Por Marat
“Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos.” (William Shakespeare)
Por definición, la traición no viene del enemigo declarado sino del aparente amigo. Del enemigo, incluso del adversario no hay motivo para esperar lealtad, salvo que su nobleza le impida ejercer su papel con la eficacia que se le supone en la destrucción o, cuando menos, la victoria sobre el oponente.
Esas personas marcan la diferencia moral frente a la norma y la media estadísticas. Desafortunadamente no gobiernan el mundo en cualquiera de las áreas en las que se ejerce el liderazgo.
Pero el amigo, el compañero, las personas en las que confiar, debieran ser aquellas con las que se puede contar no cuando el tiempo es favorable sino especialmente cuando la tempestad arrecia.
Esto raramente se encuentra en la vida en general y, salvo muy sorprendentes excepciones, en lalan política interna de los partidos.
Efialtes traicionó a Leonidas y sus 300 espartanos, Marco Junio Bruto apuñaló a Julio Cesar, el carnicero de Cádiz, Fernando VII, traicionó al idiota y cornudo de su padre, Carlos IV; Adolf Hitler se deshizo de las SA en la noche de los cuchillos largos. Es una historia interminable.
Y sin salir de Europa que, si miramos a Norteamérica, Latinoamérica, África o Asia, descubrimos que en la esfera política la humanidad en su conjunto está a la merced de miserables políticos quen su papel de gregarios agradecidos a la cooptación hoy adulan al líder ungido pero mañana le matan si pueden pactar su supervivencia económica, siempre por encima de la media del vulgo.
En eso estamos.
La defenestración de un mediocre oportunista sin ideología concreta dentro del espectro de la derecha como Casado es la evidencia del comportamiento indecente de quienes hasta ayer eran sus fieles.
Compartieron con él sus vaivenes, le aplaudieron cuando oscilaba a la extrema derecha casi fascista lo mismo que cuando amagó enfrentarse a VOX y ahora le han abandonado como si nunca hubiesen sido tan oportunistas como él.
Pero cuando caminas hacia el rincón más profundo de tu propia vergüenza, saber que te acompañan tres compañeros que no ocultan publícamente que lo son (Ana Beltrán, González Terol y Pablo Montesinos) está muy bien. Hay dignidad en ellos cuando dar la cara sale caro.
Tranquilo que vas a pillar mucho cacho sin necesidad de inventar más currículum.
El capital al que has servido torpemente agradece los servicios prestados
Son la troupe de las universidades privadas, los lobeznos de la misma burguesía que con Casado chupaba la sangre a la clase trabajadora. Ahora nos exanguina con amor y fantasía el gohierno progre PSOE-Unidas Podemos
Para quienes lo hacen es una cuestión secundaria porque todos ellos defienden los mismos intereses del capital pero el peligro, abierto por el PP y VOX de que el fascismo entre en el gobierno no es broma. Está ahí delante y no lo frenará la izquierda porque no puede frenar una realidad que es popular pero no entiende porque sus posiciones, cuando toca serlo, no son revolucionarias sino conservadoras.
Sigamos en la gracieta de Twitter y en la mierda de los gavilanes, que nos va a ir de puta madre.
Vayamos despidiéndonos.
A quienes puedan creer que desde el marxismo coinciden en algo con quien escribe voy a decepcionarles.
No creo que si cambiamos las instituciones cambie el mundo porque aquellas las hacen los seres humanos.
En todo lo demás sigo siendo marxista con toda la contradicción que viene después de haber dicho lo anterior
Y me alegro de que existan pijos leales y nobles como Pablo Montesinos porque si hay quien ve las relaciones humanas así quizá quepan dentro de un partido
PS
Cuidado Ayuso, quizá la mierda te inunde.