NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
En un tiempo en el que las izquierdas han comprado el repugnante concepto de “revolución ciudadana”, como medio de enmascarar la realidad de la división social en clases contrapuestas en sus intereses y “la lucha de clases como motor de la Historia”, que dirá Marx, es refrescante un texto-recensión que afirma la plena vigencia de esta última.
Domenico Losurdo es un intelectual marxista italiano con mucho más mordiente y brío en sus análisis sobre la realidad social, económica y política y en sus propuestas que todos los Zizej y Negri, profetas de un “marxismo” desnaturalizado y desarraigado de su encaje en la clase trabajadora y en su realidad.
Tan sólo una salvedad al texto que les presento: Losurdo parece aún anclado en la vieja teoría del campismo tan cercana, por otra parte, a la versión USA de la escuela del “realismo político”. No es demasiado extraño en quien trata de rescatar la figura política de Josif Stalin, para el que los intereses de Estado, en su práctica política, estuvieron por encima de los de la lucha de clases.
Que la lucha de clases se exprese también a nivel internacional no significa que en las relaciones entre Estados se expresen también las lógicas confrontacionales de burguesía y proletariado, entre otras cosas porque los Estados, aún los que se han reclamado a lo largo de la Historia como defensores de los intereses de los trabajadores, han generado dinámicas propias y ciertas actuaciones que sólo se entienden en clave de sí mismos; esto es, de intereses que empiezan y acaban en el propio Estado y los de sus dirigentes.Ello sin menoscabo de que deba denunciarse y combatirse cada agresión que el imperialismo realiza en el mundo.
No obstante, ello no borra la valiente defensa que hace Losurdo de la vigencia de la lucha de clases en la actualidad, si cabe aún más exacerbada que en el último medio siglo.
Sin más, les dejo con este interesante texto.
LA LUCHA DE CLASES, EN PLENA VIGENCIA
Enric Llopis. LibreRed
Para el filósofo italiano Domenico Losurdo, la categoría “lucha de clases” conserva hoy todo su vigor en el mundo, por mucho que el neoliberalismo y las filosofías asociadas –sobre todo, el relativismo postmoderno- hayan pretendido arrumbarla. A reflexionar sobre “Ideología y lucha de clases en el siglo XXI” ha dedicado Losurdo la sesión inaugural de la Universidad de Verano de Socialismo 21 y El Viejo Topo, que en su primera edición lleva por título “Poder, ideología y medios de comunicación”.
Losurdo ha recordado cómo, con ojos de hoy, “podemos sonreír” al leer los argumentos con los que filósofos como Dahrendorf o Habermas refutaban la idea marxista de lucha de clases. Así, Jürgen Habermas señalaba que conservadores y laboristas (o liberales y socialdemócratas) coincidían en su momento en la defensa del estado social. No había contradicción ideológica ni, por tanto, lucha de clases. “Con todos mis respetos, este argumento es una tontería”, responde Losurdo. Y se pregunta: “¿Cómo nace en Europa occidental (en Estados Unidos nunca existió) el estado social? Sin duda, es un producto de la lucha de clases; en ningún caso una concesión graciosa de las clases dominantes”.
“¡Cómo han envejecido estos discursos sobre el final de la lucha de clases!”, ha exclamado el filósofo italiano, quien recuerda además cómo Habermas reconocía años después en un artículo que el capitalismo, al dejar de tener competidor, ya no se preocupa por ocultar su rostro real. El filósofo alemán, así pues, se desmentía. Las reflexiones de Friedrich Von Hayek –uno de los grandes patrones del neoliberalismo y guía económico de la administración Reagan- también reconocen implícitamente la existencia de la lucha de clases.
Y esto es así al vincular los derechos económicos y sociales incluidos en la Carta de los Derechos Humanos de 1948 (trabajo, instrucción y salud, entre otros) a la revolución soviética. Es decir, según Hayek no se trata de derechos cuya existencia deba reconocerse, sino una creación de la revolución de 1917. “Implícitamente Hayek nos está diciendo que la lucha de clases desarrollada en Rusia permitió la conquista de estos derechos socioeconómicos”, explica Domenico Losurdo. Además, “cuando nos dice que estos derechos han de erradicarse, no es por falta de recursos para garantizarlos, sino simplemente porque piensa que no existen. Y es esto precisamente lo que está pasando hoy: asistimos al fin del estado social”.
Profesor de Filosofía de la Historia en la Universidad de Urbina, Losurdo ha escrito dos obras fundamentales: “Contrahistoria del Liberalismo” (“El Viejo Topo, 2007) y “Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra” (El Viejo Topo, 2011). Su principal ámbito de investigación es la filosofía política clásica alemana (de Kant a Marx). También ha estudiado con hondura a Nietzsche y las ideas de Heidegger en relación con la guerra.
Síntomas de la vigencia de la lucha de clases en el siglo XXI. Losurdo subraya que ha retornado la figura del “working poor” (trabajador pobre), habitual en el siglo XVIII y principios del XIX. Se trata de personas que, a pesar de contar con un puesto de trabajo, no disponen de recursos suficientes para vivir. A ellos hay que agregar los parados y los excluidos. Pero también en el ámbito de la política puede advertirse la lucha de clases. “Por ejemplo, en la competencia electoral”, apunta el filósofo italiano. “El peso de la riqueza es tal hoy en día, que asistimos a situaciones similares a las del siglo XIX, donde existía la discriminación censitaria, es decir, sólo se tenían derechos políticos si se alcanzaba un nivel de renta determinado”. Además, hace una década Losurdo ya hablaba de un “monopartidismo competitivo”, con formaciones políticas que representaban a la misma burguesía y exhibían la misma ideología neoliberal.
Pero Domenico Losurdo insiste en que constituye un serio error reducir la lucha de clases (y otras categorías tradicionales del marxismo, como el imperialismo y el colonialismo) a los problemas de la Europa occidental. “Hay que entender la lucha de clases a nivel mundial”, sentencia. Por ejemplo, en Palestina, “donde continúa el colonialismo en su formulación más clásica, es decir, la colonización de un territorio y sus habitantes; se da en Palestina un proceso parecido al que Marx subrayaba en Irlanda: la expropiación de tierras por parte de los colonos ingleses (en el caso palestino, de los israelíes); además, igual que en Irlanda, la cuestión social se presenta en Palestina como una lucha de liberación nacional”.
Losurdo recurre habitualmente a los paralelismos históricos, aunque con las salvedades y los matices que imponen los saltos en el tiempo. Por ejemplo, al abordar la lucha de clases en América Latina se retrotrae a la Doctrina Monroe y a los designios del presidente norteamericano, Theodore Roosevelt, que en 1904 ya planteó que Estados Unidos debía ejercer de policía internacional en América Latina. “El objetivo, hoy, es también quitarse de encima la bota norteamericana”, subraya el profesor de Filosofía de la Historia. Y para ello resulta capital la independencia económica. El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, lanzó en 2006 la proclama “industrialización o muerte”, igual que Mao advirtió poco antes del triunfo de la revolución en 1949 de los riesgos de que China se convirtiera en una colonia de Estados Unidos. El Che Guevara y Fidel Castro en los 60 alertaron asimismo de la necesidad de liberarse de la opresión económica del imperialismo, y Frantz Fanon, en Argelia, subrayaba que tras el triunfo de la revolución anticolonial se imponía el desarrollo económico.
Trasladado al siglo XXI, “los países que se han quedado atrasados en el desarrollo económico, tecnológico y militar corren el riesgo de una agresión directa por parte del imperialismo; este desarrollo es el precio de su independencia”, explica Domenico Losurdo. También es esto lucha de clases. “Ya ha ocurrido en Libia, y ahora puede pasar en Irán y Siria”, añade. Sin embargo, “para destruir un país no hace falta agredirlo militarmente, pues el imperialismo cuenta con otra arma decisiva, el embargo económico; Cuba lleva padeciéndolo más de 50 años; en Irak, antes de la guerra de 2003, el embargo produjo centenares de miles de muertos: eso si que resultó un arma de destrucción masiva; si las agresiones mediante el embargo han perdido fuerza en algunos casos, como en Cuba, es por la presencia de China, que garantiza determinados intercambios comerciales”.
En resumen, a juicio de Domenico Losurdo, la lucha de clases tiene lugar hoy en tres frentes, “y hay que entenderlos de manera unitaria”. En primer lugar, los movimientos de masas que en occidente (Estados Unidos, Grecia o España) protestan en el contexto de un capitalismo en crisis; Además, las naciones, como Palestina, que sufren una dominación –el colonialismo clásico- política y económica; por último, los países (por ejemplo, los latinoamericanos) que cuentan con independencia política pero han de conquistar la económica.
A la actual Europa en crisis, fracturada por luchas desgarradoras entre el centro y la periferia, ¿Cuál es la principal crítica que cabría formularle? Según Domenico Losurdo, “la subordinación a los intereses de Estados Unidos y la participación en todas las aventuras imperiales promovidas por los norteamericanos; si pretendemos luchar contra el imperialismo, Europa ha de plantear su autonomía y, en consecuencia, no participar en el embargo a Cuba, Irán, ni colaborar con Estados Unidos en su objetivo de impedir que China acceda a la tecnología”.
En medio de una crisis global a la que no se advierte salida y con una izquierda mortecina, el recurso a los clásicos permite alumbrar el camino. Para calibrar las perspectivas de cambio, Losurdo recurre a las categorías de Marx “clase en sí” (clase que aún no ha tomado conciencia de su situación) y “clase para sí” (con plena conciencia de clase). “El camino que nos queda por recorrer para pasar del primer estadio al segundo es muy largo”, explica el filósofo. ¿Por qué? “La izquierda en occidente viene de sufrir una derrota histórica, la destrucción del campo socialista y lo que ello implicó; por eso ahora cuesta tanto responder a la ofensiva ideológica del neoliberalismo”, responde.
Pero una cosa es importante: “No confundir la autocrítica con el autoodio para avanzar; con todas las críticas que puedan formularse a la revolución de octubre, antes de 1917 las potencias occidentales eran las dueñas del planeta. La revolución rusa rompió este escenario y favoreció los procesos de independencia colonial; además, entre febrero y octubre de 1917, Rusia fue el primer gran país donde las mujeres lograron la emancipación política; y otra cuestión, ¿puede entenderse la generalización del sufragio universal sin la contribución del movimiento comunista? Pienso que no. En Inglaterra (cuna del parlamentarismo), antes de la revolución de octubre la fracción más pobre del proletariado no tenía derecho al voto”. “Son cosas que no deben olvidarse”, concluye Domenico Losurdo.
Hola, no me convencieron mucho sus artículos en el Viejo Topo acerca de Stalin, pero este artículo sí que es más sólido.
ResponderEliminarSi la caída de la URSS es una de las razones de nuestra debilidad, deberíamos aceptar sin problemas los errores que se cometieron; entre otros excesiva centralización, toda la propiedad del Estado y a fin de cuentas de una burocracia, y en tiempos de Stalin el culto al líder y otras abominaciones que para mí no tenían nada que ver con la tradición de la izquierda. El artículo recuerda también varios logros, que no podemos olvidar. Salud.
Hola, ¿qué tal? Está bien que tutees a Domenico Losurdo (es borma) porque crea familiaridad en el debate. Como bien sabrás ni tengo méritos para ser publicado en el Viejo Topo (rincón donde los haya de un revisionismo no positivo, ya que revisar puede ser bueno) ni tengo simpatías por el Iron Man (Stalin) de la revolución soviética.
EliminarEl resto de lo que apuntas lo suscribo al 100%. Salud
Hola Marat,
ResponderEliminarMe gustaría saber si la salvedad que usted hace a la entrevista la mantiene respecto al libro de Losurdo, publicado en español poco después de este texto, y titulado "Lucha de clases. Una historia política y filosófica". Se lo pregunto porque a mí, como marxista en humilde formación (que sé que nunca acaba, pero la mía aún es especialmente temprana), me pareció muy interesante el poder de análisis derivado de la división, explicitada por Losurdo, del "genus" lucha de clases en tres "species", de cara a comprender los diversos conflictos del desarrollo capitalista a escala mundial. Tres especies de lucha de clases radicadas en las tres divisiones del trabajo en las que se sustenta el desarrollo del modo de producción capitalista: 1) en el hogar, 2) al interior de la nación y 3) entre naciones. Divisiones del trabajo que propician conflictos en los a veces se conjuga la actividad de los dominados en los tres aspectos (las mujeres,la clase trabajadora, y los países colonizados o neocolonizados), pero que a veces encuentran contradicciones entre sí.
Por no quitarle más tiempo: ¿Tiene usted ya publicado un artículo sobre este libro (no lo he encontrado por este blog) o espera publicarlo?
Gracias,
David
Hola David:
EliminarEmpiezo por el final. No tengo nada publicado sobre este libro, ya que no suelo hacer recensiones sobre libros de marxismo; si acaso, algún texto ajeno con mayor mérito que el que yo pudiera tener sobre alguna obra concreta.
Sobre el punto 3 que señalas no creo que la lucha de clases se exprese entre naciones y Estados sino entre las correspondientes clases a nivel internacional. Y ello es así porque la razón de la lucha de clases nace de la explotación y ésta de la extracción de la plusvalía.
La extracción de la plusvalía se realiza siempre a nivel nacional pero la lucha de clases tiene una expresión nacional y la lucha de clases se expresa a nivel internacional pero SIEMPRE entre capitalistas y clase trabajadora. No hay lucha de clases entre naciones porque no hay extracción de plusvalía de naciones sobre otras, por mucho que haya apropiación de recursos naturales o incluso intercambio desigual entre naciones. Entre naciones se da una dominación e incluso una opresión política y económica pero no explotación, que nace de la extracción de plusvalía en el trabajo, que se da siempre en el marco de cada país, incluso por parte de compañías multinacionales. La tesis de que hay lucha de clases entre naciones y no entre clases, aunque sea a nivel internacional, nos llevaría al absurdo de que la clase trabajadora de un país se aprovecha de la extracción de la plusvalía de la clase trabajadora de otro país. Ello es falso. Lo que hay es diferentes niveles de madurez y de agudización de la lucha de clases en cada país.
Esto creo que explica también el punto 2.
En cuanto al hogar, si no hay trabajo asalariado y producción de valor (éste siempre se realiza en el mercado y no hay relación mercantil o venta de la fuerza de trabajo y del producto/servicio en las labores de casa, generando beneficio en la venta de lo producido). Esta tesis sostendría, llevada a su "lógica", que hay lucha de clases y explotación de hombres sobre mujeres en el hogar). En realidad, esa es la tesis de la corriente hegemónica del feminismo, que sustituye la lucha de clases por la lucha entre mujeres y hombres. La derivada de esto, no hace falta que se lo explique, es la negación de la lucha de clases.
Yo me remito al libro de Losurdo, porque yo no puedo explicar mejor que él sus argumentos, y no quiero hacerle a usted perder el tiempo. Losurdo diferencia filosóficamente estas "species" y observa sus comprenetaciones y contradicciones históricas. Lo hace a través de textos de Marx, Engels, Lenin, Gramcsi y Mao (sobre todo) y de análisis históricos. Creo que acierta cuando dice que el marxismo ha dado sus mejores diagnósticos cuando ha leído la intersección de las tres luchas. También creo que acierta cuando recuerda que la lucha de clases también se da entre clases dominantes (a nivel internacional lo vemos en el conflicto imperialista de la 1aGM), de modo que hay más luchas que entre capitalistas y clase trabajadora.
ResponderEliminarSobre los beneficios que el proletariado de los países dominantes obtiene respecto al de los países dominados, empieza con este conocido texto de Lenin que cita a Engels, y luego Losurdo sigue con el análisis:
“El proletariado inglés se está aburguesando de hecho cada día más; por lo que se ve, esta nación, la más burguesa de todas, aspira a tener, en resumidas cuentas, al lado de la burguesía una aristocracia burguesa y un proletariado burgués. Naturalmente, por parte de una nación que explota al mundo entero, esto es, hasta cierto punto, lógico”.
Casi un cuarto de siglo después, en su carta del 11 de agosto de 1881, habla de “las peores tradeuniones inglesas que consienten ser dirigidas por individuos vendidos a la burguesía o que, por lo menos, son pagados por ella”. Y en la carta del 12 de septiembre de 1882 a Kautsky, Engels escribía: “Me pregunta usted qué piensan los obreros ingleses acerca de la política colonial. Lo mismo que piensan de la política en general. Aquí no hay un partido obrero, no hay más que radicales conservadores y liberales, y los obreros se aprovechan, junto con ellos, con la mayor tranquilidad, del monopolio colonial de Inglaterra y de su monopolio en el mercado mundial”.
Simplemente vi con su comentario en este artículo que entraba en plena confrontación con los argumentos centrales de Losurdo en ese libro. Yo de momento me quedo con Losurdo, pero todo es seguir leyendo...
Creo que sí, que lo importante es seguir leyendo. Y formándose. Y, por supuesto, no dar una frase por una formulación cerrada. A menudo los autores parecen contradecirse a sí mismos respecto a lo escrito en otros momentos de sus vidas. Al fin y al cabo, no hay nadie infalible. Quizá el Papa de Roma pero...me da la impresión de que tampoco.
EliminarEn este sentido, ni la frase de Engels es afortunada ni la teoría del imperialismo de Lenin ("El imperialismo, fase superior del capitalismo") lo es tampoco, en mi opinión.
Ambas afirmaciones teóricas vienen a enfrentarse a la ley del valor o teoría marxista del valor (EL Capital), por mucho que no lo hagan de forma explícita. En el caso de Engels porque ignora que la extracción del valor y del plusvalor se da siempre en el marco nacional y la realiza el empresario, olvidando además que son los efectos del sindicalismo los que elevan los salarios y mejoran las condiciones de vida de la clase trabajadora, favoreciendo la aparición de una aristocracia obrera que toma el control de las TUC. El propio Engels había explicado esa cuestión en numerosos textos para la Internacional, de la que fue dirigente. Hay que considerar que ya entonces había comenzado la lucha de arx y él contra el reformismo y que por entonces eran ya bastante pesimistas sobre sus efectos en la clase trabajadora. La biografía de ambos es explícita en este sentido.
En cuanto a la tesis leninista que defiende Losurdo sobre el imperialismo, le remito al siguiente texto de Rolando Astarita, economista marxista argentino, gran conocedor de El Capital, punto débil de Losurdo y de la gran mayoría de quienes se identifican como marxistas: https://rolandoastarita.blog/2011/03/23/imperialismo-en-lenin-analisis-critico/
No es correcto emplear el concepto de lucha de clases entre capitalistas. Una clase no lucha contra los intereses de si misma sino que compite por el mercado mundial. Y esas luchas pueden incluso provocar grandes guerras pero no dejan de ser luchas por el reparto, no por la imposición de una clase sobre otra porque es la misma clase. Ni siquiera la llamada clase media lucha contra la clase capitalista porque tiene unidos sus destinos al propio capitalismo. El propio Lenin habla de contradicciones interimperialistas, que es un término mucho más correcto.
En cuanto a la lucha de las mujeres y la emancipación de los roles que históricamente le han sido asignados bajo el capitalismo y otras formaciones económico sociales es correcta la defensa de dichos derechos pero no el asignarle categorías incorrectas, como le señalé anteriormente porque, no produciéndose plusvalor en las tareas que realizan dentro del hogar, no hay explotación sino opresión, que es algo distinto y pertenece a un marco de dominación diferente. No digo que superior o inferior sino distinto.
Los marxistas tenemos la gran responsabilidad de ser enormemente rigurosos con los conceptos teóricos que manejamos o, de lo contrario, estaremos haciendo otra cosa pero no marxismo; sobre todo si acabamos negando en la práctica las piedras angulares de su teoría.
Ha sido un placer debatir con usted. Creo que mis posiciones al respecto han sido suficientemente aclaradas.
Leeré el texto de Astarita.
ResponderEliminarLo de la carencia de lectura atenta de El capital en marxistas de peso es algo que hasta yo he podido tristemente comprobar estos dos últimos años que he ido avanzando sobre el primer y segundo libros. Losurdo no me ha dado esa impresión, pero es cierto que cita mucho más otros textos.
Han quedado sus posturas de sobra aclaradas. Gracias por detenerse a desarrollar lo que en el artículo era solo una pequeña frase, que está claro que concentraba toda una concepción distinta (que conecta con ciertos autores y entra en confrontación con aspectos de otros, lo que le confiere gran importancia). Continuaré leyendo teniendo en cuenta también estas dos posiciones, y ya se irá decantando cual me parece que ayuda a entender mejor la sociedad para transformarla; que estamos de acuerdo en que esto es lo que realmente importa.