Por Marat
Bershka.
Un sector de las muchas mujeres explotadas por Amancio Ortega se ha
rebelado simplemente porque su salario era de mierda ¿Querían algo
más? No, simplemente algo más que 10 € más al mes. Y sin duda lo
que Marx proclamó hace ya muchos años de que “el obrero
[hoy por muchos motivos la obrera] tiene más necesidad de respeto
que de pan”
Los
trabajadores de recogida de basuras en Madrid han impuesto una
segunda victoria contra la patronal y contra un ayuntamiento de
progres podemitas y de IU qie impuso un 50% de servicios mínimos. La
señora Botella y el PP cabalgan de nuevo en sus posiciones
antisindicales a través de Carmena y de su coalición instrumental.
La misma que hoy hace especulación urbanística, como antaño
intentaron PSOE y PP en la Operación Chamartín, ahora ejecutada.
La
conquista ahora lograda es realmente exigua y solo salarial pero lo
cierto es que vuelve a señalar que hay otras realidades más allá
de la ópera bufa catalana y el patrioterismo rancio español.
La
realidad de una clase trabajadora que no llega a final de mes se
impone en un país con millones de parados, más millones aún de
pobres, aunque tengan empleo (miserable) y un gran sector de
españoles con los que no parecen ir las angustias de muchos que ya
han quedado descolgados para siempre del espejismo del tren de la
prosperidad para todos. Hasta que la próxima crisis, que llegará
antes que las anteriores (la declinación senil del capitalismo es
imparable porque hace tierra quemada incluso de la que pisa y
domina), incremente el número de desheredados. Y los hoy
indiferentes reclamen una solidaridad que tanto rechazaron.
En
estos días de celebración del Octubre Rojo, aquel que vino
anunciado por las ideas de Lenin y Rosa Luxemburgo de la necesidad de
una revolución socialista porque toda conquista obrera era parcial,
provisional y perecedera, nos ha dejado una izquierda de mierda; lo
que siempre fue la izquierda, la monja plañidera y compasiva
del capitalismo. No
fueron quienes hicieron
la revolución los
que nos fallaron sino quienes solo querían una revolución
democrática al
estilo de las revoluciones burguesas de 1849.
Por algo Lenin en el período
hacia la revolución no se reivindicó de izquierda. Se limitó a
levantar como bandera las demandas sociales de la clase trabajadora y
campesina rusa y ha hacerlas reales: ¡pan, tierra, y paz! Hoy el pan
no puede seguir esperando si no es por la burla de un progresismo
desclasado que quiere vender conquistas democráticas de un febrero
travestido de octubre que solo es garopardismo. La tierra no es otra
cosa que el derecho a no ser desalojado de la vivienda, también bajo
el gobierno de los progres. La paz ha de serlo entre los pueblos,
jamas con sus burguesías que intentan enredar a la clase trabajadora
en sus trampas de banderas y patrias, el último refugio de los
canallas.
El
febrero que una parte de la burguesía, la catalana, ha vendido, se
agota pero lo hace a costa de la victoria de la burguesía española.
Jugar
en el campo de ambas, aceptar la lógica de las patrias y de las
banderas es suicida para los sectores minoritarios de la clase
trabajadora que lo aceptan y y cómplice del crimen para la mayor
parte de ese engendro que se reconoce bajo el nombre de las
izquierdas y que en unos casos pactó en su día con los sectores
aperturistas del franquismo y en otros intentó vendernos que una
república, que sería inevitablemente burguesa por hegemonía
social, habría de ser la tierra de promisión de los desheredados.
En
este día posterior al Centenario en el que los cañones del Aurora
anunciaron un nuevo amanecer el mejor homenaje al camino que abrió
aquel Octubre socialista es mantener la bandera de la clase, el
principio de la lucha de clases como motor de la historia, la
necesidad de aplastar a la burguesía bajo una dictadura del
proletariado con más legitimidad que la que hoy ejerce la burguesía
contra nuestra clase y el aprendizaje de los errores de aquella
revolución para no volver a repetir que la próxima pueda morir por
falta de trabajadores que la defiendan.
Sin
formar cuadros comunistas, sin educar a nuestra clase y organizarla,
sin defender su independencia frente a los intereses de todas las
fracciones de la burguesía, sin preparar cada batalla rechazando el
aquí y ahora parlamentario, porque en ese terreno debiéramos haber
aprendido que ya no hay nada que conquistar, solo tendremos a
demagogos y fantoches progres, pseudoradicales o fascistas intentando
pastorearla.
No puedo estar más de acuerdo, haber esos que clamos en el desierto, si de una vez montamos un dia y nos juntamos y hablamos y damos solución a esta situación, la voluntad y inteligencia de todos nos ara invencibles.
ResponderEliminarsaludos
valentin
Mientras nuestra clase no se eduque y organice a sí misma y no defienda su independencia frente a cualquier interés que no sea el propio...
ResponderEliminarPor ello, condición indispensable para organizarse, urge ante todo cobrar conciencia personal, pero sobre todo colectiva.