Fotografía: Mykola Velychko |
Ciudadanos de Polonia y los países bálticos reciben pasaportes ucranianos para participar en la operación contra las milicias populares en el este de Ucrania, según una fuente del Ministerio del Interior del país.
“(El titular del Interior Arsén) Avákov y (el jefe del Consejo de Seguridad Valentín) Naliváichenko, remitieron el 29 de abril sendas órdenes al servicio de migraciones para imprimir con urgencia pasaportes nacionales de Ucrania para 300 ciudadanos de Polonia y los países bálticos”, dijo la fuente a esta agencia.
Según agregó, “nacionales de esos países ya se desempeñan como señores de guerra y asesores de grupos paramilitares en el sureste de Ucrania en el marco de la lucha contra las milicias”.
Por otro lado, una fuente del Gobierno ucraniano afirmó que el jefe interino de la Administración presidencial ucraniana, Serguéi Pashinski, es el encargado de facilitar el traslado de ultranacionalistas a las regiones rebeldes del sureste ucraniano.
Según la fuente, en la Administración de (presidente interino Alexandr) Turchínov fue puesto en marcha un “sistema de coordinación para emplear al aparato militar de organizaciones nacionalistas en el sureste de Ucrania”.
“Pashinski organiza el traslado de ultranacionalistas armados a lugares de combates. Arsén Avákov, (el exministro del Interior) Yuri Lutsenko y (el líder del Partido Radical y candidato a la presidencia) Oleg Liashko se encargan de la inactividad de la policía”, indicó.
El pasado viernes, las fuerzas de seguridad de Ucrania reanudaron su dispositivo contra las milicias en varias ciudades de Ucrania Oriental, usando helicópteros y blindados en el asalto a Slaviansk.
Las milicias informan este sábado de que efectivos de la Guardia Nacional y radicales del grupo ultranacionalista Pravy Sektor lanzaron una ofensiva en Druzhkovka, cerca de Slaviansk.
También hay informaciones sobre combates en la zona de Kramatorsk, otra localidad de la provincia oriental de Donetsk.
Moscú ya advirtió de que la actuación de Kiev es una operación punitiva que echa por tierra la última esperanza de poner en práctica el acuerdo logrado el 17 de abril en Ginebra para reducir la tensión
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