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Protesta pacífica en mayo de 2013 para
reclamar
el fin de la venta de tanques de la empresa Rheinmetall
a Arabia
Saudí. / UWE HIKSCH
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EL NEGOCIO DE LA GUERRA
Carmela Negrete.
Diagonal
Venta de armas a dictaduras, sobornos y
endurecimiento de la política exterior... todo para mejorar las cifras del
sector.
Alemania
es el tercer exportador de armas del mundo, un negocio que en 2011 generó más
de 5.000 millones de euros. La venta de armamento a dictaduras y la utilización
de sobornos para vender armas a países empobrecidos o azotados por la crisis
han multiplicado las críticas contra la recién estrenada coalición de
democristianos y socialdemócratas.
Una de las operaciones más polémicas es el
plan de vender cien embarcaciones militares, patrulleras de fronteras, por
valor de 1.400 millones de euros, al Ministerio del Interior de Arabia Saudí, según publica el semanario Der Spiegel. Los socialdemócratas
lo justifican con la excusa de que “no se
trata de material para la guerra”.
Sin embargo, en la pasada legislatura, el
actual jefe de la fracción en el Parlamento del Partido Socialdemócrata
Alemán (SPD), Thomas Oppermann, criticó las noticias que se recibieron sobre
los planes del Gobierno diciendo que Merkel quería “armar hasta los dientes a Arabia Saudí”. Además, el jefe del
partido, Sigmar Gabriel, había declarado en una entrevista que en el futuro
tratarían de limitar las exportaciones de armas y que no querían enviar
instrumentos de sometimiento a regímenes autoritarios.
No era la primera vez. En 2011 trascendían
los planes para vender 200 tanques Leopard a Arabia Saudí, una operación que
provocó enormes críticas en el país porque la venta ha de ser autorizada por el
Ministerio de Economía. Merkel defendió la venta, pero el trato no pudo
llevarse a cabo por el escándalo: en aquellos momentos se hablaba de que Arabia
Saudí podía haber apoyado al Gobierno de Bahrein con armas para atacar a
manifestantes pacíficos.
Cambio armas por
deuda
La noticia de la venta de las embarcaciones
salió a la luz cuando aún estaba reciente el escándalo de corrupción por el que
empresas alemanas habrían sobornado con varios millones de euros a funcionarios
griegos para venderles tanques en medio de la mayor crisis griega que se
recuerda. Krauss-Maffei Wegmann, Rheinmetall y Atlas son las empresas
alemanas que aparecen mencionadas en relación con las deudas provocadas por la
compra de este armamento y que habrían endeudado aún más al maltrecho Estado
griego. Un antiguo trabajador del Ministerio de Defensa griego y varios
extrabajadores de la industria armamentística, preguntados por la Fiscalía ateniense,
acusan a estas compañías del soborno. Antonios Kantas, que fue director de
armamento en el Ministro de Defensa griego, aseguraba ante la Justicia haber sido
sobornado con ocho millones de euros, de los cuales 3,2 serían alemanes. La
mayor parte de la inversión griega habría sido realizada en la compra de
tanques. En 2003 encargó 170 tanques de combate del tipo Leopard 2, para los
cuales aún el año pasado pagaba 1.700 millones de euros.
La modernización de los submarinos y la venta
de otro material armamentístico cuenta también dentro de la ecuación de la
deuda griega con empresas armamentísticas alemanas, que han negado haber pagado
soborno alguno. Según la
Fiscalía de Bremen, en el programa alemán de investigación
Monitor los acusados tienen posiciones de responsabilidad dentro de estas
empresas. Está por ver si se confirma ante el juez si hubo soborno, como fue el
caso en 2011 con la venta de submarinos a Portugal por la empresa Ferrostal.
Escalada
militarista
La industria armamentística alemana y sus
oscuros negocios no es la única cuestión que inquieta a las organizaciones
pacifistas. También la disposición del nuevo Gobierno de “hacer frente a una mayor responsabilidad en el marco de la comunidad
internacional”, según las palabras de la ministra de Defensa, Úrsula von
der Leyen, pronunciadas el 1 de febrero en Munich.
Ese
día, en la ciudad bávara se reunieron los lobbistas de las mayores empresas
armamentísticas del mundo con representantes de alto nivel, como el secretario
de Estado de EE UU, John Kerry. El presidente alemán, Joachim
Gauck, dejó a todo el mundo atónito cuando pidió un papel más activo de Alemania
en la OTAN. Es
la primera vez que un presidente alemán se muestra tan “guerrero” y Merkel no tardó mucho en obedecerle.
Pocos días después, el nuevo Gobierno
decidía prolongar diez meses más la misión en Afganistán del Ejército alemán.
El mismo día, aumentaban el contingente de soldados alemanes en Mali. También
la participación que Alemania mantiene en la operación conjunta de la OTAN en Siria, desde donde
realiza tareas de apoyo en Turquía y tiene instalados misiles Patrol, es
criticada sobre todo por el partido Die Linke.
Frente
a la conferencia, que provocó una vez mas el caos en el centro de Múnich, se
celebró un contraprograma con manifestación, charlas de movimientos por la paz
e invitados internacionales bajo el lema “Con
la OTAN no hay
paz”. Uno de los invitados a hablar en la manifestación fue la antigua
integrante de la Fracción
del Ejército Rojo Inge Viett. Su intervención provocó la indignación
de Attac,
que está planteándose no participar más en la protesta porque, según ellos, una
persona que ha participado en una organización que emplea la violencia para sus
fines no puede hablar de paz en el mundo.
Sobornos para la compra de
armas alemanas
Durante el verano de 2010, la noticia se
filtraba a varios medios de comunicación: funcionarios del Ministerio de
Defensa griego se reunieron con directivos de la constructora alemana de
submarinos Thyssenkrupp Marine Systems (TKMS) y sus socios de Abu Dhabi Mar
(ADM) para establecer los pagos por la venta del material bélico en medio de la
crisis que asola al país heleno. Mientras, el Gobierno de Angela Merkel
aprobaba unas ‘ayudas’ de 22.400 millones para el rescate a Grecia. Hoy se sabe
que altos cargos de empresas armamentísticas pagaron millones de euros a
algunos políticos griegos para asegurarse el negocio de los submarinos.