Emir Sader. La Jornada
El Foro Social Mundial (FSM) fue la primera gran reacción
internacional a la ola neoliberal que pasó a devastar el mundo en las últimas
décadas del siglo pasado. Era una ola tan destructiva, que el lema del FSM era
minimalista –otro mundo es posible. Se estaba buscando afirmar la
disconformidad con las tesis del fin de la historia y el Consenso de
Washington.
Esas tesis, nacidas en la derecha –con Reagan y Thatcher–,
se habían difundido hacia otras corrientes –socialdemocracia, nacionalismos–,
revelando su capacidad hegemónica. El FSM nació en la contramano de esa ola,
teniendo un éxito inmediato al demostrar el potencial que la resistencia a esa
ola suscitaba.
Su auge fueron las movilizaciones en contra de la guerra de
Irak, las más grandes manifestaciones conocidas hasta ahora, donde el FSM tuvo
un rol importante en su convocatoria. A partir de ese momento se inició un
declive del FSM.
El mismo hecho de no haber realizado un balance de las
manifestaciones ni discutido la forma de dar continuidad a la lucha por la
solución pacífica y no violento de los conflictos mundiales ya revelaba una
debilidad fundamental del FSM. La hegemonía de las ONG y de algunos teóricos
vinculados con las concepciones de esas entidades fue la responsable de la
decadencia del FSM.
El FSM había nacido en el marco de una ambigua reacción
ideológica y política al final de la guerra fría y la posición
frente al Estado fue determinante para esa ambigüedad. Hay que recordar que el
lema central de Reagan era el de que el Estado no era la solución, sino el
problema. Se descargaban sobre el Estado las baterías fundamentales de la nueva
derecha, a lo que se sumaban las ONG y sus teóricos.
El lema reaganiano hacía parte de la nueva hegemonía liberal
en el mundo, con su vertiente del Estado mínimo –con la correspondiente
centralidad del mercado– y la política de promoción de la sociedad civil,
con contornos imprecisos y fuertemente permeables a interpretaciones ambiguas. ONG y visiones teóricas vinculadas con
ellas dentro del propio FSM centraban su fuego en contra del Estado. En ese
campo ambiguo se confundían ONG, intelectuales eurocéntricos y el propio campo
neoliberal (1)
No por casualidad las
ONG consideraban cuestión de principio la no participación de los partidos
políticos en el FSM (2). Postura que llegó al absurdo de que presidentes
latinoamericanos, como Hugo Chávez, Lula, Rafael Correa y Evo Morales, tuvieron
que presentarse en un acto paralelo, externo a la programación oficial del FSM
de Belén, en 2009.
El FSM perdía el hilo de la lucha real en contra el
neoliberalismo, que se hacía desde gobiernos, con estados y partidos políticos
como partes indispensables en esa lucha.
El FSM y los intelectuales vinculados con las visiones de
las ONG, hegemónicos en la organización de los eventos, se separaban de la
construcción del otro mundo posible, llevada a cabo por los gobiernos
progresistas latinoamericanos. Gobiernos que rompían con la centralidad de los
ajustes fiscales del neoliberalismo, imponiendo la prioridad de las políticas
sociales. Gobiernos que priorizan los procesos de integración regional y los
intercambios Sur-Sur, en lugar de los tratados de libre comercio con Estados
Unidos.
Gobiernos que, además, rescatan el rol del Estado como
inductor del crecimiento económico y como garante de los derechos sociales de
todos.
Las mismas propuestas del FSM, como la recuperación de los
derechos sociales expropiados por el neoliberalismo y la regulación de la
circulación del capital financiero, sólo podrían ser realizadas a través del
Estado. Al rechazar el Estado en favor de la sociedad civil, las ONG y los
intelectuales vinculados con ellas –en general, europeos o latinoamericanos con
visiones eurocéntricas– han quedado reducidos a la impotencia política y al
aislamiento de los movimientos populares.
Mientras, América Latina, que había sido víctima
privilegiada del neoliberalismo, elegía y consolidaba gobiernos
antineoliberales, el FSM, al perder sintonía con la historia real, se fue
vaciando. Las ONG caracterizan a los foros como lugar apenas de intercambio de
experiencias entre distintos movimientos, sin plantearse alternativas a la
construcción del postneoliberalismo. Ni siquiera reservan lugar para el debate
necesario entre gobiernos progresistas y movimientos sociales.
Las ONG y los teóricos de la sociedad civil han visto
su paradigma liberal, antiEstado, superado por la realidad. Varios de ellos pasaron a tomar gobiernos
progresistas, como los de Evo Morales, Rafael Correa, Lula o Rousseff, como sus
enemigos fundamentales, latinoamericanos, prestándose a servir a la derecha de
esos países. (3)
Los errores teóricos son pagados de forma grave por la
realidad concreta, relegando el FSM a la intranscendencia y a visiones
equivocadas, que perdieron el sendero de la construcción del otro mundo
posible, encarnados por los gobiernos postneoliberales de América Latina.
NOTAS DEL EDITOR DE
ESTE BLOG:
(1) ¿Les suena a ustedes este discurso en España?
(2) ¿Y éste otro?
(3) Algo
sobre esto escribí desde este blog hace unos meses por el modo en que
determinadas izquierdas han jaleado los objetivos de la indignación globalista y globalizada de
derribar gobiernos progresistas en América Latina
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