NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
El texto que les presento para reflexión y debate tiene una evidente connotación apocalíptica, al menos a medio plazo, pero no por ello descartable, ya que todos los escenarios se presentan, en mi opinión, abiertos.
La contratendencia al colapso financiero y comercial mundial es, en opinión de su autor, la ruptura de la unipolaridad representada por USA y su enfeudada UE, mediante un eje Moscú-Pekin y, fundamentalmente, BRICS y eventualmente un acercamiento de una parte de la UE a estos, lo que dejaría a USA en una posición de pérdida definitiva de su hegemonía mundial y quebraría la tendencia imperial hacia un gobierno mundial de las élites.
En cualquier caso, este texto que no rompe con los límites del reformismo, presenta algunas opciones de futuro dentro del capitalismo, aunque supuestamente no de su racionalidad actual, muy discutibles.
El fin de la obsolescencia programada, aunque permite la amortización del alto coste de los equipos de producción tecnológica, implicaría una contracción del consumo mundial, lo que si bien, en el primer caso favorecería la recuperación tasa de ganancia por producto, en segundo, implicaría un descenso de la misma mayor que el actual por menor volumen global de producción y consumo.
Por otro lado, el alargamiento de la vida de los productos no es algo que se desprenda del necesaramente del análisis geopolítico del presente texto y de los posibles escenarios alternativos que contempla sino que tiene más bien un aire de deseo del autor.
De cualquier manera, el capitalismo sigue sin respuestas a una crisis que volverá a agudizarse en sus siguientes fases.
Wim
Dierckxsens. La Haine
La
contracción del comercio internacional
En
los últimos años hubo un resultado inaudito para la era neoliberal:
el comercio internacional creció menos que el Producto Mundial
Bruto. La próxima corrección del Producto Mundial Bruto sin duda
mostrará cifras rojas. El balance entre exportaciones e
importaciones se tornó positivo en los países centrales debido a
que las importaciones cayeron en EEUU y su contracción en Japón fue
aún más dramática. En los países emergentes dichas importaciones
crecieron de manera acelerada, pero sus exportaciones cayeron de
manera notoria y sobre todo en Asia y primero que todo en China. Los
gurús occidentales que predicaron hace tiempo un aterrizaje duro de
la economía de China y el fin de su ascenso no han acertado. No hubo
tal aterrizaje duro ni siquiera hubo un aterrizaje del todo, sino la
economía china se mantuvo a flote por un endeudamiento interno y
otras políticas monetarias.
Al
bajar las exportaciones y con una flota navegante en ascenso, las
tarifas de transporte marítimo por unidad (contenedor, metro cubico,
etc. ) han bajado en un 15% desde junio del año 2014 e incluso 20%
desde su máximo en marzo de 2011. Desde principios de esta década
existe el miedo de medidas proteccionistas.
(Vea,
Wolf Richter, Global Trade Dives Most since the Financial Crisis,
http://wolfstreet.com, 25 de mayo de 2015).
Los
´bancos globales´ dejan de prestar más allá de las fronteras y
las empresas multinacionales están muy escépticas ante inversiones
extranjeras. Un estudio reciente del Banco de Inglaterra revela que
sobre todo los megabancos se encuentran en retirada de otorgar
préstamos más allá de las fronteras, lo que en la actualidad se
percibe como poner en peligro la estabilidad financiera. La
consecuencia es una visión más nacionalista y proteccionista. Antes
que tuvo lugar la Gran Recesión (2008) el levantamiento de barreras
entre naciones parecía cosa inevitable. Hoy por hoy nos hemos hecho
más nacionalistas (Vea Heather Stewart, “Borders
are closing and banks are in retreat; Is globalisation
dead?”,
www.theguardian.com,
23 de mayo de 2015).
Lo
que por años ha mantenido el modelo neoliberal a flote es un
endeudamiento cada vez más grande. Hay diferentes formas de expresar
la deuda con relación al PIB. El más común es la deuda pública
como porcentaje del PIB. El país más endeudado en estos términos
para el año 2014 fue Japón con una deuda de 230% del PIB, Italia
con 132% y EEUU con 102%. Cuando se toma en cuenta la deuda total (la
pública, empresarial y de consumidores juntas), la deuda de Japón
alcanzaba ya 650% del PIB. Este porcentaje para el Reino Unido fue de
550%, la Eurozona 475%, EEUU 350%, Canadá 300%, etc... En el año
2008 la deuda global, en términos absolutos, fue de 157 billones de
dólares para alcanzar 223 billones de dólares en 2014. Lo anterior
significa un crecimiento de 42% en menos de siete años a partir de
la Gran Recesión de 2008. Comparada con la economía mundial, la
deuda global alcanzó en 2014 un volumen tres veces el tamaño de la
primera. La deuda no puede seguir hasta el infinito y consideramos
que estamos presenciando el colapso financiero internacional que
confirmará la Gran Depresión del siglo XXI de hecho ya está en
marcha. (Vea, David Chapman, Is
the Endgame in play?,
www.savehaven.com
9 de junio de 2015 y Vea, Marc O´Byrne, Titanic
global economy may collapse warn HSBC,
22 de mayo 2015).
Enderezar
la economía internacional es una misión casi imposible para los
políticos. No es de extrañar, afirma Chapman, que ante la inminente
amenaza de otra crisis financiera, EEUU, la UE y Japón hayan
decidido pasar de una política de bail-out´, caracterizada por
rescates gubernamentales. Mediante el recorte en las políticas
sociales y vía medidas fiscales los gobiernos a su vez transfieren
parte de ese salvataje a los propios ciudadanos. Ante la
imposibilidad de volver al rescate gubernamental, hoy la élite
financiera promueve una política de ´bail-in´. Esta política
afecta a los accionistas de la banca privada pero también a los
depósitos de los ciudadanos con cuentas bancarias. Serán entonces
los propios ciudadanos que de manera más directa responderán para
salvar a los grandes bancos. Para evitar una corrida hacia la banca y
sacar los depósitos, los megabancos procuran implementar una
política de limitar el acceso a dinero en efectivo, creando una
especie de corralito a nivel mundial. Esta medida también es una
señal que un colapso financiero está a la vista. La misma generará
un caos económico sin precedente. La élite financiera procurará
atribuir este caos no a su propio manejo irresponsable fraudulento y
corrupto, sino a otras causas como la agresión rusa. Como este
escenario al parecer no les ha funcionado pretenden atribuirlo a la
bancarrota de la economía griega.
El
´Drama Griego´ como pretexto para un gobierno supranacional
Para
entender el ´Drama Griego´ no tenemos que buscar una explicación
en lo que nos comunican los medios de comunicación dominantes bajo
control de la corrupta élite financiera internacional. Cuando se
trata de la crisis en la Unión Europea, Grecia es el escenario de la
obra de teatro. Las preguntas que lanzan al público son: ¿Encontrará
Grecia una forma de pagar a sus acreedores?, ¿El país colapsará?, ¿Harán algún acuerdo con Rusia y los BRICS?, ¿Encontrarán de
último momento una concesión para salvar al sistema? Nada de esto
importa, afirma Brandon Smith. Es todo un espectáculo montado por la élite financiera internacional con ayuda de actores como el FMI.
Grecia simplemente entrará en bancarrota por sus deudas. Es una
mentira afirmar que una bancarrota de Grecia o su abandono de la EU o
el Euro, provocaría inmediatamente un efecto dominó sobre
otras naciones en la Unión. Si entran en bancarrota cada una de
estas naciones mencionadas por la prensa (Italia, España, Portugal,
etc.) esto se debe a su propia deuda desastrosa. La UE no está en
problemas por Grecia, sino por la interdependencia forzada que se
generó a través del euro (Vea, Brandon
Smith, The
U.S. And EU Will Collapse Regardless Of Economic ‘Contagion’,
June 27, 2015, www.siverdoctors.com).
Las
instituciones globalistas como el Fondo Monetario Internacional están
haciendo todo lo posible para crear un desastre financiero en la
Unión Europea. Si no hubiese esta intencionalidad, no se podría comprender como el FMI continua financiando a Ucrania siendo un país
en bancarrota y al mismo tiempo se pone inflexible ante Grecia para
que entre en bancarrota. ¿Por qué la élite financiera de Wall
Street y la City de Londres buscan ahora una desintegración al
menos parcial de la Unión Europea? Lo que procuran es crear caos
para presentar una solución ´mágica´ pero falsa. El malo en la
película de la crisis europea será Grecia. La solución que
presentará la Troika será una centralización del poder aún mayor.
Plantearán, en otras palabras, un gobierno por encima de las
naciones. Será el fin de toda soberanía nacional en la Unión
Europea. El ´Dram Griego´ va más allá: la desintegración parcial
de la UE será el medio para lograr un ´gobierno global´ de la élite financiera internacional. He ahí el fin de los globalistas
(Idem).
El
colapso financiero internacional al aumentar la tasa de interés:
pretexto para crear un gobierno global
La
caída de EEUU no será muy diferente al ´Drama Griego´ en este
aspecto. Es altamente probable que la Reserva Federal de EEUU en
septiembre aumente las tasas de interés. No es que no hay de otra que
alzarlas ya que podrán continuar con tasas de interés hasta
negativas. Un alza en las tasas de interés provocará una salida
masiva de las bolsas de valores y en primer lugar de los bonos del
Tesoro que se compraba con crédito gratuito empujándolos
para arriba. Otro tanto sucedió con las acciones. Cuando se acaba la
creación de dinero a tasas de interés reales cero, todas las deudas
acumuladas (públicas y privadas) generarán rápidamente
dificultades de pago e incapacidad de pago, es decir, bancarrotas. El
pánico financiero estallará.
Cuando
esto suceda la élite financiera de Wall Street y la City de Londres,
a través de sus actores globalistas como el FMI el Banco de Basilea
(el banco central de todos los bancos centrales), se presentarán
como los salvadores de la humanidad (occidental al menos) al plantear
la solución creando un gobierno global. Solo hay un obstáculo muy
grande: los BRICS. Ante el proyecto de un gobierno global China,
Rusia y los BRICS en general están buscando un mundo multipolar y no
pretenden supeditarse a la élite financiera de Wall Street y la City
de Londres. En este contexto la amenaza de una nueva guerra se torna
más concreta que nunca. (Vea, Brandon
Smith, OB. Cit. ).
Nos
encontramos en la antesala de un colapso del sistema financiero
internacional que afectará directamente a los centros financieros de
Wall Street y la City de Londres. El dólar colapsará pero no con
ello la élite financiera internacional. Wall Street y la City de
Londres están haciendo todos los esfuerzos a través de sus actores
como el FMI de promover los Derechos Especiales de Giro. La crisis en
EEUU podrá ser desastrosa pero la élite financiera no tiene
compromiso alguno con países ni ciudadanos. Con el gobierno global,
todas las naciones, incluyendo a EEUU estarán sometidas a este
gobierno. Para poder mantener la hegemonía esta élite financiera ha
presionado que EEUU impida que China tenga un asiento con voto
correspondiente en el FMI. Como respuesta, sin embargo, China, Rusia
y los BRICS en general están buscando su propio sistema financiero
internacional. En esta confrontación, los EEUU y con ello la élite
financiera, han logrado lo contrario de su objetivo, pues han
empujado la integración paulatina de Eurasia. No es del todo
inimaginable que Alemania y Europa se unan a la iniciativa y
abandonen su pacto con EEUU. La salida de Grecia de la EU puede
también provocar una desintegración mayor de la EU en cuya crisis
la mirada se vira más bien hacia Eurasia.
Con
el colapso del dólar y la crisis del sistema financiero
internacional, la instauración de un gobierno supranacional es el
objetivo final. Con ello quedará para la historia los estándares de
vida de la población en EEUU en particular y la de Occidente en
general. Las grandes corporaciones que durante el proceso de
´outsourcing´ han buscado su vinculación con el factor trabajo en
los países emergentes como China podrán perder todo vínculo con su
nación de origen. Un conflicto mayor con China podría conllevar a
la nacionalización de las mismas y, con la creación de un gobierno
global, las corporaciones no guardarán compromiso con
fronteras ni ciudadanos, es decir perderán todo vínculo con
su nación de origen.
A
partir de ello podemos esperar una descomposición y desintegración
de EEUU. La caída de EEUU será peor que la de la URSS. La
Perestroika en Occidente y primero que nada en EEUU podrá conllevar
a la desintegración de los propios EEUU y la Unión Europea. Una
parte nada insignificante de la población norteamericana podría
migrar hacia América Latina. Es irónico afirmarlo pero será hasta
cuestión de poner los perros del otro lado de Río Grande. La
inseguridad económica y social generará protestas sociales masivas
no vistas antes en EEUU o la UE. La indignación adquirirá
dimensiones impresionantes y una internacionalización de la lucha
está a la vista (Vea, Dave Kranzler , Military Site Deagel.com
Predicts Economic Collapse And Massive 78% U.S. Depopulation,
www.silverdoctors.com,
25 de mayo 2015).
La
geopolítica en torno a Eurasia
En
un momento anterior ya hemos hecho referencia al proyecto keynesiano
de integrar Eurasia como respuesta ante la crisis de la deuda en el
mundo. No menos importante es ver la dimensión geopolítica del
proceso de integración de Eurasia. En trabajos anteriores del
Observatorio Internacional de la Crisis hemos hecho referencia a la
actualidad de los trabajos al respecto de Sr. Halford MacKinder (Vea,
Wim Dierckxsens y Antonio Jarquin, Crisis
y sobrevivencia ante
guerreros y
banqueros, Ed.
Comares, Granada, España, 2013). Sus análisis son
citados cada vez es
más por otros autores y recientemente por Alfred McCoy, por ejemplo.
El último autor hace una excelente síntesis de la relevancia
geopolítica del trabajo de MacKinder no solo durante el siglo pasado
sino también en la actualidad.
En
1904, Sir Halford Mackinder, en su calidad de director de la ´London
School of Economics´, dio una conferencia con el título "The
Geographical Pivot of History" ("El pivote geográfico de
la historia"). Su nuevo mapa no mostraba África, Asia y Europa
como tres continentes separados, sino como una masa de tierra
unitaria, una auténtica "isla mundial". El ancho y
profundo "heartland"
("corazón continental") de la ´isla mundial´ mide 6.437
km y va desde el golfo Pérsico hasta el mar de Siberia Oriental. En
su visión, era tan enorme que solo podría ser controlado desde sus
"rimlands"
("márgenes continentales") [Vea, cita 2 de Mc Coy] en
Europa Oriental o desde los mares circundantes (Vea, Alfred McCoy, La
geopolítica del
declive mundial de Estados Unidos,
www.rebelion.org
, 13 de junio
de 2015).
MacKinder
consideraba el "heartland"
de esta vasta masa de tierra, una "región pivote" que se
extiende desde el Golfo Pérsico hasta el río Yangtzé en China. En
su tiempo el transporte en barcos a vapor había incrementado la
movilidad del poder marítimo con relación al poder terrestre. Pero,
en su visión, los futuros ferrocarriles podían tener "un papel
muy destacado en la estepa", disminuyendo los costes del
transporte y desplazando el centro neurálgico del poder geopolítico
tierra adentro. Con el tiempo, el "Estado pivote" de Rusia
podría, aliado con otra potencia como Alemania, expandirse "por
las tierras marginales de Eurasia", (Reino Unido y Japón)
permitiendo "el uso de amplios recursos continentales para la
construcción de una flota, y con ello un imperio de alcance mundial
estaría a la vista" (Entre comillas MacKinder citado por
McCoy). Al leer estas frases, pareciera que estamos analizando
tiempos actuales.
"El
futuro del mundo", afirmaba MacKinder, "depende del
mantenimiento de [un] equilibrio de poder" entre las potencias
marítimas como Gran Bretaña y Japón situados en el marginal
marítimo y "las fuerzas internas expansivas" dentro del
heartland
euro-asiático que pretendían contener. Durante los siguientes 110
años las palabras de Sir Halford MacKinder no solo han ofrecido un
prisma de excepcional precisión en torno a dos guerras mundiales y
una Guerra Fría, sino incluso nos echa luz sobre la geopolítica
actual.
La
Primera Guerra Mundial fue, como el propio MacKinder explicó, "un
duelo directo entre el poder terrestre y el poder marítimo". En
la Segunda Guerra Mundial Hitler arriesgaría su Reich
en un intento frustrado de apropiarse del heartland
ruso como Lebensraum.
La ambiciosa estrategia de Washington de la "contención"
anticomunista de la época de la Guerra Fría fue poco más que un
proceso de sucesión del imperio británico. Con bastiones imperiales
en Europa Occidental y Japón, Washington construyó un arco de bases
militares siguiendo el patrón marítimo británico, con las que fue
rodeando la ´isla mundial´. Un envejecido MacKinder publicó su
último artículo, "The Round World and the Winning of the
Peace" ("El
mundo redondo y la conquista de la paz")
en el cual recordaba a los estadounidenses que incluso su "sueño
de poder aéreo mundial" no cambiaría las bases geopolíticas.
(Vea McCoy, ob cit). De nuevo pareciera que no son simplemente frases
históricas, sino incluso para este tiempo.
Hoy
en día las élites políticas estadounidenses no sacan las mejores
lecciones de los fundamentos de la geopolítica de MacKinder. La
"sabiduría" interna en Washington revela una concepción
del mundo sorprendentemente insular. Kissinger presenta la política
mundial como si fuera plástico, es decir, susceptible de ser
modelada por grandes líderes con deseos de poder. Brzezinski, en
cambio, planteó a finales de los 80 ya que movilizar combatientes
musulmanes para atacar el blando vientre centro-asiático de la Unión
Soviética para abrir una brecha profunda de radicalismo islamista en
el heartland
soviético. Hoy por hoy esta es la política norteamericana que se
sigue en torno a ISIS. De como la ´crisis´ en Ucrania ha de separar
la Unión Europea del proyecto ´Eurasia´, así también el imperio
proyecta separar a Rusia de China con un avance de ISIS.
América
Latina dentro de la geopolítica
En
un momento en que su crecimiento económico ha comenzado a disminuir
y que varias burbujas podrán estallar en el futuro cercano, China,
no ha elegido estimular su economía en primer lugar a través del
gasto militar. Lo que China busca es el paso de un mundo occidental a
un mundo global liderado por China con un keynesianismo de otro tipo.
Lo que China ha puesto en marcha es otro proyecto a escala global con
la creación del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras
(BAII). Habiéndose convertido en la fábrica del planeta, el poder
económico de China (y de las transnacionales) no es el tamaño de su
país, sino el del planeta en su conjunto. Lo que procura China de
esta forma es consolidar Eurasia como una sola economía. De lograrlo
obtendría la hegemonía en el mundo sobre EEUU. No por nada los
europeos se apresuraron a aceptar la invitación de China de
participar en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura
(BAII) y curiosamente fue Londres que se afilió en primer lugar,
seguido por París, Roma y Berlín.
En
total armonía con la geopolítica de MacKinder, China está
adentrándose en la isla mundial en un intento de rediseñar
minuciosamente los fundamentos geopolíticos del poder mundial. El
paso inicial ha sido un impresionante proyecto de crear la
infraestructura para la integración económica del continente con la
llamada ´Ruta de Seda´. Las autoridades de Beijing esperan con ello
trasladar el centro neurálgico del poder geopolítico desde la
periferia marítima al interior del continente, el heartland.
Para sortear el Estrecho de Malaca, controlado por la armada
estadounidense, la verdadera solución china ha sido buscar vías por
tierra adentro. La CNPC abrió el gasoducto Sino-Myanmar en 2013 para
trasladar el petróleo de Oriente Medio y el gas natural birmano a lo
largo de 2.414 km desde la Bahía de Bengala hasta la remota región
suroccidental de China. China ha construido una red integrada de
gasoductos y oleoductos transcontinentales para importar combustibles
de toda Eurasia. Las autopistas, conexiones ferroviarias, oleoductos
y gasoductos tan solo desde Kashgar, en Xinjiang, la provincia más
occidental de China, hasta las instalaciones portuarias conjuntas en
Gwadar, Pakistán, inauguradas en 2007 sumarán casi 3.248 km.
El
proyecto de la Ruta de Seda va más allá del ´heartland´ y el
´rimland´ y llega incluso a América Latina. El Banco Asiático de
Inversión en Infraestructuras (BAII) busca en América Latina un
excelente proveedor de materias primas y recursos energéticos que
necesita para alimentar su voraz desarrollo. Poco a poco, pero
inexorablemente China –y en menor medida Rusia– han estado nada
menos que reestructurando el comercio y la infraestructura en toda
Latinoamérica, afirma Pepe Escobar en su artículo El
BRICS arrolla a EE.UU. en
Suramérica publicado
en la página de Rebelión.
Los BRICS y las
naciones
suramericanas -que
convergen en UNASUR (la Unión de Naciones Suramericanas)– apuestan
a un orden mundial multipolar garantizando la soberanía nacional y a
un proceso continental de independencia.
Proyectos
de infraestructura importantes están siendo financiados por capital
chino. El objetivo es la transformación del mapa económico
latinoamericano para apuntalar el protagonismo de la región
Asia-Pacífico. Para lograrlo China necesita dar impulso del yuan en
territorio sudamericano y lo está haciendo a través del lanzamiento
de la primera plaza financiera del Yuan en Santiago de Chile. Con
ello Chile mira más hacia el proyecto de los BRICS y ya no
exclusivamente hacia la Alianza del Pacífico liderado por
Washington. Se pondrá asimismo en marcha la construcción de una red
ferroviaria de más de 5.000 kilómetros para conectar los océanos
Atlántico (el puerto de Santos) y Pacífico (el puerto peruano de
Ilo). Con ello no solo aumentan los montos y la velocidad de los
intercambios comerciales del CONO SUR con China, sino vincula otro
miembro de la Alianza del Pacífico (Perú) con los BRICS. Por ende
está el megaproyecto de la construcción del canal de Nicaragua –más
grande, más ancho y más profundo que el de Panamá– que comenzó
el año 2014, realizado por una firma de Hong Kong y que hace virar
la mirada de Centroamérica también más hacia China.
El
Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), propuesto
por China, y actualmente con 57 miembros fundadores, se posiciona
como una institución multilateral alternativa para el financiamiento
de infraestructura de las economías emergentes en general y de los
megaproyectos en América latina en especial. El BAII tiene
cincuenta y siete gobiernos miembros fundadores, repartidos entre
treinta y siete asiáticos y veinte europeos. Ni Estados Unidos ni
Japón se encuentran en la lista de los miembros fundadores. La
presencia de veinte países europeos con Francia y Alemania de por
medio significa un éxito diplomático para China, pues el apoyo de
las grandes economías de Europa representa un incremento de poder e
influencia del gigante asiático en el occidente. Lo anterior
significa al mismo tiempo un gran desafío para las instituciones
multilaterales tradicionales como son el Banco Asiático de
Desarrollo (BAD) controlado por Japón, y el Banco Mundial (BM)
encabezado por Estados Unidos (Vea, Oscar Ugarteche y Tesalia
Valencia Belén, El
Banco Asiático de
Infraestructura y el Banco del Sur: dos ejemplos de regionalismo
financiero, ALAI, 25
de junio de 2015).
La
iniciativa de un Banco dedicado a la inversión para infraestructura
junto con el Fondo de la Ruta de la Seda y el nuevo banco de los
BRICS, ratificado por el parlamento chino el 24 de junio del 2015,
tiene que ver con el cambio hacia un nuevo orden económico mundial
que no sea la creación de un gobierno global. Cada institución sola
no amenaza el poderío financiero global montado en Estados Unidos; sin embargo, todas sumadas son un elemento a tomar en cuenta
seriamente. Una motivación económica del BAII va dirigida al uso
internacional de la moneda internacional de China el renminbi (RMB)
ya que la moneda de referencia será el RMB. Con esto China estará
empujando la acumulación de activos financieros en yuanes fuera de
sus fronteras afirmando la internacionalización de su moneda. El
tamaño inicial del patrimonio del BAII es de 100.000 millones de
dólares que puede catapultarse con la participación de capital
foráneo. Se estima que podrá llegar a tener un patrimonio 5 veces
mayor que el del BID, doce veces el del Banco Latinoamericano de
Desarrollo, tres veces el BNDES de Brasil y dos veces y medio el
patrimonio del Banco Mundial. Con ello se convertiría en el banco
más grande del mundo. La oposición de Estados Unidos hacia el BAII
podrá entenderse como una expresión de la creciente debilidad
estadounidense sobre su influencia en el mundo (Ibid).
La
inevitabilidad de otra racionalidad económica
Hay
otro escenario posible ante la instauración de un gobierno global o
un mundo multipolar. Como vimos hasta China ha entrado en la fase de
deudas y burbujas cada vez más grandes. La deuda se torna ´eterna´
y la recesión se globaliza y profundiza. La deuda global aumenta
para poder sostener la acumulación del capital globalizado. Se trata de una acumulación con una recesión cada vez más gigantesca y
generalizada. Tarde o temprano se manifestará la crisis sistémica a
nivel global. En medio de esta Gran Depresión del Siglo XXI queda,
en nuestra opinión, otra solución que es invertir la racionalidad
económica existente, es decir la negación del Keynsianismo.
En
medio de la Gran Depresión del Siglo XXI, la opción obligada parece
ser regular la vida media de los bienes de producción y de consumo
duradero. Con este keynesianismo invertido, la vida media de la
tecnología se alargaría bajo controles reguladores mundialmente.
Con ello, el ciclo de reproducción del capital se alargaría,
bajaría el costo tecnológico a transferir al producto de consumo
final, elevando temporalmente la tasa de ganancia en el sector de
bienes de consumo. Los costos de Investigación y Desarrollo suelen a
incrementarse sin encadenarse con el ámbito productivo, es decir
estas inversiones se tornan improductivas. Con ello se dará una
caída de las ganancias transnacionales en este ámbito. En los
países centrales habrá una des-inversión y des-acumulación y
primero que nada en el sector de bienes de capital.
Ante
la evidente crisis prolongada que resulta en Occidente, la salida
dentro de la racionalidad económica capitalista parece agotarse. No
solo será irreversible regular la vida media en el sector de medios
de producción sino también la vida media de los bienes de consumo
duradero. Con ello hay una ruptura definitiva con la racionalidad
económica capitalista. El resultado es que la producción se
orientará cada vez menos hacia la forma del valor y más hacia su
contenido. La riqueza en general se medirá cada vez menos en
términos de valor y más en términos de valor de uso. Esta lógica
significa sobreponer el interés social al interés privado, aunque
fuese en primera instancia para salvar la racionalidad económica.
Sin duda este proceso de transición se verá acompañado de fuertes
movimientos sociales y políticos, tema para otro análisis.