Larry Holmes. workers.org
El ataque a los conductores de autobuses escolares de
Boston por la antisindical empresa Veolia es un ejemplo del final de las normas
en la lucha de clases
Basado en una charla dada por Larry Holmes, Primer
Secretario del Partido Workers World-Mundo Obrero, en una reunión del liderazgo
el 20 de octubre.
El trabajo de masas y el trabajo político e ideológico deben
basarse en una comprensión común de las formas en que la totalidad de la crisis
global actual del sistema capitalista ha cambiado la dinámica de la lucha de
clases a nivel mundial.
La base analítica para tal entendimiento común no es algo
nuevo para much@s revolucionari@s. En los últimos años se ha escrito sobre
ella; WW-MO ha publicado varios libros sobre el tema. El desarrollo de la
crisis capitalista y sus consecuencias para la lucha de clases es un proceso
vivo. En consecuencia, una evaluación marxista de ello también debe ser un
trabajo continuo.
Tener una comprensión de las características de lo que hemos
denominado “el capitalismo en un callejón sin salida” es un punto de partida.
Por si solo este entendimiento no proporciona un modelo de cómo l@s revolucionari@s
deben responder a todos los acontecimientos de la lucha de clases diaria contra
el capitalismo y el imperialismo. Pero no puede haber discusión sobre qué hacer
si no estamos reaccionando a la misma crisis.
“El capitalismo de bajos salarios” y “El capitalismo en un
callejón sin salida”, escritos por el compañero Fred Goldstein son considerados
ejemplares por much@s en el movimiento progresista, e incluso por algunos
miembros de la clase dominante. Goldstein muestra cómo la producción
capitalista y la división del trabajo están globalizadas; por qué la crisis de
sobreproducción capitalista es permanente; por qué la tecnología que se ha
utilizado para desplazar y empobrecer a l@s trabajador@s, será no obstante, uno
de los grandes clavos en el ataúd del capitalismo y cómo el papel del capital
financiero ha crecido en relación a la producción de las cosas y los servicios
útiles a la sociedad.
Pero, ¿qué pasa con el significado político e ideológico de
estos cambios para la lucha de clases?
Sin una comprensión común de la imagen global y la forma en
que han cambiado las normas de la lucha de clases en todo el mundo, muchas
fuerzas progresistas serán como pequeñas embarcaciones en una terrible tormenta,
navegando en círculos porque no son capaces de ver a través de la lluvia. Para
adaptarse a las necesidades de la lucha de clases hoy, se necesita ser capaz de
ver y cambiar las concepciones que se han vuelto obsoletas.
A lo largo de las formaciones revolucionarias, hay
diferentes niveles de conciencia, diferentes experiencias y puntos de vista de
lo que es más importante hacer. Estas incluyen algunos que se consideran a sí
mismos comunistas revolucionarios y tienen una visión del mundo similar a la
nuestra.
Un punto decisivo en la lucha de clases
Todas las organizaciones que invierten en la lucha de clases
se han acostumbrado, en un grado u otro, a las normas que rigen en gran medida,
el curso de la lucha de clases a nivel mundial y la lucha por el socialismo y
el comunismo. Estas normas superficialmente, parecían ser inalterables durante
mucho, mucho tiempo. Sin embargo, estas normas han llegado a un punto decisivo.
¿Cuáles son estas normas?
En un sentido relativo, la dinámica de la lucha de clases
está en constante cambio. La clase capitalista siempre está librando una lucha
en contra de l@s trabajadores y de l@s oprimidos. La única variación es el
alcance y la intensidad de los ataques capitalistas. Del mismo modo en un
sentido relativo, la clase obrera, sus organizaciones y sus organizaciones de
vanguardia también están cambiando constantemente.
Pero incluso con estos cambios constantes hasta hace muy
poco, las normas de la lucha de clases no parecen haber sido afectadas. ¿Qué
significaría un cambio en las normas de la lucha de clases? Desde la
perspectiva de la clase obrera, las normas cambiarían si hubiera un cambio
sustancial, generalizado y constante en la voluntad de la clase obrera de
participar en la lucha de clases, junto con un aumento igualmente fundamental
en la conciencia de clase, la conciencia política e incluso la ideológica de
amplios sectores de la clase obrera.
Es evidente que, a pesar de las tremendas luchas en
Wisconsin, Chicago y Carolina del Norte, no se puede decir hasta el momento que
la clase obrera en su conjunto, haya roto con las viejas normas. Por otra
parte, la escalada en la ofensiva de la clase dominante capitalista contra la
clase obrera en la mayor parte del mundo ya no puede ser descrita como fases
meramente episódicas de explotación y opresión más profunda. Por el contrario,
el nivel actual del asalto capitalista no tiene precedentes, es generalizado,
más o menos permanente y en aumento.
La norma principal que persiste obstinadamente, pero no
puede persistir indefinidamente, es que la evolución ideológica de la clase
obrera y sus organizaciones todavía se encuentra muy por detrás de la evolución
de la crisis del sistema capitalista. La contradicción entre el desarrollo
económico y la conciencia política nunca ha sido mayor de lo que es hoy. Pero
eso también está cambiando.
La convención de la AFL-CIO en Los Ángeles mostró que el
movimiento obrero organizado [en EE.UU.] se esfuerza por llegar a un acuerdo
con la realidad de que las normas de la lucha de clases han cambiado. En
particular, hay una conciencia de que el movimiento obrero organizado no puede
sobrevivir defendiendo solo a una parte cada vez menor de la clase obrera
contra la ofensiva capitalista.
Hay por lo menos el comienzo de la comprensión de que el
destino del movimiento sindical depende en gran parte de su capacidad para
abrazar plenamente – en lo que respecta tanto a la organización como al
programa – el hecho de que un porcentaje mucho mayor del clase obrera no está
organizada y que cada vez una parte más grande de la clase trabajadora está
desempleada o marginalmente empleada.
La principal lección de la reciente convención de la AFL-CIO
fue que mostró a parte de su liderazgo, que el movimiento sindical en su forma
actual sería destruido por el capitalismo mundial si no se hace un cambio
fundamental.
Sin embargo, las propuestas planteadas en la convención de
LA fueron, como mucho, medias tintas e insuficientes para extender el alcance
de los sindicatos a las decenas de millones de trabajador@s oprimid@s que
necesitan ser organizados y movilizados. Más importante aún, no hubo ningún
indicio en la convención de que el movimiento sindical se mueva en una
dirección anticapitalista, de organización de masas, y clasista, lejos de las
inhibiciones impuestas por el Partido Demócrata liderado por capitalistas.
Algunos sindicalistas muy buenos y militantes creen que si
el sindicalismo fuera más militante y rechazara el sindicalismo empresarial y
la colaboración de clases, se podrían remediar todos los problemas. Esto es
cierto por supuesto, pero es sólo una parte de la verdad.
La otra parte de la verdad la resumió nada menos que Karl
Marx, cuando habló hace más de 150 años sobre la dirección que el movimiento
obrero debe tomar eventualmente:
“Aparte de sus propósitos originales, [los sindicatos]
deben ahora aprender a actuar deliberadamente como centros organizadores de la
clase obrera para su completa emancipación. Deben ayudar a todo movimiento
social y político que tienda en esta dirección. Deben considerarse y actuar
como abanderados y representantes de toda la clase obrera”. Extraído de un
documento escrito por Karl Marx en 1866 titulado “Los sindicatos: su pasado,
presente y futuro”.
Perspectiva revolucionaria y la lucha de clases
El ataque a los conductores de autobuses escolares de Boston
por la antisindical empresa Veolia con sede en Francia, es un ejemplo del final
de las normas en la lucha de clases. La grave situación de l@s trabajador@s y
l@s oprimid@s en Detroit es otro.
Hay una contradicción inherente entre un programa de lucha
mínimo y el programa máximo que esta crisis exacerba.
Ya se trate de la lucha contra la destrucción de los
sindicatos o de la lucha de lxs trabajadores para ganar el derecho básico a
organizarse en el sur, como marxistas revolucionarios nunca podemos perder de
vista el hecho de que nuestra clase no puede conseguir victorias en la lucha o
que sus necesidades sociales se realicen bajo el capitalismo.
De hecho, una característica distintiva de la actual crisis
capitalista – aunque sea una característica general y fluida a la que puede
haber y habrá muchas excepciones – es que mientras más profunda y permanente
sea la crisis económica capitalista, más probable es que la lección más
importante que la clase obrera obtenga, es que todo el sistema capitalista debe
ser abolido. Esta es una conclusión inevitable de que los sectores importantes
de nuestra clase y sus organizaciones de vanguardia tienen que llegar, aunque
sea desigualmente. Esta conclusión es la revelación ideológica central.
Si no hay una perspectiva revolucionaria, sin un objetivo
socialista, la lucha de clases se convierte en un callejón sin salida para
nuestra clase.
Al mismo tiempo, l@s revolucionari@s deben involucrarse en
la lucha del día, ya sea local o internacional, y participar en la lucha con el
entusiasmo, la táctica y la energía necesaria para llevar la lucha hasta su
límite – ganando a veces incluso.
Pero el resultado de cualquier lucha es temporal. Esto es
cierto si l@s trabajador@s salen temporalmente victoriosos o si nuestra clase
sufre una derrota temporal. Todo es temporal, porque la lucha continúa y va y
viene, al menos hasta que el capitalismo se haya depositado con seguridad en el
basurero de la historia.
Ni que decir, la crisis del capitalismo en un callejón sin
salida obliga a lxs revolucionarios presentar el programa máximo de la
revolución socialista. Igual de importante es que las destrezas para orientar
la lucha de clases desde un nivel menor a uno superior – una tarea que requiere
una gran experiencia para llevarla a cabo – siempre deben ser refinadas,
revisadas y renovadas.
Una cosa obvia que puede deducirse de los cambios en la
dinámica de la lucha de clases global, es no permitir que cualquier subdivisión
de nuestra clase – sobre una base geográfica, organizada, no organizada o
cualquier otra – -libre su propia batalla con el establecimiento capitalista
que más que nunca está centralizado (centralizado por el mayor papel global del
capital financiero). Incluso donde no se pueda efectuar una solidaridad
generalizada de clase, tiene que ser dado a conocer que la estrategia de la
lucha contra un sinnúmero de batallas por separado con el capital es una
estrategia perdedora para nuestra clase.
La lucha ideológica por el comunismo no puede ser disminuida
o totalmente olvidada en medio de la lucha diaria de masas.
Entre un programa mínimo y uno máximo, se pueden desarrollar
las reivindicaciones de transición, así como los objetivos que tejan un puente
entre los dos extremos. La solidaridad de clase y el internacionalismo de la
clase obrera se convierten en algo más que consignas, son decisivas en este
periodo. Lo mismo sucede con la necesidad de aumentar la organización de masas
de nuestra clase en el nivel político más alto.
Si hubiera habido una gran pancarta en el escenario de la
convención de la AFL-CIO — una bandera que reflejara que la única forma de que
la lucha de l@s trabajador@s triunfe, es destruyendo el capitalismo – eso
habría sido una gran contribución al movimiento por un mundo socialista.
La construcción de asambleas populares y asambleas de l@s
trabajador@s es útil porque las asambleas impulsan la necesidad de organización
de clase masiva. La característica más insidiosa de la crisis capitalista
mundial es que plantea, de la manera más nítida y más decisiva, una crisis
política para el movimiento obrero. ¿Qué crisis? La más simple: si la
perspectiva no es que nuestra clase se organice tanto en la base más amplia y
más ideológica posible dadas las circunstancias, la crisis capitalista se
utilizará para enfrentar a trabajador/a contra trabajador /a en una escala cada
vez mayor.
Incluso si las asambleas de trabajador@s no se entienden completamente,
la concepción de una asamblea de trabajador@s, automáticamente, intuitivamente,
será vista por much@s como ideológica. Se entenderá como un audaz intento de
organizar a la clase obrera sobre una base más ideológica y política, además de
organizarse por las demandas básicas y en defensa contra los ataques.
No se puede luchar contra el capitalismo sobre la base de
una vieja concepción del sindicalismo en la lucha de clases, de confiar en las
reformas capitalistas, o en una política que aborde sólo una parte de nuestra
clase.
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