El Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernanke (EFE) |
Ni Grecia ni Chipre: los bonos españoles sufren el peor día de su historia por China y EEUU
Pedro Calvo/Daniel Viaña. Cotizalia
La deuda pública española, tan zarandeada en los últimos años por desempeñar España un papel protagonista en la crisis del euro, comprobó ayer que sus jaquecas también pueden tener otro origen. En concreto, en Estados Unidos y en China, que ayer agitaron con fuerza los mercados. Tanto, que ni Grecia ni Chipre ni ningún otro episodio de la crisis europea provocó una sacudida vendedora como la que padeció la deuda española, que sufrió la peor sesión de su historia.
Las ventas, con el consiguiente repunte de los rendimientos porque suben cuando el precio de los títulos baja, causaron que el rendimiento de los bonos a cinco años se disparara del 3,36% al 3,66% y el de los títulos a 10 años, del 4,53 al 4,85%. Nunca habían registrado un incremento similar en el caso de la referencia a 10 años-un 7,09%- en una única sesión. Como aditivo, la prima de riesgo, que mide la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, se amplió de los 297 a los 319 puntos básicos, la brecha más alta desde abril.
Con la Fed estadounidense anticipando una reducción de los estímulos y China inspirando un miedo económico cada vez mayor, los inversores acentuaron ayer el repliegue de sus carteras desde unas posiciones más arriesgadas hasta otras más defensivas. Y en esa reacción la deuda española no salió bien parada. Tampoco otras, eso sí. Lo constata que el rendimiento del bono alemán subiera hasta el 1,66%, máximo desde el pasado mes de febrero, y que la rentabilidad de los bonos estadounidenses a 5 y 10 años escalara al 1,30% y al 2,4%, los niveles más altos desde agosto de 2011. El bono italiano, compañero del español en las peores jornadas del pasado verano, tampoco quiso perderse la cita: repuntó un 6,75% y cerró la sesión ofreciendo una rentabilidad del 4,54%. El 5 años, por su parte, repuntó un 9,64%, hasta el 3,46%.
El acentuado incremento de la rentabilidad de los mercados de deuda mundiales ante las palabras de Bernanke parece, según Soledad Pellón, de IG, "desproporcionada, no en sí por el impacto que pueda tener una retirada de estímulos que, evidentemente, va a ser muy negativo para las bolsas, sino porque no ha dicho nada que no estuviera ya sobre la mesa durante las últimas semanas".
Pellón también apunta a China para explicar el brusco movimiento del mercado, ya que "todo parece indicar que el mal dato de PMI de manufacturas de China conocido la pasada madrugada ha tenido gran parte de la culpa de estas fuertes bajadas, y entre eso y el miedo a la retirada del QE, el pánico se ha ido retroalimentando".
Mal síntoma para las arcas públicas
Aunque el repunte de ayer fue excepcional por su magnitud, lo cierto es que se suma a los que ya venía registrando la rentabilidad de la deuda española desde comienzos de mayo. Es más, en el último mes y medio, el rendimiento de los bonos a 10 años ha crecido en 82 puntos básicos -o 0,82 puntos porcentuales. En el mismo periodo, los títulos a 5 años han pasado del 2,8% al 3,66% y los bonos a dos han escalado del 1,54% al 2,32%.
Pese a que estos niveles son menos acuciantes que los vistos en julio de 2012, cuando el rendimiento de los bonos a 10 años tocó el 7,75%, lo cierto es que obligan a extremar la cautela. Más que nada, porque el creciente volumen de deuda pública que está amontonando España provoca que cualquier incremento de los costes de financiación suponga un lastre cada vez más pesado para las arcas públicas.
Este año las previsiones contemplan que la deuda pública crecerá hasta equivaler al 95% del producto interior bruto (PIB), proporción que en 2014 podría aumentar hasta alcanzar el 100%, unas cifras que contrastan con las vigentes antes de la crisis, cuando esa ratio no llegaba al 40% del PIB. Como consecuencia de este aumento, la factura de los intereses se ha disparado desde los 16.000 millones de euros de 2007 hasta los casi 39.000 millones en 2013.
Con semejante montaña de deuda, España debe hacer todo lo posible por reducir el déficit -en la medida en que no lo haga, la deuda seguirá creciendo-, para disminuir la deuda que debe emitir y abaratar sus costes de financiación. De lo contrario, esa factura engordará, consumirá cada vez más recursos de las arcas públicas y, sobre todo, lanzará una invitación para que se vuelva a cuestionar la sostenibilidad de la deuda española. Con el agravante de que, además, los bancos españoles son los mayores tenedores de deuda del Tesoro, con más de 246.000 millones de euros en sus poder. O lo que es lo mismo, si el precio de los títulos sigue cayendo, sufrirán la pérdida consiguiente en sus carteras.
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