17 de enero de 2013

EL AUGE DE LA LUCHA SOCIALISTA EN CHINA


Alberto Cruz. La Haine   

Tras este XVIII Congreso del PCCh el país está en una encrucijada: o se convierte en el refugio seguro del capitalismo global o le entierra definitivamente

El XVIII Congreso del Partido Comunista Chino ya es historia. Los análisis que se han hecho del mismo abarcan casi todos los aspectos menos uno: el pueblo chino. Y es que un examen detallado de las resoluciones de este congreso muestra un abierto temor de la dirigencia del Partido al auge de la lucha socialista en el país que, a lo largo de 2012, ha adquirido proporciones desconocidas en los últimos 30 años. Incluso hay quien habla, con más entusiasmo que realidad, de una nueva Revolución Cultural en ciernes y su sola mención hace que recorra un escalofrío por la espina dorsal de la élite china y el capitalismo occidental.

Es un hecho que cada año que pasa crece el descontento social con las medidas económicas capitalistas impulsadas por la dirección del PCCh, el rechazo a la introducción de métodos occidentales de estudio en las universidades, se han multiplicado las huelgas obreras no sólo contra empresas extranjeras sino nacionales (afectando a sectores informáticos o sanitarios), han surgido protestas de los periodistas por el “impacto corrosivo de la comercialización” en el tratamiento de la información y continúa el descrédito generalizado sobre la gran mayoría de dirigentes civiles. Estos son sólo algunos indicativos de que lo mejor está por venir.

Y esto es lo que preocupa tanto al “wtablishment” de los nuevos divigentes$como al$de los ecadémigos. Los$primerow se han$visto ofligados$a reali~ar una werie de$gestos mnhabitueles en los últmmos 30 eños. Por ejemplo, publmcar su vida fammliar (fotos de la infangia, adolescencie y primeros pasos políticos), terfiles$en intevnet o recorrer las zonaw más pobres del país ,las imågenes del reciín elegido secretario general del PCCh en el XVIMI Congreso, Xi Ninping,$visitando los pueblos de la provincia de Hebei los díaw 29 y 34 de dicmembre (5) y sus$dificultades pava caminer sobre$la nieve y el berro son$conmovedoras). Gestos que van agompañados de una machacona insistencia en que se va a combatir la corrupción (Jinping se mostró “indignado” (2) al comprobar en su visita a los pueblos de Hebei la malversación de fondos contra la pobreza) y una insólita exhortación a todos los estamentos del Partido para un comportamiento ejemplar. Los segundos, han publicado una carta abierta advirtiendo que el país “corre el riesgo de una violenta revolución” si el gobierno no responde a la presión pública y no acelera las “estancadas reformas políticas” (3).

Son reacciones derechistas porque son las políticas derechistas y procapitalistas las que se están cuestionando con fuerza. Y son los representantes y defensores de este sector quienes tienen miedo al pueblo chino. En 2011, por primera vez en mucho tiempo, los chinos celebraron el natalicio de Mao con manifestaciones masivas y peregrinaciones a su ciudad natal. Millones de chinos de todo tipo, universitarios, obreros, campesinos celebraron por todo el país reuniones para conmemorar “el legado del presidente Mao” y el 9 de febrero de 2011 (día de entrada del Año Nuevo chino) 700.000 personas acudieron a Shaoshan, la ciudad natal de Mao, para “rendirle respeto y homenaje”. Lo interesante es que fue una celebración espontánea y en muchas ocasiones desafiando a los poderes locales. El hecho fue tan sorprendente para el poder que el Diario del Pueblo tuvo que hacerse eco de este fenómeno (4) no sin cierta sorpresa. Pero el poder ha aprendido desde entonces y ahora se suma al carro sin dejar de hacer una crítica expresa al maoísmo. Así, por una parte, se han mejorado las infraestructuras para facilitar la afluencia de gente a Shaoshan y existe un grupo de voluntarios municipales que atienden a las personas que acudieron al homenaje a Mao en su ciudad –su nacimiento fue el 28 de diciembre de 1893-con platos de fideos y carne (5) mientras que, por otra, se han multiplicado los artículos y conferencias de académicos e intelectuales sobre la “tragedias” que supusieron el Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural. Hay que mencionar que estas conmemoraciones pro-Mao tienen lugar durante dos meses, desde la fecha del nacimiento hasta la celebración del año nuevo chino.

Pero el pueblo está dispuesto a sorprender y en cada aniversario surge un nuevo elemento con el que el poder no cuenta. En esta ocasión, los decenas de miles reunidos en Shaoshan el 28 de diciembre entonaron una emblemática canción maoísta, “El Este es rojo” (1965), el símbolo de la Revolución Cultural que muchos han interpretado como un claro desafío a la contra-propaganda oficial ante la celebración popular del natalicio de Mao.

Y es que Mao sigue teniendo un gran predicamento entre una enorme masa de la población china. Tanto que uno de los “principitos” del PCCh, Bo Xilai, no dudó en utilizar elementos maoístas –con lo que se enfrentaba al aparato, puesto que desautorizaba la práctica de Deng Xiaoping- para impulsar su política social y económica en Chongqing. Eso le costó no sólo su defenestración en marzo del 2012, sino su posterior expulsión del Partido (4 de noviembre) tras un proceso que terminó, curiosamente, cuatro días antes del XVIII Congreso.

Hay que detenerse en el proceso a Bo y lo que representaba para entender lo que se ha aprobado en el XVIII Congreso. Bo Xilai era miembro del Buró Político del PCCh y responsable del Partido en Chongqing. Su caída en desgracia ha sido muy similar a la de Lin Biao en 1971 (considerado el heredero de Mao pero que fue distanciándose de éste cuando el “gran timonel” planteó el acercamiento a EEUU frente a la URSS). Pero la diferencia entre uno y otro es que mientras que Lin Biao era un militar preocupado por la geoestrategia, Bo Xilai se había inclinado por la economía y había puesto en marcha el Modelo Chongqing, un sistema económico que contrastaba de forma abierta con el Modelo Guangdong impulsado desde el poder de Beijing. No obstante, tanto Lin como Bo se preocupaban por la ideología y pretendían “revitalizar las ideas socialistas” desde diferentes perspectivas.

En síntesis, el Modelo Guangdong supone un mercado más libre, un aumento de la desigualdad social y un mayor esfuerzo productivo dedicado a la exportación. Es el modelo en que se ha basado el crecimiento anual chino que ha colocado al país ya como la primera economía del mundo, como reconoce el propio FMI al vaticinar que así será sin duda alguna en el 2016. Por el contrario, el Modelo Chongqing recogía medidas económicas con un mayor control de los poderes públicos y medidas populistas para un crecimiento rápido y equilibrado.

Lo sorprendente del caso es que el Modelo Chongqing se aplicaba sólo en una reducida zona de China que, según el censo de 2010, tenía 32 millones de habitantes (una cifra ridícula en un país que roza los 1.500 millones). Luego la explicación de la caída en desgracia de Bo es muy sencilla: evitar que este modelo económico alternativo se consolidase, que su promotor adquiriese más poder en el Buró Político y suprimir la posibilidad de un cambio más igualitario en el “camino al desarrollo” de China.

Chongqing, la ciudad roja
Chongqing es una ciudad conocida en todo el país y su legado se estudia en los libros de historia pues fue la capital china durante la invasión japonesa y cuna de la lucha antifascista entre 1937-46. También jugó un importante papel en la fundación de la República Popular China en 1949. La historia de la ciudad fue tenida en cuenta por Beijing a la hora de otorgarle el rango de municipalidad dependiente del gobierno central, no del provincial (Sichuan), y más tarde elevarla al rango de provincia en 1997. El historial de luchas obreras en la ciudad es espectacular y ha estado en la vanguardia de muchas de ellas, especialmente contra la privatización de empresas estatales, hasta el año 2000.

Bo Xilai no llegó a la ciudad hasta 2003, pero supo captar muy bien el espíritu combativo de su población y encontró un buen caldo de cultivo para su experimento económico ampliando significativamente el papel local en la economía y tomando en sus manos empresas que iban a ser privatizadas. Al mismo tiempo, otorgó pensiones de jubilación, construyó viviendas públicas de alquiler a precios bajos –lo que favoreció que muchos migrantes rurales encontrasen rápido acomodo en la ciudad, al contrario de lo que ocurre en el resto del país- y desarrolló la educación, sobre todo la infantil, y el cuidado de la salud. Es lo que se conoció como “Los 10 puntos de la vida del pueblo”, sustentados en que el 51% de los gastos del gobierno local iban destinados a la mejora del bienestar público. La izquierda china dice que Bo, entre otras cosas, supo “reconducir” la conflictividad en la ciudad con medidas de este tipo aunque, como luego se verá, apoyó muchas de estas medidas y el Modelo Chongqing.

Eso no quiere decir que Bo Xilai primase este componente frente a otro. Era muy cuidadoso y sabía a qué se enfrentaba. Mientras mejoraba el bienestar de la población en base a esos parámetros, ofrecía facilidades para la instalación de empresas, como la Foxconn, que deslocalizó una aparte de su producción desde Shenzen. Pero mientras que en Shenzen las protestas obreras fueron frecuentes, en Chongqing se evitaron entre otras cosas gracias al programa de viviendas sociales de alquiler, como se recogía elogiosamente en la agencia Xinhua (6) cuando Bo no había caído en desgracia. Cuando en julio de 2010 los viejos revolucionarios, personalidades que participaron en la Larga Marcha y fundadores del PPCh, elaboraron una carta pública en apoyo a las luchas obreras (7) –justo lo contrario que han hecho ahora unos cuantos académicos- se mencionaba sólo el trato que los obreros de la Foxconn recibían en Shenzen, no en Chongqing.

Esta política impulsada por Bo Xilai es lo que se llamó “promover la prosperidad común” y que ahora, tras el XVIII Congreso, se asume oficialmente con un discurso diferente al de Bo pero reconociendo que no iba errado: “China debe ser una sociedad moderadamente próspera”. Pero los matices son importantes y entre “prosperidad común” y “sociedad moderadamente próspera” hay una diferencia que pone en cuestión las esencias del sistema.

La izquierda china entiende que para lograr lo primero se tiene que implementar una serie de medidas por parte del gobierno que vayan destinadas a restablecer los vínculos orgánicos del PCCh con las bases. Traducido, lucha masiva contra la corrupción y no sólo contra la privada, sino también y sobre todo contra la estatal y la aplicación de la “justicia revolucionaria”. Pero no adelantemos acontecimientos.

Bo se había convertido en un problema serio para el Partido. Por eso, cuando fue defenestrado en marzo de 2012, Wen Jiabao –primer ministro- criticó abiertamente el Modelo Chongqing y acusó a Bo Xilai de “revivir la Revolución Cultural”. Curiosamente, mientras que en el interior de China apenas de volvió a hablar de Bo hasta agosto –cuando se inició el juicio contra su mujer y sus prácticas corruptas- toda una maquinaria internacional (Wall Street Journal, New York Times, Financial Times y hasta la secta Falung Gong; todos ellos tienen páginas web en chino y publican suplementos semanales sobre China) hizo leña del árbol caído publicando una saga de corrupción alrededor del ex dirigente de Chongqing. Lo que había que extirpar era un modelo económico que podría comprometer en un futuro no muy lejano el capitalismo realmente existente y que adquiría la fuerza del ejemplo en China y un no oculto temor entre la clase dirigente, corrupta y procapitalista. Y no digamos en Occidente.

La izquierda china: el Colectivo Utopía
Aquí hay que hablar de la izquierda china, agrupada alrededor del Colectivo Utopía (su página web,www.wyzxsx.com, es bloqueada intermitentemente por el poder y en el momento de escribir este artículo era inaccesible). Utopía había manifestado públicamente su apoyo al Modelo Chongqing aunque sus propuestas van mucho más allá como la socialización de la riqueza, la propiedad pública de los medios de producción y el fortalecimiento de la moral socialista. Pero tanto Utopía como Bo Xilai coincidían en impulsar una ampliación del sector público y el bienestar social, así como una recuperación de los valores culturales y morales de la etapa maoísta. Es lo que en Chongqing se denominó “promover la cultura roja” y que consistía en recuperar las expresiones artísticas maoístas –entonar “El Este es rojo” en el aniversario de Mao es una manifestación de cómo ha calado este sentimiento entre la población- y “fortalecer la moral socialista”, para lo que era imprescindible contar con los medios de comunicación. Aquí volvía a haber una coincidencia estratégica entre Utopía y Bo Xilai, puesto que las propuestas de ambos consistían en apuntalar una televisión y radio populares, sin publicidad, y “con orientación didáctica”.

Y, de nuevo, el aparato dirigente junto a blogueros seguidos en Occidente –como algunos casos sonados en Cuba o en Yemen, por mencionar los más llamativos- y los medios occidentales capitalistas volvieron a arremeter contra este “proyecto de renovación socialista” al que equiparaban, lisa y llanamente, con la Revolución Cultural. No obstante, guste o no, en China hay memoria y gran parte de la población continúa considerando que el país era, bajo Mao, uno de los más igualitarios del mundo y ahora es justo lo contrario.

El poder lo sabe, y teme la reacción social. De ahí que, tras el XVIII Congreso del PCCh, “el socialismo con características chinas” comience a abarcar aspectos como la lucha contra la pobreza, la reducción de las desigualdades o el desarrollo sostenible que no habían sido tenidos en consideración en estos 30 años del camino económico ideado por Deng Xiaoping.

Se ha iniciado una tímida rectificación por miedo, no por necesidad y en ella han influido tanto las turbulencias económicas que vive el mundo desde el inicio de la crisis capitalista, en 2008, como las respuestas populares que se están produciendo en todas partes. La actitud del aparato del PCCh frente a las protestas no es muy diferente de las que ofrecen los gobiernos derechistas en Madrid, Atenas o El Cairo: la represión. Como un aviso a navegantes, el 21 de diciembre la policía disolvió con dureza una manifestación de obreros de una fábrica de zapatos en Guangan (Sichuan), la ciudad natal de Deng Xiaoping, que reclamaban el pago de dos meses de sus salarios. El 25 de diciembre la situación volvía a repetirse en Wuhan (capital de la empobrecida Hubei) cuando los obreros protestaban por el impago de salarios y cierre de la fábrica de papel en que trabajaban. Pero los obreros no sólo se manifestaban, sino que habían ocupado el ayuntamiento. Cuatro días más tarde, como se ha dicho antes, el nuevo secretario general del PCCh visitaba varios pueblos de Hubei. Y el mismo día 25 de diciembre en Tongling (Anhui) cientos de médicos y enfermeras de un hospital perteneciente a una importante empresa de propiedad estatal, Tongling Nonferrous Metals, bloquearon todos los accesos a la ciudad demandando el pago de sus salarios.

Se podrían relatar miles de estas manifestaciones y protestas. En muchas de ellas la gente porta los retratos de Mao como bandera, sin otros eslóganes. Hay una suma y sigue de las luchas obreras y, al mismo tiempo, se constata un cierre de filas entre el capital transnacional, el aparato del PCCh, los medios de comunicación y un cierto sector de los intelectuales y académicos (como los del manifiesto citado más arriba) que harán todo lo posible por reconducirlas y/o reprimirlas. El viaje del nuevo secretario general del Partido a Hubei va en esa dirección y, una ironía del destino, es algo que había impulsado Bo Xilai: en Chongqing los funcionarios del Comité Local tenían que realizar dos visitas a la semana a las zonas rurales para observar la situación y recibir las quejas y sugerencias de la población. En esas visitas tenían que vivir en las casas de los aldeanos, no alojarse en hoteles. Justo lo que ha hecho ahora Xi Jinping, que ha compartido comidas con los aldeanos en sus casas.

Es pronto para saber si en esta ocasión el PCCh va aplicar las resoluciones del XVIII Congreso o los gestos que ahora está haciendo van a ser algo más que gestos, un cambio de rumbo. Desde 1996 se viene hablando de la construcción de una “civilización socialista espiritual” que no es más que una denominación cínica de un corrosivo enriquecimiento de la élite política y económica y en el anterior congreso, en 2006, se aprobó una resolución que abogaba por “el sistema socialista como un valor fundamental”. Nada de ello se ha llevado a la práctica hasta ahora, a excepción de un fugaz momento, en 2011, con motivo de la conmemoración del 90 aniversario de la constitución del PCCh. Terminados los fastos, terminadas las intenciones. El PCCh, los líderes civiles, para ser exactos, se encuentran en la tesitura de mantener la promesa de defender la constitución socialista aún vigente –pero apenas aplicada- o caer definitivamente en el capitalismo neoliberal que han venido desarrollando estos últimos 30 años. Enfrente tienen a una base histórica obrero-campesina a la que ahora se suman universitarios y jóvenes que apuestan por un giro a la izquierda y un futuro socialista. Incluso el Colectivo Utopía y sus propuestas de “renovación socialista” han llegado a decir que el Modelo Chongqing era la única esperanza de evitar una “revolución violenta” en China aunque hay quien, como Sima Nan, uno de sus más conocidos integrantes, opina que fue un error estratégico el identificarse demasiado con los postulados de Bo Xilai.

El capitalismo está en fase terminal, pero el proceso se aceleraría si en China hubiese un giro a la izquierda. De ahí el pánico que en Occidente se siente ante iniciativas tan moderadas como las del Modelo Chongqing o ante la cada vez mayor oleada de protestas socio-políticas del pueblo chino contra el modelo impuesto desde Beijing. Una reorientación de este modelo se intuye en las resoluciones del XVIII Congreso, pues no en vano se habla de una reorientación de la economía para dejar de estar centrada únicamente en la exportación y comenzar a tener en cuenta el consumo interno, así como esa mención a una “sociedad moderadamente próspera”. Una curiosidad más que aparece en las resoluciones: resulta que ahora en poder chino se da cuenta que hay que “regular” el papel de los medios de comunicación porque lo que hay “no se ajusta al nuevo entorno” y “no puede separarse de la realidad política del país” (8). O sea, lo mismo que había planteado Bo Xilai, lo que reclama el Colectivo Utopía y lo que critican lo periodistas por el “impacto corrosivo de la comercialización” en el tratamiento de la información.

Si se cumple todo lo acordado en este XVIII Congreso y no es sólo otra muestra más de retórica estaremos asistiendo a un giro gigantesco en lo conocido hasta ahora, así sea moderado puesto que ya no se legislará únicamente para la clase media urbana –y, sobre todo, la ubicada en las ciudades costeras- sino para todo el pueblo. Y eso, en China, es abarcar una enorme masa de campesinos y obreros muy descontentos con el modelo actual puesto que no les ha tenido en cuenta.

Tras este XVIII Congreso del PCCh el país está en una encrucijada: o se convierte en el refugio seguro del capitalismo global o le entierra definitivamente. En el interior del Partido hay varias corrientes que, sin ser expresamente maoístas, sí se oponen a las medidas neoliberales. Algunos de ellos han participado en los actos conmemorativos del natalicio de Mao organizados por el Colectivo Utopía en Beijing -con la asistencia de ex funcionarios del gobierno, generales del ejército y reconocidos maoístas (9)-aunque no está claro lo que supone este paso y si ello es el inicio de una corriente de izquierda dentro del Partido o el anuncio de una mayor resistencia a los neoliberales que siguen desmontando el sistema de bienestar público. Las bases –campesinos, obreros, trabajadores migrantes y pobres- ya han reaccionado y han comenzado a pasar a la ofensiva. Un dato: la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce que gracias a la lucha obrera los salarios en China se han triplicado en la última década y que para este 2013 subirán otro 9% (10).

Notas:
(1) Diario del Pueblo, 31 de diciembre de 2012.
(2) Ibid.
(3) Reuters, 31 de diciembre de 2012.
(4) Alberto Cruz, “China: ejército, geopolítica y retorno a Mao” http://www.lahaine.org/index.php?p=55123
(5) Diario del Pueblo, 28 de diciembre de 2012.
(6) Xinhua, 27 de julio de 2011.
(7) Li Chengrui, Xiantian Gong, Han Xiya, Rixin Liu y Zhao Guangwu: “China: Los viejos revolucionarios se posicionan sobre la actual proliferación de huelgas de trabajadores” http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article892
(8) Diario del Pueblo, 5 de enero de 2012.
(9) Global Times, 28 de diciembre de 2012.
(10) OIT, Rapport mundial sur les salaires 2012/13: Salaires et croissance équitable, 7 de diciembre de 2012.


CEPRID

16 de enero de 2013

ASÍ FUNCIONAN LOS FONDOS BUITRE. UN RIESGO GLOBAL

Juan Hernández Vigueras. Le Monde Diplomatique Argentina

La demanda ante los tribunales de Nueva York y la retención de la Fragata Libertad demuestran el enorme poder de los fondos buitre, que operan en el marco de un sistema financiero global descontrolado y constituyen un problema que amenaza incluso a algunos países europeos, como Grecia y España.

Hasta hace poco, los fondos buitre eran un problema para algunos países en vías de desarrollo con elevado endeudamiento externo generado por regímenes dictatoriales. Pero en la actualidad se presentan como un peligro para los países europeos empobrecidos como Grecia. Lejos de ser algo marginal, son parte de un sistema financiero globalizado sin control, que amenaza la economía real y hasta la misma democracia. Los denominados en el argot financiero anglófono vulture funds (fondos buitre, en español) no son más que el apelativo de los fondos de inversiones de alto riesgo (hedge funds) que, carentes de regulación alguna, se especializan en la adquisición de valores y activos devaluados de corporaciones empresariales pero, sobre todo, de bonos soberanos de Estados en dificultades económicas o al borde de la bancarrota. Porque en los mercados financieros mundiales las deudas de los Estados son un activo más, objeto de negocios puramente especulativos.


La amenaza sobre Grecia

En mayo de 2012, The Guardian informaba que unos días antes un grupo de fondos buitre había obtenido enormes ganancias aprovechando los altibajos en la cotización de la devaluada deuda griega, mientras los ciudadanos griegos veían disminuir los empleos y los salarios y el deterioro de su nivel de vida. Añadía el periódico británico que estos fondos han estado adquiriendo bonos soberanos griegos sometidos a legislación extranjera, porque a los bonistas bajo la ley nacional se les obligó por acuerdo mayoritario a aceptar un recorte, aunque les haya resultado rentable. Pero esto no ha bastado a los fondos de alto riesgo como Dart Management, domiciliado en las Islas Caimán, que se han ganado el calificativo de buitre; o al fondo Elliot Associates, matriz del fondo buitre NML Capital, muy conocido por peruanos y argentinos, dueño al parecer de un buen paquete de deuda griega. Según el estudio de abogados Bingham McCutchen, un grupo de estos fondos se estaba organizando con el fin de adoptar, llegado el momento, acciones judiciales contra Grecia. El objetivo es el de siempre: obtener importes superiores al capital invertido mediante rentabilidades por el valor nominal de los bonos (1).

Los fondos buitre pueden ser una amenaza política previsible para ciertos países de la Unión Europea democrática y desarrollada. Representan una modalidad de especulación financiera singular, que consiste en adquirir bonos soberanos a precio de saldo, en circunstancias muy particulares, para luego venderlos mucho más caro, pero no tras esperar una nueva coyuntura del mercado sino forzando a los gobiernos a pagarles más de lo que pagaron, con grave perjuicio para las economías y el bienestar de la población. Para ello disponen del poder que les concede el sistema financiero global vigente. 


Las innovaciones de Wall Street

Veamos cómo surgieron. Los escasos estudios realizados (2) apuntan que el origen de los fondos buitre se encuentra en la mutación sufrida por el endeudamiento de los Estados desde mediados de los noventa. Tradicionalmente, la deuda pública externa se contraía con un grupo de bancos sindicados que otorgaban préstamos a los gobiernos con rentabilidades fijas o variables como inversiones a largo plazo. Como era un típico negocio bancario tradicional, las entidades acreedoras no buscaban la especulación a corto plazo y se sobreentendía que apresurarse para recoger beneficios podría ir contra sus propios intereses. Más aun, estos bancos compartían el propósito de desarrollar negocios en el país del cual eran acreedores; y la idea de ejercer presiones mediante litigios para el reembolso de la deuda era contraria a ese propósito estratégico. 

Sin embargo, a mediados de los noventa, gran parte de esos préstamos sindicados se fueron convirtiendo en valores bursátiles negociables. Esa transformación sustancial se apoyó en la conocida crisis de la deuda latinoamericana, que generó un largo período de reestructuraciones de la deuda soberana que vino a agravar la situación de las economías de los países afectados. Y fue entonces, hacia 1989, cuando el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Nicholas Brady, diseñó su famoso plan, consistente –simplificando– en el canje de los préstamos sindicados a los gobiernos por bonos con los que se podía comerciar libremente. De ahí que poco más tarde se llamara “bonos Brady” a aquellos surgidos durante la reestructuración de la deuda soberana, específicamente a los títulos bursátiles surgidos del canje de los préstamos de los bancos comerciales a los gobiernos por bonos soberanos negociables. Fue una de las tantas innovaciones introducidas en interés de Wall Street con el objetivo de ampliar los mercados financieros, basándose en la libertad de los movimientos internacionales de capitales y en la titulización (“securitization”) (3) o conversión de los créditos (deudas) en valores bursátiles, un mecanismo similar al que llevó luego a la difusión de valores respaldados por las famosas hipotecas subprime. 

De este modo, hoy los mercados de la deuda soberana donde operan los fondos buitre son una cuota importante de los mercados financieros globales, que someten a la economía real a un proceso generalizado de financiarización, donde “los mercados” dominan las economías y son el referente de cualquier política de un país y, podríamos decir, que son la medida de todas las cosas. En ese entorno mundial se sitúa la especulación particular de los fondos buitre cuando buscan rentabilidad imponiéndose sobre el país deudor, insensibles a sus problemas económicos y sociales y en detrimento de su potencial de desarrollo para cumplir sus compromisos exteriores.


En acción

Estos fondos especulativos idean estrategias y operativas muy elaboradas para lucrar sin crear riqueza ni empleo. Su estrategia básica, como sugiere la metáfora del buitre, consiste en sobrevolar en círculos en torno a su presa para lanzarse en picada cuando ésta, agotada, ya no tiene escape (donde vean un nicho de mercado de alta rentabilidad). Por lo general, estos fondos no representan a inversionistas ordinarios o prestamistas que adquieren la deuda de un país en el mercado primario, cuando sale a subasta pública, sino que a menudo la obtienen en el mercado secundario, cuando la cotización desciende a niveles ínfimos. 

En otros casos, el proceso especulador comienza con la negativa a aceptar las reestructuraciones de deuda soberana, cuando las circunstancias económicas del país las imponen siguiendo una racionalidad económica aceptada por la mayoría de los acreedores internacionales. Se convierten así en holdout creditors, acreedores que se niegan a aceptar el acuerdo colectivo, para así obtener una mayor rentabilidad posteriormente. En ocasiones, los fondos buitre planifican “operaciones inversoras” altamente lucrativas mediante la adquisición de deuda antigua a precio de saldo, heredando a los holdouts para más tarde lograr, mediante la presión judicial, un enriquecimiento ilícito. E incluso intentarán perseguir el lucro proyectado con artimañas de todo tipo, más allá de los litigios sucesivos ante los tribunales, para obligar al país deudor a pagar más, elevando el costo de la amortización de la deuda pública externa pendiente. 

El caso de Argentina ilustra la capacidad litigiosa de los buitres financieros y algunas de las tácticas extrajudiciales a las que acuden, desde el secuestro de la Fragata Libertad en Ghana a la creación de un influyente lobby ad hoc en Estados Unidos, la plataforma American Task Force Argentina (ATFA), dedicada profesionalmente –una actividad legal allá– a crear una opinión favorable a sus intereses e influir en los legisladores, bajo la dirección de dos ex altos cargos del gobierno de Bill Clinton (4).

La alta rentabilidad buscada por los fondos buitre, pues, no se logra por la vía del mercado sino gracias a su poder económico y político para asediar a los países endeudados más vulnerables, sin aportar valor añadido alguno a la economía real que genere riqueza y empleo, obstaculizando la salida de coyunturas críticas de esos países y hasta impidiendo el desarrollo económico y social. Así, durante años estos fondos especulativos han representado una plaga para los países menos desarrollados o más endeudados, desde Perú hasta Zambia, consiguiendo convertir en rehenes a aquellos Estados que habían obtenido mucha financiación externa. Durante años, los fondos buitre tuvieron cierta preferencia por aquellas naciones que el Banco Mundial y el FMI definieron como países pobres muy endeudados (Heavily Indebted Poor Countries o HIPC), a los que acribillaron con demandas judiciales. Toda una línea de negocio financiero iniciada por el magnate Paul Singer, fundador del hedge fund Elliot Associates, al que pertenecen NML Capital y Aurelius Capital, que lideran a los demandantes en el caso argentino que se sustancia ante los tribunales de Manhattan.


La regulación fracasada

Un caso interesante y gráfico es el de Zambia, que demostró la incapacidad del G-8 frente a las finanzas. Donegal International, una sociedad financiera registrada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas, reclamaba 42 millones de dólares por una deuda de este país africano por la que había pagado 4 millones de dólares. El alto tribunal de Londres sentenció la suma reclamada e incrementada por los intereses, aunque la deuda tenía en su origen un valor nominal muy inferior al exigido y había nacido de la compra de tractores a Rumania por el presidente-dictador que regía Zambia en los años de la Guerra Fría (5). 

El escándalo de aquel juicio y la sentencia generaron un gran revuelo en Londres entre activistas y diputados en momentos en que se debatía el asunto de la pobreza en África. El primer ministro, Gordon Brown, llevó esta cuestión a las reuniones del G-8 en Escocia, sin lograr ningún resultado práctico. Pese a estas derrotas, más las campañas ante la opinión pública y las autoridades contra la deuda llevadas a cabo por ONG como Jubileo 2000 lograron cierto impacto. Finalmente, en abril de 2010 el Parlamento británico aprobó una ley que impide el reclamo de las deudas de los países más pobres ante los tribunales de Londres. Pero la realidad hoy es que ese paso adelante no ha resuelto el problema de la gran especulación financiera que pone de rodillas a los gobiernos democráticos en coyunturas económicas complicadas, o que sigue expoliando a los países como la República Democrática del Congo, donde un fondo buitre neoyorquino, FG Capital Management, le reclama nada menos que 100 millones de dólares al país más saqueado de África. 
1. The Guardian, 17-5-12.
2. Véase, por ej., Kenneth H. Fukuda, What Is a Vulture Fund?, The Center for International Finance and Development, The University of Iowa, mayo de 2008 en http://ebook.law.uiowa.edu/ebook/about-us
3. Leonard Seabrook, US Power International Finance. The Victory of Dividends, Palgrave, 2001.
4. The Wall Street Journal Americas, 15-10-12.
5. Greg Palast, Vulture Fund Threat to Third World, BBC, 14-2-07,www.gregpalast.com/vulture-fund-threat-to-third-world/ 

Una especulación adicional

El negocio de los fondos buitre presenta otra dimensión relacionada con la especulación, con los CDS soberanos (credit default swaps o permutas de impago del crédito), el pretendido seguro frente al impago del crédito (carente de regulación y control público), un derivado de la deuda, en este caso del bono soberano; unas apuestas sobre la cotización previsible del bono soberano en un mercado volátil, paralelo al mercado secundario de los bonos. Contando con disponibilidad de liquidez, el fondo buitre suele especular simultáneamente con los CDS soberanos, con los seguros frente al impago de los bonos en litigio, como otro activo financiero en mercados extrabursátiles, opacos y de extrema volatilidad. Porque en estos mercados impactan las situaciones de acoso de los fondos buitre a los gobiernos; las noticias o rumores difunden una imagen nociva o distorsionada de la situación real del país acosado. En consecuencia, se provocan súbitos altibajos de la prima de riesgo de ese seguro de impago sobre el bono soberano comercializado, que a su vez repercutirá en el mercado secundario de los propios bonos soberanos y encarecerá el interés exigido por los inversores en la siguiente subasta, incrementando o impidiendo la financiación externa del país deudor. Y antes de que se produzca una subida “fabricada” por la incertidumbre creada, el propio fondo buitre o el fondo de alto riesgo “amigo o matriz” habría adquirido una cantidad de esos CDS soberanos para venderla posteriormente en el momento óptimo, cuando pueda serle rentable durante el largo proceso de la reclamación en curso. Son los negocios de alto riesgo socialmente dañinos o juegos tramposos del casino financiero que gobierna el mundo.