22 de enero de 2013

EL CAPITALISMO (NEOLIBERAL) HA MUERTO. ¡VIVA EL CAPITALISMO CORPORATIVISTA!


Alberto Rabilotta. Alainet

En el anterior artículo (¿Signos de desbandada neoliberal?) pasamos revista a la grave y persistente situación de las economías reales en los países del llamado “capitalismo avanzado”, y del comienzo de reconocimiento -por parte de economistas y políticos-, que el neoliberalismo y las recetas de austeridad han puesto el capitalismo a la defensiva y que los ingredientes para estallidos sociales ya existen en muchos países. En ese contexto se escuchan ahora voces de la clase dominante que afirman que ya se superó la crisis, y otras que plantean hacer cambios para mantener un sistema que comienza a tambalearse.


Hace siete décadas, al analizar las causas y los efectos del desplome de las economías durante la Gran Depresión de los años 30 del siglo 20, Karl Polanyi escribía que en el momento en que la sociedad comenzó a buscar cómo protegerse de los peligros inherentes a un sistema de mercado autorregulado, cada país del capitalismo industrial fue tomando –cada uno por su cuenta- medidas de orden social y económico, pero las diferencias políticas tenían como contrapartida una “semejanza entre los regimenes nacientes, el fascismo, el socialismo y el New Deal, pero esta era únicamente su común abandono de los principios del laissez-faire” (1)


La respuesta común a la dictadura de los mercados que había puesto la sociedad al servicio de los intereses económicos, provocando con ello un desastre social y político de dimensiones mundiales, fue el abandono de los “mercados autorregulados” y la adopción del dirigismo estatal, que en el mundo capitalista asumió formas corporativistas que entretejían los intereses de determinados sectores y grupos sociales con los intereses de sectores económicos del capital, como los industriales, con el Estado arbitrando estas relaciones y planificando la economía para alcanzar objetivos tales como crear empleos, desarrollar industrias (con fines armamentistas en los países del “eje fascista” en primer lugar, y luego en Estados Unidos y Gran Bretaña) y superar la pauperización de la Gran Depresión.


El corporativismo estuvo al servicio de regimenes totalitarios –la Alemania nazi, la Italia fascista, entre otros más-, y en Estados Unidos (EE.UU.), con el New Deal, la planificación económica permitió llevar a cabo transformaciones económicas, fiscales y sociales de carácter progresista destinadas a impedir que las masas populares abrazaran el socialismo o el fascismo. El New Deal se expandió a otros países antes y después de la Segunda Guerra Mundial. La experiencia socialista, en la Unión Soviética, fue la planificación quinquenal de la economía, adoptada en 1928 y aplicada a partir de 1929.


Es evidente que la creación de millones de empleos mediante el desarrollo industrial y la mecanización del campo, que en EE.UU. logró el New Deal, no es reproducible en la actualidad en los países del capitalismo avanzado: los “ejércitos” de robots que reemplazan a los asalariados existentes y a los jóvenes que debían reemplazarlos, es una realidad prácticamente irreversible. Y tampoco son realistas las propuestas que circulan en ciertos países de “repatriar” las industrias que desde hace décadas las transnacionales vienen mudando a los países en desarrollo para explotar la mano de obra barata, apropiarse de mercados y repatriar las ganancias para Wall Street y sus ejecutivos. Lo que frecuentemente se olvida es que con esas mudanza no solo se mudaron los empleos, sino que se perdió la acumulación y capacidad de transferir la experiencia y el conocimiento de los trabajadores y técnicos, entre muchas otras cosas más.


Pero, como veremos a partir de las opiniones y propuestas de economistas, y de políticos y funcionarios del sistema imperante, el reconocimiento de que el neoliberalismo fracasó y constituye una amenaza al sistema capitalista los lleva nuevamente a proponer alguna forma de dirigismo estatal, de capitalismo de Estado –nunca la planificación económica que tenga en cuenta los intereses de la sociedad, por el momento-, o sea un retorno al corporativismo envuelto en engañosos conceptos, como el de un “capitalismo global administrado”.


¿Qué nos dicen los economistas?
 Para economistas como Joseph Stiglitz, esta crisis estructural y las crisis que estamos pasando por alto –en particular el cambio climático-, se exacerbaron después de la Gran Recesión del 2008 y no serán resueltas por el mercado. Son crisis de tipo mundial y para resolverlas se necesitan transiciones estructurales, o sea que “es necesario que los gobiernos desempeñen un papel más activo”. Su colega Paúl Krugman piensa algo similar, aunque comienza a acercarse al problema de fondo de esta crisis estructural: “¿Qué es lo que está sucediendo? De la mejor forma que lo puedo decir, hay dos explicaciones plausibles, y hasta cierto punto ambas pueden ser verdad. Una es que la tecnología hizo un viraje que ha puesto el trabajo (asalariado) en desventaja; la otra es que estamos viendo los efectos de un neto aumento en el poder de los monopolios. Pensemos en esas dos narrativas como una que enfatiza a los robots, y en la otra a los “magnates ladrones” (robber barons)” (2).

El analista económico William Greider (3) reporta que en una de las principales cunas del pensamiento neoliberal, el Institute Peterson (IP) en Washington, hubo el 7 de enero pasado una reunión sobre “ética y globalización” en la cual economistas y cientistas sociales presentaron sus opiniones y trabajos. Algunos de ellos describieron al sistema global como en medio de graves problemas y advirtieron que “si las cosas no cambian” habrá rebeliones populares, incluso en EE.UU.


Greider apunta que habiendo perdido la confianza en las promesas del sistema de libre comercio, “muchos están volviéndose hacia los gobiernos para que los salven del capitalismo global”. Howard Rosen, investigador visitante del IP, describió las consecuencias negativas de las últimas décadas y concluyó recomendando reformas: un salario mínimo en todo el mundo, aumentos de salarios vinculados a los aumentos de productividad, seguro contra el desempleo, adopción de estándares laborales internacionales, promoción de la sindicalización, y compromisos de Wall Street y demás instituciones financieras internacionales de que no darán financiamiento a las naciones que no acepten tales reformas.


En esta reunión del IP el economista David Branchflower, de la Universidad Dartmouth, denunció el terror que viven los trabajadores, jóvenes y viejos, porque “jamás se recuperarán de esta falta de empleos”, y advirtió que la clase trabajadora en Europa está “ardiendo” y que se está frente a una “potencial rebelión”, lo que también puede ocurrir en EE.UU. Y el nuevo presidente del IP, el ex economista de la Reserva Federal Adam Posen, admitió que hay problemas en el basamento político de la globalización porque “uno de los alarmantes efectos de la crisis financiera global es que hubo una amplia erosión de la confianza del capitalismo en sí mismo”.


El economista Dani Rodrick, de Harvard (4), contrapone el “liberalismo económico” reinante en los países capitalismo avanzado al mercantilismo aplicado por los países emergentes de Asia, concluyendo que se ha llegado “al final de esta feliz coexistencia. El modelo liberal ha perdido su brillo, debido al aumento de la desigualdad y la difícil situación de la clase media en Occidente, junto con la crisis financiera producida por la desregulación () Como resultado, el nuevo entorno económico producirá más tensión que acomodamientos entre países que busquen vías liberales y mercantilistas. Pueden también despertarse debates latentes desde hace mucho tiempo sobre el tipo de capitalismo que genera una mayor prosperidad.”

Para el economista Anatole Kaletsky (5), de la actual crisis saldrá “un nuevo modelo de capitalismo global, no basado en la ciega fe en las fuerzas del mercado que siguió a la Gran Inflación de los años 70, ni tampoco en la excesiva intervención gubernamental inspirada por la Gran Depresión”, y afirma que “la tragedia del 2008 estuvo en que la ciega fe en los mercados disuadió a los gobiernos de manejar adecuadamente esos ciclos de expansión-implosión”, y que habiendo desaparecido el comunismo y siendo la crisis cosa del pasado, los decidores políticos y los votantes han reconocido ya que no se puede dejar que los mercados se guíen por sus propios instrumentos: “Las economías deben ser administradas. Como resultado, un nuevo modelo de capitalismo global administrado está en evolución y gradualmente reemplazará el fundamentalismo de mercado que dominó el mundo desde la era Reagan-Thatcher hasta el 2008”.


Con el título ¿Está ganando el capitalismo de Estado?, el economista Daron Acemoglu y el analista James A. Robinson (Proyect Syndicate, 31 diciembre 2012) recuerdan que algunos países asiáticos, “apoyándose en varias versiones del dirigismo” han crecido rápidamente y de manera constante en décadas mientras los países centrales del capitalismo liberal “continuaron su anémico desempeño” en el 2012, y seguidamente se preguntan si no ha llegado la hora de actualizar los libros de economía y estudiar las formas de “capitalismo de Estado”.


¿Qué nos dicen los gobernantes y tecnócratas?
A mediados de enero Jean-Claude Juncker –saliente presidente del Consejo de ministros de Economía y Finanzas de la zona euro (Eurogrupo)- criticó las políticas neoliberales aplicadas en la zona euro (ZE) y advirtió que si no hay cambios “perderemos el apoyo de las clases trabajadoras”.


Después le llegó el turno al profesor de economía neoliberal y también saliente primer ministro italiano Mario Monti, quien dijo a los embajadores latinoamericanos en Italia que América latina se ha ganado hoy un rol central y activo que genera admiración, por no decir envidia, porque “ha sabido construir un modelo de desarrollo basado en el crecimiento, la justicia social, la modernización y el respeto ambiental” (6).

Difícil creer que el enviado por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI), para aplicar la austeridad neoliberal en Italia pueda elogiar las políticas de países latinoamericanos que tienen decentes tasas de crecimiento económico y de creación de empleos precisamente porque han rechazado los postulados básicos del neoliberalismo, porque los Estados intervienen activamente en sectores de la economía real, nacionalizan empresas cuando hay que nacionalizar, responden a las presiones sociales y, más grave aun, controlan la política monetaria y regulan la actividad bancaria y financiera para ejecutar una política de desarrollo socioeconómico.


En el caso de Monti, con su extenso curriculum vitae como ideólogo de las ideas neoliberales en la Comisión Trilateral y el Grupo Bilderberg, fundador del “grupo de ideas” Bruegel, asesor de Goldman Sachs, Moody’s, Coca-Cola, etcétera, y miembro clave de muchas comisiones que consolidaron el rígido modelo neoliberal de la Comisión Europea (CE), este elogio del intervencionismo estatal sudamericano no puede ser una conversión ideológica, pero quizás sea puro oportunismo político o una manifestación más de divergencias profundas en la cúpula del sistema neoliberal.


De la guerra monetaria al proteccionismo y...
Quien sabe Juncker y Monti se están confesando y reconvirtiendo al intervencionismo estatal para renacer políticamente, siguiendo la receta del nuevo primer ministro japonés Shinzo Abe, recientemente electo para sacar la economía real de su país del estado “zombi” en que se encuentra desde hace dos décadas. Abre ganó porque amenazó con nacionalizaciones de empresas y hasta con quitarle la sacrosanta independencia al Banco Central de Japón si no aceptaba lanzar un tsunami monetario y devaluar el yen para crear empleos.


Abe adoptó este programa a pesar de la deuda de Japón (a finales del 2012 y según el FMI, la deuda gubernamental equivalía al 237 por ciento del PIB) porque busca abaratar las exportaciones japonesas para competir con Corea del Sur y Alemania en nichos de alta tecnología, y de paso encarecer las importaciones, generar inflación y crear empleos.


Y no olvidemos que Japón fue el primer país del capitalismo avanzado (2001) que recurrió a emisiones masivas de dinero (flexibilización cuantitativa o quantitative easing) y tasas de interés muy bajas para reactivar la economía, con muy poco éxito. Política copiada desde la crisis financiera del 2007 por EE.UU., Gran Bretaña y los países de la UE para salvar de la insolvencia los grandes bancos y el sistema financiero, y devaluar sus monedas para poder seguir exportando. Tales políticas no reactivaron las economías reales, pero alimentaron el capital financiero que especula en los mercados financieros y monetarios de los países emergentes.


Al apreciar las monedas de los países emergentes, estos flujos especulativos encarecieron las exportaciones y abarataron las importaciones, desequilibrando aun más las tradicionalmente negativas balanzas de comercio y de pagos de estos países, lo que explica que en el 2010 el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantera, denunciase estas políticas como una “guerra monetaria”, que causan estragos económicos.

Las devaluaciones competitivas amenazan ahora extenderse como un “fuego de praderas”: el pasado 15 de enero el vicegobernador del Banco Central de Rusia, Alexei Ulyukayev, afirmó que el mundo está en el umbral de una “guerra monetaria” por las políticas del primer ministro Abe en Japón y una declaración de Jean-Claude Juncker, quien –según la agencia Bloomberg- se había quejado del “peligrosamente alto” valor del euro, opinión que comparten ministros del gobierno francés, para quienes la apreciación del euro (7.0 por ciento frente al dólar estadounidense en los últimos seis meses) impide frenar el desempleo en Francia. Desde septiembre del 2011 Suiza viene manipulado su moneda para evitar que continuara apreciándose frente al euro, y ahora los países nórdicos se quejan de lo mismo: el ministro de Finanzas de Noruega, Sigbjoern Johnsen, y el vicegobernador del Riskbank (Banco central de Suecia), Lars E. O. Svensson, expresaron que ven con temor la apreciación de sus monedas nacionales y que las economías de ambos países funcionarían mejor con tasas de interés más bajas y monedas más débiles. Corea del Sur hizo saber que no se quedará impasibles ante la devaluación competitiva del yen.


El (saliente) gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, afirmó que pronto “veremos el aumento de la administración activa de las tasas de cambio”, perspectiva que está “provocando inquietud entre quienes toman las decisiones políticas a nivel global”, según el gobernador del Banco de Australia, Gleen Stevens.


De ahí a alguna forma de corporativismo.


Devaluación competitiva, medidas para proteger las exportaciones que se sumarán a las existentes, amenazas de cerrar las fronteras a ciertos productos industriales y a la mano de obra extranjera, y una vez que esto se ponga en marcha a escala regional o mundial, las consecuencias se harán sentir en el comercio, las finanzas y toda la cadena de producción mundial, y es en ese momento de pánico que serán aceptables las medidas para imponer ese “capitalismo global administrado” que proponen Howard Rosen y Anatole Kaletsky, que en definitiva es el corporativismo global implícito en los “acuerdos de libre comercio” ya existentes y en tren de ser negociados, en particular el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (AETPAE).


El corporativismo de ese “capitalismo global administrado” solo podrá ser uno que respete el marco legal estadounidense para proteger la propiedad privada en todas sus formas, como es bien claro en el AETPAE. Y aquí reproduzco la cita de A. T. Hadley (6), que Karl Polanyi incluye en el libro citado anteriormente, para describir la historia de la protección de la propiedad comercial e industrial en Inglaterra, y luego en EE.UU.: la separación de poderes, inventada mientras tanto (1748) por Montesquieu, fue de ahí en adelante utilizada para separar al pueblo del poder sobre su propia vida económica. La Constitución estadounidense, creada en un medio de agricultores-artesanos por una clase dirigente bien al tanto de lo que sucedía en la escena industrial inglesa, aísla totalmente la esfera económica de la jurisdicción de la Constitución, ubicando así la propiedad privada bajo la más alta protección concebible y creando la única sociedad de mercado en el mundo que fue fundada legalmente. A pesar del sufragio universal, los electores estadounidenses serán impotentes contra los poseedores.


¿Cómo será el proceso para presentar y hacer pasar el siniestro capitalismo global administrado de Kaletsky, o algo diferente que será lo mismo? Pues bien, en una entrevista periodística que tuve en mayo del 2004 con el Nóbel de economía (1992) Gary Becker, en el marco de la Conferencia de Montreal, él me confió -con ese aplomo señorial y seguridad de los Nóbel de la Universidad de Chicago, que en aquel entonces todavía se comportaban como enviados divinos-, el método para que en la sociedad capitalista controlada por los monopolios de prensa se aceptaran ideas y propuestas radicales y contrarias a los intereses de las mayorías: Se lanza el tema en un artículo o un panel, y probablemente será juzgado utópico, irrealizable, pero volverá a ser puesto sobre la mesa si la idea es apoyada por gente influyente. El tema será nuevamente atacado por intelectuales de izquierda pero entonces saldrán voces de académicos, expertos y empresarios para defenderlo, en los think-tanks, las páginas de diarios respetables y en la televisión. Este ciclo se repetirá e irá ampliándose hasta que lo que Usted dice es un tema controvertido terminará siendo convencional, por lo tanto aceptable, finalmente será aceptado y llevado a la práctica.


Eso funcionó demasiadas veces en las últimas décadas, así que estamos avisados.


La Vèrdiere, Francia.



Notas


1.- Karl Polanyi, La Grande Transformación, Edition Gallimard, página 314.


2.- Joseph Stiglitz, Las crisis posteriores a la crisis. Project Syndicate, 7 de enero 2013; Paul Krugman, New York Times, 9 de diciembre 2012.


3.- William Greider, “Is the Global Economic Establishment Taking a Progressive Turn? The Nation, 15 de enero 2013.


4.- Dani Rodrick, “El desafío mercantilista”, Project Syndicate, enero 2013.


5.- A. Kaletsky, “2013: When economic optimismo will finally be vindicated”. http://blogs.reuters.com/anatole-kaletsky/2013/01/10/2013-when-economic-optimism-is-finally-vindicated/ 
El autor escribe en The Economist y Reuters, y dirige el Institute of New Economic Thinking, creado y financiado por George Soros, Paul Volcker y otros financieros.


6.- Elogios de Monti a América latina, Elena Llorente, Página/12, 16 enero 2013.


7.- A.T. Daley, Economics: An account of the Relations between Private Property and Public Welfare, 1896, citado por Karl Polanyi en la página 292 de La Grande Transformation.

20 de enero de 2013

CORRUPCIÓN, ACEITE QUE LUBRICA LA MAQUINARIA CAPITALISTA


Por Marat

El escándalo de corrupción que en los últimos días azota al partido del Gobierno es el suma y sigue de una larguísima lista que se pierde en el tiempo.

Caso Naseiro en los 90, Terra Mítica, Gürtel, caso Fabra, Jaume Matas en Baleares, financiación del PP de Madrid a través de la fundación Fundescam, ligada al mismo, a la que al ex Presidente de la CEOE Díaz Ferrán alimentaba económicamente, caso los Tarajales en Canarias, el secreto a voces de los terrenos de la estación del AVE en Yebes (Guadalajara), ligado a la familia política de Esperanza Aguirre, Ignacio González (Presiente de la Comunidad de Madrid) y su duplex de lujo posiblemente conectado con la trama Gürtel, caso Bárcenas y sus sobres con dinero en negro a los principales miembros de la cúpula del PP,.... 

Ya no sorprende a casi nadie cada nueva corruptela y, si bien provoca rabia e ira sociales, especialmente en un tiempo de recortes salvajes y de empobrecimiento creciente de la clase trabajadora, corre el peligro de convertirse en “continuum” monótono al que la sociedad se va acostumbrando, más allá de las expresiones puntuales de profunda y justificada irritación, de las opiniones demoscópicas y de alguna manifestación espontánea más o menos numerosa.

Este fenómeno no es exclusivo del PP. Se da, en mayor o menor medida, en todos los partidos que han ocupado espacios de gobierno. Hablo de gobierno y no de poder porque éste se encuentra en otro lugar, que es el espacio del capital. El PSOE ha tenido sus grandes casos de corrupción y la lista, con ser menor que la del PP, es más que dilatada. CiU es básicamente un partido corrupto, cuyos tentáculos podridos se extienden por amplios sectores de la vida catalana. La situación se reproduce en un número importante de casos por la geografía española entre pequeños partidos de ámbito local, siendo quizá el más significativo el de Uniò Mallorquina, que ha actuado largo tiempo como partido bisagra en todas las salsas de coalición, y como gran amigo de constructores.

Seguramente, en aras a ser justos, la mayor limpieza exista en IU, que tiene algunas acusaciones, no siempre probadas, sobre sus espaldas y, sin lugar a dudas, en el ámbito de la izquierda radical vasca, de la que desconozco caso alguno de corrupción.

En la primera de dichas organizaciones creo que esa escasez de corruptelas se debe a su bajo nivel de participación en gobiernos autonómicos y locales y probablemente a una cierta moralidad pública de sus representantes.

En el caso de la izquierda abertzale creo sinceramente que la ausencia de casos de corrupción denunciados tiene que ver, a lo largo de su historia, y más allá del tiempo en que fueron desalojados de las instituciones de la CAV por la Ley de Partidos, con el hecho de que aquella no puede permitirse tal cosa, si de verdad quiere demostrar que sus formaciones políticas son realmente algo diferente al resto. Y, hoy por hoy, lo está demostrando.
Pero creo que no se trata aquí de proclamar quién es más decente o más sucio en el asunto de los dineros porque nada que hoy sea de un modo puede garantizarse que mañana no sea de otro.

En todo caso, y antes de entrar a considerar porqué está tan extendida la corrupción política, me gustaría detenerme en el asunto de las razones por las que el PP y CiU son esencialmente –es decir, por esencia o carácter- partidos corruptos y porqué el resto no lo es en la misma medida o tiene un escaso número de escándalos económicos.

La cultura política y los valores de la derecha tradicional entiende la política con la misma base moral que sustenta a la económica capitalista. El derecho de apropiación de bienes que debieran ser colectivos como bienes privados. Se asienta en una especie de “iusnaturalismo”  que justifica el darwinismo social, económico y político como derecho del más fuerte.

De ahí que tienda a extender sobre toda la sociedad la naturaleza de su propia vileza. Es frecuente escuchar estos días, como eco de los casos Bárcenas o González (Presidente de la Comunidad de Madrid) entre votantes del PP expresiones del tipo “El que no roba es porque no puede o porque es tonto”.

El caso de los partidos de izquierdas es diferente. Su base moral, basada en los principios de honestidad en la función pública y en la consideración de que lo colectivo prima sobre lo particular dificulta la elevación de individuos económicamente corruptos a la categoría de representantes institucionales de las mismas, aunque puedan encontrarse casos en los que estos comportamientos se han dado (representantes en CajaMadrid, por ejemplo). Más allá de ello subsisten otras sombras sobre hechos no probados, en ocasiones propalados por los medios de la derecha (casi todos), o bien sobre comportamientos que, sin ser directamente delictivos, no se ajustan precisamente lo que cabe calificar como muestras de moralidad pública.

El caso del PSOE es muy particular. No es un partido de izquierdas. Cabría hablar de él como de una derecha más civilizada que el PP pero, desde el origen de la transición ha conocido casos de financiación ilegal (caso Fick, ligado a la Fundación Friedrich Ebert), más tarde, ya en la época de Felipe González quien, por cierto, es impulsor de un fondo de capital riesgo en horas bajas, se dio el caso Filesa, ligado a una trama de empresas (Filesa, Malesa y Time-Export) de financiación ilegal del partido. Buena parte del dinero para fondos de reptiles y la creación de los GAL desde el Ministerio del Interior durante el gobierno de este ex presidente fue a parar a políticos de su partido y altos cargos del citado Ministerio. El escándalo de los ERE en el anterior gobierno andaluz fue otra de las sonadas deshonestidades del mismo. Dejando de lado los innumerables casos de corrupción en ayuntamientos gobernados por esta formación a lo largo de todo el período democrático, lo cierto es que la nómina de casos de corrupción del PSOE es alargada.

Su menor número –no por mucho- de encausados por tales prácticas que el PP, a pesar de haber gobernado bastantes más años, se debe sencillamente a que hay un menor número de personas que han sentido la tentación de corromperse, quizá por algún extraño reflejo de cuando fueron de izquierda, muy moderada, allá por los tiempos de su fundación y de la República y, sobre todo, porque los medios de la derecha han mantenido su ojo puesto sobre ellos con mucho más celo vigilante que sobre el PP, respecto al que siempre ha sido mucho más benevolente...hasta ahora.

Más allá de todo lo anterior, el componente individual de ser persona decente o indecente atraviesa a todas las opciones políticas y es un factor que tiene peso en el comportamiento de cada político en particular.

La pregunta que cabría hacerse ahora es porqué “El Mundo” abre ahora el frente del escándalo sobre la derecha del caso Bárcenas y, a la vez, el de Ignacio González, hombre ligado a Esperanza Aguirre, la cuál está cada vez más abiertamente enfrentada a la dirección nacional de su partido.

Una parte de la explicación quizá esté en la interpretación que da Ignacio Escolar, hacia quien no siento simpatía alguna, en su blog. Titula su artículo “Una voladura controlada del caso Bárcenas”. Y argumenta esa voladura es controlada en que el delito de financiación irregular ha prescrito porque caduca a los cuatro años y los sobres que tan generosamente daba Bárcenas a los dirigentes del PP de entonces dejaron de circular en 2009, además de que los beneficiarios del dinero negro ya no están en la cúpula de la dirección. Pero lo cierto es que la amnistía fiscal a la que se ha acogido el ex tesorero del PP para regularizar una parte de los 22,1 millones evadidos a Suiza, y ligados parcialmente al caso Gürtel, ha sido dictada por el señor Montoro, actual Ministro de Hacienda del Gobierno de este partido.

Por otro lado, los sobresueldos en negro a dirigentes del PP establecidos por Barcenas se produjeron en el período de la Presidencia del gobierno por Aznar y durante una parte del período de Presidencia del partido por Rajoy. Las bofetadas de la publicación de “El Mundo” parecerían dirigirse tanto a la anterior dirección, con Arenas como muñidor de poderes internos, como a la existente a partir de la jefatura del partido por el actual presidente del Gobierno. 

No, no parece que “El Mundo” haya jugado a lanzar una bomba sin espoleta, máxime cuando también ha sido protagonista de la información sobre la supervivienda de lujo de Ignacio Gonzaléz, un protegido de Esperanza Aguirre, la cuál exige limpieza “caiga quien caiga” a la dirección de su partido, pero tiene la casa madrileña sin barrer.

Habría que retrotraerse a los desencuentros en el pasado entre Aznar, al cuál salpica un delito como el de los sobres que se construyó durante su presidencia del partido y del gobierno y Pedro J. Ramírez, director de dicho periódico.

Y aún así faltarían elementos del puzzle sobre los motivos de “El Mundo” para haber sacado una información como la de Bárcenas que golpea sobre el gobierno Rajoy en el peor momento de su popularidad.

El deseo del director de “El Mundo” de jugar a gran condicionador de la política española le han llevado hace unos meses a relanzarse sobre sus ya viejas querellas con un Rajoy al que siempre ha considerado demasiado blando –Maricomplejines- dentro de la derecha española

Aunque las denuncias de “El Mundo” sobre los sobres de Bárcena no parezcan apuntar a Rajoy, es a éste y a su gobierno al que le estalla en plena cara.

Pedro J., “El Mundo” y las motivaciones subyacentes:
Pedro J. Ramírez es un “constituyente”, un tanto diferente, pero no demasiado, a esos “constituyentes” que a finales del año pasado se agitaban mucho y hoy están tan callados. En un artículo del pasado Octubre se preguntaba ¿Cuántos traumas y desgracias tendrán que acaecer para que los líderes políticos admitan que el modelo constitucional del 78 está agotado?” Y, remedando los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, hacía hablar por carta al Duque de Wellington para establecer con él un diálogo comparativo de la España casi inmediatamente previa a la destitución de Fernando VII (1823), aunque por breve período, con la actual.

En un juego entre presente y pasado, Pedro J. reflexiona en dicho texto del siguiente modo:

Podrá discutirse hasta la saciedad si la pertenencia al euro está llevando a España a someterse a la llamada «dictadura de los mercados» más allá de lo razonable. También sigue abierta la polémica de si la España liberal no debió haberse separado más drásticamente de la Europa de los tronos, derrocando la Monarquía de su «rey felón».”

Pero no crean ustedes que la conversión “constituyente” de Pedro J. Ramírez es tardía o de converso de última hora. En absoluto.

Iroel Sánchez en su interesante blog “La pupila insomne” nos habla de Unidad Editorial, el grupo de comunicación que creó “El Mundo” y de las andanzas de su director. Haciéndose eco del libro “Pedro J. Ramírez al desnudo”, de José Díaz Herrera, reproduce el siguiente párrafo de la citada obra:

“desde Mariano José de Larra, no ha existido en España un periodista más conocido y con más poder que él, (…) ha puesto y quitado ministros y presidentes de Gobierno a su antojo, tiene en sus manos a banqueros y a grandes empresarios”. Según el biógrafo, “mientras los ejecutivos de Rizzoli-Corriere della Sera entraban a pares en la cárcel San Vitore de Milán -y salían con la misma facilidad-, Ramírez se empeñó en España durante 14 años en criminalizar a toda una clase política…”.

Y continúa luego Iroel Sánchez:

Entre 1975 y 1980 trabajó en ABC y el 17 de junio de 1980 fue nombrado director deDiario 16. Le cesaron el 8 de marzo de 1989 y seis meses después puso en marcha el diario El Mundo[14]. Su papel en la caída del Gobierno de Felipe González tras numerosos escándalos de corrupción y los crímenes del terrorismo de Estado fue fundamental. Pedro J. Ramírez siempre estuvo en el ojo del huracán. Ha destapado tantos escándalos como ha protagonizado y nunca ha ocultado su interés por influir en políticos y gobernantes. Pocos dudarán en considerarlo el periodista más influyente de España[15]. El periodista y ex-presidente de El Periódico, Antonio Franco, dijo que “Pedro J. encarna muy bien estos periodistas que se erigieron como un símbolo para intentar ser los directores espirituales de la política de este país por encima de la gente escogida democráticamente”.

El periódico, que inventó la teoría de la autoría de ETA en el atentado del 11-M, con el fin de desviar la posible relación causa-efecto de la participación de España en la agresión de los países de la OTAN a Irak, decidida por Aznar y su gobierno en el magnicidio; el periódico del que fue uno de sus primeros accionistas Mario Conde, cuando era Presidente de Banesto; el periódico que tuvo en su nómina, o entrevistó de forma continuada a personajes oscuros y siniestros como el espía del CESID el ex coronel Perote, a Jesús Santaella, abogado de Mario Conde (bien conectado con las cañerías del CESID), al propio Mario Conde, al ex policía encausado en el asunto de los GAL, José Amedo, al ex Director General de Seguridad del Estado, implicado en los GAL, Julián San Cristóbal, al ex juez Javier Gómez de Liaño, condenado por prevaricación en el asunto Sogecable, entre otros; ese periódico da la sensación de pretender sostener, a través de su director, a lo largo del tiempo, y con todas las contradicciones que quieran buscársele, el objetivo de acabar con el sistema de partidos gobernantes y con el conjunto del entramado institucional que en el que se ha basado el sistema político desde la transición.

Y no me parece un objetivo no deseable; todo lo contrario. Sostengo que acabar políticamente con el franquismo sin Franco que representa el PP es deseable para cualquier demócrata. En su caso, el PSOE ya ha hecho todo lo posible para irse destruyendo a sí mismo o, al menos, para ser una opción que algún día pudiera regresar al campo de las izquierdas.

En cuanto a la otra institución, la de la Monarquía, es deseable para cualquier republicano, demócrata y persona de izquierdas que las urdangarinadas del testaferro económico acaben por alcanzar a las responsabilidades plenas de quien está detrás del comisionista. 

Pero uno debe ser consciente de con quienes se va a la cama para lograr dichos objetivos, si le merece la pena y si, al hacerlo, no estará comprometiendo mortalmente dichos objetivos porque ir con quien antes de denunciar la trama de los GAL y su conculcación del Estado de Derecho escribía


no parece muy recomendable.

Dicho lo anterior, no dudo que el asunto de los sobres de Bárcenas a dirigentes del PP sea cierto. Nadie en el resto de los medios de comunicación parece dudarlo.

El problema es cuando ese mismo diario se ha limitado, hasta el momento, a circunscribir las responsabilidades al mundo político. Y mucho más grave me parece cuando el resto de los medios no va más allá. Y aún más grave cuando la indignación frente al asunto y las opciones de izquierdas se limitan a una práctica que roza el populismo reaccionario y filofascista –por lo que oculta y por desviar toda responsabilidad sólo al ámbito político- al negarse a extraer una conclusión más que evidente. Que los sobresueldos no se han dado como premio a la abnegación y a la dedicación de los dirigentes del PP a su partido sino que donde hay humo hay fuego. Y éste se encuentra, como casi siempre, en el mundo económico. 

Donde hay corruptos hay corruptores:
Nadie puede creerse que Luis Bárcenas haya hecho su fortuna multimillonaria en euros sin conocérsele hasta estos días, en que han empezado a aparecer una serie de negocios suyosuna actividad económica legal que la explique. Nadie puede creerse que Luis Bárcenas sea otra cosa que un comisionista de otros negocios, cuyas comisiones ha cobrado por ser el “conseguidor” de adjudicaciones de obras, conciertos privado-públicos, externalizaciones de servicios de las administraciones del Estado (sean éstas locales, autonómicas o centrales), realizadas por el PP, más o menos ilegales, más o menos oscuras, aunque no todas.

Negar este hecho es ser tonto sin remedio y analfabeto político u obedece a la mala fe de quien está dispuesto a negar lo evidente.

Ya antes de la crisis económica y sus consecuencias sociales sobre los trabajadores y los sectores más débiles de la sociedad, que ha actuado como levadura de la ira social contra la corrupción política, la práctica habitual de las empresas importantes era la compra, o su intento, de voluntades para adjudicaciones de contratos con las administraciones. Y ésta no es una práctica que se limite a España o a los países de cultura hispana. En USA, la dedicación de congresistas a cumplir los intereses de los lobbies, mediante contratos con la administración es una pauta muy extendida. No se entiende de otro modo el poder del “complejo militar-industrial” o las continuas implicaciones del imperialismo en guerras fabricadas. En Francia, L´Oreal financió ilegalmente la campaña de Sarkozy a las presidenciales de 2007. Christian Wulff, Presidente de Alemania, dimitió el pasado año por favorecer a amigos empresarios.

El fenómeno de las prácticas corruptoras empresariales se ha generalizado en España, favorecido por la Ley del Suelo (1998) de Aznar, al posibilitar que todo suelo, salvo que estuviera expresamente prohibido por disposición jurídica, fuera desde ese momento urbanizable. Se disparó así la locura inmobiliaria y la compra de voluntades municipales para adjudicaciones. Ello, sin entrar a considerar, la importancia que tuvo esta ley en la aparición posterior de la burbuja inmobiliaria.

Igualmente hoy, la privatización de los servicios públicos y la externalización de aquellos que aún no han sido jurídicamente privatizados, pero sí su gestión ha abierto la veda a nuevas áreas de corrupción y a la práctica de mordidas de las empresas privadas dedicadas a cubrir esos nichos de mercado. Pasó en las contratas de limpieza y basura municipales, ha pasado en otros muchos sectores, y pasará en el caso de las empresas sanitarias que contratan con la ex sanidad pública. De momento ya tenemos a altos cargos del PP y de sus administraciones en las direcciones y accionariados de empresas “sanitarias” como Capio.

Pero hacia las empresas corruptoras nadie lanza sus amenazas de guillotina, nadie exige cárcel para sus directivos, nadie grita “el próximo parado que sea un empresario” y no creo que sea por un asunto de rimas.

¿Cárcel para los políticos corruptos? Por supuesto. ¿Inhabilitación de por vida para ejercer cargo público? Es lo mínimo ¿Devolución del dinero logrado por medios fraudulentos? Hay que exigirlo ya.

¿Cárcel para los empresarios corruptores? Me temo que el populista medio que exige democracia real ya seguirá mirando para otro lado. ¿Nacionalización de la empresa desde la que se haya ejercido la corrupción? Nooooo, que eso es comunismo y al gritón fantoche, que siempre se le olvida exigir penas legales para los capitalistas corruptores, no le gusta o “se le olvida”.

Hoy parece que la expresión corruptores se reserva sólo para los pedófilos en red.

El cinismo repugnante de cierta indignación que escamotea la responsabilidad del empresario capitalista corruptor está sembrando las bases sociales e ideológicas de un futuro fascismo que querrá acabar con la corrupción por la vía de acabar con todos los partidos, al extender la sospecha de que todos los partidos son tan corruptos como el PP, pero lo hará sin tocar las bases de un capitalismo que es esencialmente corrupto y corruptor desde su origen.

La desmemoria de esas izquierdas que se niegan a exigir responsabilidades que tiren de la manta y lleguen hasta el origen del hilo corruptor de las empresas las hace candidatas a ser mañana ellas las corruptas, al negarse a llegar a las conclusiones necesarias y evidentes: que no hay corrupto sin corruptor.

Mientras el capitalismo exista la corrupción será una pauta muy extendida. Eso no tiene vuelta de hoja porque para el empresario que puede, el atajo del camino corto, es ley de supervivencia dentro de la “competencia de mercado”. Pero sí es posible intentar la voluntad de actuar de modo ejemplarizante, poner a toda empresa y empresario corruptor al que se pille untando al político, bajo la picota de la ley; siempre que se desee tirar del hilo, claro está.    

La consigna debe ser: ¡¡¡CÁRCEL TAMBIÉN PARA LOS EMPRESARIOS CORRUPTORES!!!
Y luego, pídase toda la transparencia que se quiera, en la administración y los partidos y en la empresa privada, pero vamos a dejarnos de la hipocresía de no mirar dentro de los armarios de los económicamente poderosos que, como se sabe, suelen esconder algún que otro cadáver.  


Ver también: DESCOMPOSICIÓN DE RÉGIMEN POLÍTICO SIN CRÍTICA AL SISTEMA ECONÓMICO: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2013/02/descomposicion-de-regimen-politico-sin.html