Óscar Ugarteche, Ariel Noyola Rodríguez. obela.org
En las últimas semanas se han venido observando
auges en las principales bolsas de valores del mundo producto de las políticas
monetarias de expansión emprendidas por los principales bancos centrales. La
Reserva Federal (Fed) desde el 2009, el Banco Central Europeo (BCE) desde el
2011 y el Banco de Japón desde fines del 2012 han inyectado liquidez al sistema
bajo el argumento de la persistencia de la contracción crediticia [credit
crunch] y evitar la tendencia deflacionista de sus respectivas economías.
No obstante, se alienta la especulación financiera
y la concentración del ingreso mientras el sector bancario continúa sin otorgar
préstamos al sector productivo. La prueba está en que la capacidad ociosa del
sector industrial continúa siendo alta y la recuperación en el empleo muy
débil.
El caso que amerita mayor atención es Wall Street,
segunda principal plaza financiera del mundo, Londres siendo la primera, y
epicentro de la última crisis. En la primera quincena de marzo, Wall Street
logró cerrar la segunda mejor semana del año con todos los índices -Dow Jones,
Standard & Poor’s 500 y Nasdaq- subiendo por encima de 2%. En América
latina solo Argentina se salva de esto.
La gran prensa ha hecho eco de la ‘sólida’ y
‘sostenida’ recuperación de la economía estadounidense. Sin embargo, está claro
que el ‘auge’ del mercado de valores no refleja la ‘recuperación’ de la llamada
economía real si observamos la evolución del PIB de los últimos cinco años.
Mientras los principales índices de Wall Street
sobrepasaron sus niveles previos a la crisis, la recuperación en el mercado de
trabajo continúa siendo débil. Recordemos que la crisis destruyó cerca de 9
millones de empleos en Estados Unidos. Desde 2009 únicamente se han recuperado
5.7 millones, así las cosas, de continuar la tendencia los niveles previos a la
crisis terminarían por alcanzarse hasta 2017.
El último dato de empleo publicado el viernes 8 de
marzo, empujó las bolsas de valores sumándose al auge en Wall Street. La nómina
no agrícola de febrero aumentó en 236,000 puestos de trabajo, muy por encima de
los 165,000 empleos esperados. La tasa de desempleo quedó en 7.7%, la más baja
de los últimos cinco años. Las bolsas de nuevo empujaron al alza cuando el
Departamento de Trabajo anunció que las solicitudes del subsidio cayeron
en 10,000 a 332,000 durante la semana pasada. Lo que no se ve es la masa de
desempleados que han salido de la estadística porque están buscando trabajo más
de un año y han dejado de recibir el seguro de desempleo.
Estas cifras contrastan con el nivel de
endeudamiento de las familias que si bien viene reduciéndose en los últimos
años, continúa siendo alto si se lo pondera como porcentaje del ingreso
familiar. Asimismo, los subsidios alimentarios del SNAP [Supplemental Nutrition
Assistance Programe], siguen al alza, con 15% de los ciudadanos estadounidenses
involucrados en este programa de vales de comida, según el último informe
publicado por el Departamento de Agricultura.
La débil recuperación de la economía
estadounidense explica la determinación de Ben Bernanke de mantener cercanas a
cero las tasas de interés nominales de los bonos del Tesoro –deuda de corto
plazo- para empujar a la baja el costo de la deuda de largo plazo en el mercado
secundario. El efecto es que estas tasas que han sido reafirmadas y que son
negativas en términos reales lo que ha inflado las principales bolsas de valores.
La reafirmación que no se dejará el programa de recompras el 28 de febrero
sigue empujando al alza los flujos de capital de corto plazo, el precio de los
commodities y ambos apreciando los tipos de cambio del resto del mundo frente
al dólar aunque la reducción de la demanda real de China está teniendo algún
efecto negativo sobre precios de commodities.
El objetivo de la política monetaria es concentrar
el ingreso inflando los mercados de valores y trasladando la riqueza de los
mercados emergentes a los países con los mercados más desarrollados. Están
evitando la deflación con depresión aunque no pueden evitar el estancamiento.
Mientras tanto, los dividendos y las ganancias corporativas continúan en un
ciclo de auge a pesar de los catastróficos datos del crecimiento del PIB de
todas las economías líderes y del muy mal pronóstico de crecimiento para
Estados Unidos tras la entrada en vigencia del programa de ajuste fiscal
automático.
En América Latina a mediados de marzo trascendió
que el Gobernador del Banco de México redujo la tasa de interés 50 puntos base,
a 4% porque existen riesgos de sobrecalentamiento por efecto del flujo masivo
de capitales de corto plazo. México con 209 mil millones de dólares de flujos
de corto plazo en el 2011 es, después de Brasil con 493 mil millones, el
principal mercado de dinero de la región. Pese a la medida, el peso mexicano ha
continuado apreciándose y el riesgo de un efecto estampida permanece. El Banco
Central de Brasil en simultaneo decidió mantener la suya estable a pesar de la
inflación acumulada de 6.31% a marzo.