NOTA
DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
El hambre es uno de Los Cuatro Jinetes del
Apocalipsis.
Tener hambre no es tener un sano apetito ni ganas
de comer. Sufrir hambre es una etapa de un camino que conduce a la muerte –otro
de los Jinetes del Apocalipsis- y, cuando posee dimensión epidémica, no nace
del accidente, del azar o de factores ligados a la voluntad humana sino de la
injusticia, la desigualdad, la opresión de unos seres humanos sobre otros, el
reparto desigual de la riqueza, y mucho más desigual de la pobreza, y de una
situación social, económica y política que lo amparan, protegen y promueven.
Pero esto ya lo saben ustedes.
En diferentes momentos históricos la vieja “civilizada
Europa”, madre de dos Guerras Mundiales, ha conocido el hambre. Uno de esos
momentos más recientes fue “el hambre de la patata”, la Gran Hambruna
Irlandesa, de 1845 a 1849. Entre dos millones y dos millones y medio de
personas murieron entonces por efecto de esta devastadora lacra. Más de dos millones
de irlandeses emigraron a Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Chile,
Argentina y Australia en lo que se conoció como la Diáspora Irlandesa. Otros
dos millones de personas se desplazaron dentro del país huyendo de las zonas de
mayor hambruna. Sus efectos continuaron durante décadas y la población de
Irlanda todavía no ha recobrado los niveles previos a la hambruna. Entre 1841 y
1851 la población del país disminuyó de 8,2 a 6,6 millones. Irlanda perdió una
cuarta parte de su población. No es cierto que este desastre humano (no humanitario
porque de humanitario no tiene mucho) se deba al mildiú, la ineficiencia
económica o los métodos inadecuados de cultivo, como nos quieren contar los
grandes maquilladores históricos. Estos sólo fueron factores facilitadores.
La realidad es que la propiedad de la tierra
irlandesa era en el siglo XIX británica, siendo los campesinos irlandeses sus
aparceros. Los irlandeses cultivaban el trigo que se exportaba a Inglaterra,
mientras ellos se alimentaban de los productos de la huerta familiar: patatas,
que sufrieron la devastación del mildiú y una pérdida radical de las cosechas.
Fue el sometimiento irlandés bajo los británicos la causa de que la enfermedad
de la patata tuviera tan trágicas consecuencias. Los patatales morían y los trigales
disfrutaban de grandes cosechas pero los irlandeses no podían acceder a este
alimento pues pertenecía a los terratenientes ingleses. No se sabe de ningún terrateniente
británico que abriera sus despensas a los hambrientos irlandeses. La corona
inglesa no tomó medida paliativa alguna con sus súbditos irlandeses literalmente
muertos de hambre. Que los irlandeses murieran o emigraran aseguraba aún más el
dominio inglés en un territorio hostil y fuertemente cruzado de un sentimiento
nacional independentista. Mientras tanto, los terratenientes británicos
siguieron exigiendo a sus aparceros el pago del arriendo.
Desconozco los efectos cuantitativos de los
períodos de entreguerras (entre la I y la II G.M.) con la crisis de la Gran
Depresión en Europa y USA pero sabemos que la mortalidad se incrementó
notablemente, el crecimiento vegetativo se estancó e incluso se convirtió en
negativo. Las grandes ciudades rusas y parte de su territorio rural se vieron
desabastecidas de alimentos, por la falta de brazos campesinos, empleados en la
I Guerra Mundial, el envío de gran parte de la producción agrícola al frente
para alimentar a las tropas y el creciente incremento de los alimentos. En
Alemania y en otros países de la Europa central, pero también de las grandes ciudades
USA, la gente caía desmayada de hambre por las calles. El desempleo conducía al
suicidio por desesperación y a la muerte por hambre. Mientras tanto, a un lado
y otro del Atlántico, los grandes terratenientes
agrícolas quemaban las cosechas para impedir que los precios agrícolas bajaran.
Esta imagen desapareció de las ciudades del centro
del capitalismo con la expansión económica tras la II G.M. y la recuperación de
las grandes tasas de ganancia del capital, que practicó una política económica
de cierta “redistribución de la riqueza” que permitiese el consumo de masas.
Durante unos sesenta años el hambre en el mundo ha sido cosa principalmente de
negros africanos pero como eran pobres y disfuncionales para el capitalismo de
consumo de masas parecían no existir como denuncia que alzase su voz, salvo
para el gran negocio de la caridad y la “solidaridad” profesionalizada de ONGs
y otros vividores a costa de la pobreza ajena.
Hoy, la crisis global del capitalismo, ha vuelto a
colocar el hambre en las calles y ciudades de Europa y USA, casi siempre como
cifras abstractas, en ocasiones como rostros que el sensacionalismo mediático
aprovecha para vender más periódicos o aumentar la cuota de pantalla de las
cadenas televisivas y para recordarnos
que si nos rebelamos y perjudicamos el clima social –ya sabemos que el
capitalismo es cobarde y gusta de la tranquilidad, que viene de tranca- las
cosas pueden irnos aún peor a los desposeídos, por lo que nos conminan a callar
y trabajar, los que aún tienen trabajo y a esperar resignadamente, como Godot,
la mágica recuperación de los beneficios empresariales que son, según ellos,
los que nos dan de comer. Mientras tanto, algo de pan nos dejarán caer las
organizaciones caritativas de las iglesias y grupos nazi-fascistas como
Amanecer Dorado en Grecia o España 2000 por estos lares, realizando unos y
otros su “benefactora” propaganda por alimentos, eso sí, siempre limitada a
nacionales.
Ni el hambre es culpa de quienes la padecen, como
nos dicen los liberales que nos recuerdan cada día que sólo el esfuerzo y el
trabajo es causa del progreso de las naciones (curioso discurso de quienes
viven del trabajo y la miseria ajenos, la cultura del pelotazo y la
corrupción), ni su existencia nace del azar o los desastres naturales. Es
inducido por el capitalismo, del que sus víctimas tendemos a señalar su
carácter criminal sólo cuando la situación se vuelve insostenible para nosotros
y al que aceptamos pasiva o entusiásticamente cuando nos caen algunas migajas
de sus banquetes.
Hoy he encontrado algunos textos sobre el hambre
en distintos lugares del mundo que deseo compartir con ustedes. ¡Bon appétit!
DESNUTRICIÓN
INFANTIL, EFECTO DEVASTADOR DE 5 AÑOS DE CRISIS ECONÓMICA EN ESPAÑA
En
Andalucía firman decreto para garantizar tres comidas al día a los niños
Más
de 28 por ciento de los menores no se alimentan como aconseja Naciones Unidas
Armando
G. Tejeda.
La Jornada
El hambre y la pobreza se han extendido sin piedad
entre los niños españoles. En Andalucía, la región con mayor desempleo y
desigualdad en el país, se puso en marcha un plan para atajar un fenómeno que
amenaza con llevar a la exclusión a buena parte de la sociedad, el cual
consistirá en dar desayuno o merienda a alrededor de 50 mil menores en los
próximos meses.
Este programa llegará a 5 por ciento de la
población infantil andaluza, gracias a un decreto del gobierno de coalición del
Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU), en el que se
declaró obligatorio que todos los niños coman tres veces al día. El almuerzo
consistirá en una torta de chorizo, un jugo de frutas, galletas, mantequilla y
una manzana.
Como en los peores años de la posguerra o de la
gran depresión de principios del siglo XX, España vive una pesadilla que no da
tregua y que enfrenta a la población con el pasado, cuando la gente se
alimentaba de pan, chorizo y vino. Es la peor cara de la crisis que afecta a
este país desde hace cinco años y que ha multiplicado el desempleo: 27.1 por ciento,
es decir, casi seis millones de personas; la pobreza, que afecta ya a 25 por
ciento de la población, y la desnutrición infantil con dos de cada cinco niños
mal nutridos.
Los últimos informes, tanto públicos como de
organizaciones internacionales, confirman que la crisis y sus efectos
devastadores han provocado un enorme incremento en la desnutrición infantil. En
el conjunto del país más de 28 por ciento de los niños no se alimentan como
aconseja la Organización de Naciones Unidas, mientras en la región de Andalucía
la cifra alcanza 35 por ciento.
Este panorama fue el detonante para que el pasado
abril, en un gesto insólito de los gobiernos autonómicos de España, la Junta de
Andalucía, por medio de la Consejería de Igualdad, aprobara un decreto de lucha
contra la exclusión social, en el que se desarrolla una línea de trabajo
alimentaria que se enfoca en la desnutrición infantil, al garantizar, por ley,
que todos los niños de la región coman tres veces al día, y deja un margen
legal al gobierno para dotar los recursos que hagan posible dar de comer a los
niños más pobres y con más desnutrición (5 por ciento).
El plan tiene un presupuesto de 16 millones de
euros y se apoyará también en las ONG que trabajan en la región para hacer más
eficiente el reparto, así como de los centros escolares, donde también se
distribuirán los paquetes de alimentos. La consejera de Igualdad, Susana Díaz,
explicó en su día que este plan de trabajo pretendía poner rostro a la crisis a
través de nuestros menores, que son los más vulnerables en un momento de mucha
debilidad y de una crisis brutal como la que estamos viviendo. Hay que
reconocer que casi seis de cada cien infantes en Andalucía están situación de
pobreza extrema, algo ante lo que hay que ser contundentes, porque estamos
influyendo en el desarrollo y el futuro de los niños.
EL
HAMBRE AUMENTA EN GRAN BRETAÑA
Matt
Carr.
IPS
Los drásticos recortes a la seguridad social
implementados por el gobierno de coalición tienen un impacto cada vez más
notorio en Gran Bretaña, donde las medidas de austeridad que buscan hacer
frente a la crisis financiera hacen estragos entre los sectores más
vulnerables.
Un relevamiento publicado en el sitio web Netmums
concluyó que, con regularidad, una de cada cinco madres británicas no tiene qué
darles de comer a sus hijos. Actualmente, miles dependen de organizaciones benéficas
y bancos de alimentos de emergencia para alimentarse a sí mismas y a sus
familias.
En los últimos 12 meses, The Trussell Trust, el
mayor operador de bancos de alimentos en Gran Bretaña, dijo haber suministrado
alimentos a 350.000 personas, lo que representa 100.000 más de lo previsto y
supone un aumento de 170 por ciento en relación al año anterior.
Las personas recurren a bancos de alimentos por
muchos motivos. Algunas están subempleadas, otras son víctimas de violencia
doméstica. Otras sucumbieron ante usureros que se aprovechan de los pobres
ofreciéndoles préstamos con intereses exorbitantes. Pero la mayoría están sin
empleo, y les quitaron o recortaron los beneficios sociales a consecuencia de
la arremetida del gobierno contra lo que considera una población de vagos y
“parásitos”.
Todos estos factores alimentaron lo que The
Trussell Trust llama una “epidemia” de hambre, que se vuelve cada vez más
visible en localidades de todo el país.
Clay Cross, por ejemplo, es un pequeño pueblo de
5.000 habitantes en las colinas de la zona rural del norte de Derbyshire, que
otrora fue un centro de la industria británica del carbón.
Como muchos pueblos y aldeas del área con un
pasado extractivo, Clay Cross pasó épocas duras desde el cierre de su mina en
los años 80, pero en los últimos tiempos las cosas empezaron a empeorar mucho
más.
Una noche, IPS visitó el banco de alimentos local
de The Trussell Trust, en la iglesia de Saint Bartholomew. En su interior,
voluntarios exponían parte de las dos toneladas de alimentos donados por
comerciantes durante una recolección de dos días en varios supermercados Tesco
el fin de semana anterior.
El banco de alimentos se inauguró apenas en agosto
de 2012, pero desde entonces atendió a 1.147 personas, y está abriendo otros en
las cercanías.
Uno de sus clientes era David, quien ahora trabaja
como voluntario para el Trust. Extaxista, durante 12 años se dedicó a cuidar de
forma permanente y remunerada a su esposa discapacitada. Pero el año pasado,
cuando ella falleció, perdió su salario de cuidador y permaneció siete semanas
sin ingresos, mientras esperaba los beneficios por desempleo. En ese tiempo
vivió gracias a tres sacos de provisiones que le dio el banco de alimentos,
recordó.
Los retrasos en los pagos de beneficios son
algunos de los motivos más comunes para que la gente recurra al banco de
alimentos, y muchos de quienes lo hacen se sienten profundamente avergonzados y
humillados.
El coordinador del proyecto, James Herbert, y su
equipo, están dispuestos a superar estas reservas y a dar la bienvenida a
quienes se acercan, pero también les indigna el hecho de que se requieran esos
servicios.
“Es
reprensible. El gobierno local y nacional debería estar avergonzado de dejar a
las personas en una situación en la que tienen que depender de una organización
benéfica para alimentar a sus familias”, planteó.
La mayoría de los usuarios del servicio llegan al
Trust enviados por organizaciones de caridad o por agencias del gobierno, con
cupones que les permiten retirar alimentos apenas tres o cuatro veces.
Bernard (nombre ficticio) acaba de llegar, enviado
por primera vez de su centro de empleo local. Mentor voluntario de 38 años,
trabajaba con jóvenes infractores, y gozó de beneficios por desempleo hasta
hace dos semanas, cuando se los recortaron porque no se postuló a uno de los
trabajos ofrecidos por su centro local de empleo.
Según él, nunca recibió el ofrecimiento, y apeló
la decisión. Si tiene éxito, puede recibir un fondo semanal de 29 libras (45
dólares) por penurias económicas o la plena restauración de sus beneficios de
71 libras (110 dólares). De lo contrario, no recibirá nada por otras seis
semanas, aunque vive en un apartamento sin gas, ni electricidad, ni alimentos.
“Si
soy un parásito, soy un parásito, pero a fin de cuentas, ¿qué más voy a a
hacer? ¿Voy a salir a robar para sobrevivir? Si en el siglo XXI, en una de las
naciones más avanzadas del mundo, la gente tiene que acudir a bancos de
alimentos, hay algo que no está del todo bien, ¿no?”,
planteó.
Colin Hampton, coordinador del Centro para
Trabajadores Desempleados de Derbyshire, coincidió: “La situación es peor ahora que en los años 80. Las personas vienen a
nosotros pidiendo alimentos en situaciones desesperadas, y nosotros las
enviamos a los bancos de alimentos. Pero aunque apreciamos que la gente intente
ayudar, nuestra mayor preocupación es que, a menos que expresemos nuestra
indignación, esto se convertirá en la norma, y las personas necesitan preguntar
por qué está ocurriendo esto”, dijo.
El primer ministro británico David Cameron elogió
el trabajo de The Trussell Trust, pero los bancos de alimentos son consecuencia
directa de políticas gubernamentales diseñadas para quitar beneficios sociales
sin importar las consecuencias. El parlamentario laborista Peter Hain acusó al
gobierno de “aterrorizar” a los desempleados de su distrito obligándolos a
elegir entre morir de hambre y realizar trabajos mal pagados.
El sistema de la Ley de Pobres, del siglo XIX,
tuvo otrora una actitud similarmente punitiva y disuasiva hacia los
trabajadores industriales pobres. Actualmente, el hambre es una consecuencia de
la pobreza manufacturada en la séptima economía más grande del mundo, y los más
vulnerables vuelven a ser victimizados y castigados.
En estas circunstancias, los bancos de alimentos
pueden ser un sustituto conveniente de la asistencia reglamentaria, habilitando
a los herederos políticos de la difunta (ex primera ministra) Margaret Thatcher
(1925-2013) a despojar aún más la red de seguridad social partiendo de la idea
de que la población puede estar hambrienta, pero por lo menos no se está
muriendo de hambre.
RECORTES
FISCALES EN ESTADOS UNIDOS APUNTAN A LOS MÁS POBRES
Matthew
Charles Cardinale.
IPS
El
Congreso legislativo de Estados Unidos está a punto de hacer recortes de miles
de millones de dólares al Programa de Asistencia Nutricional Complementaria,
comúnmente conocido por sus cupones de alimentos, que abarca a millones de
pobres e indigentes.
Los aportes se reducirían en noviembre, cuando
expiren los que habían sido incluidos, en versión aumentada, en la Ley de
Recuperación y Reinversión de 2009, o paquete de estímulo federal.
La merma será de entre ocho y 25 dólares por mes y
por individuo, dependiendo del tamaño del hogar que integre. El beneficio
promedio ya es tan bajo que llega a 1,46 dólares por comida por persona.
Pero eso no es suficiente para el actual Congreso,
que busca exprimir aún más el dinero del programa de emergencia alimentaria.
Grupos como los Demócratas Progresistas de Estados
Unidos han hecho circular por Internet una petición para oponerse a los
recortes.
“Hay
una puja por poner fin a los derechos de ayuda social y, si eso ocurre sin
importar qué fórmula usen, la gente resultará perjudicada”,
dijo Joyce Dorsey, primera vicepresidenta de la Asociación Nacional de Acción
Comunitaria, a IPS.
“Todavía
es difícil hallar empleos o quien lo tiene no recibe un salario que le permitan
a una persona llevar un nivel de vida adecuado, entonces naturalmente necesita
asistencia”, agregó.
Actualmente, 47,5 millones de personas reciben
ayuda alimentaria de emergencia a través del Programa de Asistencia Nutricional
Complementaria (SNAP, por sus siglas en inglés), según los datos más recientes
del Departamento de Agricultura, lo cual equivalen a más de 15 por ciento de
los habitantes de Estados Unidos.
El debate se centra en la Ley de Reforma Agrícola,
Alimentos y Empleos de 2013, conocida comúnmente como Ley Agrícola, que el
Congreso suele volver a aprobar cada cinco años para fijar las políticas
nacionales en materia de agricultura, nutrición, conservación y silvicultura.
El Comité de Agricultura de la Cámara de
Representantes, liderado por el opositor Partido Republicano, aprobó el 15 de
mayo recortes por casi 21.000 millones de dólares al SNAP. El cambio de
requisitos para postularse para recibir la ayuda que conlleva el proyecto
implicará una pérdida de beneficios para casi dos millones de personas, entre
ellas niños y niñas.
Se trata de personas que hoy pueden solicitar
cupones de alimentos porque sus ingresos líquidos están bajo la línea de
pobreza, aunque tengan bienes o ingresos brutos que los sitúen por encima del
umbral de postulación al SNAP.
Actualmente, las leyes federales permiten que
estas personas accedan al SNAP si se consideran aptas para beneficiarse de otro
programa estatal bajo la Ayuda Temporal para Familias Necesitadas.
Según el Centro sobre Prioridades Presupuestarias
y Políticas, se verán impactados muchos hogares de bajos ingresos de Estados
Unidos que poseen un automóvil modesto. Esto también puede incluir a familias
trabajadoras con altos costos en materia de cuidado de niños o a ancianos con
costosas facturas médicas.
El proyecto de la Cámara de Representantes también
elimina los pagos de incentivos del SNAP a estados que han mejorado la
precisión en los pagos y la entrega de servicios, y recorta los fondos dedicados
a educar sobre nutrición.
Además, restringe una opción que permite a los
estados aprobar familias para beneficiarse del programa si estas ya califican
para recibir ayuda en materia de calefacción por ser de bajos ingresos, algo
que también hace la versión del Senado sobre la Ley Agrícola.
El 14 de mayo, el Comité de Agricultura del
Senado, liderado por el gobernante Partido Demócrata, aprobó en una audiencia
recortes al SNAP por 4.100 millones de dólares.
“Esto
frena los pagos excesivos a un pequeño número de individuos en el programa (…)
que pueden reclamar una cobertura para calefacción que no tiene, o ayuda
alimentaria, para recibir beneficios” que están por encima
de lo previsto, dijo Cullin Schwarz, portavoz de la senadora demócrata Debbie
Stabenow, presidenta del Comité.
Schwarz dijo a IPS que los estados están usando
tácticas administrativas, como calificar a personas para pagos por separado de
ayuda energética de menos de 10 dólares anuales, supuestamente con el único
propósito de aumentar sus posibilidades de postularse a los cupones de
alimentos.
“Quince
estados brindan una suma muy pequeña de ayuda para calefacción en el hogar, de
apenas un dólar por año”, lo cual “no ayuda realmente a nadie a pagar por ese
servicio”, sostuvo.
En caso de aprobarse el proyecto del Senado, la
Oficina de Presupuesto del Congreso estima que 500.000 personas recibirán, en
promedio, 90 dólares menos.
Pero la oficina de Stabenow insiste en que este no
es un recorte a la estructura de beneficios. “Obtendrán exactamente lo que se suponía que obtendrían en el programa
basado en sus gastos reales”, dijo Schwarz.
Ante la pregunta de qué considera que resultará de
las negociaciones entre las dos cámaras, Schwarz respondió: “Si los republicanos pueden presentar
maneras adicionales de reducir el gasto que no reduzcan los beneficios estándar
o perjudiquen a familias verdaderamente necesitadas… estamos abiertos a
discutirlas”.
La senadora demócrata Kirsten Gillibrand propuso
una enmienda para quitar los recortes al SNAP de la Ley Agrícola, y compensar
los costos limitando los reembolsos por seguros de cultivos a los proveedores.
“Las
familias que viven en la pobreza, nuestros niños, nuestros veteranos, nuestros
ancianos, parte de nuestro personal activo, sufrirán si recortamos los cupones
de alimentos. Creo que no deberíamos equilibrar la deuda o el déficit sobre las
espaldas de estos estadounidenses que trabajan duro y que simplemente tienen
hambre”, dijo Gillibrand durante la audiencia.
La enmienda fue rechazada. Más de la mitad de los
demócratas se unieron a casi todos los republicanos para vetarla.
Sin embargo, una enmienda propuesta por el senador
republicano David Vitter para que violadores, pedófilos y asesinos no puedan
ser beneficiarios del SNAP, fue aprobada por unanimidad.