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He tenido una Euro visión. En medio del frenesí de la campaña electoral de las elecciones europeas, cómo representación más lograda de la sociedad del espectáculo, de la decadencia del imperio, de la tolerancia hacia lo ornamental de las desidentidades sexuales, pero de lo vetado y dificultoso que resulta ahora mismo hablar desde lo estrictamente humano sin rimel ni pestañas postizas impuestas en el discurso, en este occidente que "no discrimina sexos" (¿), pero incrimina y anula conciencias y provoca crímenes sin problemas de conciencia; lo relevante de estos días y que supera con creces a la acción política, lo representativo más que mil elecciones por minuto al parlamento europeo ....ha sido el ganador en el concurso de Eurovisión.
En el aspecto del premiado/premiada se condensan las esencias de la vieja Europa y de sus transmutados valores. En ese/esa Jano bifronte tenemos la dualidad y la duplicidad moral de la Europa, que de espaldas atrae en la sinuosidad de aquel discurso periclitado de la libertad, la igualdad y la fraternidad; y que al verla más de cerca y de frente, se le ve la incoherencia entre la prédica y los actos en forma de barba salvaje, y que no es precisamente barba de pensador, ni de ermitaño ni de profeta...sino de todo lo contrario …observando bien representa la del orate a sueldo, que lleva adelante las hazañas horrendas que le dicta una Europa doblemente secuestrada por la camada parda de estos nuevos hijos extendidos por el mundo y por el Zeus trasatlántico del rayo belicista.
Otro austriaco hace años con menos vello facial, apenas una mosca bajo la nariz, puso el mundo patas arriba. Ahora, en su valor metafórico y antes de que algún loro políticamente correcto me declare homófobo; con mucho más vello en lo estrictamente icónico, con barbas que se ramifican por Venezuela a través de pasamontañas, barbas que luego aparecen por Libia y por Siria escondidas bajo banderas negras, otros pelos más ralos que luego amanecen por Ucrania....todas estas ramificaciones capilares y marañas de la misma barba y melena tendrán los mismos resultados previsibles si no encontramos al barbero, que al fin y al cabo, somos todos los pueblos. La barba europea actúa cómo capa dónde esconderse, dónde embozarse; mientras debajo está la frivolidad de la fiesta....pero la alegría muerta de la orgía llegará a su fin y si vamos viendo las barbas de estos sus hijos internacionales segarse, Europa tendrá que poner las suyas propias a remojar.
Al personaje, no a la persona del ganador de eurovisión, le faltaba para terminar de confundir cómo súcubo travesti esa otra lectura icónica de Jesucristo cantarín, de largas pestañas y melena, recordatorio de esa raíz cristiana europea de la que termina por abominar en la propia burla deliberada del aspecto. Si yo fuese cristiano o conspiparanoico, diría que esta elección eurovisiva, antecedente pictórico del resultado de la del día 25 y tan democrático-formal cómo resultará ésta; es una burla satánica a lo poco que puede quedar de humano en esas conciencias tan falsamente cristianas de los dirigentes y ciudadanos europeos. Este Jesucristo herético, sin quererlo y sin saberlo, que suple la túnica por el vestido enfundado de lentejuelas para ser pescado y la sonrisa beatífica por el rictus lujurioso pretendiendo ser carne; es indudablemente en su significado metafórico el mismo diablo en el que ha devenido Europa, ella y sus adoradores. Vuelvo a insistir: No está ese diablo en el individuo de la puesta en escena, si no que aparece en lo mediático contenido y escondido tras la perversidad del disfraz y la tramoya. El diablo está, en este juego de espejos, en lo que parece tolerancia y en realidad es mofa: Hacia los homosexuales que optan por vivir su vida sin ostentaciones ni consentir persecuciones y burla hacia las mujeres, ridiculizadas en la exigencia de las eternas formas, en la suplantación y en el equívoco piloso de la falsa mujer barbuda.
En este circo que es Europa hemos descubierto que nada es lo que parece: Votaciones con abstenciones brutales, que son muy válidas. Votaciones bajo el fuego, dónde de manera masiva se vota con urgencia y desesperación; estas no son admisibles. Golpes de estado que se hacen pasar por revoluciones, revoluciones que se consideraron en su momento golpes de estado. Y ahora descubrimos estupefactos que en este circo ni siquiera existía la mujer barbuda, era un engaño más: Se trataba de un señor. A partir de ahora tenemos motivos sobrados para pensar si debajo de la alfombra azul con estrellitas no habrá un fondo de reptiles gamados, quiero decir, una amplia gama de reptiles.
Sin pretenderlo, incluso sin sospecharlo, el jurado del voto popular de Eurovisión ha sido más exacto en la misión de la representación del zeitgeist (espíritu del tiempo…y le queda muy apropiado el alemán), que lo serán las elecciones. Es más exacto el cuadro grotesco en su totalidad descriptiva que el resultado final del cómputo de votos que compondrán ese parlamento. Con este resultado eurovisivo, que trasciende lo estrafalario para ser de nuevo la naturaleza imitando al arte, nos dicen que así es Europa: Tolerante frente a lo aparente, lo cosmético...defendiendo incluso a capa y espada la "diferencia" puesto que nada pierden ni ganan las grandes corporaciones ni sus gobiernos con el encumbramiento de lo equívoco, y que se usa cómo arma arrojadiza para exigir los mismos comportamientos allí dónde no están contemplados cómo alucinantes y prioritarios convalidadores de democracia. El discurso nunca pronunciado es: podemos matar, de momento fuera de nuestras fronteras, y sojuzgar cómo emperadores; pero mientras tanto os dejaremos, es más, os incitaremos a que os perdáis en la ostentación de los laberintos de las desidentidades sexuales, reales o imaginarias, que también cómo emperadores y perversos polimorfos tanto nos deleitan.
Europa ya está elegida y diseñada con este renovado aspecto que conjunta a la perfección contenido y continente en la metáfora de las formas del ganador de Eurovisión. La Europa de los principios revolucionarios en la Ilustración del atreverse a saber, que alumbró después el sueño legítimo de la igualdad de los seres humanos en una sociedad sin clases, abandonó esos valores máximos y hasta el mínimo que permite la supervivencia de la especie; la compasión. Falta de compasión y de empatía hacia un dolor que no es ajeno desde el momento que lo genera la misma Europa y su Dominatrix , y del que su propia población no está exento, ni en sufrirlo ni en obviarlo. Bolso, espejo, peine...todo ha sido abandonado por Europa en la cuneta en el servicio sin preservativo de la última aventura inoculadora de ponzoña venérea en los confines de su Este.
Europa, transformista imposible que intenta mezclar los elevados valores untados en sangre con el crimen organizado fuera de sus etéreas fronteras; es ahora mismo una vieja meretriz de dudoso atractivo que se limita a obedecer los dictados del Gran Proxeneta, que resopla como tahúr avejentado más allá del Atlántico. Y el negocio se les acaba: Ni el chulo ni la prostituta están para muchos trotes ni dispendios, por muy taimados que sean en ardides y larga la relación profesional.
El tiempo del amor verdadero, el de la ternura de los pueblos que se llama solidaridad, acabará con el amor mercenario.
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