Por
Marat
Con
algo más de 3.640.000 votos, un 15,1% del voto emitido y 52
diputados, VOX se ha convertido en la tercera fuerza del Parlamento
español en estas elecciones del 10 de Noviembre de 2019.
La
excepción española ha desaparecido. La normalización que los
medios de comunicación habían venido realizando con la extrema
derecha nacional, la polazarización entre los nacionalismos catalán
y español, el coqueteo de las izquierdas con el nacionalismo español
y en con el catalán (una vela al diablo y otra también), según
supuestas conveniencias de cada una de las corrientes que la componen
y la ausencia en esas izquierdas de eso que los progres llamaban
hasta no hace mucho “relato” propio (y práctica), centrados en
una perspectiva de clase, han dado sus frutos.
El
giro a la derecha hoy es un giro hacia la extrema derecha, a un
cuarto de hora, en términos de tiempo histórico, de ser abierta y
declaradamente fascista. Su discurso xenófobo, nacionalista,
identitarista y patriotero, autoritario y cargado de violencia verbal
ya lo es.
No
podía ser de otro modo. Las enormes fuerzas antidemocráticas
desatadas a nivel mundial (Trump, Putin, Bolsonaro, Modi, Erdogan,
Duterte) y europeo (Le Pen, Wilders, Orbán, Salvini, Kaczynski,
Strache, Akesson Meuthen, Gauland, Halla-aho) han alcanzado un apoyo
popular impensable para la gran mayoría hace solo 20 años. En
términos históricos muy poco tiempo.
Han
venido empujados, no ya por el simplista argumento de las fake-news y
las grandes redes sociales (esos eran solo un medio y un síntoma)
sino por un magma social de descontento y miedo a la gigantesca
crisis civilizatoria, social y cultural que se está produciendo,
impulsado por una ya muy larga (con distintas fases desde 1973) y
creciente crisis capitalista (agotamiento de un modelo de
acumulación), que está impactando de manera brutal en forma de
creciente deslegitimación del sistema de democracia liberal mundial.
Ese magma social se asienta no solo en las amenazadas clases medias
sino en sectores crecientes de la clase trabajadora.
Cualquier
análisis que se limite a explicar el ascenso vertiginoso de los
nacionalismos e identitarismos a niveles nacional, europeo y mundial
como una apuesta de las élites para dar respuesta a la crisis
capitalista mundial será parcial e incompleto, al olvidar que cuando
cala en sectores que van mucho más allá de las clases medias y
altas es porque falta la explicación del porqué un número
creciente de quienes son víctimas de la clase capitalista optan por
apoyar a corrientes políticas que en el pasado les utilizaron como
carne de cañón en sus crisis y en sus guerras.
Del mismo modo, atribuir a VOX el ser depositario del franquismo sería un enorme error. No estamos ante los fascistas casposos y ridículos, ni ante un grupo de viejos nostálgicos, VOX es la reproducción a escala nacional del prefascismo europeo y norteamericano. Mucho más sutil, más capaz de conectar con los temores y las necesidades de amplios sectores sociales de vomitar sus odios y frustraciones sociales sobre quienes no puedan defenderse: parados, perceptores de ayudas sociales, inmigrantes sin papeles,...
Del mismo modo, atribuir a VOX el ser depositario del franquismo sería un enorme error. No estamos ante los fascistas casposos y ridículos, ni ante un grupo de viejos nostálgicos, VOX es la reproducción a escala nacional del prefascismo europeo y norteamericano. Mucho más sutil, más capaz de conectar con los temores y las necesidades de amplios sectores sociales de vomitar sus odios y frustraciones sociales sobre quienes no puedan defenderse: parados, perceptores de ayudas sociales, inmigrantes sin papeles,...
En
tiempos de cambios vertiginosos, de desajustes radicales entre una
economía que colapsa repetidamente y unas instituciones políticas
nacionales y supranacionales (UE) cuyas credibilidades comienzan a
desmoronarse, en unos tiempos en los que la seguridad económica,
política, ideológica y de valores es cosa del pasado, vuelven los
fundamentalismos irracionalistas de la familia tradicional, el
identitarismo étnico o sexual y la nación (siempre frente a otras
naciones) como falsos cobijos que parecen ofrecer un manto protector
a quienes creen que pueden perderlo todo y necesitan las certezas de
lo que creen perenne.
Se
atribuye al intelectual conservador Samuel Johnson la frase “El
patriotismo es el último refugio de los canallas”.
Yo añadiría que el nacionalismo es la bandera de quienes no
encuentran nada a lo que agarrarse y el valor supremo de quienes no
hayan cualidades y razones que den sentido en sí mismas a sus vidas.
Es
así como opresor/explotador y víctima/trabajador o pequeño burgués
que ve peligrar sus limitados privilegios disuelven la contradicción
esencial en la idea de la nación.
Del
mismo modo en el que los últimos tiempos de la República de Weimar
fueron los del descoyuntamiento político, ideológico y cultural de
un país, la crisis española, mucho más allá del “problema
catalán” expresa el agotamiento de un tiempo de esperanzas,
manifiesta con toda su crudeza el pesimismo hacia el futuro y parece
buscar el castigo ante un “exceso” de libertad de pensamiento y
vida cotidiana, que no política porque en lo público ya hacía
tiempo que había comenzado la represión (Código Penal, peticiones
de penas a 600 sindicalistas, Ley Mordaza) contra la disidencia más
social que política.
Un
sistema político que se iba haciendo cada vez menos liberal en las
libertades y más ultraliberal en la economía política (la que
afecta a las vidas de las personas) no podía menos que allanar el
camino hacia un fascioliberalismo. Con la excepción de la Agrupación
Nacional de Marine Le Pen, el resto de las extremas derechas europeas
y mundiales son turboliberales y darwinistas en economía. Represión
hacia el pobre porque se lo merece.
No
es algo local. No forma parte de la idiosincrasia española. Quien
quiera encontrar en el concepto España las justificaciones de una
condena moral respecto a una identidad esencialmente reaccionaria se
equivoca. Cualquiera que conozca algo de la historia de países como
Alemania, Inglaterra o EEUU encontrará miles de ejemplos de condena.
Cada nación tiene sus fantasmas fundacionales y posteriores.
Lo
que en realidad vivimos aquí y en muchos lugares del mundo es el
agotamiento político del sistema democrático de la burguesía sin
apenas discusión sobre el sistema económico del capitalismo. En
realidad uno y otro están ligados.
Pero
el político está al alcance de la pedrada más cercana mientras la
estructura del capitalismo está cada vez más mundializada y se va
haciendo más difusa, excepto si se trata de la empresa en la que se
trabaja, donde la disidencia tiene un duro coste personal, o los
pocos nombres conocidos de grandes empresarios, también
inalcanzables, pero cuyo cuestionamiento no supone en absoluto el del
sistema. Baste ver cómo Podemos anuló cualquier atisbo de
anticapitalismo limitando su crítica al IBEX, cuando hablamos de un
sistema en su conjunto y en cada una de sus manifestaciones
cotidianas en el mundo del trabajo.
Es
en esa fisura entre institucionalidad política y poder real (el
capitalismo y sus estructuras económicas globales) donde nace el
neofascismo. Ya no se disfraza de anticapitalista porque no necesita
enfrentarse a un movimiento comunista que ha muerto. Ahora es
simplemente antidemocrático, antihumanista, antisocial.
La
fase de concentración capitalista a nivel mundial ante la que nos
encontramos requiere un poder crecientemente dictatorial, aunque
mantendrá la carcasa democrática mientras le sea necesario. Ello es
así porque el grado de sacrificio social que el capitalismo necesita
ahora es tan grande que prevé múltiples explosiones sociales a
nivel mundial. Están controladas en tanto que no existen una
conciencia de clase colectiva entre los explotados como tampoco
organizaciones de esa clase de carácter emancipatorio y socialista
(comunista)
Disculpen
que me importen un bledo cómo les haya ido al resto de las fuerzas
políticas, la formación del gobierno, su signo y demás. Todas
ellas forman parte del estado corporativo del capital y ninguna de
ellas haría nada distinto en el gobierno ante las medidas que el
capitalismo nacional e internacional les dictase. Al fin y al cabo,
¿alguna de las opciones de gobierno que se formen, que se formarán,
estaría dispuesta a aplicar la ley de partidos para ilegalizar a un
partido antidemocrático y propagador del odio, del mismo modo en el
que ese partido estaba dispuesto a ilegalizar a otros? A algunos se
les habrá pasado que VOX se proponía también prohibir a partidos
comunistas.
PD: Sería bueno preguntarse en qué consistía el centrismo de los votantes de C´S, estimulado por el propio partido, cuyo batacazo mortal se ha traducido en el subidón brutal de VOX.
PD: Sería bueno preguntarse en qué consistía el centrismo de los votantes de C´S, estimulado por el propio partido, cuyo batacazo mortal se ha traducido en el subidón brutal de VOX.
Bienvenidos al futuro! Pronto tendremos a estos cerdos asesinos llamando a nuestras casas para darnos el "paseillo", como hacían en Argentina y Chile. Ya no se molestan ni en disimular. Eso sí, que malos son los comunistas! Queda demostrado el hermanamiento entre capitalismo y fascismo. Todavía hay algún despistado (bueno, un montón de despistados) que proclama que el comunismo es otro tipo de fascismo. Un saludo!
ResponderEliminarNo estaría demás alguna aportación crítica sobre el SOCIALISMO REAL. Todo estuvo bien?
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