10 de enero de 2014

RUSIA TAMBIÉN RECOBRA SU MEMORIA: LA MAYORÍA DE LOS CIUDADANOS AÑORA LA URSS

Firma del Tratado de disolución de la Unión Soviética
y establecimiento de la CEI. Archivo RIA Novosti
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Disiento profundamente de la visión socialdemocratizada sobre lo que debe ser hoy un Partido Comunista, implícita en el texto del autor.

También lo hago radicalmente respecto al socialchovinismo o socialpatriotismo del PCFR, que puede acercarle peligrosamente a los nazbol o nacionalbolcheviques de Limónov que, de lo primero tienen todo, pero de lo segundo nada.

Pero sí que tengo claro que, con la desaparición de la URSS y del "socialismo real" en Europa del Este, el mundo ha cambiado radicalmente y lo ha hecho para mal, para los habitantes y trabajadores de aquellos países y para el resto de la clase trabajadora del mundo que, durante todos estos años de capitalismo en su más pura esencia, no ha podido oponer frente al capitalismo la idea de que es posible construir sociedades que no estén basadas en la preeminencia de la propiedad privada sobre la emancipación de la explotación de los oprimidos de clase por sus opresores.

El desbridado capitalismo ha demostrado que es irreformable, que sólo puede ser destruido para liberar a la clase trabajadora del dolor, la humillación y la rueda destructora basada en el beneficio privado del trabajo colectivo.

Pretender que sea posible meter al capitalismo en cintura ganando unas elecciones "democráticamente" y ocupando el gobierno, pero no tomando el poder, es tan estúpido como intentar soplar y sorber a la vez. Podrá mantenerse, por un tiempo, un partido electoral en el gobierno pero, pasando los días ese partido será desalojado de él, sin cambiar radicalmente el mundo de base, o bien acabará pactando con aquellos a los que dice combatir. La experiencia de la socialdemcracia, devenida social-liberalismo, y de los partidos comunistas, involucionados hacia la socialdemocracia, lo ha demostrado un millón de veces.

Muchas veces, cualquier gobierno que esté ligeramente más a la izquierda que el fascio-liberalismo rampante es mejor para la clase trabajadora y sus condiciones de vida, pese a lo que ladren los pseudoizquierdistas para los que la máxima del "cúmplanse nuestras propuestas o húndase el mundo" es su único objetivo, aunque sea sólo un poco mejor, pero ¿es suficiente y, en el caso de Rusia, seguro que el gobierno de un PCFR que se socialdemocratizase sería mejor que el gobierno de Putin para la clase trabajadora rusa? Está por ver.

El PCFR conserva la memoria comunista, en gran medida degenerada por la visión estalinista del leninismo, y aún así eso es mucho y bueno, pero está muy lejos del carácter revolucionario de aquella fracción bolchevique con la que  Lenin abrió la esperanza no sólo para Rusia y para las que luego fueron repúblicas soviéticas fedradas sino para el mundo entero.

Sin más, les dejo con este artículo respecto al que, no por disentir de una parte del mismo, dejo de ver cuestiones valiosas sobre las que reflexionar.  

Rusia también recobra su Memoria: 
La mayoría de los ciudadanos añora la URSS

José María Torres. Crónica Popular
Muchos nos preguntamos ¿qué pasará por la mente de los ciudadanos rusos, después de dos décadas desde la desintegración de URSS? La generación más joven no presenció aquellos acontecimientos ni vivió el derrumbe de la economía rusa, la inseguridad y el empobrecimiento general de una población, acostumbrada a la protección del Estado. Sin embargo, todavía la mayoría los puede recordar como el traumático resultado de la quiebra de sus propias vidas. Ahora que el Presidente Putin acaba de proclamar la vuelta de Rusia al tablero mundial con cuatro importantes triunfos – el asilo político al ex-consultor de la CIA y de la NSA Edward Snowden, el fin de la guerra en Siria, las negociaciones con Irán y la incorporación de Ucrania al proyecto económico compartido en la Comunidad de Estados Independientes -, vuelve con fuerza la memoria de una nación influyente en el mundo.
Los avances de Rusia en la re-integración del espacio postsoviético, su decisión de mantener los viejos aliados de la URSS en Oriente Próximo e incluso recuperar otros en la América Latina con indudable éxito, obligará a Occidente a renunciar a su prepotencia y negociar las áreas de influencia. La recuperación de Rusia en la geopolítica global infundirá, sin duda, vigor a su sentimiento nacional, tradicionalmente internacionalista y solidario, desquitándose de la humillación que supuso la desintegración de la URSS e incluso la pérdida del poder por el Partido Comunista Ruso.
¿Cómo se sienten hoy el pueblo ruso y los pueblos de aquellas 15 Repúblicas asociadas en la  URSS [1] transcurridos veinte años largos desde el cataclismo regional que provocó su desaparición? Por cierto, para muchos de nosotros, expectantes del desenlace de la“perestroika”,  permanece imborrable el recuerdo del dramático bombardeo del Soviet Supremo con artillería pesada, ordenado por Boris Yeltsin en octubre de 1993. Fueron acontecimientos de enorme tensión mundial que dieron un brusco volantazo al carro de la Historia. Durante estos veinte años Occidente ha buscado consolidar su propio Orden Mundial, pero entra en el año 2014 con profundas grietas en su predominio global.
La desintegración de la URSS
Aunque la mayor parte de la documentación disponible en los servicios secretos rusos no ha sido desclasificada, han ido apareciendo informaciones valiosas que quedaron en el olvido o, simplemente, se silenciaron por los medios occidentales, interesados en imponer su propia versión de la liquidación de la Unión Soviética. Cuando, tras una derrota, se lucha por recuperar la Memoria como una tarea colectiva, se abren las puertas para una nueva conciencia política necesaria. La búsqueda de la verdad desde la óptica de las clases explotadas se convierte en una prioridad.
Con la firma del Tratado de Belovezh [2] – 8 de diciembre de 1991 – se ponía fin a la URSS y en su lugar se creaba la Comunidad de Estados Independientes con muy poco éxito en un origen. Hoy se puede afirmar que las reformas de Gorbachov desembocaron en una depresión económica en Rusia y en una posterior crisis monetaria, que podía observarse ya en el verano de 1988 en las calles de Moscú con la existencia de un mercado negro del dólar, que acentuó la carcoma de la inflexible economía planificada [3]. Las 15 Republicas de la URSS se separaron a una [4], como si cada una buscara su propio destino, rompiendo los lazos comunes adquiridos en 75 años, y Occidente encontró vía libre para vender su proyecto de libertad de mercado en un espacio virgen lleno de oportunidades para un nuevo modelo de acumulación de capital.
A mediados del año 1992, unos meses después de finiquitada la URSS (podemos fijar este momento el 26 de diciembre de 1991, cuando la bandera de la Rusia zarista fue izada en el Kremlin tras arriarse la bandera soviética), habían comenzado a aplicarse  bruscamente la recetas neoliberales bajo la Presidencia de Yeltsin y la dirección de un Gobierno (Yegor Gaidar) en íntima coordinación con los sabios del FMI, mientras la Constitución soviética seguía vigente en Rusia y el poder legislativo y judicial continuaban desarrollando sus funciones [5]. Era decisivo avanzar en las reformas, pues Rusia no podía renunciar a su papel de Estado Central en la región y, además, resolver su profunda depresión económica. El riesgo era la explosión de una crisis institucional que crearía un gran desorden social, con la amenaza de una guerra civil, con consecuencias impredecibles para el equilibrio mundial y para el Socialismo, que se dio por muerto por Occidente.
El Parlamento (Soviet Supremo) en 1993, con sus diputados en funciones, provenientes de unas elecciones que se habían celebrado anteriormente al Tratado de Belovezh de 1991, se alzaba como el poder legislativo constitucional, que además gozaba de gran legitimidad por haberse opuesto al Autogolpe del 19 de agosto de 1991, que Yeltsin supo capitalizar [6]. Como Boris Yeltsin viera que representaba un obstáculo a la implantación acelerada del capitalismo en Rusia decidió ordenar su clausura, mediante el famoso Decreto presidencial 1400que le daba todo el poder para imponer las reformas económicas neoliberales sin ninguna oposición institucional interior.
El Parlamento reunido en el mes de octubre de 1993, en sesión plenaria (10º Congreso) declaró esa disposición ilegal y recibió el total respaldo del Tribunal Constitucional. Ambas instituciones valoraron la decisión de Yeltsin como un intento de Golpe de Estado, lo destituyeron y nombraron Presidente de Rusia al entonces Vicepresidente Alexander Rutskoy [7]. Bien seguro del firme apoyo occidental, Yeltsin se opuso frontalmente a su destitución y devolvió la amenaza al Soviet Supremo (Parlamento). Entonces, el recién elegido Presidente – Rustkoi – llamó al pueblo a defender el Parlamento, pero Yeltsin logró que una unidad militar comandada por el Ministerio del Interior sacara los tanques a la calle y resolvió el dilema bombardeando el edifico del Parlamento, mientras los demócratas occidentales mostraban su agrado por esta acción criminal. Este Golpe de Estado que costó cientos de víctimas (cifras oficiales de casi dos centenares y otras estadísticas llegan hasta mil) fue silenciado y maquillado en Occidente como un triunfo de la democracia neoliberal.
Uno de los trofeos ideológicos de Occidente fue la difusión de un nuevo concepto de la Historia y de su evolución, haciendo creer al pensamiento global que el capitalismo realmente existente había derrotado finalmente al ‘comunismo’ como sociedad que alcanzaría la eliminación definitiva de la esclavitud asalariada y de toda explotación y opresión, ideales que formaban parte del imaginario colectivo que había calado en la conciencia de los trabajadores de todo el mundo desde el siglo XIX. Se jugó con los símbolos para nublar las conciencias. Se hizo creer a las izquierdas que esta victoria era una consecuencia lógica de la superioridad del capitalismo sobre el socialismo, el cual había sido definitivamente derrotado por la vía democrática. Y con ello se propagó el dogma de que los comunistas, socialistas y toda clase de anticapitalistas nunca ganarían unas elecciones democráticas pues su naturaleza era totalitaria y, por tanto, anti-democrática. Quisieron imponer la simetría entre fascismo y comunismo pero este aborto intelectual no pudo ni podrá prosperar por ser llanamente un atentado a la inteligencia. La contra-revolución conservadora norteamericana logró, no obstante, reducir los niveles de conciencia política en todo Occidente y en particular en el espacio europeo.
Entrando 2014 asistimos ya al fin de la hegemonía occidental sobre los aliados de Rusia, especialmente en Oriente Próximo. Rusia presenta hoy un sistema de economía de intervención estatal, con un importante sector público, con unas relaciones estrechas de apoyo al desarrollo económico y técnico de la Revolución Bolivariana,de la Revolución Popular Sandinista [8]; un muy buen entendimiento estratégico con China que crea dolor de cabeza a la Administración norteamericana… siempre dispuesta a buscar una contradicción nueva para jugar el “divide et impera” y desestabilizar a los Gobiernos. Rusia, además, tiene hoy un fuerte Partido Comunista con gran implantación en las instituciones y la sociedad civil: segunda fuerza política y primera en ascenso como revelan los datos electorales.
Los intelectuales orgánicos del capitalismo, tras la extinción de la URSS, declararon el “Fin de la Historia y afirmaron que la historiografía mundial del siglo XX tenía que volver a ser escrita pues, desde el siglo XIX, se había venido aceptando universalmente el principio de que “el socialismo era un régimen social superior al capitalismo y que su advenimiento estaba determinado por el propio desarrollo económico con independencia de las voluntad de los seres humanos”. Para ellos, el fracaso de la URSS demostraba que se trataba de un “dogma de fe” y que el socialismo era un sistema totalitario, incompatible con la democracia y que los partidos socialistas nunca lograrían una victoria electoral a menos que se plegaran a la doctrina del libre-mercado neoliberal. Este era el juego.
La visión de Occidente del Golpe de Estado de 1993 y del Autogolpe de 1991
Occidente, priorizó como signo de la quiebra de la Constitución soviética, no al Golpe de Estado de Yeltsin de 1993 sino al Auto-Golpe de 1991 contra Gorbachov, cuando descansaba en su residencia presidencial de Foros, en Crimea. El intento de secuestro del entonces Presidente de la URSS fue promovido por un grupo de altos funcionarios del Estado y del poder ejecutivo (Ministerios, KGB, Vicepresidencia y máximos directivos de la economía planificada) en un intento de dar marcha atrás y suprimir la “perestroika”. Los medios occidentales presentaron, entonces, este Autogolpe fracasado como el acto determinante de la “implosión de la URSS”.
En realidad, este más que lamentable incidente, tragicómico y desesperado se utilizó para desacreditar al comunismo como ideología y, por extensión, al socialismo y demonizar todo intento popular de superar las lacras y la barbarie depredadora del sistema capitalista occidental. Era la más clara demostración, dijeron, de la incompatibilidad del comunismo con la democracia del pueblo. El fracaso estrepitoso de este Autogolpe revelaba también que la burocracia del poder del Estado estaba por encima de la capacidad de decisión del partido y dio alas al ascenso definitivo de Yeltsin, que, ni corto ni perezoso, procedió el 6 de noviembre a decretar su ilegalización, un mero acto de voluntarismo por otra parte, pues esta fuerza política reaccionó rápidamente impidiendo la aplicación de tal medida y reorganizándose. Sin embargo, tuvo un efecto demoledor para la moral y la credibilidad de sus seguidores, amigos y asociados en todo el mundo.
Resulta curioso que en la Rusia actual, la ciudadanía considere el fiasco de 1991 un acto secundario en el proceso de quiebra del Estado que los protegía, mientras en los diarios occidentales lo celebran como el acto desencadenante de la disolución de la URSS – e incluso del fin de los Partidos Comunistas [9]. Y al revés, los medios occidentales pasan de puntillas del Golpe de Estado de Yeltsin en 1993 e incluso lo califican con su característica vanidad como un acto heroico de Yelsin, llegando hasta el colmo de culpar a los mismos parlamentarios de responsables de la sangre derramada por negarse a abandonar el Parlamento [10] y protegerlo con sus vidas junto con los miles de moscovitas que acudieron a defender la legalidad, contra la tiranía.
Y con el tiempo, a medida que Rusia recupera su papel histórico, se caerá el disfraz dejando al descubierto la vacuidad de las interpretaciones occidentales, para reconocer justamente que fue la militancia y dirección delPartido Comunista Ruso – hoy, el partido más grande y mejor organizado de Rusia -, quienes tuvieron que tragar con toda la operación de sabotaje y derribo de las instituciones soviéticas, así como del caos económico y empobrecimiento masivo del pueblo ruso,  resultante de la  aplicación de la “doctrina del Shock” [11] por el sarcástico economista Yegor Gaidar con la inestimable ayuda del FMI, etc., etc.
Éstos últimos fueron los facilitadores de un tropel de oligarcas que amasaron enormes riquezas, dilapidaron los ahorros del pueblo ruso y robaron a mansalva privatizando en tiempo record, a precios de saldo, los bienes públicos del pueblo ruso. Resistir la destrucción de su obra, asumir la responsabilidad en el desastre, identificar las deficiencias y reagruparse para volver a empezar: este fue el alto precio que el Partido fundado por Lenin ha tenido que pagar por los errores cometidos [12].
La misma música  que hoy suena en el Reino de España: unos pocos se enriqueces saqueando al Estado y empobreciendo a todo el  pueblo. El paralelismo nos invita a conocer mejor el caso ruso donde las cosas hoy están cambiando.
¿Cómo evoluciona la percepción ciudadana rusa de aquel desastre nacional?
Yeltsin gobernó Rusia con el viento de la contrarrevolución neoliberal a favor, desde el 10 de julio de 1991 hasta el 31 de diciembre de 1999, en que, odiado por el pueblo ruso, dejó la Presidencia en manos de su primer ministro Vladimir Putin, que lentamente ha sabido volver a dar un nuevo giro a la izquierda. Lejos de adaptarse a los intereses occidentales ha sabido y logrado zafarse del neoliberalismo occidental y poner coto a su expansionismo.
Rusia ha recuperado bajo el liderazgo de Putin una parte de su dignidad nacional, ha recompuesto un importante sector de economía pública, ha nacionalizado grandes empresas y, en particular, la del sector energético y ha limitado el desarrollo de la gran propiedad privada desbaratando la estrecha alianza entre los oligarcas rusos y los financieros occidentales. En suma, ha reconstruido la autoridad del Estado y ha recuperado una parte del poder sobre la geopolítica de la antigua URSS, sin URSS. Aunque no propugna el socialismo, sí que ha implementado un movimiento contrario al neoliberalismo occidental de fundamentalismo de libre-mercado. Ha logrado detener la avalancha de destrucción de las economías familiares del pueblo ruso y, a medida que la población ha ido mejorando su condición, ha reconstruido también el viejo papel protagónico de Rusia como Estado central de las Repúblicas periféricas que antaño integraban la URSS.
No hay que olvidar que Rusia es una Federación, un Estado de por si complejo de administrar por la amplitud de su territorio – 17.075.400 km²- , poblado por unos 140 millones de habitantes. Su seguridad depende del concierto y la cooperación con todos ellos, por lo que tiene que desarrollar como pueblo lazos de comunidad muy intensos que terminan por configurar la idiosincrasia cultural y la particular psicología del pueblo ruso.
Al respecto resulta muy ilustrativo detenerse en algunos registros reveladores de las tendencias de opinión de los ciudadanos de estas Repúblicas. .
Una encuesta de Gallup: la mayoría de ciudadanos añora la URSS
Nos referimos a la noticia publicada recientemente en “Rusia Today” (22 de diciembre de 2013), “Corazones ‘rojos’: la mayoría de los ciudadanos ex-soviéticos añora la URSS [13], extraida de la Agencia AFP y que ha sido difundida por varios medios alternativos [14].
La encuesta, realizada por la consultora norteamericana Gallup, se presentó a 1.000 participantes de 11 Repúblicas post-soviéticas. Son consultas que se hacen casi todos los años con el fin de obtener información sobre la evolución del pensamiento y sentimiento de la población de estos nuevos países independientes surgidos de aquel colapso. Este estado de opinión tiene gran importancia en las elecciones legislativas y Presidenciales de cada país y también en los programas de los candidatos.
De ella se puede extraer la conclusión de que los encuestados añoran los niveles de atención social y la seguridad de las Repúblicas exsoviéticas y rechazan las políticas de privatización y de la libertad de mercado sin intervención del Estado.
”Aproximadamente un 51% de los encuestados, sobre todo en Armenia, Rusia y Ucrania, considera que la desintegración del bloque comunista no ha resultado beneficiosa, desencadenando violencia y conflictos étnicos en el espacio postsoviético, mientras que un 24% valora la desintegración de la Unión Soviética como algo positivo. En lo que se refiere a Rusia, un 55% cree que este cambio geopolítico dañó a su país y sólo un 19% de los rusos cree que el colapso de la URSS mejoró su estilo de vida.
El estudio revela que las personas mayores de 30 años son más propensas a sentir nostalgia por el pasado soviético y a creer que el derrumbe de la URSS perjudicó a sus países, mientras que los jóvenes sin recuerdos del pasado soviético suelen percibir su situación actual con más optimismo.
Según la información estadística, un 33% de los jóvenes encuestados califican la desintegración del bloque de ”dañina”, mientras que aproximadamente un 30% de las personas menores de 30 años ven ciertas ventajas. A su vez, un 20% de participantes en el sondeo no hacen estimación alguna o se niegan a contestar.
El resultado de la encuesta sugiere que “la libertad que pensaron que podrían obtener después de la caída de la Unión Soviética no se ha materializado”, afirma el estudio. En este contexto, es muy notorio el caso de la república de Tayikistán, donde un 61% de los encuestados teme dar una opinión política.
Asimismo, el sondeo de opinión pública demuestra que una parte significativa de los ciudadanos de las exrepúblicas soviéticas no vislumbra ninguna mejora a corto plazo, dando por hecho que tras la desintegración de la URSS las generaciones posteriores tendrán menos oportunidades, mientras que un 18% tienen confianza en el futuro.
¿Cree que la desintegración de la URSS fue beneficiosa para las repúblicas que la componían? [15]
No, la desintegración provocó conflictos étnicos, violencia y crisis sociales.
68,40%
Resulto ser un proceso dispar, ya que algunas repúblicas salieron mejor paradas que otras
22,40%
Sí, porque ahora la sociedad de las repúblicas postsoviéticas tiene más libertades y oportunidades
9,20%

Cómo recuerdan los rusos el Golpe de 1991
Centrándonos ahora en Rusia, hemos recurrido a una encuesta que fue comentada por la Agencia rusa de noticias ITAR-TASS, de agosto de 2013 [16], de la que reproducimos algunos párrafos:
Sólo el 10 por ciento de la población considera la victoria sobre los comunistas de la era soviética como un triunfo de la democracia.
Hoy en día, los rusos tienen recuerdos oscuros de la euforia que abrazó el país después de la victoria de las fuerzas democráticas en Moscú y el fracaso del putsch comunista el 19 de agosto de 1991. Durante los últimos veinte años, los acontecimientos de aquellos días han caído en el olvido y la decepción.
Una encuesta de opinión llevada a cabo por el Centro Levada en 18 a 22 julio de este año muestra que el 39 % de los rusos consideran los acontecimientos del 19 a 22 agosto 1991 como un episodio en la lucha de poder en niveles más altos del país, el 33 % lo describen como un trágico evento, que tuvo consecuencias nefastas para el país y su gente, el 13% piensa que fue la victoria de la revolución democrática, que puso fin a la regla del PCUS, el 15% de los encuestados dudó en dar una respuesta. Curiosamente, pero las encuestas realizadas en años anteriores habían mostrado aproximadamente los mismos resultados. La única excepción es que los jóvenes tienden a saber menos y menos sobre esos acontecimientos. Durante la última encuesta, el 80 % de los jóvenes menores de 24 años no pudo formular su actitud hacia el putsch de agosto de 1991.
Sólo un cuarto de los rusos (25%) en comparación con un tercio (33 %) hace cinco años creen que el país comenzó a desarrollar en el camino correcto después del intento de golpe de Estado. Al mismo tiempo, el número de los que piensan lo contrario ha aumentado del 40 % al 44%.
La autoridad del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) fue totalmente socavada por el golpe de Estado. Al mismo tiempo, Boris Yeltsin, quien era entonces el presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR), y sus seguidores consolidaron sus posiciones.
El Partido Comunista Ruso, principal partido de la oposición
No es fácil encontrar fuentes objetivas que den información sobre el estado del Partido Comunista de la Federación Rusa. En busca de la objetividad no sirve informarse de lo que este Partido Comunista piense de si mismo, pues se acostumbra a que la propaganda prime sobre la objetividad.
Cuando se habla de la Rusia de hoy, nos estamos refiriendo a la Federación Rusa, un Estado enorme que abarca 17.075.400 km² y está poblado por unos 140 millones de habitantes, se compone de 83 entidades federadas, 21 de ellas son Repúblicas, con su propia Constitución que disfrutan de un alto grado de autonomía sobre la mayor parte de cuestiones internas y estas corresponden a algunas minorías étnicas de Rusia (aunque no siempre sean mayoritarias en ese territorio). El territorio restante consiste en 9 krais (unidades territoriales), 46 provincias conocidas como óblasts, 4 distritos autónomos y una óblast autónoma. Aparte de esto, hay dos ciudades  Moscú y San Petersburgo que tienen rango de entidad federada.
El Partido Comunista tiene presencia en todos ellos y sus resultados electorales han ido creciendo año tras año. En todas las elecciones presidenciales desde la caída de la Unión Soviética, el candidato comunista ha terminado en segundo lugar y en algunas zonas es el primero. Hoy ya se ha consolidado como el principal partido de la oposición.
Si consultamos, por ejemplo, la enciclopedia Wikipedia [17] claramente proclive a los intereses occidentales, obtenemos esta información (la negrita es nuestra):
El Partido Comunista de la Federación Rusa, asume la herencia del PCUS.
Su ideología oficial es el  marxismo-leninismo y el patriotismo. El partido ha resaltado su carácter exclusivamente ruso y constantemente ha invocado el patriotismo ruso, además del marxismo-leninismo oficial del PCUS.
El PCFR tiene su bastión en las grandes ciudades, en los centros industriales y científicos importantes (los llamados “naukogrados“) y en las pequeñas ciudades alrededor de Moscú. Por ejemplo, uno de los lugares electorales que el PCFR obtuvo éxito durante las elecciones legislativas rusas de 2007, fue en la Universidad Estatal de Moscú.
El electorado del partido se compone principalmente de jubilados, obreros industriales y empleados de las organizaciones sin fines de lucro. En los últimos años también han visto un crecimiento en su apoyo de los grupos de jóvenes izquierdistas, como la Vanguardia de la Juventud Roja. Un representante del PCFR estuvo presente en la Conferencia de “La Otra Rusia” de los partidos de oposición en 2006. También las elecciones recientes de 2007 fueron testigo de un número creciente de electores no izquierdistas que dieron sus votos para el partido ya que no encontraron otra alternativa tangible.
Su Secretario General es Guennadi Ziugánov
Otro dato indicativo del perfil del PCFR es el acercamiento que ha iniciado Ziuganov a la Iglesia Ortodoxa Rusa, renunciando al ateismo, en un claro reconocimiento de que muchos miles de militantes comunistas son creyentes [18].
Los resultados de las elecciones legislativas en Rusia
Un dato bastante objetivo para evaluar la fuerza y la acogida popular del Partido Comunista de la Federación Rusa son los resultados electorales.
En Rusia, después del maremagnun de las elecciones legislativas de 2003, a las que se presentaron 26 formaciones políticas obteniendo diputados 13 de ellas, se elevó el techo al 7% de los votos para obtener escaños y limitar la proliferación de partidos.
Actualmente, en la Duma estatal, sus 450 escaños se reparten exclusivamente entre 4 partidos. La 5ª formación política YABLOKO pro-occidental solo obtuvo en las últimas elecciones de 4 de diciembre de 2011, el 3,43% de los votos quedando excluida del parlamento. Sabemos que YABLOKOha funcionado como cabeza de puente del neoliberalismo, sus líderes son pro-occidentales, defienden el proyecto de Yeltsin para Rusia y su proyecto es occidentalizar a la clase media ascendente. Diarios como EL PAIS no han podido ocultar sus simpatías por esta formación política.
Como puede verse en el Cuadro adjunto, el partido mayoritario RUSIA UNIDA que preside Vladimir Putin ha ido perdiendo fuerza entre 2007 y 2011 aunque todavía supera el 50% de los escaños de la Cámara.
Por el contrario el Partido Comunista de la Federación Rusa, ha ido incrementando su presencia parlamentaria en los últimos 10 años, consolidándose como primer partido de la oposición… y no sería de extrañar en un futuro, aunque no inmediato- la vuelta del PC de Rusia al Gobierno de la Federación, esta vez por la vía democrático-electoral como ha ocurrido en el caso de Nicaragua, con el regreso del FSLN.
La noticia de un triunfo electoral de PCFR, daría la vuelta al mundo y estimularía sin duda la moral de la izquierda europea, desmontaría el dogma de que los PC nunca alcanzarán la hegemonía por la vía electoral debido a su supuesta naturaleza totalitaria y cambiaría abrumadoramente la correlación de fuerzas a favor de la construcción del Socialismo. Es necesario deshacer el mito  neoliberal de que con sus recetas privatizadores la economía crece para trabajadores y propietarios del capital. La experiencia ha mostrado hasta el empacho que cuando se da plena libertad de acción a los capitalistas privados estos se adueñan del Estado y lo hacen intervenir únicamente a su favor, privatizan toda empresa pública rentable y destruyen el bien común de las comunidades en aras del beneficio personal. Este fundamentalismo es simétrico del otro que sostiene que la solución al problema de la desigualdad y la pobreza pasa por una economía que esté por completo en manos de un Estado paternalista y todo trabajador tenga seguridad, aunque sea un antisolidario. Incluso en Cuba ya ha caído este mito.
Notas:
[1] La URSS integraba un inmenso territorio de 15 Repúblicas declaradas todas ellas socialistas, con Constituciones propias. Eran éstas Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Estonia, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Letonia, Lituania, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania, Uzbekistán, un inmenso territorio de 17.075.400 km2 de extensión, lleno de riquezas naturales con un estado relativamente centralizado pero con multitud de instituciones públicas y cuyas economías perdieron eficiencia debido a un sistema caduco de paternalismo estatal. El referéndum decretado por Gorbachov para ver qué Repúblicas querían seguir manteniendo la URSS fue ganado por mayoría de votos, pero solo en 9 de ellas (Rusia, Ucrania,Bielorusia, Kazajstán, Azerbaiyán, Uzbekistán,  Kirguistán, Turkmenistán y Tayikistán), el resto haciendo uso del derecho de autodeterminación garantizado por la Constitución de la URSS optó por separarse de una Rusia con sus instituciones todavía soviéticas, y no participar en el referéndum. La influencia occidental era evidente y Gorbachov no fue capaz de detener el ritmo de desintegración institucional de la URSS, cediendo al proyecto estadounidense que buscaba privatizar Rusia, apoderarse de sus inmensos recursos naturales y activos de capital y dar un nuevo impulso triunfal al neoliberalismo
[2] Este Tratado de Belovezh – 8 de diciembre de 1991- promovido por Yeltsin ha sido cuestionado por ilegal. De hecho, el 21 de diciembre de 1991, se firmó el Protocolo de Almá-Atá, confirmando el desmembramiento y la consecuente extinción de la Unión Soviética. Por otra parte la disolución de la URSS se acordó legalmente por el Soviet Supremo el 26 de diciembre de1991, al día siguiente de la renuncia de Gorbachov a la Presidencia de la URSS. Tras aceptar la renuncia deGorbachov reconoció la desaparición de la Unión. Ese mismo día se arrió la bandera soviética del Kremlin izándose la de la vieja Rusia de los Zares.
[3] Las reformas eran necesarias en una URSS de rígida planificación de la economía donde el mercado funcionaba en la clandestinidad y el valor de las mercancías se determinaba por el Estado. Este voluntarismo exacerbado creó grandes desajustes y dio gran ventaja a Occidente donde triunfaba –en esos años – todo lo contrario. El analista chino Liu Shulin, profesor del Colegio de Ciencias Sociales de la Universidad Tsinghua explicó el fracaso de la perestroika  en un análisis publicado el 20-may-2011, en el diario oficial de la República Popular China (El pueblo en línea). cuatro lecciones del derrumbe de la Unión Soviética,
 http://spanish.peopledaily.com.cn/31619/7387119.html,
[4] Las declaraciones de independencia se precipitaron en la casi totalidad de las Repúblicas tras el fracaso del autogolpe de estado para destituir por la fuerza a Gorbachov en agosto de 1991
[5] La actual Constitución de la Federación de Rusia fue adoptada por referéndum el 12 de diciembre de 1993 y entró en vigor el 25 de diciembre de 1993, sustituyendo a la anterior Constitución de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR) del 12 de abril de 1978. En el simulacro de referéndum para su aprobación solo votaron a favor 32.937.630 ciudadanos de un total 106.937.630 electores inscritos, o sea un 31,02%. Sin embargo, como la participación fue del 54,5% el resultado del Referéndum se dio por válido. No hubo ningún control de esos resultados ni interno de la oposición ni siquiera externo.
[6] Ver documental en youtube Tres días de tensión: un golpe frustrado y una nueva rusia
[7] El vicepresidente Alexander Rustkoi, y Jazbulatov se habían opuesto al Autogolpe de agosto 1991, en unión de todo el Soviet Supremo que presidía el mismo Jazbulatov. En este episodio coincidieron con Yeltsin, pero éste lo aprovechó para catapultarse a la fama de “libertador”, tópico acto de privatización del acerbo colectivo.
[8] El Gobierno de Daniel Ortega fue el primero en reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, antiguas provincias de Georgia, tras la breve y cruenta guerra con Rusia en agosto de 2008. En plena guerra, ambas provincias lograron sus aspiraciones de convertirse en Repúblicas independientes y se integraron en el espacio económico de Rusia. Esta decisión de Nicaragua restableció los viejos lazos con Rusia (entonces la URSS)  y reforzó la amistad abriendo espacios de cooperación económica con Rusia.
[9] Ver artículo de Pilar Bonet “Tres días de agosto que precipitaron el fin del imperio soviético”,
publicado en EL PAIS el 18-agosto-2011. Un trabajo, por lo demás, lleno de elementos de distracción y de hábil  manipulación de los hechos, pues se centra básicamente en el Autogolpe de 1991 como determinante de todo el proceso posterior. Cuando cita la acción dictatorial de un Yeltsin depuesto por el Parlamento en 1993, se limita a escribir  la simpleza de “La orden de Borís Yeltsin de cañonear el parlamento en octubre de 1993 fue un terrible trauma para el Estado que acababa de liberarse del Imperio”.
Compárese el contenido de esta crónica claramente tendenciosa de Pilar Bonet o con el relato sobre el Golpe de Yeltsin en 1993 publicado en youtube. “Crisis constitucional rusa 1993”, Publicado el 10-oct-2012
[10] Ver crónica de Ignacio Cembrero,”El gobierno español culpa de la violencia en Moscú al disuelto parlamento ruso”http://elpais.com/diario/1993/10/07/espana/749948419_850215.html
publicado en EL PAIS del 7 OCT 1993.
“El jefe de la diplomacia española, Javier Solana, reiteró ayer su total apoyo al jefe de Estado ruso ante la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados… El Parlamento ruso es doblemente responsable de la violencia, según Solana, porque incumplió lo acordado en la negociación con Yeltsin e instó a la insurrección popular”. Esta la clase de iconos que han enlodado la conciencia de una buena parte de la izquierda española.”
En cuanto a los muertos en el enfrentamiento las informaciones oscilan entre 200 y un millar de víctimas
[11] El 21 de septiembre de 1993 Yeltsin al estilo Pinochet disolvió el parlamento
“(Gorbachov) es un líder audaz, decidido y valiente” Margarett Thacher dixit.
Relato sobre el Autogolpe a Gorbachov en agosto de 1991 (10, 21 y 22) y del Golpe de Estado de Yeltsin el 3 y 4 de octubre de 1993. Verlo en youtube el magnífico documental  LA DOCTRINA DEL SHOCK
[12]
Ver nota 3
[13] “Corazones ‘rojos’: la mayoría de los ciudadanos ex-soviéticos añora la URSS
Publicado: 22 dic 2013, AFP / Sergei Supinsky.
[14] Se ha publicado en estos días en las Webs de CUBADEBATE, TERCERA-INFORMACION y otras de Latinoamérica.
[15] Téngase en cuenta que la encuesta solo fue dirigida a ciudadanos de las Repúblicas asociadas en la antigua URSS, excepto en Rusia
[16]
“La mayoría de los rusos son indiferentes al intento de golpe de 1991, muchos no han oído hablar de él en absoluto”, porAlexandrova Lyudmila, 19 de agosto de 2013.
[17] Ciertamente Wikipedia es una fuente de información neoliberal pero sabiendo esto no hay que desdeñar su consulta ya que la horquilla entre realidad e interpretación manipulable se ha cerrado mucho ante el hecho indiscutible de que el PCFS está recibiendo un creciente apoyo popular y podría llegar a convertirse en el partido gobernante.  Sabiendo leer entre líneas es fácil percatarse de la preocupación occidental del ascenso de este PCFR por el gran impacto que tendría sobre todos los PCs de la Unión Europea.
[18] Extraemos del diario EL MUNDO, alineado con la ideología neoliberal y reacio al Socialismo, esta curiosa noticia  referida a Ziuganov, publicada el 24 de enero de 2013 poco después de celebrarse el XV Congreso del Partido Comunista de la Federación Rusa: “El líder del PCFR es doctor en Filosofía, ha sido cuatro veces candidato a la presidencia de Rusia, y en las cuatro ocasiones quedó en segundo lugar. Sin embargo, los comunistas rusos están más unidos que nunca y la crisis global hace que el mundo vuelva a girarse hacia el socialismo. O así lo han transmitido durante el citado congreso en Moscú”.
“A pesar de la reelección de Ziuganov, desde algunos sectores del partido se empieza a criticar algunas de sus actitudes, como por ejemplo su acercamiento a la Iglesia ortodoxa. El viejo debate de qué hacer con la religión en una ideología que apenas deja espacio para lo divino es tan viejo como la revolución bolchevique.”
“Ziuganov seguirá liderando a los comunistas rusos, 20 años después”

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