Kipling, “esa es ya otra historia” y yo espero estar aquí para contársela
De lo tratado en profundidad de un modo más
objetivo y menos vivencial van a tener noticias ustedes en muy breve tiempo.
Pero yo quería hablarles hoy desde la piel, las sensaciones, el latir del
encuentro y mi propia subjetividad; algo que no es muy marxista pero de lo que
no debemos prescindir del todo porque atendiendo a Gohete, citado por Lenin, «la teoría es gris amigo mío, pero el árbol
de la vida es eternamente verde».
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Por cierto, hay un malnacido que se hace llamar Pedro Sin Nombre que intenta echar mierda sobre el resultado de esta convocatoria desde una web de mierda y podemita durante meses llamada "Insurgente". En esa web de mierda mis artículos han sido censurados durante años pero ahora, ¡oh casualidad!, el tal "Perro" Sin Nombre introduce mi texto, con la cooperación de la vomitiva web, para soltar sus porquerías y mentiras sobre cómo se desarrolló el encuentro. Pregunten acerca del mismo a alguien más que haya estado en él, además de a este tipejo que es el muñeco útil de cierto grupúsculo político. Y pregunten hasta qué punto su intervención tuvo algo que ver con el resto de los asistentes a la asamblea.
En definitiva, que tal y como se percibe en su texto y fue su comportamiento, absolutamente discordante con el ambiente general del encuentro, nuestras dudas están en si es un tarado de los que viven en dimensiones paralelas ajenas al resto del mundo, un intoxicador y provocador a sueldo de qué intereses o un alienígena del planeta Raticulín.
Ya le concedí demasiada importancia. La escoria no merece mayor atención, sea una web o un tipejo que "no tiene nombre", aunque otros nos presentásemos en el acto citado con el real (Óscar López), que no necesitamos esconder, y con el apodo.
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Por cierto, hay un malnacido que se hace llamar Pedro Sin Nombre que intenta echar mierda sobre el resultado de esta convocatoria desde una web de mierda y podemita durante meses llamada "Insurgente". En esa web de mierda mis artículos han sido censurados durante años pero ahora, ¡oh casualidad!, el tal "Perro" Sin Nombre introduce mi texto, con la cooperación de la vomitiva web, para soltar sus porquerías y mentiras sobre cómo se desarrolló el encuentro. Pregunten acerca del mismo a alguien más que haya estado en él, además de a este tipejo que es el muñeco útil de cierto grupúsculo político. Y pregunten hasta qué punto su intervención tuvo algo que ver con el resto de los asistentes a la asamblea.
En definitiva, que tal y como se percibe en su texto y fue su comportamiento, absolutamente discordante con el ambiente general del encuentro, nuestras dudas están en si es un tarado de los que viven en dimensiones paralelas ajenas al resto del mundo, un intoxicador y provocador a sueldo de qué intereses o un alienígena del planeta Raticulín.
Ya le concedí demasiada importancia. La escoria no merece mayor atención, sea una web o un tipejo que "no tiene nombre", aunque otros nos presentásemos en el acto citado con el real (Óscar López), que no necesitamos esconder, y con el apodo.