Christine Lagarde pidió ayer, alarmada, un mayor cortafuegos para evitar que España e Italia deban ser rescatadas. La directora gerente del FMI considera fundamental aumentar las dimensiones del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), incorporándole los recursos del actual Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). ¿Por qué?
El precio al que cotiza la deuda de un Estado (prima de riesgo) se basa en la capacidad que tiene ese Estado de repagarla. Cuando los acreedores llegan a la conclusión de que un país no va a poder devolver su deuda, convencen a este país de que pida un rescate.
Los que rescatan imponen que el país tome medidas para que sus ingresos sean suficientes para devolver el dinero que les van a prestar y los intereses: es decir, les exigen duros recortes de gastos y subidas de impuestos, que inevitablemente meten al país en recesión.
Esto ha sucedido en Grecia y el propio esfuerzo para recortar el déficit les ha metido en una durísima depresión. El país decrece un 6% y están abandonándolo capitales a ritmos del 2% del PIB cada mes.
Esto ha sucedido en Grecia y el propio esfuerzo para recortar el déficit les ha metido en una durísima depresión. El país decrece un 6% y están abandonándolo capitales a ritmos del 2% del PIB cada mes.
Los gobernantes de Europa pensaron al principio que si a Grecia, Portugal e Irlanda se les daba más tiempo, podrían controlar sus déficit y acceder de nuevo al mercado de bonos. En verano del año pasado se dieron cuenta de que no había un problema de liquidez en los países débiles, sino de solvencia.
Entonces optaron por exigir una quita “voluntaria” del 50% para los acreedores privados sobre la deuda griega. Esto ha traído terribles consecuencias, pues los inversores se han sentido estafados, ya que pensaban que compraban, como todos, bonos del Estado griego, y han descubierto que tenían bonos junior (de segunda categoría) y que por delante suyo se encuentran el BCE y el FMI en prioridad de cobro. Es como si te dan una hipoteca sobre otra hipoteca que ya existe (y que desconoces).
Ante la incapacidad de los griegos de repagar sus deudas, se reunió ayer el Eurogrupo para estudiar una quita más agresiva a inversores privados (pues, al no estar afectados los organismos europeos ni el FMI en la quita del 50%, el recorte real es tan sólo del 30% y el país sigue siendo insolvente). Imagínense la opinión que se están forjando los inversores internacionales sobre Europa.
Portugal e Irlanda, los siguientes
Los inversores (y los ciudadanos portugueses) pensarán: si Grecia recibe una quita, ¿por qué no la va a recibir Portugal? Como consecuencia, a los bonos portugueses a 10 años se les exigió el pasado martes una rentabilidad del 14,39%. A pesar de que los líderes de Europa han dicho que en ningún caso habrá default de Portugal, los inversores ya no les creen y anticipan uno de, al menos, el 30%.
Aunque todos los ojos están puestos en Grecia, va a ser Portugal quien determine el futuro de Europa, porque si se hace una quita sobre Portugal, ¿por qué no sobre Irlanda? Los ciudadanos irlandeses están convencidos de que es una injusticia que ellos tengan que asumir todas las deudas que tenían los bancos de su país con los ingleses, alemanes o franceses, y piensan que sería más justo que se realizase una quita sobre su deuda.
Italia tiene una deuda pública del 120% del PIB y su economía registrará este año una contracción del 2,2%. Como consecuencia, el coste de los seguros de impago de Italia está hoy justo donde estaban los de Portugal el año pasado en esta misma fecha. Actualmente, Italia no puede captar deuda (a precios que pueda pagar) sin la respiración asistida del BCE. Si Merkel y Sarkozy dejasen de ayudarles (prestando de manera ilimitada dinero el BCE a los bancos italianos para que compren bonos de Italia), el país necesitaría un rescate ya. Los bancos franceses tienen el 45% de la deuda italiana, y si Italia cayese muchos quebrarían de manera inmediata.
España, por su lado, con un endeudamiento entre todos los actores del 420% de su PIB y un 23% de paro, se enfrenta este año a un decrecimiento del 1,7% según el FMI. El déficit del 8% incrementa el nerviosismo de los ya asustados inversores, y el propio FMI se empieza a alarmar, pidiendo un aumento del cortafuegos.
Europa tiene tres problemas: el primero es que cada vez hay más países insolventes (hoy lo son Grecia, Portugal e Irlanda); el segundo es que también los bancos europeos tienen problemas de capital y, como consecuencia, el mercado interbancario está roto y todos aparcan su dinero en el BCE; pero el problema más grave, y que no se está afrontando, son los importantísimos desequilibrios comerciales entre los países del centro y de la periferia.
Con el euro al tipo de cambio actual, los del centro son capaces de exportar, pero los de la periferia no son competitivos. Sin poder devaluar la moneda, los países de la periferia (incluidos España e Italia) no pueden salir del hoyo y sus economías se deterioran inevitablemente. Sólo a través de exigentes reformas estructurales estos países podrán escapar de su agonía competitiva (en España se han cerrado 170.000 empresas desde el inicio de la crisis) y eso requiere, de entrada, una contundente reforma laboral.
El Eurogrupo está intentando solucionar el primer y segundo problema, pero, aunque lo consigan, si no se soluciona el tercero volveremos a la casilla de inicio.
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