60 años viviendo del cuento y 2.000 contando el mismo cuento |
Por Marat
No puedo con los
curas. Se me atragantan. Y no porque no admita que hay dentro de
ellos una parte realmente comprometida con un mundo de justicia e
igualdad reales pero su tendencia a buscar la vía más pacífica y
pacifista para lograrlo les lleva a esconder las causas reales de la
desigualdad. Por lo mismo no puedo ni soporto a la vieja
socialdemocracia ni menos aún a los progres, que ya han olvidado
incluso las raíces de la desigualdad en una estructura de clases que
se asienta en la explotación dentro del mundo laboral y en la
apropiación del trabajo ajeno. Esto para no hablar de plusvalía,
que a algunos les suena a “viejo comunismo rancio de Marx”,
aunque no conocen nada de Marx, ni siquiera a través de la vía
falsificada de los planes de estudio de los que ha sido excluido ya
hace años. Pero los ignorantes tienen un inmarcesible apego a dar
lecciones de “cuñao” de lo que ni siquiera alcanzan a hablar de
oídas.
Lo de los curas va
por Intermón Oxfan. Esta organización (ONG), plagada de
profesionales a sueldo a costa de la pobreza, nació católica en
1956 y ligada Secretariado de Misiones y Propaganda de la Compañía
de Jesús (los jesuitas). Era entonces una organización
asistencialista. Hoy, más laica formalmente, sigue manteniendo
vínculos con los jesuitas y con la misma orientación de dar
cataplasmas a la pobreza.
Para Intermón Oxfam
es necesario luchar contra la pobreza mediante un mayor aumento del
gasto público (de los Estados) para hacer frente a la lucha contra
la pobreza global y la desigualdad.
En su último
informe, “Una economía para el 99%”, esta ONG se
plantea la necesidad de “repensar el modelo económico”.
Cada vez que escucho o leo la palabra repensar sé que estoy ante un
vendedor de humo, que no tiene intención alguna de transformar la
realidad. A estas alturas del capitalismo ya debiéramos saber dónde
se produce el origen de la desigualdad, que no es ni en la cuna ni en
la diferencia de salarios, por adelantar alguna conclusión sobre
dicho informe.
Y cada vez que leo o
escucho a alguien hablar del 99% y del 1% sé que un charlatán
quiere jugar al engaño. No hay un 99% de personas oprimidas por un
supuesto 1% porque el capitalismo es una estructura social que
requiere de algo más de base que el 1% y porque de las estructuras
de dominación de la burguesía participan otros sectores que no son
los plutócratas más megaricos. Está toda esa clase alta,
media-alta y media, que tiene medios de producción propios, contrata
trabajadores y los sobreexplota con salarios de miseria, largas
jornadas laborales, contratos basura, represión y amenazas de
despido si se quejan. Así que esos no son oprimidos y, francamente,
si los muchimillonarios, al concentrar su riqueza, amenazan la
estabilidad de los sectores de las medianas y pequeñas empresas no
seré yo quien llore por ellos. No me hablen de que crean empleo
porque, mucho de ese empleo es de tipo inducido; es decir, que
proviene del que genera indirectamente el gran capital, que también
es enemigo y opresor de la clase trabajadora.
Y es que muchos,
iletrados, ignorantes o gentes de mala fe, tratan de desvincular
pobreza y clase social. Pero “los pobres” pertenecen a una clase
social determinada, cada vez más trabajadores ocupados están bajo
el umbral de la pobreza y los parados tampoco pertenecen a los ricos
(la burguesía capitalista, que decimos los comunistas rancios).
Cuando se alude al
“modelo económico”, y no al sistema económico, de
lo que se está hablando es de una forma de lograr productividad,
crecimiento y redistribución pero sin poner en tela de juicio las
bases sociales de ese sistema económico que no son otras que el
trabajo asalariado, unas relaciones sociales de producción
capital-trabajo, una propiedad privada de los medios de producción
y, consecuentemente a lo que acabo de señalar, una apropiación
privada del beneficio. Y es aquí donde se encuentra la madre del
cordero. Éstas y no otras son la base de la desigualdad y de la
pobreza.
Una propiedad social
(no digo simplemente estatal) de los medios de producción
conllevaría, inevitablemente, un reparto más justo e igualitario de
la riqueza nacional e internacional, si dichas relaciones sociales de
producción cambiasen desde la base e implicasen un intercambio justo
y equivalente entre los países.
Pero Intermón Oxfam
pretende personalizar, en lugar de hablar de un sistema de relaciones
sociales dentro del mundo empresarial, y contarnos que entre Amancio
Ortega, de Inditex, su hija Sandra Ortega y Juan Roig, de Mercadona
acumulan tanta riqueza como el 30% más pobre de España. Prefiere
contarnos también que en nuestro país el ejecutivo que más cobra
tiene un sueldo 96 veces superior al empleado medio,
Cuando las cifras
son escandalosas bloquean el pensamiento y la capacidad de
reflexionar sobre las raíces reales de la desigualdad.
De este modo
Intermón Oxfan puede vendernos que hay que hacer políticas fiscales
más redistributivas y subir los salarios a 1.000 euros para que haya
un reparto más equitativo de los bienes como, si el Estado, que es
el destinatario de tales peticiones, no fuera el Estado de una clase
social concreta y como si la burguesía fuese a permitir que se
dañara su tasa de acumulación, vía impuestos o vía salarios más
elevados.
A base de cifras
escandalosas, los curas y sus laicos monaguillos pretenden hacernos
tontos, que nos conformemos con unas migajas más, que no nos van a
ser concedidas sino en la medida en que podamos consumir más y hacer
más ricos a a los ricos para los que estas gentes bondadosas rezan
y trabajan, que no queramos cortar el nudo gordiano del
capital que nos atenaza y que jamás reclamemos para nosotros, no ya
el fruto de nuestro trabajo, que siempre será un salario, mayor o
menor pero injusto, sino la abolición de unas relaciones
contractuales en la que la producción es social pero la riqueza es
privada.
¿Nos sorprende que
la cumbre de los megaricos en Davos arranque, mañana martes 17 de
Enero con la cuestión de la “reforma del capitalismo” en su
agenda, el mismo cuento que el G-20 propuso en 2009? No debiera. Las
religiones y los capitalistas ponen de manera eterna el la zanahoria
delante del burro; una zanahoria que el asno nunca llegará a
alcanzar mientras la misma mano sujete el palo del que cuelga.
Pero eso sería socialismo, algo defendido por comunistas. Y ya se sabe que los que nos acunan y duermen con cuentos, recordando a León Felipe, son mucho más eficaces -pregúntense para quienes y con qué objetivos- que las arengas que les soltamos los rancios marxistas.