Los trabajadores y trabajadoras en riesgo de pobreza son tres veces más que los contabilizados por la última Encuesta de Estructura Salarial, cuya metodología excluye del cómputo al 71% de quienes perciben –en cómputo anual- ingresos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional.
El INE publicó el pasado 25 de junio la última Encuesta de Estructura Salarial (EES)[1], correspondiente a 2012, y los medios de comunicación han subrayado algunos de sus hallazgos, entre ellos una caída del salario medio y el incremento de la desigualdad salarial, que afecta especialmente a quienes perciben salarios por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI)[2]. Este segmento representaba el 8,8% de la población asalariada en 2008 y en 2012 alcanzó el 12,2%. Por tanto, los resultados de la EES indican que durante los años de crisis el conjunto de la clase trabajadora ha disminuido sus ingresos (deterioro del salario medio) y que ha aumentado el segmento de “trabajadores pobres” (quienes no llegan al SMI a lo largo del año). Con ser preocupantes estas conclusiones no dan cuenta adecuada de la realidad; si tomamos en cuenta la Estadística de Salarios de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, la franja de trabajadores pobres sería tres veces más grande, alcanzando al 32,9% de perceptores de rentas salariales en 2012.
¿Cómo se explica semejante discrepancia entre las dos fuentes, ambas de carácter oficial? Tanto una como otra parten de la misma base (las declaraciones del modelo 190 que las empresas cumplimentan por los salarios que pagan) pero, mientras la Estadística de la AEAT incluye todas las declaraciones efectuadas a lo largo del año, la Encuesta de Estructura Salarial se basa en una muestra, que tiene por efecto dejar fuera a varias categorías de trabajadores con bajos salarios, elevando artificialmente el salario medio y ofreciendo una imagen mucho más edulcorada de la polarización salarial. Las operaciones metodológicas a las que aludimos son básicamente las siguientes:
- No se incluyen las personas asalariadas en la agricultura, la ganadería y la pesca (743.00 en 2012 según la EPA, en su mayoría hombres) ni las empleadas de hogar (653.450, mayoría mujeres). Ambos sectores con salarios muy bajos.
- Tampoco se incluye a quienes no perciben salarios en el mes de octubre, siendo además condición necesaria para entrar en la muestra haber trabajado al menos otro mes del mismo año (además de octubre). Por esta vía quedan fuera un elevado número de perceptores de salarios que conjugan a lo largo del año períodos de empleo y de desempleo (como referencia en 2012 las cuatro aplicaciones trimestrales de la EPA recogen una media de 2,7 millones de personas en paro que habían perdido su empleo hacía menos de un año).
- Además, a las personas que no han trabajado todo el año se les asigna una percepción equivalente a un empleo continuado. Por ejemplo, una persona que sólo ha trabajado dos meses (uno de ellos octubre) y que ha cobrado mil euros por mes, aparecerá reflejada en la Encuesta como perceptora de 12.000 euros, y no de 2.000.
Como resultado de estas operaciones el salario medio de la EES es bastante más elevado (22.726 euros) que el de la AEAT (18.601 euros); además, la Encuesta de Estructura Salarial invisibiliza, no sólo a los sectores de la agricultura y el servicio doméstico (1,4 millones de empleos), sino a gran parte de la mano de obra asalariada en situación más precaria que alterna a lo largo del año períodos de empleo y de desempleo (en torno a 2,5 millones de personas).
El gráfico 1 recoge la distribución de los salarios por tramos en relación al Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Se puede observar que la Encuesta de Estructura Salarial excluye del cómputo al 71,3% de quienes cobran por debajo del SMI, mientras mantiene valores similares en los tramos restantes.
Gráfico 1. Polarización de los salarios en España en relación al Salario Mínimo Interprofesional (2012)
La mitad de la población asalariada cobra menos de mil euros
El Barómetro Social de España utiliza habitualmente la Estadística de Salarios de la AEAT para conocer la desigualdad salarial en España. Aunque esta fuente se limita a los salarios declarados (no incluye la economía sumergida), al menos no excluye del cómputo a las categorías más precarias y eventuales del empleo formal, tal como hacen las Encuestas de Estructura Salarial o de Coste Laboral, ambas del INE. A continuación recogemos a grandes rasgos, aprovechando la información recogida en el Barómetro, cómo han evolucionado en las dos últimas décadas el capital en acciones y los salarios, y cómo éstos se distribuyen en 2012.
Entre 1994 y 2007 el valor monetario de las acciones empresariales, según el Banco de España, creció de manera extraordinaria, pasando de 0,4 a 2,8 billones de euros, a precios constantes, lo que multiplicó por siete su precio de mercado (ritmo interanual medio del 16%)[3]. Al llegar la crisis, las acciones perdieron el 30% de su valor (830.000 millones de euros), pero el ritmo interanual de las pérdidas en los cinco años de crisis (6%) ha sido bastante menor que el ritmo de ganancias en los catorce años previos de crecimiento (16%). El valor del conjunto de las empresas en 2012 se situaba en el mismo nivel que en 2004, es decir, habían perdido bastante menos de la mitad de lo ganado en los años anteriores.
En contraste con lo anterior, el salario medio de la población trabajadora quedó casi congelado entre 1994 y 2007, avanzando sólo el 1,9% en el conjunto del período. Por su parte, la masa salarial (el total de retribuciones de la población asalariada) creció el 81%, algo por encima del PIB (70%), debido al extraordinario incremento de la ocupación (de 12 a 20 millones), con una tasa de empleo temporal tres veces superior a la media de la Unión Europea por aquellos años. Entre 2007 y 2012 la masa salarial (medida en euros constantes) se ha reducido un 19%. Este descenso podría atribuirse “simplemente” a la caída del empleo; sin embargo, paralelamente se ha registrado una caída del 8% del salario medio real (en euros constantes). De este modo, la participación de los salarios en la renta nacional, que había descendido continuamente durante el último ciclo de crecimiento, ha vuelto a caer con la adopción de políticas “de ajuste” desde 2010. En suma, se está perpetuando una tendencia estructural a la redistribución regresiva de la renta.
La polarización entre los salarios altos y bajos ha sido muy elevada en todo el período estudiado pero se ha incrementado de forma importante en la etapa de crisis. Si en 2007 los asalariados “ricos” (percepciones por encima de cinco veces el Salario Mínimo Interprofesional) recibían un ingreso 17,6 veces superior a los “pobres” (percepciones por debajo del SMI), en 2012 la diferencia aumentó a 18,9. La situación existente en 2012 (último año publicado) queda reflejada en el Gráfico 2, que muestra la magnitud de distintos segmentos de los asalariados y la de sus respectivos ingresos.
Gráfico 2. Diferencias de salario por tramos en 2012
El tramo inferior (menos de mil euros/mes) está formado por quienes perciben salarios en cómputo anual por debajo de 1,5 veces el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), o sea, menos de 962 euros/mes (el SMI era de 641 euros). Aquí se sitúa el 45% de las personas asalariadas, a las que habría que sumar a quienes se encontraban en paro de larga duración (más de un año buscando empleo) que en 2012 eran 3 millones. Si incluimos a este colectivo “empleable” y buscador de empleo –según la definición de la EPA- en el cómputo global de la población asalariada, la proporción de trabajadores con ingresos brutos mensuales inferiores a mil euros llega al 50%.
Los tramos intermedios (entre mil y dos mil quinientos euros/mes) perciben entre 1,5 y 4 veces el SMI; suponen el 43,6% de la población ocupada y constituyen el colchón entre la mayoría de bajos ingresos y los mejor retribuidos.
El tramo superior (más de dos mil quinientos euros/mes) incluye al 10% de personas asalariadas. A su vez, en la cúspide de este segmento destaca una minoría del 1% (exactamente el 0,8%) con salarios por encima de 10 veces el SMI. En este grupo se sitúan los 900 consejeros y miembros de la alta dirección de las empresas incluidas en el Ibex 35 cuyos ingresos medios en 2013 fueron de 54.000 euros mensuales. Se trata de un grupo social formalmente asalariado pero cuyas funciones son las de dirección de las empresas representando directamente los intereses de sus propietarios.
Los datos muestran el éxito de la estrategia de salida de la crisis adoptada por las élites europeas y españolas, la llamada “devaluación interna”, que pasa por un empobrecimiento de la población trabajadora: por un lado, mediante el descenso de las rentas salariales y del monto y tasa de cobertura de las prestaciones de desempleo; por otro, a través de los recortes y privatización de recursos públicos que repercuten en la calidad y la universalidad de las políticas de educación, salud, pensiones, atención a la dependencia, servicios sociales, etc. Pero, además, la creciente precarización y desigualdad social necesitan legitimarse mediante una permanente referencia a la “salida de la crisis”, que sobredimensiona los síntomas positivos y desenfoca o directamente falsea los datos más negativos, como el alcance de la precarización laboral.
[1] La Encuesta de Estructura Salarial se aplica con la misma metodología en toda la Unión Europea con el fin de conocer la distribución de los salarios, lo que no justifica –en nuestra opinión- dejar fuera del cómputo a varias categorías del empleo asalariado precario y eventual cuya incidencia es particularmente grande en el caso de España.
[2] El SMI fijado por el gobierno para 2012 fue de 8.979,60 euros al año, equivalentes a 641 euros al mes en catorce pagas. Una cantidad muy próxima al nivel de ingresos que servía para determinar el umbral de la pobreza ese mismo año (8.321 euros/año, 594 euros/mes en hogares de un solo miembro, según la Encuesta de Condiciones de vida). Debido a esta proximidad, se considera bajo el umbral de la pobreza o “pobreza laboral” a quienes reciben percepciones salariales por debajo del SMI.
[3] Uno de los factores que explican el crecimiento y revalorización de las empresas españolas en este período fue la inversión de capital extranjero que hizo de España uno de los países con mayor deuda externa privada del mundo. Según datos del Banco de Pagos Internacionales, entre 2003 y 2008 la deuda externa privada de España pasó de 0,7 a 2,1 billones de dólares (en el mismo período la deuda externa pública pasó de 0,2 a 0,3 billones).
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