Dos modelos de gestión de la red chocaron en la Conferencia Internacional
de Telecomunicaciones de Dubai
En la World Conference on International
Telecommunications se debían definir políticas comunes en materia de
telecomunicaciones para los países para los próximos años. Pero de los 193
países, sólo 89 votaron la resolución final.
Mariano Blejman. Página/12
Sería fácil resumirlo así: los gobiernos son malos, quieren
controlar algo que no poseen: la libertad de la hiperconexión. El gobierno de
Internet (la Icann) funciona mucho mejor sin los gobiernos como órganos
controlantes centrales y lo mejor que le puede pasar a Internet es que siga
funcionando como hasta ahora, con una gobernanza multisectorial en donde se
incluyen organizaciones de usuarios, administradores de recursos, y también
gobiernos. Internet no es de nadie, suele decirse. No tiene dueño. Los
gobiernos no entienden Internet y sólo quieren controlarla. Pero la gobernanza
de Internet es tan compleja y burocratizada como la de cualquier gobierno,
aunque –hay que decirlo– su representación tiene bastante más que ver con los
distintos sectores en pugna. Es un sistema en donde los “ministros” no son sólo
del partido político ganador, sino que surgen de representaciones continentales
del tercer sector, de los registros regionales, del sector corporativo y
finalmente de los gobiernos. Interesante, ¿no? Casi como una especie de
democratizada Federación de Star Trek.
El
viernes 14 de diciembre terminó en Dubai la conferencia WCIT (World Conference
on International Telecommunications) en donde se definen políticas comunes en
materia de telecomunicaciones para los países para los próximos años. La última
gran conferencia fue realizada en 1988 y para aquel entonces Internet era un
experimento de laboratorio. Por entonces gobernaban las telecomunicaciones
monopolios estatales en casi todos los países, y las decisiones de
instrumentación de políticas de telecomunicación se tomaban a puertas cerradas.
De los 193 países, sólo 89 votaron a favor de la resolución final, entre ellos
Argentina, que quedó del lado de los “malos”. Defina “malos”, diría un
estadounidense.
En
mayo de este año, Vint Cerf, el creador de Internet, actualmente a cargo de un
puesto benemérito en Google (evangelizador de Internet), abrió el paraguas
sobre posibles intromisiones de la UIT en su flamante conferencia mundial.
Muchas organizaciones se sumaron a la alerta como Mozilla Foundation, la
Electronic Frontier Foundation, espacios prestigiosos y altamente comprometidos
con el libre acceso a Internet desde hace años. Y la verdad es que las
propuestas que aparecían desde el tándem oriental (China, Rusia, Irán y otros
países africanos y árabes) eran bastante poco democráticas, no sólo por el
espíritu de sus textos sino también por la implementación que estos países
hacen de Internet en sus propios territorios. Así visto, la campaña de Google
fue perfecta: mantengamos Internet libre y abierta. ¿Y cómo no creerle a
Google, si lo tenemos tan cerca, si sabe todo lo que deseamos?
Durante
la conferencia, Internet estaba ahí para controlarlo todo, para mirar a los
gobiernos tanto como los gobiernos miran a sus ciudadanos. El
sitioWcitleaks.org, por ejemplo, liberó sistemáticamente todos los documentos y
sus correspondientes versiones durante la conferencia, exponiendo posibles
negociados, textos susceptibles de ser interpretados como actos de censura
previa y avisando sobre acuerdos privados entre países, de una manera que en
1988 era imposible. Para entenderlo mejor, ¿se imaginan un streaming durante el
tratado de Versailles? Durante la conferencia, la propuesta más conservadora
del bloque “malo” fue levantada ante la búsqueda de un posible consenso
internacional, que de hecho “parecía” factible. Estados Unidos iba a votar a favor
de un tratado de la UIT por primera vez ¡en más de cien años!
De
hecho, una vez publicado el tratado, el órgano que administra las asignaciones
de IP llamado Lacnic emitió un comunicado oficial que decía “consideramos que
el texto acordado para el nuevo tratado es razonable y aceptable, sin perjuicio
de expresar que entendemos que los artículos 5A y 5B, referidos a Seguridad y
Comunicaciones No Solicitadas, no debieron ser incluidos ya que no aportan
aspectos significativos al acuerdo. Por otro lado, la ambigüedad de su
redacción puede dar lugar a que en países de débil tradición en el respeto a
los derechos humanos sean utilizados como forma de legitimar restricciones a
las libertades en Internet”. Esto es: en general parece un buen tratado, pero
hay dos puntos que podrían ser un caballo de Troya para la censura previa a las
comunicaciones por Internet. Sin embargo, según pudo confirmar este cronista,
la definición de telecomunicaciones no habla de Internet, con lo cual es
evidente que la asociación “votaron a favor” está en contra de Internet y “no
votaron” está a favor de una Internet libre es al menos capciosa.
Como
sea, un día antes del cierre de la conferencia la historia iba a ser diferente:
también Chile, Perú y Colombia iban a apoyar el tratado, pero los países se
bajaron por presiones políticas ocurridas a “último momento” e incluso Costa
Rica cambió su discurso cuando advirtió que se venía la campaña “países que
controlan Internet” contra países “que no controlan Internet”. Según una fuente
directa en la negociación a la que accedió este diario, Estados Unidos y los
“googlers” boicotearon el tratado cuando Cuba logró poner en el preámbulo una
cláusula de acceso no discriminatorio a las redes de telecomunicaciones (ergo,
romper el embargo que le impide a Cuba comprar cualquier artefacto que venga de
Estados Unidos, como por ejemplo routers Cisco). En América latina, Argentina
terminó votando el tratado junto a México, Brasil, Uruguay y Venezuela,
claramente pertenecientes al “eje del mal”. ¿Cómo desmentir a los tanques de la
prensa estadounidense?
Ahora bien, la UIT ha perdido notable relevancia a la hora de tomar
decisiones en relación con las telecomunicaciones, principalmente en el mundo
de Internet. Y es cierto que el sistema de gobierno de Internet de nombres de
dominios y direcciones IP funciona notablemente bien y de manera eficiente. Y
es acertado decir que el gobierno de Internet es mucho más eficiente y
representativo para administrar algo tan complejo y supranacional como es la
red de redes, tanto que para muchos debería ser considerado un derecho humano
fundamental. Pero (siempre hay un pero) el statu quo es el statu quo. Los
números de Internet son administrados por un órgano llamado IANA (Internet
Assigned Numbers Authority) que está bajo la órbita de la Icann, el gobierno de
Internet. Para poder gobernar los números ip de Internet, el que le asigna ese
poder a la Icann es el Departamento de Comercio de Estados Unidos, que
reestablece el contrato cada cinco años, evento que se promueve por todos los
medios posibles. O sea, ¿de quién es Internet? Para qué andar con nimiedades.