Por Marat
La victoria electoral de Georgia Meloni encabezando la coalición de la peste - una heredera política de los últimos criminales de la República de Saló, un mafioso putero de la televisión privada y un asesino de los huidos por mar de la guerra, la muerte y el hambre- representa un salto cualitativo enorme respecto al avance del poder fascista en la UE.
Hasta ahora, la ultraderecha era antes una amenaza que se extendía sobre Europa que una realidad de Gobierno, con la excepción de Polonia y Hungría, donde habían asido fuertemente la dirección de ambos Estados, haciendo retroceder las libertades civiles y políticas y amedrentando a sectores de sus poblaciones. Antes los fascistas habían estado en gobiernos de coalición con los conservadores en Austria y en Finlandia, saliendo de los mismos tiempo después.
Pero ni Austria, ni Finlandia, como tampoco Polonia o Hungría son países que lideren la UE.
En cambio Italia pertenece al núcleo duro de los países que lideran la Unión, con Alemania y Francia.De Gasperi fue uno de los padres precursores de la Europa unida, integró a su país en la CECA e incentivó la creación de la Comisión Europea de Defensa, pilar continental de la OTAN. Quien presentó su dimisión el pasado 21 de julio como primer ministro italiano, Mario Draghi, abriendo la caja de Pandora en el Lacio, meció antes la cuna de la inestabilidad política europea y del malestar social con sus políticas procíclicas (las que agudizan la recesión en las crisis económicas) y el empobrecimiento de las clases trabajadora populares, mediante la subida de los tipos de interés, que encarecieron las hipotecas y menguaron el consumo. Ante, entre 2002 y 2006 como vicepresidente para Europa de Goldman Sachs se ocupó de asesorar a Kostas Karamanlis de como ocultar ocultar los niveles reales del déficit griego. Luego la crisis de la deuda estallaría en forma de empobrecimiento planificado de la clase trabajadora helena. Y mucho antes se había encargado de las privatizaciones de empresas y servicios públicos italianos.
Italia ha prestado de largo un papel relevante a las políticas liberales de la UE.
Con la salida de Gran Bretaña de la Unión, la pérdida de liderazgo político (Scholtz no es Merkel) y económico de Alemania y el debilitamiento de la proyección continental de un Macron, internamente cuestionado, el papel europeo de Italia se acrecienta, también como estimulador de las disidencias en el interior de la Comisión Europea.
El grupo de Visegrado – Polonia, Hungría Chequia y Eslovaquia -defensores de un catolicismo ultra, partidarios de la Europa de las Patrias antes que de un proyecto común, por qué no socialista, practicantes de violentas políticas antiinmigración, contra sus minorías étnicas y contra los homosexuales y ultranacionalistas – se verá reforzado con una primera ministra fascista y con representantes ante la UE que no cuestionarán el carácter liberal económico de la misma (el 135% de deuda pública italiana lo impide) pero que jugarán a poner todos los palos en las ruedas posibles de una política común.
Si a Salvini, un asesino de masas que amenazaba con hundir pateras e impedía a ONGs marítimas rescatar náufragos de la desesperación humana y llevarlos a puerto, si a Orban le ha permitido durante 12 años y ahora sólo le reprende, pasarse los derechos humanos por su entrepierna ¿por qué van a impedir que Georgia Meloni y su gobierno de fascistas y corruptos no restrinjan un poco el derecho al aborto, no financien grupos ultracatólicos, no acosen a inmigrantes o no promuevan leyes antipatrióticas, por ejemplo?
Pero con una Italia díscola, que incentivará, de palabra desde sí misma, desde sus alianzas con el fascismo europeo, la UE ha recibido la puñalada por la que se irá desangrando: ya no será más la Europa de la integración, la Europa de acogida, la Europa de las libertades, ni de la nivelación socialdemócrata de la desigualdad.
Con el tiempo, las tensiones entre los partidarios de una integración completa de los países de la UE y del principio de subsidiareidad de los Estados respecto a la Comisión Europea y los euroescépticos de la "Europa de las patrias", opuestos a ello y deseosos de una voladura controlada o no de la Unión, se acentuarán.
Es muy cierto que las políticas económicas ultraliberales de la UE han creado la base social de una ira que hoy dirige el fascismo, ante la pasividad de una izquierda que, en el mejor de los casos, se limita a dar pomada y poner tiritas a la creciente pobreza europea, de la que en gran medida ha sido cómplice, al aplicar dichas políticas allá donde ha gobernado; pero quienes desde posiciones supuestamente antagónicas brindan por la desaparición de la UE harían bien en preguntarse por qué cosa que facilitase la cooperación entre los países europeos, evitando la aún velada pero creciente confrontación entre los mismos, la sustituirían. Si además, esa respuesta fuese realista y no un brindis al sol de los hermosos deseos, sería útil.
Vivimos el tiempo de entreguerras de los nacionalismos, de las banderas, las identidades y los odios, del individualismo atroz y del culto a un odio que será un boomerang contra las clases populares que lo sienten.
Hablar de fascismo hoy parece para esa derecha emboscada y para los ignorantes una exageración. Segun ellos asistimos a la expansión del populismo pero no del fascismo. Dicen que ya no hay escuadristas que den palizas a sus enemigos - ¿en qué galaxia alejada de querer saber lo que pasa los fines de semana en las ciudades europeas viven?-, que ya no visten de uniforme y que estamos en un tiempo distinto ¿Saben estos cráneos privilegiados que entre que Mussolini llegó al gobierno y metió a su país en la II GM pasaron 17 años? Quizá con tanto tiempo de por medio crean que les merece la pena votar fascista varias veces.
Pregúntense quienes creen en otro mundo más humano si en su idea de
tolerancia cabía el respeto a todas las ideas, también a las que
destruyen vidas y esperanzas. Esas ideas siguen siendo
compatibles con el capitalismo porque el fascismo es su hijo natural.
De las causas por las que el fascismo es la ola que levanta la rabia, en lugar de hacerlo una alternativa comunista y del porqué el reformismo es parte del problema y no de la solución, ya hablé un millón de veces. Carece de sentido hacerlo una vez más.
No hay comentarios :
Publicar un comentario